domingo, 30 de noviembre de 2008

Los diez edificios más feos según virtual tourist


El pasado 14 de Noviembre la página web virtualtourist publicó una lista con los diez edificios y monumentos más feos del mundo, de acuerdo a los resultados obtenidos en una encuesta realizada entre sus editores y lectores. Aunque este tipo de encuestas suele carecer del adecuado asesoramiento (como ocurrió con las Nuevas Siete Maravillas del Mundo), pueden servirnos para establecer qué considera el gran público como mala arquitectura. Generalmente la percepción del público en general de lo que es y no es buena arquitectura difiere mucho de lo que es considerada o no como tal por la crítica arquitectónica. Sin embargo, puede resultar interesante indagar en las causas que han llevado a los lectores de virtualtourist a elegir dichos edificios y no otros y de esta forma intentar comprender la mala imagen que tiene la Arquitectura Moderna y Contemporánea en los círculos extraacadémicos.
La lista en cuestión es la siguiente (en cursiva los comentarios realizados por Belinda Goldsmith, autora del artículo):
1.- Ayuntamiento de Boston. Massachussets, EEUU.
Aunque fue un hito en su momento, esta estructura de hormigón es criticada constantemente lúgubre fachada e incongruencia con el resto de la arquitectura de la arquitectura de época colonial que lo rodea. Afortunadamente está cerca de otras atracciones visualmente más atractivas.
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En 1962 los profesores de la Universidad de Columbia Gehrard M. Kollmann, Noel M. McKinnell y Edward F. Knowells ganaron el concurso nacional para la construcción del Ayuntamiento de Boston. Inspirado en el monasterio de la Tourette y en los palacios renacentistas italianos, este edificio de hormigón visto se divide en tres cuerpos: el inferior de ladrillo y los dos superiores de hormigón visto con un remate en voladizo a modo de cornisamento. Ejemplo de la corriente brutalista de mediados del siglo XX, la poca aceptación por parte de los bostonianos ha llevado a plantear en varias ocasiones su demolición (cosa que no ha ocurrido hasta ahora debido a las presiones de arquitectos para su conservación y al elevado gasto que supondría un nuevo edificio.

2.- Torre Montparnase. París, Francia.
Está universalmente admitido que este ominoso poste deteriora enormemente el paisaje de la Ciudad de la Luz. Curiosamente sus detractores tienen una buena razón para visitar este edificio: es el único sitio de París desde donde no se ve.
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Este típico bloque de oficinas del Movimiento Moderno (al estilo del edificio Seagram de Mies van der Rohe), fue construido entre 1969 y 1972 por los arquitectos jean Saubot, Beaudorin, Cassau y de Marien. Es un prisma puro con piel de vidrio pero a pesar de ello muchas oficinas no tienen ventilación al exterior (producto de sucesivas divisiones y reformas para cobrar más por las oficinas con vistas); desde 2007 está en proceso de limpieza por la presencia de amianto en sus instalaciones. Sobre este edificio habría que decir que fue tan grande la oposición de los parisinos al mismo, que dos años después se prohibido la construcción en la ciudad.
3.- Monumento a la herradura de la suerte. Tuuri, Finlandia.
Debería estar el primero, pero hay algo que decir acerca de esta gigantesca herradura dorada que corona el segundo centro comercial más grande de Finlandia. La herradura, y de hecho todo el pueblo donde está ubicada, está puesta ahí para traer buena suerte.
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En verano de 2000 el Ayuntamiento del pueblecito de Tuuri en Finlandia construyó esta enorme herradura como reclamo turístico, haciendo eco de una leyenda local según la cual un unicornio perdió una herradura que, encontrada por un aldeano en el bosque, trajo prosperidad a la villa. Coincidimos con la autora del artículo en que este monstruosa horterada debería estar en el primer lugar de la lista.

4.- Catedral Metropolitana de Liverpool, Reino Unido.
El obispo y los feligreses de esta Catedral deben estar aburridos de las bromas que la comparan con una cápsula espacial. Pero incluso los que encuentran el exterior del edificio un poco “espacial” deben admitir que el interior es bastante espectacular.
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El proyecto de Frederick Gibberd de 1960 para la Catedral Católica de Liverpool venía a sustituir a los anteriores de Edward Webley Pugin (1853, neogótico) Edwin Lutyens (1930, neoclásico) y Adrian Gilbert Scott (1953, neoclásico). Concebida según los nuevos planteamientos de la Iglesia Católica tras el Concilio Vaticano II, su forma circular está inspirada en la Catedral de Brasilia y su cubierta de hormigón armado es la mayor del mundo de su tipo. Los graves problemas de humedades y filtraciones de la estructura, unido a que por su forma troncocónica sea conocida popularmente como “el tipi” o “la cápsula espacial”, la han llevado a este puesto en el ranking.
5.- Terminal de Autobuses de la Autoridad Portuaria de Nueva York, Estados Unidos.
Los que pasan cerca de este monstruo metálico quizá se sientan tentados a preguntar cuándo terminan las obras pero, sorpresa, este es el producto final.
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Fue construida en 1950 para unificar en una sola todas las estaciones de autobuses de la ciudad. Se proyectó en la línea más ortodoxa del estilo internacional, definitivamente triunfante sobre el clasicismo tras la Segunda Guerra Mundial, empleándose mármoles y materiales nobles en los revestimientos buscando dar monumentalidad al espacio. Con los años fue ampliándose para poder prestar más servicios. La ampliación más destacable es la realizada en 1963 cuando se añaden tres plantas de aparcamiento gracias a la superposición de una enorme celosía metálica que ahora ha sido una de las causas para su inclusión en la lista.
6.- Torres Colón. Madrid, España
Como un par de gigantescos saleros, estas torres a juego sobresalen del perfil de la ciudad para el disgusto de los madrileños. Estas torres también son conocidas como “el Enchufe” por la estructura común que las remata.
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El arquitecto Antonio Lamela proyectó este edificio en 1976 como una estructura suspendida de la cubierta que todavía hoy se cita como ejemplo. Sin embargo, sus fachadas de vidrio granate y el “enchufe” de bronce que lo remata no le hacen mucha justicia y ha sido foco de muchas críticas por no casar con el entorno madrileño castizo (y por consiguiente neoclásico) en el que se inserta.

7.- Museo de Bellas Artes de Liechtenstein. Vaduz, Liechtenstein.
Hay quien piensa que el diseño de esta caja minimalista es un triunfo; hay quien sin embargo opina que es una monstruosidad.
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Los arquitectos Meinrad Morder, Heinrich Degelo y Christian Kerez proyectaron este museo en 2000. Se compone de una caja exterior de hormigón coloreado y basalto negro que hace referencia al valle del Rhin y conecta interior y exterior a través de un dilatado hueco longitudinal. El interior es un cubo blanco con seis salas de exposiciones distribuidas en torno a una escalera. La crítica hacia este edificio es la común al minimalismo: la pureza espacial puede resultar fría y opresora.
8.- Parlamento de Escocia. Glasgow, Reino Unido.
Piedra, roble y bambú son parte del maquillaje del Parlamento escocés, un edificio sujeto a una intensa polémica.
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Enric Miralles fue el ganador del concurso convocado en 1998 para la sede del recién creado Parlamento de Escocia; la sencilla y esquemática propuesta cautivó al jurado que prácticamente dio carta blanca al arquitecto para el desarrollo de un proyecto que se demoró hasta 2004. El Parlamento Escocés es un conjunto de edificios de forma foliácea con un ala cubierta por vegetación que se funde con el parque adyacente y que aprovecha muros de contención de edificaciones anteriores. Su interior se organiza a partir de motivos geométricos que hacen referencia al cuadro de Henry Raeburn “”El Reverendo patinando”, un auténtico icono del arte escocés. El desproporcionado tamaño del edificio, su excesivo coste (el presupuesto de 1997 eran 40 millones de libras y el coste final estimado en 2004 fue de 414 millones de libras, algo más de 516 millones de euros o casi 86000 millones de las antiguas pesetas), además de problemas estructurales, parecen haber sido los factores que han hecho aparecer el edificio en esta lista, a pesar de comentarios elogiosos como los de Charles Jencks, quien elogia el carácter icónico de un edificio capaz de crear una compleja unión entre naturaleza y cultura que abre las puertas a un nuevo nacionalismo romántico.
9.- Biblioteca central de Birmingham, Reino Unido.
Tras echar un vistazo a este edificio y es fácil entender por qué este tipo de arquitectura se denomina “Brutalismo”. No debe sorprender que la posibilidad de su demolición se lleve considerando desde hace años.
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Esta biblioteca sustituye un edificio de 1882 proyectado por John Henry Chamberlain, demolido en 1974 para dar paso al actual edificio brutalista de John Madin. Éste tiene la forma de un zigurat invertido basado en el diseño del Ayuntamiento de Boston. Para amortizar el presupuesto fue necesario anexarle un centro comercial.
Este es el típico edificio británico que venía a sustituir innecesariamente a una edificación histórica anterior y que se hizo bajo el espíritu rector de una modernidad amante de la “damnatio memoriae”. De él ha dicho el Príncipe Carlos que “parece más un sitio para quemar libros que para guardarlos”.
10.- Monumento a Pedro el Grande. Moscú, Rusia.
De unos quince pisos de alto, este monumento más largo que la vida misma es un diseño de Zurab K. Tsereteli, cuya estatua de Cristóbal Colón ha sido rechazada repetidamente en los Estados Unidos.
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Con sus 94 metros de alto es la sexta escultura más alta del mundo. Su autor, Zurab Tsereteli es un artista polifacético conocido por sus descomunales esculturas al más puro estilo ecléctico-monumentalista. Concretamente de esta se dice que era en un principio un monumento a Cristóbal Colón para la Expo´92 de Sevilla (aunque al final fuera la escultura del Huevo de Colón la elegida). Sin embargo, se olvida su inestimable labor de recuperación del pasado ruso pre-soviético, con obras tales como la restauración de la Catedral de Cristo Salvador de Moscú.
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Esta lista se ha elaborado por una especie de votación popular realizada a través de una página web dedicada al turismo. Es de suponer además que los votantes pertenezcan en su mayoría al ámbito anglosajón y tampoco iríamos mal encaminados si afirmamos que una gran mayoría de los votantes son estadounidenses.
Fijémonos en varios aspectos:
- El más votado es un edificio en Estados Unidos.
- A excepción del más votado todos los edificios están en Europa, que generalmente a ojos del turista norteamericano se le antoja ubicada una especie de edad Media al más puro estilo romántico donde la flamante arquitectura moderna está fuera de lugar por no decir que ellos la consideran inexistente (una de las muchas incongruencias de esa nación).
- Las opiniones no van más allá de meras apreciaciones visuales y no parecen ahondar mucho en cómo interpreta el público local esas obras (que por otro lado están muy rodeadas de polémica).
En conjunto esta lista es una muestra de lo que el público en general opina de la arquitectura moderna, y que no hace sino ahondar más en la brecha que existe entre la arquitectura ensimismada en la instauración de una nueva estética y las necesidades no sólo funcionales, sino también estéticas de la población. No olvidemos que al final los usuarios de nuestros edificios son los individuos de la sociedad, que proyectamos edificios para la sociedad y no sociedades para los edificios.

Declaración de Venecia de INTBAU: conservación de monumentos y entornos en el siglo XXI.

La Carta de Atenas sobre el Patrimonio de 1931 supuso una importante contribución para el desarrollo de un amplio movimiento internacional para la conservación de nuestra herencia común para futuras generaciones. La Carta de Venecia de 1964, consciente de que los problemas se habían vuelto más complejos y variados, reexaminó la carta de Atenas, revisó rigurosamente los principios en los que se fundamentaba, y amplió su alcance con un nuevo documento.
Más de medio siglo después somos testigos de nuevos y complejos problemas. El más importante es el desafío para mantener ambientes urbanos coherentes y sostenibles, dentro de los cuales los monumentos históricos están plenamente integrados y son depositarios de un conocimiento útil e importante. También se constató que la Carta de Venecia no dirigió sus desafíos más allá de Europa y los Estados Unidos, además de pasar por alto el papel vital que la artesanía sigue jugando dentro de la construcción tradicional. Finalmente, se han hecho evidentes ciertas contradicciones lógicas ya sea a través de la Carta en sí misma, o a través de su interpretación literal.
En consecuencia un grupo de expertos internacionales en restauración, arquitectura, urbanismo y planificación ambiental, se reunieron en Venecia en noviembre de 2006, y acordaron que había llegado el momento de disipar dudas sobre  la Carta de Venecia y su interpretación, en concreto sobre las siguientes cuestiones:
- El PREÁMBULO hace eco de nuestra responsabilidad común de salvaguardar monumentos antiguos para futuras generaciones " y transmitirlos con toda riqueza de su autenticidad". Hoy día se considera, sin embargo, que cualquier acto de conservación o restauración es inevitablemente un acto de alteración basado en un conocimiento históricamente parcial. Por consiguiente la búsqueda de la autenticidad, del estado original, no debe ser interpretada como la búsqueda del un momento congelado del tiempo. Sí debe reflejar los complejos patrones de cambios y reapariciones a través de la historia, incluyendo el presente. Y para ello hay que establecer tanto unos criterios de elección de materiales como unas técnicas adecuadas de conservación.
- Artículo 1: Incluye sabiamente los parámetros urbanos y rurales a tener en cuenta para la definición de un monumento histórico. Creemos que esto también puede incluir un modelo de asentamiento históricamente singular o una estructura organizativa dentro del paisaje (paisaje antrópico), que pueden suponer valiosos referentes para futuros asentamientos.
- Artículo 2: Recurre a todas las ciencias y técnicas que puedan contribuir al estudio y salvaguarda de la herencia arquitectónica. Acentuamos la importancia de la investigación científica, particularmente con el fin de obtener información que pueda resultar imprevisiblemente relevante para nuestros desafíos presentes y futuros. La participación popular en cambios científicos, políticos y educativos sobre estos asuntos es vital.
- Artículo 4: Pide el mantenimiento permanente de los monumentos. Consideramos que el mantenimiento de dichos edificios a partir de nuevos elementos no es un “falso historicismo” siempre que estos nuevos elementos puedan ser fácilmente distinguidos por expertos, o con la ayuda de materiales interpretativos.
- Artículo 5: prohíbe explícitamente los cambios en el diseño de un edificio aun cuando dichos cambios tengan un fin socialmente útil. Pero tales cambios deben permitirse cuando esté en peligro la supervivencia del edificio, allí donde estén integrados tal como pide el artículo 6, y donde quede constancia de los cambios realizados. En la medida de lo posible dichos cambios deberían incorporar las características espaciales y estructurales del edificio original.
- Artículo 9: pide que las intervenciones sean “distintos de la composición global y lleven un sello contemporáneo”. Pero este objetivo debe estar dinámicamente equilibrado con otras necesidades, incluyendo la necesidad de espacios coherentes y duraderos. De esta forma las intervenciones pueden ser diferentes de la composición original pero a su vez armonizar con la misma. El carácter contemporáneo puede proporcionarse de muchas formas, incluyendo la información interpretativa o la diferenciación visual directa entre los elementos originales y la intervención. No es necesario crear una ruptura entre ambas partes que pueda obviar la voluntad de mantener la configuración tradicional de masas y colores (artículo 6, artículo 13).
- Artículo 11: establece que “deben respetarse todas las aportaciones que definen la configuración actual de un monumento, no importa a qué época pertenezcan, dado que la unidad de estilo no es el fin de la restauración”. En rigor, empero, no podemos establecer para cada estilo un origen temporal y espacial único, ya que éstos pueden reaparecer dentro de contextos y periodos diferentes. Por tanto las variaciones de estilo pueden y deben ser toleradas y aceptadas en cualquier periodo, incluyendo el presente. E igualmente se puede mantener la unidad de composición sin recurrir a la unidad de estilo.
- Artículo 12: establece que “los elementos destinados a reemplazar las partes que falten deben integrarse armoniosamente en el conjunto, pero distinguiéndose a su vez de las partes originales, a fin de que la restauración no falsifique el monumento, tanto en su aspecto artístico como histórico”. Sin embargo, esto no debe entenderse como una prohibición para el reemplazo o colocación de piezas en estilos compatibles. Simplemente se requiere una distinción honesta entre original e intervención, que se puede identificar a través de la información interpretativa.
- Artículo 13: Prohíbe las adiciones que “no respeten todas las partes que afectan al edificio, su ambiente tradicional, el equilibrio de su conjunto y sus relaciones con el ambiente circundante”. Junto con otros artículos esto debe ser interpretado como que son aceptables las intervenciones contemporáneas que añadan volumen a la edificación existente y se integren armoniosamente en la composición general (considerando los “revivals”, si procede, como adecuados para la intervención). Las adiciones que producen una ruptura deliberada, discordante, o relegan a un segundo plano los elementos originales, no deben permitirse por dañar tanto el equilibrio de la composición como la relación con el entorno.

Firmaron esto los autores a 8 de enero de 2007:
Por orden alfabético:
Robert Adam - Reino Unido
Claudio d'Amato - Italia
Ethan Anthony – Estados Unidos
Irena Bakule - Letonia
John Bliss - Estados Unidos
Ben Bolgar - Reino Unido
Youcef Chennaoui - Argelia
Vikas Dilawari - India
Matthew Hardy – Australia / Reino Unido
Meisha Hunter - Estados Unidos
Ian Lochhead - Nueva Zelanda
Paolo Marconi - Italia
Michael Mehaffy - Estados Unidos
A. G. K. Menon - India
W. Brown Morton III - Estados Unidos
Nicholas Patricios - Grecia
Navin Piplani - India
Savita Raje - India
Bob Rose - Australia
Steven Semes - Estados Unidos
Krupali Uplekar – India / Estados Unidos
Pance Velkov - Macedonia

Firmantes adicionales por orden de llegada:
Jhilmil Kishore – India / Reino Unido
SEstados Unidosn Parham – Australia / Reino Unido
Hacer Basarir – República Turca del Norte de Chipre / Reino Unido
Anne Fairfax - Estados Unidos
Alessandra Scarano - Italia
Giuseppe Amoruso - Italia
Iuliana Ciotoiu - Rumanía
Tamara Rogic - Reino de los Países Bajos
Mohammed Al-Shabander - Iraq
John Smylie - Irlanda del Norte
Mahshid Sehizadeh - Irán
Mohammadsaeid Izadi - Irán
Ettore Maria Mazzola - Italia
Neil Galway – Irlanda del Norte
Francesco Defilippis - Italia
Daniela Catalano - Italia
Christian Nitti - Italia
George Azariah-Moreno - Venezuela
John Devlin - Canadá
Zuzanna Low - Estados Unidos
Edmond Binjaku - Canadá
Peter Drijver - Reino de los Países Bajos
Audun Engh - Noruega
Yazid Sahnoun - Argelia
Linda Wellner - Estados Unidos
Duncan Stroik - Estados Unidos
Chimdi Ekenna - Nigeria
Sanda Savu - Rumanía
Mihaela Iliescu - Rumanía
Subhendu Pratihari - India
Robert Rhodes - Reino Unido
Marie Soundy - Panamá
Peter Kellow - Francia
Lara Allen - Estados Unidos
Dorin Boila - Rumanía
Robert Keast - Canada
Kiran Kalamdani - India
Madjid Eizadpanah - Irán
Paul Nemes - Rumanía
Kelly Miller - Estados Unidos
Mark Greaves - Reino Unido
Maria Rita Campa - Italia
Pedro Paulo Palazzo - Brasil
Steve Mouzon - Estados Unidos
Michael L. Waller - Estados Unidos
John Cluver - Estados Unidos
Christopher Miller - Estados Unidos
Todd Furgason - Estados Unidos
Francisco Moncada - Portugal
Lucy Rowland - Estados Unidos
Aaron Cook - Estados Unidos
Abigail Dowd - Estados Unidos
Elizabeth McNicholas - Estados Unidos
Eileen Tumlin - Estados Unidos
George Pepe - Vanuatu
Javier Cenicacelaya - España
Mari DeRuntz - Estados Unidos
Joachim Langhein - Alemania
Margaret Moore - Estados Unidos
Sheryl Davis - Estados Unidos
Dominic Kelly - Australia
Matthew Fitzgerald - Estados Unidos
Paul Ranogajec - Estados Unidos
Ellen McFarland - Estados Unidos
Chadrick Cooper - Estados Unidos
Sebnem Onal Hoskara - Turquía
Ricardo J. McCormack - Estados Unidos
Roberto Raccanello - Italia
Katharina von Stietencron - Italia
Lisa Kennan-Meyer - Estados Unidos
Madison Spencer - Estados Unidos
Rajeev Maini - Australia
Håkon Wium Lie - Noruega
Martin Horáček – República Checa
Christine G. H. Franck - Estados Unidos
Ines Kargel - Austria
Fabian Neuhaus - Austria
Enobong Equere - Nigeria
Wilfred Ferwerda - Canadá
Willo Göpel - Alemania
Naciye Doratli - Chipre
Aura Neag - Reino Unido
Duncan McCallum McRoberts - Estados Unidos
Allan Strus - Estonia
Hugh O'Beirne - Estados Unidos
Michael Dixon - Estados Unidos
Derya Oktay - Turquía
Kathryn Langstaff - Estados Unidos
Alireza Sagharchi - Reino Unido
LReino Unidoe Moloney - Zimbabwe
Gillian Ferguson - Reino Unido
Nicola Giacomo A.G. Linza - Estados Unidos
Shaho Keshavarzi - Irán
Peter Robinson - Australia
Chaolee Kuo - Taiwán
Kamuran Sami - Turquía
José Cornélio da Silva - Portugal
Dan Oprea - Rumanía
Jurate Markeviciene - Lituania
Atanasie Popescu - Estados Unidos
Robert Patzschke - Alemania
Christopher Mare - Estados Unidos
Pablo Álvarez Funes - España
Arie Sivan - Israel
Kinyanjui Karanja - Kenya
Charles Cobble - Estados Unidos
Philippa Stockley - Reino Unido
Brian Hamilton - Irlanda
Mugwima Njuguna - Kenya
Mohammed J. Mugheiry - Tanzania
Mark Alan Hewitt - Estados Unidos
Gil Peled – Israel / Reino Unido
Jean-François Lejeune - Estados Unidos
Selcen Yalcin - Turquía

Carta de Venecia de 1964

Las obras monumentales de los pueblos, portadoras de un mensaje espiritual del pasado, representan en la vida actual el testimonio vivo de sus tradiciones seculares. La humanidad, que cada día toma conciencia de los valores humanos, las considera patrimonio común reconociéndose responsable de su salvaguardia frente a las generaciones futuras. Estima que es su deber transmitirlas en su completa autenticidad.


Es esencial que los principios encaminados a la conservación y restauración de los monumentos sean preestablecidos y formulados a nivel internacional, dejando, sin embargo, que cada país los aplique teniendo en cuenta su propia cultura y sus propias tradiciones.

Al definir por primera vez estos principios fundamentales, la Carta de Atenas de 1931 ha contribuido al desarrollo de un amplio movimiento internacional, que se ha concretado especialmente en documentos nacionales, en la actividad del ICOM y de la UNESCO y en la creación, como obra de la propia UNESCO, del Centro Internacional de Estudio para la Conservación y Restauración de Bienes Culturales. Sensibilidad y espíritu crítico se han dirigido hacia problemas cada vez más complejos y variados; ha llegado, pues, el momento de volver a examinar los principios de la Carta con el fin de profundizar en ellos y de ampliar su operatividad en un nuevo documento.

En consecuencia, el Segundo Congreso Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos, reunido en Venecia del 25 al 31 de mayo de 1964, ha aprobado el siguiente texto:

Definiciones
Artículo 1.- La noción de monumento histórico comprende tanto la creación arquitectónica aislada, como el ambiente urbano o paisajístico que constituya el testimonio de una civilización particular, de una evolución significativa o de un acontecimiento histórico. Esta noción se aplica no sólo a las grandes obras, sino también a las obras modestas que con el tiempo hayan adquirido un significado cultural.
Artículo 2.- La conservación y restauración de los monumentos constituyen una disciplina que se sirve de todas las ciencias y técnicas que puedan contribuir al estudio y a la salvaguardia del patrimonio monumental.

Finalidad
Artículo 3.- La conservación y restauración de los monumentos tiene como finalidad salvaguardar tanto la obra de arte como el testimonio histórico.

Conservación
Artículo 4.- La conservación de los monumentos impone ante todo un mantenimiento sistemático.
Artículo 5.- La conservación de los monumentos se ve siempre favorecida por su utilización en funciones útiles a la sociedad: tal finalidad es deseable, pero no debe alterar la distribución y el aspecto del edificio. Las adaptaciones realizadas en función de la evolución de los usos y costumbres deben, pues, contenerse dentro de estos límites.
Artículo 6.- La conservación de un monumento implica la de sus condiciones ambientales. Cuando subsista un ambiente tradicional, éste será conservado; por el contrario, deberá rechazarse cualquier nueva construcción, destrucción y utilización que pueda alterar las relaciones de los volúmenes y los colores.
Artículo 7.- El monumento no puede ser separado de la historia de la que es testimonio, ni del ambiente en el que se encuentra. Por lo tanto, el cambio de una parte o de todo el monumento no puede ser tolerado más que cuando la salvaguardia de un monumento lo exija, o cuando esté justificado por causas de relevante interés nacional o internacional.
Artículo 8.- Los elementos de escultura, pintura o decoración que son parte integrante del monumento no pueden ser separados de él más que cuando ésta sea la única forma adecuada para asegurar su conservación.

Restauración
Artículo 9.- La restauración es un proceso que debe tener un carácter excepcional. Su finalidad es la de conservar y poner de relieve los valores formales e históricos del monumento y se fundamenta en el respeto a los elementos antiguos y a las partes auténticas. La restauración debe detenerse allí donde comienzan las hipótesis: cualquier trabajo encaminado a completar, considerado como indispensable por razones estéticas y teóricas, debe distinguirse del conjunto arquitectónico y deberá llevar el sello de nuestra época. La restauración estará siempre precedida y acompañada de un estudio arqueológico e histórico del monumento.
Artículo 10.- Cuando las técnicas tradicionales se manifiesten inadecuadas, la consolidación de un monumento puede ser asegurada mediante el auxilio de todos los medios más modernos de construcción y de conservación, cuya eficacia haya sido demostrada por datos científicos y garantizada por la experiencia.
Artículo 11.- En la restauración de un monumento deben respetarse todas las aportaciones que definen la configuración actual de un monumento, no importa a qué época pertenezcan, dado que la unidad de estilo no es el fin de la restauración. Cuando un edificio ofrezca varias estructuras superpuestas, la supresión de una de estas etapas subyacentes sólo se justifica excepcionalmente y a condición de que los elementos eliminados ofrezcan poco interés, que la composición arquitectónica recuperada constituya un testimonio de gran valor histórico, arqueológico o estético y que se considere suficiente su estado de conservación. El juicio sobre el valor de los elementos en cuestión y la decisión sobre las eliminaciones que se deban llevar a cabo, no puede depender tan sólo del autor del proyecto.
Artículo 12.- Los elementos destinados a reemplazar las partes que falten deben integrarse armoniosamente en el conjunto, pero distinguiéndose a su vez de las partes originales, a fin de que la restauración no falsifique el monumento, tanto en su aspecto artístico como histórico.
Artículo 13.- Las adiciones no pueden ser toleradas si no respetan todas las partes que afectan al edificio, su ambiente tradicional, el equilibrio de su conjunto y sus relaciones con el ambiente circundante.

Ambientes monumentales
Artículo 14.- Los ambientes monumentales deben ser objeto de cuidados especiales a fin de salvaguardar su integridad y asegurar su saneamiento, su utilización y su valoración. Los
trabajos de conservación y restauración, que se efectúen en ellos, deben inspirarse en los principios enunciados en los artículos precedentes.

Excavaciones
Artículo 15.- Los trabajos de excavación deben efectuarse de acuerdo con normas científicas y con la "Recomendación que define los principios internacionales que deben ser aplicados en materia de excavaciones arqueológicas", adoptada por la UNESCO en 1956.
La utilización de las ruinas y las medidas necesarias para la conservación y protección permanente de los elementos arquitectónicos y de los objetos descubiertos deberán ser aseguradas. Además, deberán tomarse todas las iniciativas que puedan facilitar la comprensión del monumento descubierto, sin desnaturalizar nunca su significado.
Deberá excluirse a priori cualquier trabajo de reconstrucción, considerando aceptable tan sólo la anastilosis o recomposición de las partes existentes, pero desmembradas. Los elementos de integración deberán ser siempre reconocibles y representarán el mínimo necesario para asegurar las condiciones de conservación del monumento y restablecer la continuidad de sus formas.

Documentación y publicación
Artículo 16.- Los trabajos de conservación, de restauración y de excavación estarán siempre acompañados por una documentación precisa, constituida por informes analíticos y críticos ilustrados con dibujos y fotografías. Todas las fases de los trabajos de liberación, consolidación, recomposición e integración, así como los elementos técnicos y formales identificados a lo largo de los trabajos, deberán ser consignados. Esta documentación se depositará en los archivos de un organismo público y estará a disposición de los investigadores; se recomienda igualmente su publicación.

Carta de Atenas de 1931 sobre la restauración de Monumentos Históricos

Aclaración: este documento no debe confundirse con la carta de Atenas de 1933 sobre el Urbanismo, redactada en el IV CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna).
1. La Conferencia, convencida de que la conservación del patrimonio artístico y arqueológico de la humanidad, interesa a todos los Estados defensores de la civilización, desea que los Estados se presten recíprocamente una colaboración cada vez más extensa y concreta para favorecer la conservación de los monumentos artísticos e históricos: considera altamente deseable que las instituciones y los grupos calificados, sin menoscabo del derecho público internacional, puedan manifestar su interés para la salvaguarda de las obras maestras en las cuales la civilización ha encontrado su más alta expresión y que aparecen amenazadas: hace votos para que las solicitudes a este efecto sean sometidas a la Comisión de la Cooperación Intelectual, después de encuestas hechas por la Oficina Internacional de Museos y después de ser presentadas a la atención de cada Estado. Corresponderá a la Comisión Internacional de la Cooperación Intelectual, después de las solicitudes hechas por la Oficina Internacional de Museos y después de haber obtenido de sus organismos locales la información pertinente. Dictaminar sobre la oportunidad de las medidas a tomar y sobre los procedimientos a seguir en cualquier caso particular.
2. La conferencia escuchó la exposición de los principios generales y de las teorías concernientes a la protección de monumentos. Observa que, a pesar de la diversidad de casos especiales en los que se pueden adoptar soluciones específicas, predomina en los diferentes Estados presentados, la tendencia general a abandonar las restituciones integrales y a evitar sus riesgos mediante la institución de obras de mantenimiento regular y permanente, aptos para asegurar la conservación de los edificios.
En los casos en los que la restauración aparezca indispensable después de degradaciones o destrucciones, recomienda respetar la obra histórica y artística del pasado, sin menospreciar el estilo de ninguna época.
La Conferencia recomienda mantener, cuando sea posible, la ocupación de los monumentos que les aseguren la continuidad vital, siempre y cuando el destino moderno sea tal que respete el carácter histórico y artístico.
3. La Conferencia escuchó la exposición de las legislaciones promulgadas en cada país con el fin de proteger a los monumentos de interés histórico, artístico o científico, y aprobó unánimemente la tendencia general que consagra en esta materia un derecho de la colectividad en contra del interés privado.
La Conferencia ha constatado que la diferencia entre estas legislaciones procede de la dificultad de conciliar el derecho público con el derecho privado y, en consecuencia, si bien aprueba la tendencia general, estima que estas legislaciones deben ser apropiadas a las circunstancias locales y al estado de la opinión pública, para encontrar la menor oposición posible y para tener en cuenta el sacrificio que los propietarios deben hacer en el interés general.
La Conferencia desea que en cada Estado la autoridad pública sea investida del poder para tomar medidas de conservación en casos de urgencia. Desea en fin, que la Oficina Internacional de Museos Públicos ponga al día una lista comparativa de las legislaciones vigentes en los diferentes Estados sobre este tema.
4. La Conferencia constata con satisfacción que los principios y las técnicas expuestas en las diferentes comunicaciones se inspiran en una tendencia común, a saber: cuando se trata de ruinas, se impone una escrupulosa labor de conservación y, cuando las condiciones lo permitan, es recomendable volver a su puesto aquellos elementos originales encontrados (anastylosis; y los materiales nuevos necesarios para este fin deberán siempre ser reconocibles. En cambio, cuando la conservación de ruinas sacadas a la luz en una excavación, fuese reconocida como imposible, será aconsejable, más bien que destinarlas a la destrucción enterrarlas nuevamente, después, naturalmente de haber hecho levantamientos precisos.
Es evidente que la técnica de excavación y de conservación de restos impone la estrecha colaboración entre el arqueólogo y el arquitecto. En cuanto a los otros monumentos, los expertos, reconociendo que cada caso se presenta con características especiales, se han encontrado de acuerdo en aconsejar que antes de cualquier obra de consolidación o de parcial restauración se haga una escrupulosa investigación acerca de la enfermedad a la cual se va a poner remedio.
5. Los expertos escucharon varias comunicaciones relativas al empleo de materiales modernos para la consolidación de los edificios antiguos, y han aprobado el empleo juicioso de todos los recursos de la técnica moderna, muy especialmente del hormigón armado.
Expresan la opinión de que normalmente estos medios de refuerzo deben estar disimulados para no alterar el aspecto y el carácter del edificio a restaurar; y recomiendan el empleo de dichos medios, especialmente en los casos en que aquellos permiten conservar los elementos “in situ”, evitando los riesgos de la destrucción y de la reconstrucción.
6. La Conferencia constata que en las condiciones de la vida moderna los monumentos del mundo entero se encuentran más amenazados por los agentes externos; si bien no pueden formular reglas generales que se adapten a la complejidad de los distintos casos recomienda:
6.1. La colaboración en cada país de los conservadores de monumentos y de los arquitectos con los representantes de las ciencias físicas, químicas y naturales para lograr resultados seguros de cada vez mayor aplicación.
6.2. La difusión por parte de la Oficina Internacional de Museos de estos resultados, mediante noticias sobre los trabajos emprendidos en los varios países y mediante publicaciones regulares.
La Conferencia considera, en referencia a la conservación de la escultura monumental, que el traslado de esas obras fuera del contexto para el cual fueron creadas debe considerarse, como principio, inoportuno. Recomienda, a modo de precaución, la conservación de los modelos originales cuando todavía existen y la ejecución de copias cuando estén faltando.
7. La Conferencia recomienda respetar, al construir edificios, el carácter y la fisonomía de la ciudad, especialmente en la cercanía de monumentos antiguos, donde el ambiente debe ser objeto de un cuidado especial. Igualmente se deben respetar algunas perspectivas particularmente pintorescas. Objeto de estudio, pueden ser también las plantas y las ornamentaciones vegetales adaptadas a ciertos monumentos o grupos de
monumentos para conservar el carácter antiguo.
La Conferencia recomienda sobre todo la supresión de todos los anuncios, de toda superposición abusiva de postes e hilos telegráficos, de toda industria ruidosa e intrusa, en la cercanía de los monumentos artísticos e históricos.
8. La Conferencia emite el voto:
8. 1. Que todos los Estados, o bien las instituciones creadas en ellos y reconocidas como competentes para tal fin, publiquen un inventario de los monumentos históricos nacionales, acompañado por fotografías y notas.
8.2. Que cada Estado cree un archivo donde se conserven los documentos relativos a los propios monumentos.
8.3. Que la Oficina Internacional de Museos dedique en sus publicaciones algunos artículos a los procedimientos y a los métodos de conservación de los monumentos históricos.
8.4. Que la misma Oficina estudie la mejor difusión y el mejor uso de las
indicaciones de los datos arquitectónicos, históricos y técnicos así
acabados.

9. Los miembros de la Conferencia, después de haber visitado en el curso de sus trabajos y de las giras de estudio realizadas, algunas de sus principales excavaciones y algunos de los monumentos antiguos de Grecia, rinden homenaje unánime al Gobierno griego, que desde hace muchos años, además de asegurar por su parte la realización de trabajos considerables, ha aceptado la colaboración de los arqueólogos y especialistas de todos los países. En eso han visto, los miembros de la Conferencia, un ejemplo que no puede más que contribuir a la realización de los fines de cooperación intelectual, de los cuales ha aparecido tan viva la necesidad en el curso de los trabajos.

10. La Conferencia, profundamente convencida de que la mejor garantía de conservación de los monumentos y de las obras de arte viene del afecto y del respeto del pueblo, y considerando que este sentimiento puede ser favorecido con una acción apropiadas de las instituciones públicas, emite el voto para que los educadores pongan empeño en habituar a la infancia y a la juventud a abstenerse de cualquier acto que pueda estropear los monumentos, y los induzcan al entendimiento del significado y, en general, a interesarse en la protección de los testimonios de todas las civilizaciones.

viernes, 28 de noviembre de 2008

La importancia del paisaje como elemento patrimonial

El concepto de Patrimonio ha cambiado a lo largo de la historia; sin embargo, en todo momento ha existido la necesidad de plantear su conservación. Con la obvia evolución del término nos encontramos diferentes maneras de afrontar su gestión. En sus inicios la conservación del Patrimonio se limitaba exclusivamente a obras de mantenimiento y limpieza de los elementos más emblemáticos de la cultura que consideremos, generalmente limitados a obras construidas. Intervenir en estos elementos consistía en yuxtaponer la actuación encima de lo existente, o sencillamente sustituir la realidad existente por otra más acorde con los tiempos que corrían, ya fuera por motivaciones estéticas o por necesidades reales de reforma del elemento en sí.

No es hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX cuando empieza a surgir una concienciación sobre el valor del pasado como patrimonio en sí mismo y no como objeto artístico. El redescubrimiento de la Antigüedad, la apertura al público de las colecciones reales y el propio afán de coleccionismo de la aristocracia y burguesía europeas sientan las bases de una nueva sensibilidad hacia el pasado que se plasmará en la creación de Museos (que abarcan todas las épocas y manifestaciones artísticas) y en las primeras experiencias en el campo de la restauración, con Viollet-Le-Duc y Ruskin como principales representantes de dos corrientes opuestas que posteriormente serán conocidas como restauración en estilo y restauración crítica.

A pesar de que estas corrientes, y las que surgieron como actualización posterior, contaban con una metodología desarrollada, frecuentemente entraban en conflicto entre sí. Por tanto se hacía necesaria la presencia de un organismo internacional que sirviera de referencia a la hora de actuar sobre el patrimonio. Este organismo es la UNESCO, creada en 1946 con el objetivo de contribuir a la paz y la seguridad en el mundo mediante la educación, la ciencia, la cultura y las comunicaciones.

Los sucesivos documentos que genera esta organización van ampliando el concepto de Patrimonio, que hasta el momento sólo abarcaba los bienes muebles e inmuebles, hacia los conceptos de entorno, paisaje y Patrimonio inmaterial. Con esto se pasa de una concepción museística y conservadora, es decir, el patrimonio como un elemento aislado atacado por diversos agentes externos y que hay que conservar y exponer, a una concepción más dinámica y preventiva, en la que el patrimonio no es solo un elemento estático aislado de su entorno, sino que el propio entorno del elemento es patrimonio en sí. Además, el patrimonio etnográfico e inmaterial viene a sumar una acepción más al concepto de patrimonio.

Ampliados los campos de actuación patrimonial, se hacen necesarias nuevas directrices. Con la adopción por parte de la Conferencia general de la UNESCO en 1972 de la Convención del Patrimonio Mundial, se creó un instrumento internacional único que reconoce y protege el patrimonio natural y cultural de valor universal excepcional. La Convención proporcionó una definición del patrimonio muy innovadora para proteger los paisajes. Sin embargo no es hasta diciembre de 1992 cuando el Comité del Patrimonio Mundial adopta las revisiones a los criterios culturales de la Guía Operativa para la Implementación de la Convención del Patrimonio Mundial e incorporó la categoría de paisajes culturales, considerando como tal el resultado de la interactuación del hombre con el entorno que le rodea. Con esta decisión la Convención se transformó en el primer instrumento jurídico internacional para identificar, proteger, conservar y legar a las generaciones futuras los paisajes culturales de valor universal excepcional.

Íntimamente ligado a la concepción del paisaje como patrimonio está el concepto de Espacio Natural Protegido. Este concepto surge en Estados Unidos a finales del siglo XIX como respuesta a la fascinación que el entorno virgen y casi salvaje de los bosques norteamericanos suscita en los primeros exploradores y pioneros. Desde entonces la protección de los entornos naturales ha seguido una evolución paralela a la del patrimonio y posteriormente los entornos patrimoniales. Sin embargo, ambas concepciones tienen algo de excluyente, pues mientras una se ocupa del entorno natural entendido desde un punto de vista estructuralista (configuración geográfica del territorio), la otra se centra en los productos de la mano del hombre (primero materiales muebles e inmuebles, añadiéndose luego los inmateriales o etnográficos).

Pero la actuación del hombre no se limita sólo a elementos puntuales sino que se extiende por el territorio. De ahí surge el concepto de paisaje antrópico, que une la visión objetiva y estructuralista del territorio con la visión que tiene el ser humano del mismo, desde las sensaciones experimentadas al contemplarlo hasta la manera de actuar e intervenir sobre él. Una y otra se complementan, pues en función de la morfología del paisaje el hombre siente y actúa de forma diferente. No es lo mismo la visión de su entorno que tiene un nómada del desierto que la de un agricultor. Y es precisamente esta visión la que constituye un nuevo campo de actuación del Patrimonio, pues ya no se trata sólo de estudiar y proteger elementos estáticos ó tradiciones, sino de comprender el por qué de las distintas visiones antrópicas del paisaje para poder comprender cómo actuar sobre el mismo, optimizando así los nuevos requerimientos de la actividad patrimonial (investigar, proteger y divulgar).

Es en este contexto donde surge la idea de la Cultura del Paisaje como motor vinculante de todas las formas de entender un determinado entorno. Al estudio de las características formales y biológicas de un entorno se suman las investigaciones históricas, arqueológicas, artísticas, etnográficas, etc.… Pero esto no supone una concepción museística del paisaje; el paisaje no es un museo ni un jardín botánico o zoológico. Es algo vivo en constante cambio tanto por la acción natural del paso del tiempo como por la de la mano del hombre que aprovecha sus recursos o lo utiliza como base para las infraestructuras.