Un reciente viaje a Flandes, en Bélgica, me permitió ponerme en contacto con la arquitectura clásica de ese país.
El Renacimiento llega a los Países Bajos cuando en Italia el manierismo intentaba dar respuesta a la crisis generada por la Reforma Protestante y el Saco de Roma (que vinieron a acabar con el ideal de una Europa unida política y religiosamente, el emperador del Sacro Imperio y el Papa). La arquitectura que se hizo aquí prescindió por tanto de las experiencias canónicas del Quattrocento y primeros años del Quinqueccento (la denominada plenitud de los tiempos) y expresa su clasicismo a través de la trasgresión de la ortodoxia vitruviana.
Amberes fue en esta época un gran centro productor de libros. De sus imprentas salieron Tratados de Arquitectura como “Architectura der Bauung der Anticuen auss dem Vitruvius” (Arquitectura de la construcción de los antiguos según Vitruvio”, de Hans Vredeman de Vries, publicado en 1577. En estos tratados, junto a los órdenes canónicos, se ofrecía toda una colección de trasgresiones de los mismos, añadiendo almohadillados, frontones partidos, molduras y otros elementos arquitectónicos. A la vez adaptaban esta arquitectura a las condiciones constructivas y espaciales vernáculas, como las fachadas estrechas rematadas por gabletes muy inclinados (en comparación con los frontones clásicos) y el predominio del hueco sobre el muro en fachada para permitir el máximo paso de luz a las estancias en una latitud donde escasean los días soleados.
Láminas del tratado de Vrederman de Vries
Por tanto la arquitectura de estas tierras hace una exploración intensa de las distorsiones gramaticales de Vitruvio que, unidas a las características heredades de la arquitectura medieval, darán lugar a una experiencia única. A pesar de su extravagancia, se aproximan bastante a los ideales arquitectónicos vitruvianos. Las altas fachadas con grandes huecos se adaptaron perfectamente a los órdenes superpuestos y los elevados gabletes góticos fueron sustituidos por frontones clásicos que suplían la inclinación con volutas que conectaban todas las partes. Es en las iglesias donde se nota más la influencia del clasicismo romano, importándose el modelo de fachada de Iglesia de la Contrarreforma instaurado por Vignola en Il Gesù de Roma (1576).
Al igual que en Reino Unido, los Países Bajos también tuvieron su particular “gothic survival”, que convivió con las formas clásicas y durante el eclecticismo permitió la aparición de un neogótico de corte nacional.
Durante la época en que fueron parte de la Monarquía Hispánica, los Países Bajos Españoles mantuvieron junto con el Milanesado la condición de Plaza de Armas (mientras que el resto del Imperio se estructuraba en virreinatos) por su permanente estado de Guerra entre Francia y Provincias Unidas. Acontecimientos como el Bombardeo de Bruselas (1695) durante la Guerra de los Nueve Años (1688-1697) destruyeron gran parte de la fisonomía medieval de algunas ciudades flamencas, lo que obligó a una reconstrucción realizada ya en términos de arquitectura clásica (que no de urbanismo, ya que se conserva el trazado urbano medieval). Pero también los privilegios comerciales concedidos por los Austrias a Amberes y otras ciudades dieron grandes beneficios económicos a Flandes que se tradujeron en nuevas obras.
Amberes fue el gran centro del comercio internacional de la época; la recaudación de su puerto, por ejemplo, igualaba a los ingresos por la explotación de las minas de plata de Potosí. Esta prosperidad permitió la construcción de un nuevo Ayuntamiento que, después de un primer proyecto en continuidad con el gótico local, se erigió siguiendo los principios de la arquitectura vitruviana importados de Italia. Tiene el ayuntamiento dos niveles de columnas superpuestas (jónico sobre dórico) con su entablamento completo sobre un basamento de arcos en rústico. Un cuerpo central, de cinco niveles de columnas pareadas y arcos sobre basamento en rústico, se destaca sobre el resto, dando continuidad a los entablamentos dórico y jónico sobre los que se superponen un orden corintio, uno compuesto y un remate con cariátides coronadas por un frontón que indica la fecha de finalización de las obras (1564). El nivel corintio alberga esculturas de las virtudes dentro de hornacinas que enmarcan el escudo de la corona española, que recuerda a los visitantes la presencia hispana en la época del Imperio donde no se ponía el sol. Por último, el nivel del orden compuesto tiene una sola hornacina con una escultura de la Virgen María, Patrona de la ciudad.
Vista General del Ayuntamiento
Detalle del remate
Las órdenes y compañías religiosas de la Edad Moderna, como los Jesuitas, también se asentaron en Flandes, región mayoritariamente católica, importando a su vez los modelos eclesiásticos contrarreformistas. La Iglesia de San Carlos Borromeo de Amberes, terminada en 1623 por el arquitecto Pieter Huyssens (1577-1637) es uno de los ejemplos más notables, tanto por su espacio arquitectónico como por las obras de arte que alberga en su interior. Su fachada se divide en tres niveles de órdenes superpuestos con entablamento completo, el último más estrecho pero unido a los inferiores mediante volutas. La fachada se retranquea a ambos lados quedando escoltada por dos torrecillas (el campanario está situado tras el ábside). A pesar de la habitual comparación con la Iglesia del Gesù, lo cierto es que hay algunas diferencias sustanciales, como la ausencia de un pedestal en el orden de planta baja que de altura al primer nivel (no así en las superiores), la superposición vitruviana de órdenes (de abajo arriba dórico, jónico y corintio, frente al esquema romano de corintio bajo compuesto), la abundancia del programa escultórico y la tridimensionalidad de la fachada (favorecida por los retranqueos y columnas exentas del muro frente al ritmo bidimensional de las pilastras de Il Gesù). El interior está dividido en tres naves separadas por ligeras arcadas a dos niveles ya que la bóveda central es de madera, dando una impresión de espacio diáfano que permite orientar todos los puntos de vista hacia el magnífico retablo del altar principal.
Fachada de la Iglesia de San Carlos Borromeo de Amberes
Interior de la Iglesia
El Campanario
Dentro de la arquitectura doméstica del periodo de dominación española cabe destacar la casa-taller de Pedro Pablo Rubens, diseñada por él mismo tras su estancia en Italia (1601-1608) y que combina la arquitectura vernácula para la parte doméstica con las referencias manieristas en la zona de taller, exposición y recepción de clientes (recordemos que Rubens, al igual que Murillo, estructuró su estudio como una gran empresa). Un edificio vernáculo es el que da acceso al patio del edificio, donde se distingue claramente la zona doméstica de la zona de taller y recepción de clientes. Se accede a ésta a través de una loggia de dos alturas con arcadas entre columnas dóricas en el primer nivel y columnas jónicas en el segundo. La fachada contigua, la del taller, continúa en planta baja el orden dórico cuto entablamento se ve interrumpido para dejar sitio para la gran puerta de acceso a la gran sala de trabajo, iluminada desde el patio y el jardín. Esta sala, a doble altura, se comunica con el espacio de recepción y la vivienda a través de una galería abierta desde donde el pintor contemplaba el trabajo de sus aprendices y lo mostraba a sus clientes. El paso del patio al jardín se hace a través de una arcada a modo de arco del triunfo. La fachada del taller repite el mismo esquema que la del patio, con grandes ventanales y un acceso central. El jardín se estructura al modo italiano y tiene un sencillo pabellón al fondo, una loggia con serliana presidida por esculturas mitológicas.
Esquema general de la Rubenshuis
Acceso desde la calle
El Patio con la loggia y el edificio del taller de pintura
La arcada que da paso al patio
Fachada del taller al patio
El templete del fondo del jardín
La época de prosperidad de Amberes termina con el tratado de Münster (1648), que clausura el puerto fluvial de la ciudad. Hasta el siglo XIX, con la independencia de Bélgica, la ciudad no iniciará su recuperación. En 1879 el arquitecto Jan Jacob Winders gana el concurso para la construcción del Real Museo de Bellas Artes, un gran edificio neoclásico que alberga las colecciones del antiguo Gremio de San Lucas y diversas donaciones reales que la convierten en una de las pinacotecas más importantes del mundo. Y entre 1895 y 1905 se construye la Estación Central, una de las más importantes del país, con una gran bóveda de hierro de 185 metros de luz y 44 de alto (del arquitecto Clement Van Bogaert) y una envolvente “estilo Beaux-Arts” (de Louis Delacenserie). Por último, ya dentro del clasicismo depurado, Jan Van Hoenacker construye en 1931 el que sería el primer rascacielos de Europa, la Boerentoren (torre de los campesinos).
Fachada del Real Museo de Bellas Artes de Amberes
Fachada principal de la Estación central de Amberes
Fachada interior
Vista de la bóveda que cubre los andenes
Boerentoren