miércoles, 22 de abril de 2009

Edificios: Galería de la Reina en el Palacio de Buckingham, Londres, Reino Unido. (V)



La sala de conferencias se configura como una planta cruciforme definida por cuatro pares de columnas con capiteles lotiformes inspirados en los de Pérgamo en Asia Menor, además de hacer referencia a las columnas de hierro con capiteles de hoja de palma de la Gran Cocina del Pabellón Real de Brighton de John Nash.
La gran bóveda vaída con sus acanalduras horizontales recuerda a las salas del Banco de Inglaterra de John Soane. El óculo central es vidrio grabado con hojas de loto, que resalta la silueta de la flor de loto central, realizada en yeso. El aspecto general recuerda a los interiores lozanos y exóticos del Pabellón de Brighton.
Interior del Banco de Inglaterra en 1791. Nótese el extraordinario parecido con la Sala de Conferencias.

martes, 21 de abril de 2009

Edificios: Galería de la Reina en el Palacio de Buckingham, Londres, Reino Unido. (IV)

John Simpson: Galería de la Reina en el Palacio de Buckingham, Londres, Reino Unido. (2002).

IV.- Fachada al jardín


La fachada a los jardines está construida en piedra de Bath en correspondencia con la fachada principal. Esta adición a la fachada occidental del Palacio se asemeja a un pabellón de jardín y cierra la vista a lo largo de la terraza principal. El frontón norte presenta un arco que rompe el entablamento cuyo diseño está basado en uno de los edificios del recinto del Templo de Isis en Pompeya (para ver reconstrucción vitrual pinche aquí). La Colección Real cuenta con dibujos de una reconstrucción imaginaria, algunos de cuyos detalles han servido de referencia al diseño del edificio.

Los detalles del orden de esta fachada están tomados de un pequeño edificio exento dentro del recinto del Templo de Isis en Pompeya. El insólito ornamento floral de los capiteles de las columnas dóricas adosadas se inspira en el peristilo de dicho recinto, cuyos detalles fueron medidos in situ.

Templo de Isis en Pompeya, a la izquierda el edificio en el que se referencia la fachada trasera.

sábado, 18 de abril de 2009

Conversaciones en torno al clasicismo (XIII)

¿Estamos ante una desilusión estética?

¿Qué determina que estemos ante buena arquitectura? 

¿Puede un proyecto arquitectónico no ser arte?

En la contemporaneidad, ¿podemos afirmar que el sabor de ser vanguardia está agotado?

 

¿Estamos ante una desilusión estética?

Creo que hace más de treinta años que artistas y arquitectos se han dado cuenta de que su subjetividad hecha verdad artística o arquitectónica no lleva a otra cosa que a su propio ensimismamiento y a la retroalimentación de una casta que ofrece uno de los servicios públicos más bellos e importantes (el placer estético y la materialización edilicia de las necesidades sociales).

Desde la posmodernidad ha habido un intento de aproximarse al gran público y el éxito o el fracaso de las inciativas dependen del grado de implicación REAL con la sociedad que tenga el arquitecto o el artista. Se hace arte y aquitectura para la sociedad, no se proyectan sociedades que sean capaces de admirar las obras que proyectamos desde nuestra subjetividad. 

Otra cuestión es analizar por qué ocurre esto, por qué el artista y el arquitecto modernos se desvinculan de las realidades sociales (no de las idealidades sociales que ellos mismos crean). A ese respecto me remito a la obra de Charles Jencks "El lenguaje de la Arquitectura Posmoderna", donde podrán encontrar un extenso estudio de por qué la modernidad acabó muriendo.


¿Qué determina que estemos ante buena arquitectura? 

Creo que la arquitectura no es buena porque un arquitecto haya tenido un gesto brillante, una idea feliz, que permita configurar un proyecto. La arquitectura es buena siempre y cuando cumpla adecuadamente con la función para la que fue proyectada, y además tenga un uso continuado por parte de la sociedad. Este uso continuado es el que determina su aceptación y evita que se degrade, como pasó en el archiconocido caso de Pruitt Igoe, de Minoru Yamasaki, que tuvo que ser demolido en 1972 (fecha simbólica de la muerte de la modernidad, según Jencks) por ser un grave foco de bandalismo.


¿Puede un proyecto arquitectónico no ser arte?

Perfectamente. Hay muchas formas de hacer arquitectura. Puede haber teatros que sean una birria, funcionen mal, pero por tener una estética bonita sean considerados obras de arte. Y viceversa, hay edificios que por no tener una estética chillona, ruidosa en su entorno inmediato, que destaque por su vanidad, no se consideran como tales, a pesar de funcionar perfectamente y ser respetados por la sociedad. También hay obras que son estéticamente feas y a pesar de funcionar bien son rechazadas por la sociedad; esto ocurre frecuentemente en Reino Unido, donde edificios de la época de la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, y los años de crecimiento espectacular de la nación británica, son demolidos porque la población no los acepta, no los siente suyos. Y la crítica arquitectónica los considera obras maestras. Dos casos que sriven de ejemplo son la Catedral de Brentwood, en Reino Unido, de Quinlan Terry; y la nueva ala habitacional del hospital de Chelsea, el "Margaret Thatcher Infirmary", también del Sr. Terry. en ambos casos el clamor popular pidió la demolición de los edificios construidos en los 60 y 70 en las más puras líneas del movimiento moderno, y su sustitución por otros de corte clásico.


En la contemporaneidad, ¿podemos afirmar que el sabor de ser vanguardia está agotado?

Depende de qué se considere vanguardia. El término en sí debería designar a la tendencia más puntera y novedosa del momento, pero dada la tremenda importancia de las vanguardias históricas (las de los años 20) el término en sí puede resultar caduco, sobre todo cuando se intentan aplicar los principios de las vanguardias históricas en nuestros días. La Vanguardia como movimiento artístico surgido tras la Primera Guerra Mundial, en el clima de euforia que supuso el fin de los Antiguos Imperios decimonónicos, la creación del estado socialista, el florecer de un sinfín de naciones independientes, y la seguridad de que el arte debía empezar de cero en la nueva era, es algo ya superado. Y eso enlaza con la primera pregunta, ya que al darse cuenta de que la vanguardia revolucionaria está superada, y que sus manifiestos se han convertido en parte de manuales de estudio como en su momento eran los textos de los pintores renacentistas, el artista se siente frustrado al pensar que ya nunca más podrá definir el arte desde cero, sin considerar preexistencias. Ahí es donde está agotada la vanguardia, y donde se palpa la frustración de artistas y arquitectos; es imposible empezar de cero, sin tener en cuenta las preexistencias, en la medida que las preexistencias de ahora son las más altas cotas de originalidad dadas por el hombre desde el manierismo (que redefinió la ortodoxia vitruviana y abrió el camino al Barroco y Neoclasicismo).