Autor: SAR Príncipe Carlos
Traducción: Pablo Álvarez Funes
Discurso de SAR el Príncipe de Gales en el 150º aniversario del Real Instituto de Arquitectos Británicos (RIBA), Real Noche de Gala en el Palacio de Hampton Court. 30 de mayo 1984
Señoras y señores, parece totalmente apropiado para este año de aniversario que el Real Instituto de Arquitectos Británicos nombrara a D. Charles Correa a la Reina para recibir la Real Medalla de Oro de Arquitectura. He oído que es un genial arquitecto moderno, responsable de una arquitectura moderna espléndidamente brillante y sensible, invariablemente de bajo costo. Pero es su imaginativa preocupación para aquellos que sufren el impedimento de la pobreza en Bombay, y el tercer mundo en general, lo que le ha hecho justamente famoso. Es por ello, así como por su suprema capacidad como arquitecto, que se le está homenajeando noche.
Parece que los sesquicentenarios vienen seguidos en nuestro tiempo. El año pasado fui invitado a ser Presidente de la Asociación Médica Británica por su 150 aniversario y disfruté gratamente con esa función. Estoy enormemente agradecido, debo decir, por que no me hayan pedido que sea Presidente de la RIBA este año porque si bien es relativamente fácil ser un hipocondríaco es probable que sea mucho más difícil llegar a ser su equivalente arquitectónico. Por otra parte, el padre de mi tatarabuelo, El príncipe Consorte, se complacía con una especie de hipocondría arquitectónica tan a menudo como podía.
Osborne y Balmoral son, por supuesto, los ejemplos más evidentes de su compromiso personal con el diseño de los edificios pero también se ocupó del diseño de edificios agrícolas e interiores domésticos. Ningún detalle era demasiado pequeño como para escapar a su atención y, como resultado, nos dejó una serie de edificios que no dejan de fascinar y que muestran gran individualidad (aunque siempre originalmente inspirados en algún estilo arquitectónico anterior). Por lo que el príncipe Alberto se refería, el embellecimiento parece haber sido un ingrediente vital para cualquier edificio y lo mejor a más simbólico.
A veces no puedo dejar de preguntarme si alguno de sus diseños obtendría permiso de construcción en estos días. En la actualidad, con la reacción al movimiento moderno que parece estar teniendo lugar en nuestra sociedad, sería posible. Al fin el público está empezando a ver que es posible, e importante en términos humanos, respetar edificios antiguos, tramas urbanas y escalas tradicionales y, al mismo tiempo, no sentirse culpable por una preferencia para las fachadas, ornamentos y materiales blandos. Por fin, después de presenciar la total destrucción de la vivienda victoriana y georgiana en la mayoría de nuestras ciudades, el público ha empezado a darse cuenta de que es posible restaurar edificios antiguos y, lo que es más, que hay arquitectos dispuestos a emprender tales proyectos.
Me parece que, durante demasiado tiempo, algunos urbanistas y arquitectos han ignorado los sentimientos y los deseos de la masa de la gente común en este país. Tal vez, cuando se piensa sobre ello, no es de extrañar cómo los arquitectos tienden se han capacitado para diseñar edificios desde cero, a derribar y reconstruir. Salvo en los cursos de Diseño del Interior, a los estudiantes no se les enseña a rehabilitar, ni nunca se reúnen con los usuarios finales de los edificios durante su formación – de hecho, a menudo pueden pasar por toda su carrera sin hacerlo. Por consiguiente, un gran número de nosotros hemos desarrollado un sentimiento de que los arquitectos tienden a diseñar casas para la aprobación de sus colegas arquitectos y los críticos, no para sus propietarios. Los mismos sentimientos, por cierto, han sido compartidos por personas con discapacidad que consideran que con un poco más de pensamiento, consulta y planificación, su vida ya de por sí difícil podría hacerse mucho menos complicada. Dicho esto, me han dicho que el Departamento de Medio Ambiente está preparando una enmienda al Reglamento de Construcciones lo que permitirá en un futuro que los edificios tengan que ser proyectados de forma que sean accesibles, lo que a su vez será más fácil para los arquitectos que trabajan para sus clientes. Esta es una excelente noticia y, finalmente, podría transformar la vida de más de dos millones de personas en todo el país.
Quiero aprovechar esta oportunidad también para expresar mi gratitud al Presidente de la RIBA por su disposición a unirse a un grupo de arquitectos, planificadores, funcionarios gubernamentales, periodistas y personas discapacitadas que vinieron a almorzar conmigo en marzo para discutir este gran problema. También me gustaría decir lo impresionado que estoy de ver cómo la RIBA ha superado la dificultad de acceso a su sede en Londres por medio de una ingeniosa combinación de escaleras y rampas. Sé que muchos arquitectos son ahora plenamente conscientes de las necesidades de las personas con discapacidad y de su comprensible deseo de vivir lo más cerca de una vida “normal” como sea posible. Debido a esta toma de conciencia cada vez mayor por parte de arquitectos y planificadores, estoy seguro de que habrá un progreso considerable en este campo. Pero hay un problema particular a superar y ése es la normativa contra incendios que se aplican a todos los edificios públicos. Selwyn Goldsmith escribió sobre esto en su “Diseño para las Personas con Discapacidad”, a cuya redacción contribuyó la RIBA en 1961. En referencia a los riesgos que para las personas con discapacidad tienen los edificios y las exigencias existentes para un control estricto, dice: “Para aquellos que administran la normativa contra incendios el camino más fácil siempre es decir, ‘sí, tenemos que imponer más controles porque se preocupan de personas que mueren’. La alternativa más difícil es decir ‘no, no deberíamos, porque estamos preocupados por las personas que viven’”.
Estar preocupado por la forma en que viven las personas; por el medio ambiente que habitan y el tipo de comunidad que se crea ese ambiente sin duda debe ser uno de los requisitos principales de un buen arquitecto. Ha sido muy alentador ver el desarrollo de la arquitectura de comunidades como una reacción natural a la política de desplazar a la gente a nuevas ciudades y urbanizaciones hacinadas donde el se destruyeron las redes de apoyo de la familia extendida y se perdió la vida comunitaria. Ahora, además, estamos asistiendo a la expansión gradual de las cooperativas de vivienda, particularmente en las áreas interiores del centro de la ciudad de Liverpool, donde los inquilinos son capaces de trabajar con su propio arquitecto, quien escucha sus comentarios e ideas y trata de diseñar el tipo de entorno que desean, en lugar del arquitecto que tiende a imponerse sobre ellos sin ninguna capacidad de elección. Este tipo de desarrollo, en cuya vanguardia están personas como el Vicepresidente de la RIBA, Rod Hackney, y Ted Cullinan – un hombre tras mi propio corazón, pues cree firmemente que el arquitecto debe producir algo que sea visualmente hermoso así como socialmente útil- ofrece algo muy prometedor en términos de renovación del centro urbano y la vivienda urbana, por no mencionar el diseño del jardín comunitario.
Estoy seguro de que el tipo de desarrollo que deberíamos examinar más de cerca consiste en invitar a la comunidad de clientes a participar en el proceso detallado de proyección en lugar de exclusivamente la autoridad local. Aparte de esto, tenemos la suposición de que si las personas han desempeñado un papel en la creación de algo probablemente la tratarán como su propia posesión y cuidarán de ella, reduciendo así el problema del vandalismo. Lo que creo que es importante acerca de la arquitectura de comunidades es que se ha mostrado a la gente “normal” que sus opiniones son relevantes; que los arquitectos y los planificadores no tienen necesariamente el monopolio del gusto, el estilo y la planificación; que no necesitan sentirse culpables o ignorantes si su preferencia natural es para los más diseños “tradicionales” – para un jardín pequeño, patios, arcos y pórticos; y que hay un número creciente de arquitectos dispuestos a escuchar y ofrecer ideas imaginativas.
En ese sentido, no puedo evitar pensar en lo mucho más valioso que habría resultado un enfoque comunitario sobre el proyecto de Mansion House Square. Sería una tragedia si el carácter y el perfil urbano de nuestra capital siguiera en ruinas y San Pablo fuera eclipsada por otro enorme muñón de vidrio, más propio del centro de Chicago que de la ciudad de Londres.
Es difícil imaginar que Londres antes de la última guerra debía tener uno de los perfiles urbanos más bellos, si creemos a quienes lo recuerdan. Quienes lo hacemos, decimos que la afinidad entre los edificios y la tierra, a pesar de inmenso tamaño de la ciudad, era tan estrecha y orgánica de las casas parecían casi haber surgido de la tierra y impuesto sobre ella - surgidas por otra parte, de tal manera que el menor número de árboles fueran arrojados del camino.
Quienes lo sabían entonces y la amaban, como muchos británicos aman Venecia sin muñones de hormigón y torres de vidrio, y quienes puede imaginar cómo era, deben asociarlo con los sentimientos expresados en una de las primeras y más exitosas novelas de Aldous Huxley, Antic Hay , donde el personaje principal, un arquitecto fracasado, descubre una maqueta de Londres tan como Christopher Wren la quería reconstruir después del Gran Incendio, y describe cómo Wren estaba obsesionado con la oportunidad que el fuego dio a la ciudad para reconstruirla con una visión mayor y más gloriosa.
Entonces, ¿qué estamos haciendo a nuestra ciudad capital ahora? ¿Qué le hemos hecho desde los bombardeos durante la guerra? ¿Qué vamos a hacer en breve a una de sus zonas más famosas, Trafalgar Square? En lugar de proyectar una ampliación de la elegante fachada de la Galería Nacional, que complemente y siga el concepto de las columnas y las cúpulas, parece como si estuviéramos delante de una especie de estación de bomberos municipal, rematada por la torre que contiene la sirena. Entendería mejor este tipo de enfoque de alta tecnología si demolieran la totalidad de Trafalgar Square y se proyectara de nuevo con un solo arquitecto responsable del proyecto completo, pero lo que se propone es como un monstruoso furúnculo en la cara de un amigo muy querido y elegante.
Además, me supera por qué alguien que desee mostrar los cuadros del Renacimiento temprano pertenecientes a la galería deberían hacerlo en una nueva galería tan manifiestamente en desacuerdo con todo el espíritu de esa época de divina proporción. ¿Por qué no podemos tener esas curvas y arcos que expresan sensibilidad en el diseño? ¿Qué pasa con ellos? ¿Por qué todo tiene que ser vertical, recta, inflexible, sólo en ángulo recto - y funcional?
Como si la extensión de la Galería Nacional no fuera suficiente ahora al parecer se está planificando la ampliación del gran edificio ovalado del siglo 19, conocido como el Gran Hotel, que se levanta en la esquina suroeste de Trafalgar Square y que se salvó de la demolición en 1974 después de una campaña para rescatarlo. Al igual que con la Galería Nacional, creo que el plan es convocar un concurso para esta reforma, en cuyo caso sólo podemos criticar a los jueces y no a los arquitectos, pues sospecho que habrá algunas entradas representante de la actual escuela de pragmatismo romántico, y que podría ofrecer al menos una alternativa.
Goethe dijo una vez: "no hay nada más terrible que la imaginación sin gusto". En este año del 150 aniversario, que ofrece una oportunidad para una mirada fresca a la trayectoria a seguir y teniendo en cuenta que probablemente se estén ahora arrepintiendo de haberme pedido que participara, me permito expresar la sincera esperanza de que los próximos 150 años verán una nueva armonía entre imaginación y gusto y en las relaciones entre los arquitectos y las gentes de este país.
El "monstruoso furúnculo" del estudio Ahrends, Burton & Koralek. Propuesta ganadora del concurso de ampliación de la Galería Nacional de Londres (1982).
El "Ala Sainsbury" de la Galería Nacional, tal como fue consturida por Robert Venturi (tras un nuevo concurso convocado en 1984).
Fachada del "Ala Sainsbury" de la Galería Nacional. Arq: Robert Venturi.
Maqueta del "Ala Sainsbury" de la Galería Nacional. Arq: Robert Venturi.