Cuando una persona pide consejo para iniciarse en la lectura se tiene el prejuicio de recomendarle que empiece por el principio, por los grandes hitos de la literatura universal; el inocente lector sigue el consejo y se encuentra ante los densos poemas de la Ilíada y la Odisea, o ante el amplísimo Quijote. Abrumado por la complejidad del texto, lo abandona al poco tiempo muchas veces para no volver a tocar un libro a no ser que sea por obligación.
Con el estudio del clasicismo ocurre igual: la primera lectura que se recomienda es la de Vitruvio, seguida por la de los tratadistas clásicos de la Edad Moderna. El texto de Vitruvio es bastante oscuro y complejo, y requiere de ediciones cuidadosamente anotadas e ilustradas que además de escasas son caras, por lo que el lector deberá conformarse con traducciones del texto con pocas y mediocres ilustraciones y sin apenas comentarios aclaratorios. Independientemente del interés inicial, el lector acabará desistiendo de su empresa y recurrirá a manuales de historia del arte que se limitan a clasificar el clasicismo en base a parámetros puramente estéticos y ornamentales.
Ante este panorama, resulta cuanto menos desalentador introducirse en el estudio del clasicismo. Sin embargo, al igual que se suele recomendar a Bruno Zevi (Saber ver la Arquitectura) para iniciarse en la Arquitectura, el referente para iniciarse en el clasicismo es Sir John Summerson (1904-1992) y su libro El lenguaje clásico de la Arquitectura. Esta obra es un resumido pero intenso análisis de los orígenes y evolución de la arquitectura clásica, nacidos a partir de unas populares conferencias radiofónicas emitidas entre mayo y julio de 1963.
Summerson en su introducción dedica su libro a “el estudiante no profesional que se siente atraído por la historia de la arquitectura, y quizá se acerca a ella como parte de un curso de historia del arte, pero que nunca ha captado plenamente esa disciplina gramatical que es el nervio de toda arquitectura clásica y cuya comprensión ayuda a iluminar la mayoría de las restantes arquitecturas. Este libro está dedicado a él (o a ella) y a cualquiera que aprecie la arquitectura lo bastante como para dedicarle una reflexión, en lugar de limitarse a un rápido vistazo”.
El libro se estructura en seis capítulos que, partiendo de una introducción general a la arquitectura clásica, hace un repaso de la historia de la misma desde la Antigüedad a nuestros días:
1.- Lo esencial del Clasicismo.
2.- La gramática de la Antigüedad.
3.- La lingüística del siglo XVI.
4.- La retórica del Barroco.
5.- La luz de la razón… y la arqueología.
6.- Lo clásico en lo moderno.
A lo largo de sus páginas Summerson extrae una serie de invariantes que constituyen la esencia del clasicismo hasta su anulación por parte la Modernidad. Si bien su análisis de la Modernidad es bastante negativo (comulga con la posmodernidad al considerarla fría y aburrida), se muestra optimista ante las posibilidades del clasicismo en el nuevo orden arquitectónico que se vislumbraba en la década de 1980.
Con el estudio del clasicismo ocurre igual: la primera lectura que se recomienda es la de Vitruvio, seguida por la de los tratadistas clásicos de la Edad Moderna. El texto de Vitruvio es bastante oscuro y complejo, y requiere de ediciones cuidadosamente anotadas e ilustradas que además de escasas son caras, por lo que el lector deberá conformarse con traducciones del texto con pocas y mediocres ilustraciones y sin apenas comentarios aclaratorios. Independientemente del interés inicial, el lector acabará desistiendo de su empresa y recurrirá a manuales de historia del arte que se limitan a clasificar el clasicismo en base a parámetros puramente estéticos y ornamentales.
Ante este panorama, resulta cuanto menos desalentador introducirse en el estudio del clasicismo. Sin embargo, al igual que se suele recomendar a Bruno Zevi (Saber ver la Arquitectura) para iniciarse en la Arquitectura, el referente para iniciarse en el clasicismo es Sir John Summerson (1904-1992) y su libro El lenguaje clásico de la Arquitectura. Esta obra es un resumido pero intenso análisis de los orígenes y evolución de la arquitectura clásica, nacidos a partir de unas populares conferencias radiofónicas emitidas entre mayo y julio de 1963.
Summerson en su introducción dedica su libro a “el estudiante no profesional que se siente atraído por la historia de la arquitectura, y quizá se acerca a ella como parte de un curso de historia del arte, pero que nunca ha captado plenamente esa disciplina gramatical que es el nervio de toda arquitectura clásica y cuya comprensión ayuda a iluminar la mayoría de las restantes arquitecturas. Este libro está dedicado a él (o a ella) y a cualquiera que aprecie la arquitectura lo bastante como para dedicarle una reflexión, en lugar de limitarse a un rápido vistazo”.
El libro se estructura en seis capítulos que, partiendo de una introducción general a la arquitectura clásica, hace un repaso de la historia de la misma desde la Antigüedad a nuestros días:
1.- Lo esencial del Clasicismo.
2.- La gramática de la Antigüedad.
3.- La lingüística del siglo XVI.
4.- La retórica del Barroco.
5.- La luz de la razón… y la arqueología.
6.- Lo clásico en lo moderno.
A lo largo de sus páginas Summerson extrae una serie de invariantes que constituyen la esencia del clasicismo hasta su anulación por parte la Modernidad. Si bien su análisis de la Modernidad es bastante negativo (comulga con la posmodernidad al considerarla fría y aburrida), se muestra optimista ante las posibilidades del clasicismo en el nuevo orden arquitectónico que se vislumbraba en la década de 1980.
En definitiva, un libro para todos los públicos escrito por un arquitecto que rehuye de los convecionales análisis formales y de ornamento que invaden las librerías de los aficionados a la arquitectura. A su modo, una forma de reivindicar la Historia de la Arquitectura para los Arquitectos.