domingo, 26 de febrero de 2012

Bibliografía sobre Jose Ortiz y Sanz y su edición de Vitruvio de 1787


Ortiz y Sanz es uno de nuestros mejores tratadistas y teóricos de la arquitectura, si bien las circunstancias en que se movió han hecho que su figura ha pasado un poco desapercibida

Las razones de la necesidad de una correcta traducción de Vitruvio al español las enuncia Ortiz en el prólogo de su edición de Vitruvio de 1787, donde constata la inexistencia de una edición cuidada en nuestro idioma. Ortiz cotejó cuantos ejemplares y manuscritos tuvo a su alcance para crear la mejor edición española de Vitruvio, tanto por la calidad de la traducción, como lo erudito y aclaratorio de las notas así como las ilustraciones. 

Cualquier estudiante de arquitectura que desee profundizar en el conocimiento de Vitruvio debería consultar la edición de Ortiz de 1787, por ser la más fiable. La mayoría de los Vitruvios que se editan hoy proceden de traducciones del francés, del inglés o incluso directamente del latín, pero están elaboradas por filólogos sin ninguna vinculación con la arquitectura y muchos pasajes resultan oscuros y necesitan algo más que una nota del traductor para ser aclarados. La edición de Ortiz suple todas las carencias de las ediciones modernas. 


-o0o-   Obras de arquitectura escritas por Ortiz y Sanz   -o0o-

Por orden cronológico

Noticia y plan de un viaje Arquitectónico-Anticuario, encargado por S. M. a Don Joseph Francisco Ortiz en el año de 1790. Imprenta Real. Madrid, 1797. 


Oración a las Nobles Artes en la distribución de premios de la Real Academia de San Carlos de celebrada el 4 de noviembre de 1804. Oficina de D. Benito Monfort, impresor de la Real Academia. Valencia, 1805. 

Viaje Arquitectónico-Anticuario, encargado por S. M. a Don Joseph Francisco Ortiz en el año de 1790. Imprenta Real. Madrid, 1807. 



Traducciones (por orden alfabético de autores): 

Bottari, Giovanni. Diálogos de las artes y el diseño, traducidos del toscano, e ilustrados con notas por Don Joseph Ortiz y Sanz, Presbítero, Individuo de la Real Academia de San Fernando, y de la de San Carlos de Valencia. Madrid, 1804. 

Milizia, Francesco. El Teatro. Obra escrita en italiano por D. Francisco Milizia; y traducida al español por D. J. F. O. Madrid, 1789. 





-o0o-   Bibliografía sobre la teoría arquitectónica de Ortiz y Sanz   -o0o-


GOBERNA ORTIZ, Fernando. El Deán Ortiz. Ed. Ajuntament d'Aielo de Malferit. Aielo de Malferit, 2001 

LEÓN TELLO, Francisco José. Estética y teoría de la arquitectura en los tratados españoles del siglo XVIII. Ed. CSIC. Madrid, 1994. 

RODRIGUEZ RUIZ, Delfín. José Ortiz y Sanz, teoría y crítica de la arquitectura. Ed. COAM. Madrid, 1990. 

RODRIGUEZ RUIZ, Delfín. José Ortiz y Sanz, “atención y pulso” de un traductor. Prólogo de Los Diez Libros de Arquitectura. Ed. Akal. Madrid, 2001. Google Libros permite una vista parcial de este libro


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Para la comprensión del propio texto vitruviano en su faceta más arquitectónica existen dos interesantes monografías:


ADAM, Jean Pierre. La construcción romana: materiales y técnicas. Editorial de los Oficios. León, 2002.


El primero es una gran monografía sobre la construcción romana donde se cita constantemente a Vitruvio para explicar y justificar las técnicas constructivas de la época.

El segundo es una recopilación y explicación de pasajes de Vitruvio escrito por un arquitecto que ejerce su profesión desde el convencimiento de la validez y perdurabilidad de la tradición clásica en nuestros días. Muy interesante para entender el funcionamiento de los órdenes. 

Portada de Vitruvius on Architecture. Fuente: Thomas Gordon Smith Architects

Lumpy Space Sculpture



sábado, 25 de febrero de 2012

Primer proyecto para el Valle de los Caídos, 1942

Nota: Reproducción íntegra del artículo original y sus imágenes. 


Arquitectos:  D. Pedro Muguruza Otaño. 
                  D. Francisco Javier Oyarzábal. 
                  D. Antonio Muñoz Salvador. 

Frente general de la escalera sobre la Gran Plaza y acceso a la Cripta sepulcral.

Sobre este anfiteatro gigantesco se construye el Monumento, que ha de consistir en una gran cripta sepulcral labrada en la roca del Risco de la Nava, como centro del espacio disponible, al que se ha de dar acceso por una gran plaza o meseta, a cuyo pie se extiende un lago de transparente superficie, sobre la que pueden reflejarse las tapias de un cementerio que componga su contorno. 

Ha de coronar la Peña una Cruz Monumental, cuya vista se alcanzará desde Madrid; y a su respaldo, como término de un ralle cerrado de peñascos, la linea horizontal de un monasterio y un cuartel unidos sobre el eje de una guardia permanente. 

Alzado general del Monumento

El Monumento Nacional a los Caídos por Dios y por España en la Guerra de Liberación responde a la idea personalmente forjada por el Caudillo, que encomendó al arquitecto D. Pedro Muguruza Otaño la realización total del plan concebido, para lo que fue adquirida en la extensión que cubre la sierra de Guadarrama desde Avantos hasta el alto del León, un lagar denominado Cuelgamuros, en el que destaca un circo de cinco diversas prominencias, por cuyas laderas trepan entre rocas inmensas los pinares que arrancan de los valles, en manchas de varia intensidad, cruzadas por arroyos que terminan en un desfiladero, al pie de la carretera de El Escorial a Guadarrama. 






Todos estos elementos se hallan ya situados en previo cálculo de ordenación sobre el plano general del recinto. Se procede ahora a perforar la roca para una labra ulterior de la cripta y se espera a resolver el concurso que, a propuesta del director de la obra, se ha convocado entre arquitectos para la Gran Cruz Monumental sobre la cripta, en el Risco de la Nava. 


Un Vía-Crucis monumental conducirá a la Cruz desde la entrada al recinto, al margen de una hospedería, el cual abarcará sucesivamente los altozanos que se encadenan a la Peña del Altar. 



De otro lado, sobre su falda de árboles se construirá una carretera para facilitar el tránsito rodado hasta el pie mismo de la Cruz. Por el centro del valle y sobre el camino actual se restablecerá una calzada de peregrinación que arranca de la hospedería hasta terminar en el lago.



lunes, 13 de febrero de 2012

Academia de Infantería de Toledo (1942)

Vista de la Academia de Infantería desde el Alcázar. Fotografía: Francisco Javier Martín Fernández

La ciudad de Toledo siempre ha estado rodeada de un aura especial, casi de primacía sobre el resto de ciudades españolas. La antigua capital visigoda se convirtió en un símbolo durante la reconquista y tras su toma por el rey Alfonso VI en 1085 fue tratada con mimo por la realeza hasta el punto de convertirse en “ciudad imperial” durante el reinado de Carlos I de España. Durante este periodo se imprimirían las “Medidas del Romano”, de Diego de Sagredo, que constituye el primer tratado de arquitectura en lengua española y que tuvo una repercusión capital en la consolidación de nuestro Renacimiento, también conocido como etapa purista. Tras el traslado de la capital a Madrid, la ciudad entró en un periodo de progresiva decadencia de la que no se recuperaría hasta mediados del siglo XIX con la fundación del Colegio de Infantería en 1850 y la llegada del ferrocarril en 1858. 

La elección del alcázar como sede para dicha institución devolvió un la gloria a un vetusto edificio que no se había repuesto de los daños de la Guerra de Sucesión y la Guerra de Independencia. Esta etapa no duraría mucho y el indiscriminado bombardeo republicano durante la Guerra Civil vendría a destruir nuevamente el edificio. Con su reconstrucción se plantea en 1942 el traslado de la ahora Academia de Infantería a un nuevo complejo más grande y con mejores prestaciones, mientras que el Alcázar queda como un edificio representativo de la institución, pero a la vez como un símbolo de la reconstrucción nacional durante la posguerra. 

Fotografía aérea de 1955: puede apreciarse la academia recién inaugurada así como las ruinas del Alcázar. Fuente: Biblioteca Digital de Castilla La Mancha.

Como venía siendo habitual en la construcción de edificios militares en España, el proyecto de la nueva Academia fue elaborado por tres ingenieros militares y a la vez Tenientes Coroneles: Don Manuel Carrasco Cadenas, Don Arturo Ureña Escario y Don Julio Hernández García. El nuevo edificio de la Academia se construye en un promontorio frente al Alcázar, en la otra orilla del Tajo, de forma que ambos edificios se enfrentan y dialogan: el Alcázar pasa a recoger la tradición y la Academia simboliza en sí misma el futuro de las fuerzas armadas. Pero esta dualidad entre tradición y modernidad no quedaría rota, como ocurriría posteriormente, con una filosofía proyectual que anula a la primera para proclamar estridentemente la segunda, sino que los ingenieros militares encargados del proyecto demostraron una gran sensibilidad que nos habla de la gran formación artística que hubieron de tener sus autores. 

Maqueta del proyecto. Fuente: Biblioteca Digital de Castilla La Mancha.

El clima de exaltación que se da tras la Guerra Civil fue muy propicio para materializar el debate sobre los fundamentos de un estilo nacional, y en el caso toledano, la propia reconstrucción del Alcázar sirvió de referencia para marcar las pautas de un “estilo imperial” que simbolizara la continuidad de las formas más representativas del poderío del imperio en el que nunca se ponía el sol. Esto, unido al carácter marcial del nuevo edificio hacía imposible la elección de las formas neomudéjares para el mismo, y que habían gozado de mucha popularidad en Toledo como demuestra la Estación de Trenes, construida por el arquitecto Narciso Clavería en 1919

La nueva Academia, por tanto, sigue unas pautas sobrias y discretas a pesar de su enorme tamaño. El edificio principal tiene unas dimensiones aproximadas de 200x150 metros con un gran patio interior. La envolvente exterior es de mampostería irregular careada con sillares labrados en las esquinas, huecos recercados y torres en las esquinas, en clara continuidad con la tradición constructiva castellana. El cuerpo central de la fachada es el elemento más llamativo del exterior, tanto por la piedra blanca empleada como por los recursos compositivos que recuerdan a otros edificios toledanos levantados por el arquitecto Alonso de Covarrubias, como la portada del propio Alcázar o el Palacio arzobispal, y en general a la etapa “purista” del Renacimiento español. 

Academia de Infantería de Toledo. Detalle de la Fachada. Fotografía: José A. Hidalgo.

Academia de Infantería de Toledo. Detalle de la Fachada. Fotografía: Universidad de Castilla La Mancha.

Al ser un espacio usado para grandes eventos representativos de la Academia, el gran patio interior continúa el aire solemne del cuerpo central de la fachada, destacando la superposición de arcadas en las esquinas y las portadas monumentales. Mientras que la fachada evoca al renacimiento toledano y resulta más amable por el empleo de un orden jónico muy similar al que se puede observar en tantos edificios de la ciudad, la composición del patio es mucho más rígida y neoclásica, con el orden toscano como elemento rector de la composición, muy adecuado al carácter marcial del edificio y de las ceremonias que tienen lugar en él. 

Academia de Infantería de Toledo. Patio interior. Fotografía: Fuerzas Armadas.

De la misma forma que el Ministerio del Aire, del arquitecto Luis Gutiérrez Soto, este edificio se erige en continuidad con la tradición arquitectónica española de edificios militares, integrándose en el tejido urbano sin la necesidad de recurrir a estridencias. Intervenciones como las “Escaleras de La Granja”, de Elías Torres, o el Miradero, de Rafael Moneo, deberían haber mirado a la humildad con que estos ingenieros militares quisieron integrarse y dialogar con el entorno, en lugar de predicar el habitual diálogo impositivo de la modernidad que a fuerza de hablar más alto acaba volviéndose monólogo que anula la historia. 

Como curiosidad, el proyecto además incluía un puente, finalmente descartado, que uniría la nueva sede con el Alcázar. Fuente: Biblioteca Digital de Castilla La Mancha.


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Para saber más:

sábado, 11 de febrero de 2012

Las otras Cruces del Valle de los Caídos

Diferentes propuestas para la Cruz del Valle de los Caídos: 
1.- Luis Moya, Enrique Huidobro y Manuel Thomas (Primer Premio, Concurso de 1943). 
2.- Juan del Corro, Fco. Bellosillo y Federico Faci Iribarren (Segundo Premio, Concurso de 1943). 
3.- Javier Barroso y Sánchez Guerra (áccesit, Concurso de 1943). 
4.- Manuel Muñoz Monasterio y Manuel Herrero Palacios (áccesit, Concurso de 1943). 
5.- Luis Martínez Feduchi y Eduardo Rodríguez Arial (áccesit, Concurso de 1943). 
6.- Javier García Lomas, Carlos Roa y Fco. González Quijano. 
7.- Francisco de Asís Cabrero Torres-Quevedo. 
8.- Boceto de Francisco Franco (h. 1943). 
9.- Pedro Muguruza Otaño (primer anteproyecto, h. 1945). 
10- Pedro Muguruza Otaño (segundo anteproto, h. 1945). 
11.- Antonio de Mesa y Ruiz Mateos (Anteproyecto de 1949). 
12.- Diego Méndez (Anteproyecto de 1949). 

Fuente de las imágenes: 
1-6 y 8-12. Méndez, Diego. El Valle de los caídos: idea, proyecto y construcción. Ed. Alberti. Madrid, 2009. 
7. Ruiz Cabrero, Gabriel. Francisco de Asís Cabrero. Ed. COAM. Madrid, 2007 p. 19.

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Para saber más: 

Acta del Jurado del Concurso de Anteproyectos para una gran Cruz Monumental, convocado por el Patronato del Monumento Nacional a los Caídos. Publicado en Revista Nacional de Arquitectura nº 18-19 (1943). p. 23-24.
Méndez, Diego. El Valle de los caídos: idea, proyecto y construcción. Ed. Alberti. Madrid, 2009.