P: ¿Por qué formamos ciudades? ¿Qué efecto debería tener en el gobierno de las ciudades la razón por la que las formamos?
LK: Las ciudades son formadas por y para los individuos auto-sirvientes, las familias y las sociedades. Las comunidades urbanas son por lo tanto primordialmente cuerpos que ayudan a perseguir los intereses propios eficientemente. Es una herramienta para dominar la violencia generada por rivalidades en competencia. La buena arquitectura y el espacio público son los complementos necesarios para los buenos modales y el buen comportamiento. En ves de exacerbar la violencia, promueven la paz social y hacen que la buena vida con los demás sea posible, deseable y hasta irrenunciable.
Enviado por: Arq. María Fernanda Sánchez
Toda esta serie de preguntas viene incidiendo sobre una idea que, casualidad o no, es la base de la Doctrina Social de la Iglesia: poner en el centro a la persona y ordenar los bienes de forma que contribuyan a su desarrollo. Algo radicalmente opuesto a la ciudad contemporánea, que se basa en la antropología del capitalismo-consumismo: poner la economía en el centro, especializarse, producir más, consumir más.
ResponderEliminarTienes toda la razón Juanan; la renovación de la arquitectura occidental debe pasar por la profunda comprensión de sus raíces cristianas a la vez que grecorromanas. Recuperar el humanismo cristiano o, en última instancia, clásico para volver a poner al hombre como centro de la creación divina que no posee sino administra el precioso don de la vida.
ResponderEliminarTambién es curioso cómo en países en los que no se ha pretendido apartar la religión de la vida pública, las tradiciones vernáculas se mantienen vivas y suponen exótica fascinación para arquitectos occidentales completamente hastiados por su formación anómicamente laica. No me refiero sólo a los países islámicos, sino a toda Asia desde India a Japón, y a la América y África católicas.