domingo, 23 de noviembre de 2008

Arquitectos: Jean Nicole Louis Durand (IV)

Volumen I. Parte II.

La segunda parte del Compendio estudia la composición en general, repartida en tres secciones. La primera sección se refiere a los elementos de los edificios, que pueden disponerse de modo horizontal (plantas), y de modo vertical (alzados y secciones).

En las combinaciones horizontales nos habla de la colocación de las columnas, recomendando la disminución de las mismas en los edificios privados de poca importancia, con fines económicos, y su acercamiento en los públicos, a fin de protegerlos. Las columnas deben emplearse sólo para hacer pórticos ó galerías; la separación con respecto al muro variará según la altura de las columnas, a fin de procurar abrigo al sol y la lluvia. Esta relación será exacta y dependerá de los intercolumnios. La forma de cubrir de éstos pórticos variará con su ancho, siendo necesario colocar columnas adicionales para contener empujes.

Los pilares se trazarán como cuadrados de ancho menor que el diámetro de las columnas, de tal modo que el entablamento esté correctamente alineado, con un poco de voladizo sobre la columnas y un ligero retranqueo sobre los pilares. Si éstos están aislados se dispondrán igual que en las columnas, pero si están entregados, se deben colocar en los extremos de los muros, y el espacio entre ellos debe ser más ancho que los intercolumnios, debiendo ser éstos diferentes.

Los muros deben ser preferentemente continuos; si se interrumpen, es necesario unirlos mediante bóvedas ó arcos peripaños; además, deben corresponderse con las columnas del interior.

Ventanas y puertas deben corresponderse con los ejes comunes del edificio, y si hay columnas en su exterior, se colocarán puertas, nichos ó ventanas en los intercolumnios, dependiendo su número de la separación de los mismos.

Todas estas son combinaciones clásicas; las realizadas en tiempos de Durand eran más complejas a causa de la decoración, pero de ella resulta un peor efecto.

La disposición horizontal es, visto todo lo anterior, la parte más sencilla de la composición, que consiste básicamente en el trazado de una retícula a partir de intercolumnios, sobre cuyas intersecciones descansarán los elementos de los edificios; y sobre los eje las puertas, ventanas, arcadas... Este tipo de disposición es la que debe iniciar todo proyecto, pero siempre teniendo en cuenta las disposiciones verticales (alzado y sección), pues de este modo seremos capaces de fijar nuestras ideas y darles cuerpo sobre el papel, pudiendo además adoptar infinidad de combinaciones que ofrecen múltiples ejemplos.

Las disposiciones verticales son tan sencillas como las horizontales, aunque más numerosas, pues de cada disposición horizontal derivan varias verticales.

Los pórticos de una ó varias alturas suelen ser la combinación vertical más practicada, y pueden estar abiertos por arcadas ó columnas. Sus dimensiones variarán con la altura de los pisos; y si las filas de columnas son iguales, se emplearán órdenes diferentes; pero si las superiores son de menor altura, se emplearán órdenes semejantes. Pero en cualquier caso las dos filas de columnas están separadas por arquitrabe y estilóbato (pedestal sin base); estas filas no están nunca separados por un entablamento completo, colocando cornisas sólo donde sea necesario desviar agua. Lo dicho para los pórticos vale igualmente apara las arcadas, obteniéndose multitud de combinaciones.

Los contrafuertes, usados razonadamente, dan carácter a la decoración, y no es necesario disfrazarlos de objetos semejantes. Con respecto a las cubiertas, también son susceptibles a múltiples combinaciones.

Porches, vestíbulos, escaleras, salas de cualquier clase y patios, las partes principales de los edificios en definitiva, es el tema de la segunda sección.

Porches y vestíbulos sirven de entrada a los edificios; los primeros pueden tener diferentes anchos, altos y aberturas, prefiriendo los abiertos por intercolumnios para edificios públicos y los demás para los de menor importancia. Ambas partes tienen más ancho que profundidad, pero los vestíbulos se cierran con muros y si estos son muy profundos, se colocan columnas para disminuir la luz.

Las escaleras, colocadas a continuación de los vestíbulos, comunican las distintas partes de un edificio, y pueden tener uno ó varios tramos, ó girar sobre sí mismas; los descansillos hacen menos fatigosa la subida, y si deben comunicar varias habitaciones, se les rodeará de muros ó columnas, para dar mayor luz a las partes más inferiores.

Las salas pueden tener multitud de formas y se cubren con techos ó bóvedas. Si su extensión es considerable se hace como en los vestíbulos, con la diferencia que en las salas la parte central debe siempre ser más ancha que los laterales que la acompañan; para aumentar la superficie de la sala se pueden colocar galerías ó tribunas, siempre cubiertas por forjados, para no elevar la bóveda en exceso y sobrecargar las columnas. Las salas redondas deben estar abovedadas y recibir iluminación cenital, pero para el resto de las habitaciones son preferibles los vanos verticales; si las estancias están abovedadas se pueden aprovechar los extremos de las bóvedas para practicar huecos (arcos termales); incluso se pueden transformar las bóvedas en cañón en aristas y así lograr una mayor iluminación, además de disminuir el número de columnas, con la consiguiente conveniencia y economía.

Comparando los edificios de la antigüedad, llega a diversas conclusiones acerca de la altura de la estancias, que deben ser menos elevadas cuanto más vastas sean; con todo, sus consideraciones no deben esclavizarnos, sino servirnos de referencia en al composición. No recomienda el uso de columnas bajas en los interiores, pues por sí solos no lograrían sostener la bóveda y sería necesario colocar un estilóbato. Por último, vuelve a insistir en la inutilidad de los entablamentos interiores y a la colocación de cornisas en interiores sólo cuando hay cielos rasos.

Con respecto a la decoración de las salas, incide en la importancia de la disposición y construcción. Los añadidos deben ser pictóricos, escultóricos ó epigráficos, evitando en todo momento lo inútil e insignificante.

Los patios se disponen igual que las salas, con sus diversas formas en planta y rodeadas parcial ó totalmente de pórticos de columnas ó arcadas, que pueden tener una ó dos alturas, ofreciendo también multitud de combinaciones.

Además de estas partes principales, están las accesorias: escaleras exteriores, grutas, fuentes, cenadores y pérgolas.

Las escaleras exteriores unen diferentes alturas, no suelen tener problemas de espacio y ofrecen gran cantidad de formas. Debajo de éstas se pueden construir grutas para tomar el fresco; su forma circular, generalmente con nichos, resiste bien en el terreno sobre el que se construyen. Aunque no están siempre debajo de las escaleras, al estar adosadas a un terreno elevado, suelen presentarlas. La situación de las grutas suele procurar un suministro de agua, convirtiéndola en un lugar fresco y agradable.

Con respecto a las fuentes, nos indica que son de gran utilidad y adorno público, pero que deben servir para su función y no estar recargadas por lo que comúnmente se llama arquitectura, es decir, la ornamentación. Pone como ejemplo la bellas y útiles fuentes italianas, pero advierte del peligro de fijarse sólo en su decoración.

De pérgolas y cenadores aconseja lo mismo que con las fuentes italiana, y concluye la sección instándonos a seguir las formas naturales y racionales en la construcción antes que perder esfuerzo con el fantasma de la decoración.

La composición del conjunto del edificio es el tema a tratar en la tercera y última sección. Los elementos y las partes de los edificios están colocados sobre ejes comunes, que se disponen generalmente formando una cuadrado, que por diferentes divisiones da multitud de disposiciones.

Para aprender a componer fácilmente hay que tener en cuenta tres cosas: en primer lugar ejercitarse en las diferentes divisiones del cuadrado; en segundo lugar, la combinación de las diferenstes plantas que resultan del ejerció anterior; por último, combinar disposiciones horizontales y verticales. Así, para aprender a componer debemos ir de las partes al todo, pero hay que seguir el proceso inverso al componer. Dado un programa cualquiera debemos examinar si de acuerdo con el uso las partes deben estar reunidas ó separadas, si éstas partes deben ser macizas ó ahuecadas por patios, si deben estar pegadas ó separadas de las vías públicas y si el tratamiento de las partes en función de los usos debe ser semejante ó diferente. Después es necesario establecer el número de partes, su tamaño y situación. Todas estas ideas, antes de continuar, deberán ser fijadas mediante un croquis. Para su ejecución, en primer lugar trazaremos los ejes que contengan las partes principales, haciendo lo mismo con las accesorias. Tras esto, se trazarán los muros que dividen al edificio, y se determinará su cubrición, tomando para esto último lo expuesto acerca de la cubrición de estancias; si fuese necesario colocar columnas, se indicarán mediante una línea de puntos al desconocer su número.

A continuación se determinan las relaciones entre los elementos, que dependen de los intercolumnios, y esta distancia del número de los mismos y la longitud del solar. La sección se determina a partir de la planta, y el alzado a partir de ambas, colocando decoración escultórica para enriquecerla.

Este método sería perjudicial si no se hubiera penetrado en el verdadero espíritu de la arquitectura y de proyecto en que se está trabajando. De otro modo, podríamos caer en nefastas decisiones, como la sola búsqueda de la fama, la excesiva preocupación por los órdenes (que convertiría en palacio cualquier edificio), la nula preocupación por los mismos ó la excesiva originalidad, desviaciones todas producidas por la radicalización de algunas de las posturas expresadas anteriormente.

Por tanto, al hacer un edificio, el espíritu que debe guiarnos en su concepción no es otro que el de la búsqueda de las cualidades de los edificios y el cumplimiento con el fin de la arquitectura y el edificio en particular. Este método de la razón nos permitiría por tanto, componer todos los edificios con igual facilidad y éxito.


Pfunes Durand 04 Parte02
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