Portada del primer número de la revista "La Basílica Teresiana". Octubre de 1897. Fuente: Biblioteca virtual de prensa histórica.
Introducción histórica
En España, por la particularidad histórica que supuso la reconquista, la producción artística medieval es muy diferente a la del resto de Europa. La continuidad del arte visigodo como elemento autóctono, el islámico en el sur y la francesa a través del Camino de Santiago, se mezclan para crear un arte propio, genuinamente hispánico a pesar de las influencias.
A medida que avanzaba la Reconquista, también avanzaban las nuevas tendencias artísticas. De esta forma se puede decir que la influencia de la arquitectura románica llega hasta aproximadamente el río Tajo, a partir del cual las formas empiezan a ser góticas o gótico-mudéjares. El gótico llega hasta el sur de España, si bien lo dilatado de la Reconquista hace que en gran parte de Andalucía escaseen las arquitecturas medievales y predominen las Renacentistas y Barrocas.
Es por todo esto que, cuando en el siglo XIX se genera el debate entre neogótico y neoclasicismo que desembocará en la era ecléctica, tanto España como Portugal e Italia se quedan al margen (en el caso italiano por el escaso peso del gótico en unas tierras donde la arquitectura romana no perdió del todo su influencia) y continúan con el academicismo neoclásico hasta bien entrado el siglo XIX.
Metida de lleno en la crisis de los eclecticismos, España desarrollará varios regionalismos donde la componente mudéjar y plateresca tiene cierta importancia. Ni el neogótico ni el neorrománico tienen especial aceptación en nuestro país, lo que no quita que sus escasos ejemplos no sean interesantes. Quizá el edificio neogótico más interesante de España sea el proyecto del Marqués de Cubas para la Catedral de la Almudena en Madrid, inmensa mole que partiendo de los escritos de Eugéne-Emmanuel Viollet-le-Duc pretendía ser más gótica que el gótico mismo. El único edificio neogótico comparable a la flamante nueva catedral de Madrid es la Basílica Teresiana en la localidad salmantina de Alba de Tormes.
Esta basílica fue proyectada por el Arquitecto Enrique María Repullés y Vargas en 1896. Aunque en esa época el uso del acero y el vidrio era habitual en la arquitectura, y estaban empezando a construirse los primeros edificios en hormigón armado, el arquitecto decide que la basílica sea construida enteramente en piedra siguiendo además patrones de trazado medievales, cuyos fundamentos habían sido estudiados a lo largo de todo el siglo XIX. Frente a muchos edificios neogóticos de la época que únicamente empleaban el repertorio medieval como carcasa decorativa, el arquitecto proyecta un edificio estructuralmente sincero con la época en la que se inspira. Este trabajo tiene por objetivo analizar la estructura de la Basílica de acuerdo a los avances más recientes en esqueletos pétreos de catedrales góticas.