martes, 2 de septiembre de 2008

Conversaciones en torno al clasicismo (IX)

¿A qué te refieres con: Simplemente yo empleo unas reglas prefijadas con las que poder articular mi discurso, en lugar de crear una lengua nueva cada vez que me siento a proyectar? Por lo que yo veo construyes como te da la gana y criticas porque simplemente no te gusta, como todos. No veo originalidad en ese sistema de combinaciones.

Yo no estoy diciendo que construya como me da la gana. De hecho todavia no hemos tocado el tema del uso de los materiales. Yo soy partidario del uso de materiales tradicionales frente a los novedosos, más que nada por el gasto energéico que supone la producción de esos materiales, además del que se pone en marcha durante su construcción y el empleado en su mantenimiento. 

Es decir, que prefiero construir en piedra, ladrillo, o tapial y con morteros de cal o bastardos antes que con los otros materiales. Obviamente esta construcción tiene unas limitaciones que estoy dispuesto a asumir. 

Creo que se ha tomado mi opinion por otro lado y con respecto a lo que destacas me reafirmo en lo dicho: El clasicismo no son un conjunto de reglas inmutables, como un conjunto de bloques de autocad que copias y pegas. Las reglas prefijadas a las que me refería son las que da el clasicismo, pero son como una gramática de una lengua, no un conjunto frases hechas que uno aprende de memoria y recita como un papagayo. Creo que ahi radica la diferencia entre tu concepto de clasicismo y el mio. Siento decirte que a pesar de que tienes razon en muchas de las cosas que dices (porque yo no planteo el calsicismo como algo excluyente, sino como una opción más), tu visión del clasicismo es muy negativa y demasiado constreñida a la escasa información que dan en la escuela (básicamente un "apáñatelas como puedas" con Vignola, cuya interpretación más inmediata es que el clasicismo es un "recorta y pega" lo que está en mis dibujos). 

La idea de este blog no es otra que hacer ver el clasicismo con buenos ojos, no como ese monstruo facistoide al que todos nos hemos habituado a lo largo de la docencia.

Parece que no, pero hoy dia, en nuestra era tecnológica y multimedia, sigue construyéndose así, muros de piedra con forjados de madera, techos de vigas de madera y tejas, dinteles de piedra o madera... Sí, tal vez no se hagan rascacielos así (aunque es posible, recordemos las agujas de las catedrales, la Sagrada Familia -aunque se adscriba al modernismo- o el rascacielos proyectado por Gaudí para NY, supuestamente de muros de carga).

Y si he criticado anteriormente esas obras ha sido desde la perspectiva de la tratadística clásica, concretamente desde los tratados de Durand y Ledoux.

El clasicismo se hace desde el propio clasicismo y uno tiene que apropiarse de los órdenes para constuirlo. 
Te cito a Edwin Lutiens:
He tenido la cara dura de adoptar ese orden dórico desgastado por el tiempo, algo encantador. No puedes copiarlo. Para hacerlo bien tienes que tomarlo y diseñarlo... No puedes copiar: si lo haces te encuentras cogido.
Esto significa trabajar mucho, pensar mucho cada línea en las tres dimensiones y en cada juntura y no puedes dejar de lado ni una sola piedra. Si actúas de este modo, el orden te pertecene, y cada toque, al manejarlo mentalmente, está dotado con toda la poesía y todo ela rte que Dios te ha dado. Alteras un solo rasgo (cosa que tienes que hacer siempre), y entonces has de reajustar todos los demás con cuidado e inventiva. Así que no es un juego, al menos no un juego que puedas jugarlo a la ligera
.
No puedes jugar al original con los órdenes. Tienes que digerirlos tan perfectamente que al final no queda nada sino la esencia. Cuando lo haces bien son curiosamente bellos, inalterables como formas vegetales... La perfección del orden está mucho más cerca de la naturaleza que cualquier cosa producidda por impulso o sabio accidente.

Creo que este fragmento de sus escritos puede servir de idea general de mi concepto del clasicismo. Y del clasicismo contemporáneo en general. El clasicismo es una gramática, dentro de la cual se puede escribir de muchas formas, desde una cartilla para preescolar, como es Vignola (una simple introducción a los órdenes), complejas poesías como las obras de Miguel Ángel, elegantes ensayos Schinkelianos, prácticos manuales de urbanidad como Durand o los a la vez cultistas y conceptistas Berini y Borromini. Sin embargo, también es capaz de crear obras monótonas sin chispa (como la fachada a plaza nueva del Ayuntamiento de Sevilla, que aburre de su perfección neoclásica), feroces arengas contras las libertades públicas (como las obras de Speer o Iofan) y también mostruosidades lingüisticas como la Posmodernidad (el lenguaje sms del clasicismo).

No es una corriente unitaria, es algo tan complejo como la propia Modernidad. Y al igual qeu cuando queremos reducir la Modernidad al Estilo Internacional todo el mundo se rasga las vestiduras y empieza a hablar de los grandes olvidados de esa exposición que dio fama mundial a la modernidad, a nadie se le caen los anillos por pensar que el clasicismo es la combinación monótona de cinco elementos con seis posiciones diferentes. Es mucho más que eso.

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