lunes, 29 de diciembre de 2008

Edificios: Enfermería Margaret Thatcher. Hospital Real de Chelsea, Reino Unido.



El pasado 14 de Febrero Margaret Thatcher inauguró la nueva enfermería que lleva su nombre en el Hospital Real de Chelsea en Londres, que estará en pleno funcionamiento a principios de 2009. Este hecho, aparentemente rutinario en la agenda de una persona como la Dama de Hierro, reviste especial importancia para el clasicismo contemporáneo, no sólo porque con él Quinlan Terry ha demostrado que la arquitectura clásica también es válida para tipologías tradicionalmente apropiadas por la modernidad, sino también pro haber salido triunfante en una querella entablada por Richard Rogers, que aprovechó su amistad con el viceprimer ministro británico para paralizar el proyecto y sustituirlo por una propuesta personal contemporánea.


Cuando se hace referencia al Clasicismo Contemporáneo, se tiene la impresión de que éste sólo es capaz de dar respuesta a tipologías “clásicas” (viviendas, templos, teatros, museos, bibliotecas…), a la vez que se le suele tildar de incompatible con las tipologías “modernas” (edificios de oficinas, hospitales, estaciones de autobús o ferrocarril, terminales de aeropuerto…). Este prejuicio viene de la idea de que el éxito de la modernidad deriva de su facilidad para crear, con su estética racional y mínima, espacios funcionales para la vida moderna. Sin embargo, en la mayoría de los casos las soluciones que aporta no son sino versiones simplificadas de las planteadas por el clasicismo hasta bien entrado el siglo XX.

El edificio que vamos a comentar a continuación es un ejemplo que contradice esta opinión, generalizada incluso entre algunos defensores del Clasicismo Contemporáneo. El Señor Quinlan Terry ha defendido en numerosas ocasiones la vigencia del Clasicismo para dar respuesta a los problemas arquitectónicos que plantea la sociedad moderna (nos remitimos a su texto: “Siete malentendidos sobre la Arquitectura Clásica”, traducidos en este blog). Demostró con su edificio en Tottenham Court que los edificios de oficinas pueden proyectarse desde el clasicismo, y con la ampliación del Hospital Real de Chelsea ha hecho lo mismo.

El Hospital Real de Chelsea es una residencia para veteranos de Guerra, conocidos popularmente como los “pensionistas de Chelsea”. El Hospital fue fundado por Carlos II de Inglaterra en 1681 y su arquitecto fue Christopher Wren, quien se basó para el proyecto en el Hospital de los Inválidos de París, de
Jules Hardouin-Mansart. El cuerpo principal estaba terminado en 1685, y en 1686 Wren amplía el proyecto original añadiendo dos alas al este y oeste del patio central. Estos trabajos terminaron en 1692 y se admitieron los primeros 476 pensionistas. En 1694 se creó el Hospital de Greenwich como su equivalente para los marineros de la Armada Real Inglesa.

En 1809 Sir John Soane proyecta un nuevo edificio junto al ala oeste del Hospital, que fue seriamente dañado durante la Segunda Guerra Mundial y posteriormente demolido para dar paso al actual edificio moderno del Museo Nacional del Ejército. En esa época se construyeron nuevas alas habitacionales en la misma línea del Movimiento Moderno Británico de la época. Ante el progresivo deterioro de esta ampliación y su evidente incoherencia con el conjunto barroco al que sirve, en 2005 el Departamento de Planeamiento Municipal de Londres encargó a Quinlan Terry la sustitución del edificio moderno y la construcción de una nueva enfermería más adecuada con el entorno.

El proyecto del Sr. Terry es de planta cuadrada con patio central cuyo exterior se configura a partir de un pórtico toscano, el orden más sencillo, en señal de deferencia hacia Wren, cuyo edificio principal del Hospital Real es de orden dórico, más noble. Asimismo, en lugar del ladrillo rojo del edificio de Wren, Terry prefirió el típico ladrillo londinense empleado por Sir John Soane en la ampliación del ala oeste entre 1809 y 1817. El interior fue diseñado por el arquitecto Steffian Bradley, quien también demostró que se puede aunar los requerimientos de un hospital moderno con el diseño clásico.


Como era de esperar, el estamento arquitectónico moderno se resistió a admitir la validez de la propuesta de Quinlan Terry, e incluso el arquitecto londinense Richard Rogers hizo uso de su influencia como amigo del viceprimer ministro John Prescott. Rogers envió un correo personal al viceprimer ministro acusando a la propuesta de Terry de “plagio arquitectónico” y de no guardar relación con el diseño de Wren; además solicitaba a la administración londinense la paralización de los trámites del proyecto y la convocatoria de un concurso público.

Al conocer la noticia, Quinlan Terry mostró sorpresa ante lo que consideraba un claro abuso de influencias además de considerar improcedente la convocatoria de un concurso para un edificio moderno que las autoridades del Hospital de Chelsea no querían. Aunque Rogers logró inicialmente paralizar el proyecto, la necesidad de dar una nueva residencia a los pensionistas así como el apoyo por parte de las autoridades a la propuesta de Terry (que al fin y al cabo armonizaba más con el conjunto que cualquier otra propuesta moderna), permitieron la construcción del proyecto, que se espera completamente finalizado en los primeros meses de 2009.

Los propios pensionistas ayudaron tanto a la demolición de los antiguos barracones como a la construcción del nuevo edificio, simbolizando el apoyo de gran parte de la sociedad británica hacia el nuevo clasicismo.


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