"Yo soy un clásico; no soy un antiguo. Lo clásico es la columna dórica y jónica, que nunca perderán virtualidad. Soy un clásico, lo constante, lo permanente".
Constancia, permanencia, inmutabilidad son términos que, sacados del contexto político de esta breve exposición, sirven perfectamente para ilustrar los valores eternos del clasicismo y su función como garante no sólo de una tradición digna de conservarse, sino también de su proyección hacia un futuro sostenible y consecuente con la realidad del entorno.
Véase: