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martes, 6 de abril de 2010

Ciudades y Arquitectos

Autor: Lucien Steil
Traducción: María Sánchez & Andrea Trietsch


La ciudad tradicional es la materialización sublime, compleja y popular de la civilidad y la convivencia. Es la síntesis perfecta entre el territorio, la cultura y las comunidades humanas. Es una estable y estimulante “Patria” para individuos y familias, para locales y extranjeros, para residentes y huéspedes, para la industria, los negocios, la artesanía, el arte, la comunicación y la interacción, para el desarrollo social, el intercambio cultural, intelectual y comercial y la invención.

Además, siempre ha permanecido un artefacto convincente para la inmaginación, el pensamiento y la adoración. ¿Cuántas vistas, pinturas y grabados, fotografías, descripciones, poemas y canciones populares, etc. celebran la belleza, la excelencia y la singularidad de la ciudad tradicional popular? Incluso las ciudades y pueblos más pequeños tienen una impresionante collección de registros visuales y escritos de su memoria épica, su diseño, sus monumentos y plazas, sus calles, su vista de horizonte y vistas panorámicas, y las transformaciones a través de la historia de una identidad urbana orgánica…

Ambas ciudades históricas, tanto grandes como pequeñas, siguen siendo centros de peregrinación cultural y de regeneración para millones de contemporáneos, quienes buscan la iluminación y los placeres sensuales y espirituales de la ciudad buena. La mayoría de las más famosas ciudades históricas intactas apoyan de la manera más eficiente las actividades y requerimientos de la vida moderna, mientras que las ciudades contemporáneas más desarrolladas no pueden manejar los componentes básicos de su conección inicial.

Ahora todas las ciudades y pueblos tradicionales son construídos de acuerdo a los mismos principios de armonía y proporción, escala y medida, de organización y de estructura, de tipología y morfología, etc., correlacionando el estudio matematico del artefacto urbano con respecto a aquel del universo. Si bien los ideólogos principales de la modernidad y el deconstructivismo han utilizado abusivamente referencias científicas para sus propios fines, sus axiomas ya han sido objeto de críticas por ser conclusiones erradas que provienen de un entendimiento científico superficial. La arquitectura tradicional y la construcción de ciudades han sido reconocidas por concordar mas profundamente con los fractales y el caos y el nuevo conocimiento acerca del hombre y del universo.

“El caos matemático es el estudio de patrones ocultos en los sistemas que son sólo aparentemente caóticos. No hay ningún cambio en el objetivo fundamental de la matemática –que es el descubrir patrones- al pasar de los modelos Newtonianos a los medelos caóticos. A pesar de las enormes posibilidades de aplicación de los fractales en las formas construidas de una manera innovadora, los edificios descontrictivistas sólo han dado lugar a la aleatoriedad.”
Nikos Salingaros (en: “Arquitectura, Patrones y Matemática”)

Esto ha sido investigado científicamente y completamente expuesto en los escritos de Nikos Salingaros y Christopher Alexander. De hecho, en lugar de volver obsoleta la teoría clásica de la imitación de la naturaleza basada en principios universales de estructura, proporción y armonía de la naturaleza, el nuevo conocimineto científico ha consolidado las intuiciones antiguas en evidencia. La regeneración de la teoría antigua a traves de ciencias modernas abre perspectivas espectaculares sobre los patrones sofisticados de la arquitectura tradicional y la construcción de ciudades, su altamente ordenada complejidad, su adecuación a la mente y cuerpo humano, y su coherencia con temas ecológicos.

“Hay leyes generales y la Naturaleza se ensimisma en estas leyes para crear diversidad. La armonía provee el patrón y el caos otorga la libertad.”
Trinh Xuan Thuan

Todas estas ciudades y pueblos tradicionales son familiares y amigables para nosotros, y experimentamos el placer del “reconocimiento” en ciudades extranjeras aunque nunca las hayamos visto antes. Sin embargo, no hay mayor diversidad e inventiva que aquella que podemos descubrir en el vasto patrimonio de ciudades tradicionales… El rechazo de los principios tradicionales en la construcción de ciudades, la arbitrariedad de la experimentación de la modernidad y la planificación de la expansión y los suburbios, por el contrario, han generado urbanizaciones sin rostro y monótonas, todas parecidas alrededor del mundo. Pretendiendo expresar nuestro tiempo, sólo han tenido éxito en expresar el fracaso monstruoso del “sin-tiempo” y el “sin-lugar”.

“Las ciudades históricas son parecidas pero todas diferentes. Las ciudades modernistas son cada una diferente, pero todas son lo mismo”
Maurice Culot

Pero también sabemos que las bellas ciudades del pasado han sido atacadas y destruidas, y luego reconstruidas una y otra vez muchas veces. ¿Ha habido tiempos en los que la humanidad no se ha enfrentado a la guerra, la enfermedad, la corrupción, la barbarie y la destrucción? Las “Edades de Oro”, si es que han existido, han sido siempre excepcionales y cortas.

Ahora ¿por qué debemos esperar que la arquitectura y la construcción de ciudades exprese fealdad y horror, confusión y desorientación, falta de hogar y alienación? ¿Por qué la arquitectura y la construcción de ciudades, en lugar de construir una “patria”, se limita a su papel de celebrar conflictos y la crisis de nuestro tiempo? Reducir la arquitectura a que refleje el estado de la sociedad y las paradojas contemporáneas es una propuesta absurda en sí misma: “No hubiese habido ningún edificio memorable, bello e inspirador ni ninguna ciudad confortable y atractiva producida a través de la dramática historia de la humanidad. La arquitectura y la construcción de ciudades nunca se hubiesen desarrollado como artes altamente sofisticadas.

Dos vistas del centro de Londres, radicalmente reconstruido tras los bombardeos alemanes de la Segunda Guerra Mundial.

La arquitectura tradicional y la construcción de ciudades han sido siempre los ideales de armonía y belleza en un mundo desestabilizado y desorganizado. A través de siglos de gloriosa y trágica historia, la ciudad tradicional se ha mantenido como un modelo deseable de urbanidad, de civilización, de buena vida y de una utopía posible…

Destruidas por calamidades naturales (terremotos, inundaciones, huracanes, etc.) o humanas (guerras, incendios, transformaciones urbanas, etc.), las ciudades tradicionales han sido reconstruidas la mayor parte del tiempo en el mismo lugar, y de acuerdo los mismos principios. A través de las aspiraciones de permanencia, continuidad e identidad, nuevas ciudades han sido construidas sobre las ruinas, las huellas y las memorias de las ciudades antiguas. En vez de ser arqueológicamente las mismas, estas ciudades reconstruidas fueron mejoradas, embellecidas y perfeccionadas para ajustarse a la memoria y la modernidad dentro del patrón común de una cultura urbana colectiva.

La espectacular reconstrucción de Lisboa después del terrible terremoto en el siglo XVIII, de Catania después de la erupción destructiva del Etna, de Londres tras el Gran Incendio, de Varsovia después de la Segunda Guerra Mundial, y de tantas otras ciudades en el mundo, documentan la genialidad de la auto-regeneración y emulación de la construcción tradicional de ciudades, así como la capacidad esencial de ajustes críticos y transformaciones necesarias.

A pesar de los rápidos, dramáticos y sin precedentes cambios e innovaciones de nuestro siglo, la ciudad tradicional se ha mantenido como un lugar bueno y deseable para vivir. Ha demostrado que es perfectamente compatible con la vida moderna. Es a la vez una realidad tangible y un proyecto realista de la civilización contemporánea.

Recordemos la paradigmática Bologna, una ciudad moderna vital y próspera en donde lo mejor de la cultura urbana tradicional de Europa y del Mediterráneo puede ser experimentada plenamente hoy. Esto es así, no por una nostalgia retrograda ni por políticas urbanas perezosas, sino por la elección política y cultural deliberada de la ciudad tradicional. A finales de la década de 1960, el reconocido arquitecto japonés Kenzo Tange propuso una megapólis moderna para millones de personas, un plan maestro que Bologna rechazó después de profundas consideraciones.

La ciudad decidió desarrollar una visión del futuro a partir del potencial razonable y de las propiedades inherentes en el crecimiento histórico de la ciudad tradicional. Bajo la dirección de Pierlugi Cervellati, la estrategia de restauración sensible, rehabilitación y reconstrucción basadas en principios tangibles de tipología, morfología, mezcla de funciones y diversidad social, etc., fue establecida y realizada con éxito.

Hoy en día, Bologna es una de las ciudades italianas más populares, un lugar de auge para el comercio y la industria, una reconocida ciudad universitaria y centro de arte de renombre, un gran lugar para el ocio y entretenimiento, para la buena comida y el buen vino, para la "calme et volupté", al igual que para el entusiasmo y el esclarecimiento de las comodidades más sofisticadas de la vida moderna.

Hace algunos años, los proyectos para la demolición de la estación de tren y la construcción de un par de ridículos rascacielos (por Ricardo Bofil) fueron derrotados exitosamente por los ciudadanos de Bologna y por la vigorosa cruzada de Gabriele Tagliaventi*, apoyado por numerosos profesionales de Bologna, Italia y de muchos lugares alrededor del mundo.

Florencia (vista general y Galeria de los Uffizi), Montepulciano y Bolonia, tres ciudades italianas que supieron preservar sus centros históricos de intervenciones modernas.

¿Cuántos ejemplos contemporáneos de construcción exitosa de ciudades conocemos que no hagan referencia de una manera u otra a la tradición o a precedentes históricos? No muchos realmente, y difícilmente ejemplos exitosos! Por otra parte, el nuevo urbanismo clásico y tradicional tiene los mejores registros de logros y proyectos exitosos. Los “Nuevos Vecindarios Tradicionales” construidos por un creciente número de profesionales aficionados al “Nuevo Urbanismo” no solo son populares y reconocidos públicamente, sino que se han convertido en una parte indispensable del Renacimiento de la cultura urbana americana. El “Nuevo Urbanismo” ha establecido una autoridad considerable y tiene una creciente influencia sobre las políticas de desarrollo nacional y regional.
Curiosamente, las universidades prefieren ignorar las realidades de la Visión Urbana Americana a favor de las especulaciones inhabitables de los Ciber-suburbios y otras fantasías vanguardistas obsoletas.

IBA 1981: Reconstrucción de Friedrichstadt Sud. Maurice Culot & Leon Krier

Reconstrucción de Marsham Street, Londres. Mulhern & Steil

Reconstrucción del Palacio Real de Berlín y alrededores. Equipo de Urbanismo del Príncipe de Gales, 1997.

Las Universidades obstinadamente continúan educando arquitectos y urbanistas como una élite no popular, orgullosa de sus visiones alienígenas de lugar y tiempo, y sin preparación para llenar las legítimas espectativas de los ciudadanos de viviendas, vecindarios, pueblos y ciudades bellos, confortables y bien construidos.

Maquetas de arquitectura clásica y vernácula portuguesa, elaboradas por los alumnos de la Escuela de Arquitectura de Viseu en 2004.

En Europa, aunque sin la fuerte organización del “Congreso para el Nuevo Urbanismo”, hay varios proyectos notables y realizaciones de construcciones de ciudades tradicionales en muchos países. De manera compasiva, estos proyectos y edificios están frecuentemente relacionados con una visión bastante inspiradora de vivienda pública, de uso económico y ecológico de la tierra, de identidad regional y local y de tradiciones culturales. La “Fundación Philippe Rotthier” en Bruselas, “Una Visión de Europa” en Boloña, “INTBAU” en Londres, “Byens Fornyelse” en Noruega y otras instituciones y organizaciones están apoyando activamente la realidad del Nuevo Clasicismo y del Urbanismo y Arquitectura Tradicionales.

Vista aérea y varios detalles de la ciudad de Poundbury en Dorchester (Reino Unido), construida siguiendo los principios del Nuevo Urbanismo.

La Ciudad Tradicional, como la suma acumulada de la experiencia, del conocimiento, de la teoría y la práctica, de modelos y tipos, como un repertorio de patrones tangibles y finalmente como una de las invenciones más geniales de la humanidad a través de la historia, ha probado ser el mejor paradigma posible para la construcción de la ciudad contemporánea. Ahora bien, en el contexto de la construcción de la ciudad tradicional no hay manera de hacer de la arquitectura tradicional un dispositivo opcional. Para lograr el mayor nivel de integración, de calidad, de diversidad, etc., la arquitectura tradicional debe ser una condición necesaria para el urbanismo tradicional. No puede haber un compromiso satisfactorio sobre el tema de la buena arquitectura.

Como Léon Krier declaró una vez, o existe la arquitectura o existe la ausencia de la arquitectura. La arquitectura en sí misma abarca una condición inalienable de comodidad, solidez y belleza, de escala y proporciones, de lógica constructiva y tectónica, etc. No hay ningún argumento defendible para la mediocridad en la definición de la arquitectura tradicional.

Hoy en día, la alternativa moderna, la opción de “ausencia de arquitectura” o la del “castigo por medio de arquitectura”, continúan pretendiendo que son relevantes dentro del campo de la arquitectura pero sistemáticamente rechazan cualquier concepto de significado y valor duraderos. La modernidad, como un sistema auto-referencial de “relativismo radical”, ha perdido desde hace tiempo cualquier connotación utópica y el vigor crítico y poético de una vanguardia. No es un emerger rebelde y juvenil de la regeneración cultural, sino más bien un establecimiento filisteo, paralizado en sus implementos de teoría y práctica reductivos, arbitrarios y bastante tristes.

La construcción de ciudades y la arquitectura son diferentes escalas de una misma disciplina. No pueden vivir felizmente en un conflicto deliberado, en una crisis constitucional, en una asociación ambigua, en una contradicción caprichosa. Esta es una cuestión de integridad genética en donde las manipulaciones forzosas crean monstruosidades.

Una arquitectura enajenadora siempre es ofensiva para sus habitantes, independientemente de la calidad de su diseño urbano. El Nuevo Urbanismo Tradicional no debe confiar ciegamente en los mutantes arquitectónicos y no puede desarrollar su potencial a través de las agendas ocultas de experimentos genéticos de arte.

La arquitectura tradicional es bastante flexible y rica en su capacidad de adaptación y regeneración, pero sólo dentro de los límites de los principios de calidad, comodidad, belleza y solidez, sólo dentro del respeto de la tectónica, de la escala, la medida y el detalle. La arquitectura tradicional no está interesada en la simple novedad y originalidad, sino en una “eterna novedad desarrollándose a partir de los elementos extendidos del pasado”. (J. W. von Goethe).

Los arquitectos tradicionales y contemporáneos y nuevos urbanistas no están buscando declaraciones sorprendentes ni una innovación competitiva. Sus obras son interesantes y únicas por su integración armoniosa y elegante en relación a los contextos sociales, ambientales y urbanos existentes. Esto se hace sin servilismo al pasado y sin ceguera ante el futuro. Reconoce la contemporaneidad con lucidez positiva y propone nuevos estándares de modernidad para un mejor mundo en el contexto de criterios humanistas y ecológicos.

No son misioneros o profetas de una modernidad hipotética, ni héroes trágicos o incomprendidos de vanguardistas anacrónicas, sino artesanos y artistas que diseñan y construyen lugares y edificios con cualidades duraderas de belleza, utilidad, construcción, que permiten que las personas de nuestro tiempo vivan en comodidad, seguridad, armonía, iluminación y placer. Si el hombre “habita como un poeta” (Martin Heidegger), entonces los nuevos arquitectos y urbanistas tradicionales se puede decir que diseñan y construyen un mundo en donde la poesía sigue teniendo sentido.

viernes, 12 de junio de 2009

Otra arquitectura es posible


Cuando empecé a escribir sobre arquitectura lo hice bajo la convicción de que las formas clásicas aún tienen cabida en nuestra época. Este convencimiento no viene de una valoración subjetiva que me incline hacia esa estética, sino por una serie de circunstancias a lo largo del siglo XX que vienen a confirmar la continuidad de una tradición que se creía perdida tras el triunfo de las Vanguardias y el Movimiento Moderno.
El fin de la Segunda Guerra Mundial supuso también el fin de las tentativas europeas de dar continuidad a un clasicismo que durante los años 20 y 30 convivió con las vanguardias. La victoria aliada condenó injustamente al clasicismo por el uso y abuso que de él habían hecho los regímenes totalitarios, y toda Europa continental asociará a partir de ese momento al clasicismo con fascismo y opresión. Sin embargo, la tradición clásica continuó, aunque reducido su ámbito de docencia y ejercicio, en los países anglosajones. Allí la arquitectura clásica seguía viéndose como garante de las libertades democráticas y símbolo de gloria cultural.
El empuje irrefrenable de la modernidad acorraló la tradición más y más hasta el punto que en el siglo XXI sólo dos Escuelas de Arquitectura (la de Notre Dame en Indiana y la de Miami, ambas en EEUU) la siguen incluyendo en sus programas docentes. Además, en Europa cabría destacar la labor realizada por el Príncipe de Gales en su Fundación creada a tal efecto, y la labor que realizó hasta 2004 la Escuela de Arquitectura de Viseu, de la que hemos hablado anteriormente.
A raíz de la publicación de esa entrada, el arquitecto Lucien Steil, su antiguo director y actualmente profesor asociado de la Escuela de Notre Dame, se puso en contacto conmigo invitándome a visitar sus instalaciones en Roma. El programa de estudios de esta Universidad incluye un año de estancia en la capital italiana, donde los alumnos entran en contacto con la tradición arquitectónica occidental (la estancia se complementa con viajes por Italia y el resto de Europa).
Fui a Roma en abril como invitado a los jurados sobre los trabajo finales de los alumnos de tercer año, que es cuando se realiza el curso en Roma. También acudió invitado el catedrático de la Universidad del País Vasco, D. Javier Cenicacelaya y los arquitectos italianos Luigi del Sordo y Paolo Marconi. En los dos días que duraban los jurados tuve la oportunidad de conocer el trabajo de unos estudiantes motivados y la labor docente de unos profesores que sabían aplaudir y agradecer los aciertos de los alumnos, a la vez que corregir de forma instructiva y constructiva sus errores.
El Profesor Lucien Steil, presentando los proyectos del jurado
Los alumnos de Notre Dame apenas usan programas de diseño asistido (al menos en los primeros años de formación y como es habitual en muchas Escuelas americanas), por lo que tienen gran destreza en el dibujo a mano alzada y muestran un avanzado sentido de la proporción y la escala. Y precisamente por no emplear modelados virtuales es habitual que sus planos se vean complementados con maquetas.

Un alumno ultima detalles antes de la entrega

Maqueta de uno de los proyectos presentados
El eje conductor de los ejercicios presentados era la vivienda, entendida como el acto proyectual básico a partir del cual se desarrollan el resto de tipologías. Las viviendas presentadas por los alumnos siguen criterios de sostenibilidad extraídos de la arquitectura clásica. No se encuentran en ellas volúmenes minimalistas ni grandes vanos vidriados; tampoco hay alardes técnicos o experimentos con materiales. Son viviendas sencillas que buscan sus formas en los invariantes vernáculos de la zona. Muros gruesos, cubiertas y forjados de madera, proporción equilibrada de huecos y pórticos o loggias que dan frescor a la vivienda es lo que enseñan esas propuestas: toda una lección palladiana que en el siglo XXI demuestra su vigencia.
Photobucket
La mayoría de las propuestas buscaba ese sustrato vernáculo que se extrae de la lectura de Palladio; si bien algunos alumnos fueron más allá e hicieron propuestas directamente inspiradas en las villas del arquitecto paduano. A la calidad de las propuestas hay que sumar el alto grado de conocimiento de la arquitectura vernácula italiana que han conseguido estos alumnos americanos durante su estancia en Roma.
Durante el jurado se dialogó sobre la sostenibilidad de la arquitectura tradicional, la utilidad de las medidas pasivas de ahorro de energía, al orientación y soleamiento adecuados… Se insitió en la necesidad de una ventilación e iluminación natural y directa en todas las estancias y las consecuencias espaciales y estructurales derivadas de ello (doble crujía, triple crujía con retranqueos…).
La intervención del arquitecto Paolo Marconi fue una defensa de los invariantes tipológicos de la arquitectura clásica, haciendo especial hincapié en el clasicismo depurado del periodo de entreguerras. Su conocimiento y práctica nos permite intervenir sobre el patrimonio sin incurrir en el falso histórico pero también sin deshumanizar ni romper la esencia del lugar.
El profesor Javier Cenicacelaya hizo unas interesantes reflexiones a modo de conclusión. Es a través de la revitalización de la arquitectura vernácula como realmente llegamos a entender y adaptarnos al lugar, respetándolo. El clasicismo canónico es un producto de lujo tremendamente costoso, mientras que estas obras, encuadrables dentro del tradicionalismo moderno, gozan de la ventaja de ser más próximas al gran público, que las acepta como magníficas obras de artesanía en lugar de las manidas promociones de viviendas (popularmente conocida como “pitufos” o “neocatetos”) tan descontextualizadas del entorno y sus habitantes como las urbanizaciones anómicas del Movimiento Moderno. Al tener en cuenta las tradiciones constructivas locales y sus condicionantes climáticos y geográficos, es más sostenible que la arquitectura moderna que pretende implantar en todas partes las mismas soluciones formales del minimalismo o el deconstructivismo. La arquitectura vernácula permite, por tanto, una aproximación al clasicismo muy cercana al público, pues con ella recupera el contacto con el lugar y la tradición que le robó la modernidad.
El profesor Javier Cenicacelaya durante su intervención
Pablo Álvarez Funes
pfunes1981@gmail.com

jueves, 9 de octubre de 2008

Declaración de Viseu. Enseñanza de la Arquitectura en el siglo XXI.

Preámbulo
CREEMOS que es un deber primario de arquitectos y urbanistas el mejorar la calidad de vida mediante la creación de un legado duradero de espacios bellos, funcionales, asequibles y sanos. A tal efecto, debemos preparar a los estudiantes para asumir los complejos cambios del siglo XXI, y:
- Consolidar y regenerar los recursos naturales y culturales existentes.
- Identificar el conocimiento y cualidades que constituyen el diverso legado de la humanidad.
- Construir de forma sostenible y permanente ciudades, pueblos, villas y paisajes, contribuyendo a la continuidad y coherencia del lugar.
- Facilitar acuerdos civiles, diversidad social y vitalidad económica a la vez que proteger la identidad local y los ecosistemas.
- Aprender de éxitos pasados, fallos y aspiraciones perdidas.
RECHAZAMOS la fragmentación de la educación especializada en arquitectura y urbanismo y pedimos una educación más integrada que incluya:
- La necesidad de una educación general a la vez que formación de especialistas, en reconocimiento del vínculo inseparable entre arquitectura y urbanismo.
- Entendimiento ecológico del entorno natural y construido a todas las escalas.
- Incorporación explícita en los procesos de decisión, incluyendo colaboraciones con los ciudadanos y otras disciplinas.
- Discurso abierto entre teoría y práctica.
- Cultivo de hábitos y prácticas que mejoren la esperanza de vida.

Sección I: Objetivos
Coincidimos en que nuestra educación arquitectónica podrá:
- Integrar el amplio abanico de aspiraciones y necesidades humanas y el conocimiento de otras disciplinas.
- Aprender y enseñar desde la historia y la experiencia.
- Adaptar los modos de producción desde la artesanía a la producción en masa.
- Reconocer el papel único de arquitectos y urbanistas como generadores de formas, no como artistas individuales actuando en solitario, sino como profesionales en contacto con la ciudadanía capaces de crear formas que satisfagan las aspiraciones y necesidades humanas.

Sección II: Métodos
Asimismo estamos de acuerdo en que la educación arquitectónica debería:
- Crear oportunidades para integrarse con otras profesiones, disciplinas, organizaciones e individuos; y ampliar los conocimientos y recursos docentes a través de conferencias, charlas, publicaciones y desarrollo cooperativo.
- Incluir casos reales, aprendizaje directo y trabajo práctico, y el estudio de los precedentes históricos.
- Facilitar el intercambio escolar, proyectos e investigaciones experimentales.
- Ampliar y difundir un cuerpo coherente de materias curriculares, textos definitivos, protocolos, códigos modelo y recursos en línea.
- Fomentar la creación de formas en dentrote un riguroso proceso creativo que incluya búsqueda, análisis, dibujo, modelado y simulaciones por ordenador.

Sección III: Currículum
Estamos de acuerdo en desarrollar la educación arquitectónica en un entorno con riqueza cultural y basado en las siguientes áreas:
- Artes y Ciencias: humanidades, ciencias sociales y naturales.
- Historia y Teoría: historia universal de la arquitectura y el urbanismo, precendes, principios, procesos, viajes y estudios de campo.
- Tecnología: ingeniería, construcción, materiales y técnicas constructivas.
- Cualidades: análisis, búsqueda de datos, flexibilidad, desarrollo constructivo, dibujo y diseño, retórica y escritura, colaboración, modelado físico y digital.
- Diseño: composición, proporción, escala, edificios, interiores, detalles y forma urbana.

Sección IV: Implementación
Estableceremos una red mundial para implementar estos objetivos docentes mediante:
- Apertura de los modelos curriculares, prácticas y materiales existentes.
- Identificación de nuevos modelos, prácticas y materiales.
- Desarrollo de métodos de difusión a través de publicaciones, internet y conferencias, en relación a la arquitectura y otras disciplinas.
- Colaboración entre arquitectura y otras disciplinas a través de búsquedas conjuntas, intercambios de estudiantes, conferencias, simposios y programas de viaje.
- Promoción del entendimiento interdisciplinar y convivencia internacional.

Firmado el 8 de Mayo de 2004.

Ilusiones perdidas: la Escuela de Arquitectura de Viseu

Hoy día apenas quedan dos escuelas de arquitectura y “media”, todas en Estados Unidos, en las que se enseñe de forma rigurosa la práctica del clasicismo como opción proyectual. Estas dos Escuelas son la de la Universidad de Notre-Dame en Indiana y la de Miami; y la “media”, la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Yale, donde la presencia docente de Robert A. m. Stern sigue la línea posmoderna de combinar tradición y modernidad. Pero hasta hace muy poco tiempo estaban operativas otras dos: El Instituto de Arquitectura Príncipe de Gales en Reino Unido, dirigido por Brian Hanson, que vio impuesto su cierre; y la escuela de Arquitectura de Viseu, abierta en 2001 y dirigida por Jose Cornelio Da Silva y Lucien Steil, que en otoño de 2004 sufrió una reforma radical y sustitución de plantilla para adaptarla a los cánones arquitectónicos contemporáneos de la Escuela de Arquitectura de Oporto.

La Escuela de Arquitectura y Urbanismo de Viseu se creó como institución privada dependiente de la Universidad Católica Portuguesa. Esta ciudad es conocida en Portugal por la presencia de varias instituciones de enseñanza privada de reconocido prestigio. Esta Escuela ofrecía un programa de licenciatura de 5 años más otros cinco años de especialización y máster en Arquitectura, Urbanismo, Conservación y Restauración y Planeamiento Territorial. El programa de estudio se elaboró con la ayuda de Gabrielle Tagliaventi, inspirado en la estructura docente de la Escuela de Arquitectura de Ferrara y debatido en la Universidad de Notre-Dame de Indiana junto con Samir Younés, Michael Lykondis y Norman Crouse.

La Escuela de Arquitectura abrió sus puertas en 2001. En sus inicios compartía espacio con la Facultad de Odontología de la Universidad Católica de Portugal, por lo que uno de los primeros proyectos del programa docente incluía una nueva Escuela de Arquitectura y Urbanismo ubicada en la plaza San Cristina en el centro de Viseu. Uno de los elementos fundamentales en la docencia era la observación directa de arquitectura de diversas épocas, desde dólmenes o las ruinas de Conimbriga hasta un viaje de un mes a Roma durante la primavera de cada curso. A pesar de que la docencia estaba fuertemente orientada hacia la arquitectura clásica y el nuevo urbanismo, todas las opciones proyectuales eran barajadas como se puede observar a partir de los diferentes proyectos presentados por los alumnos. Durante su corta existencia como escuela clásica gozó de reconocimiento como centro europeo modelo para la arquitectura y urbanismo tradicionales. Poco antes de su reforma en 2004 la escuela organizó un exitoso congreso internacional donde se aprobó la Declaración de Viseu. 



Arriba: bocetos y maquetas de los alumnos. Abajo: visita a las ruinas romanas de Conimbriga

Sin embargo, a pesar del éxito obtenido, los estudiantes se encontraron en otoño de 2004 con que la Universidad había hecho un cambio en el programa y profesores buscando una docencia más acorde con la arquitectura deconstructiva y vanguardista de la vecina Escuela de Oporto. De esta forma se produjo un cese de los principios de la tradición y clasicismo en aras de un pensamiento único arquitectónico donde lo importante no es la consecución de una arquitectura habitable y sostenible sino la búsqueda de un repertorio formal que borre la tradición vistiendo la ignorancia con un disfraz minimalista y deconstruido.

A pesar de la poca relevancia que los medios concedieron al hecho, lo cual no les exime de su existencia, se elevaron numerosas quejas y cartas de protesta escritas por arquitectos clásicos y dirigidas a personajes con cierta relevancia dentro de la Universidad Católica Portuguesa.

Cartas dirigidas al profesor Braga Da Cruz:

William Robert Buchanan

Carrol William Westfall, profesor de la Cátedra Frank Montana en la Escuela de Arquitectura de Notre-Dame de Indiana.

Javier Cenicacelaya, catedrático de Arquitectura en la Universidad del País Vasco.

Matthew Hardy, secretario de INTBAU.

Samir Younés, profesor de Arquitectura. Director de Estudios en Roma, Universidad de Notre-Dame.

Cartas dirigidas a Monseñor D. Antonio Do Santos Marto, Obispo de Viseu:

Su Alteza Dom Duarte, Duque de Braganza.

Jaap Dawson, Dr. Ingeniero, profesor de la Escuela Técnica de Arquitectura de Delft, Paises Bajos.

Además de estas protestas dirigidas a personas concretas, los arquitectos Nikos Stalingrados y Lucien Steil se encargaron de difundir la noticia por los medios de comunicación, calificándolo el primero como un “golpe de estado”, y el segundo en un sabotaje realizado durante el último curso “clásico” de Viseu (2993-2004). Este sabotaje se podría resumir en los siguientes puntos:

- No calefactar las aulas en invierno.

- Frecuentes cortes en el suministro eléctrico.

- Negativa a suministrar a la Escuela material pedagógico básico, máxime cuando se trataba de una escuela privada.

- Desaparición de libros de la biblioteca durante el curso.

- Ausencia de presupuesto para compra de libros o material docente.

- Cancelación del viaje de estudios a Roma, eje fundamental del plan de estudios.

- Recorte de un 40% del salario a toda la plantilla sin justificación.

- Aparición de una Escuela rival dentro de la propia Universidad.

- Rumores y calumnias contra el decano y la Escuela.

- Comentarios ofensivos hacia el trabajo de profesores y estudiantes durante los tres años de duración de la escuela, en público y en actos universitarios.

- Secretismo y desinformación para con estudiantes y docentes acerca de los cambios a realizar.

- Ausencia de autonomía académica debido a las constantes presiones y obstaculizaciones del programa docente.

- Falta de respeto hacia los estudiantes y la Escuela ante cualquier tentativa de diálogo.

El señor Steil, a diferencia sus colegas, que alegan una conspiración moderna contra el clasicismo, prefiere ser más diplomático y no acusar directamente a los partidarios de la modernidad de conspirar por el cambio; en cambio, lo alega al efecto pernicioso que han producido la ignorancia y el desprecio hacia el pasado que la modernidad ha instaurado en las escuelas de arquitectura durante los últimos cincuenta años.