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lunes, 11 de marzo de 2013

Pieles y envolventes arquitectónicas (II): Un muro cortina en el Londres isabelino. La casa de Paul Pindar.



El concepto de piel o de envolvente aplicada a la arquitectura se ha convertido en uno de los pilares básicos del proyectos moderno. Con la proclamación de los cinco puntos de la nueva arquitectura, Le Corbusier sanciona la separación compositiva entre planta y alzado, que se verá reforzada con el desarrollo tecnológico de los muros cortina. De esta forma la fachada pierde su función portante y se subordina a una superestructura mayor a la que se ancla o de la que cuelga.

Los cinco principios de Le Corbusier, enunciados en "Hacia una Arquitectura" en 1923, se complementan con los cuatro métodos de composición y suponen el origen de la fachada libre y los muros-cortina.

Además de la libertad compositiva, el muro cortina también permitió un abaratamiento de costes, al recurrir a elementos prefabricados que se ensamblan en obra. El muro cortina permite el paso de una construcción cuasi artesanal (el ladrillo se coloca uno a uno) a un montaje mecanizado que regulariza la composición. Aunque el vidrio es el material que se asocia inmediatamente a este tipo constructivo, también hay muros cortina de otros materiales, como piedra o acero, si bien estos últimos suelen usarse más como última capa del cerramiento que como muro propiamente dicho.

En “¿Quién teme al Bauhaus feroz? El arquitecto como mandarín” (Anagrama, 1982. Original inglés: From Bauhaus to our house) Tom Wolfe se mofaba de esos grandes muros de vidrio de los rascacielos de Nueva York que prácticamente impedían cualquier distribución mobiliaria y acababan revestidos interiormente de cortinas y composiciones clásicas. Para Wolfe esto supone un irónico contraste entre la alta tecnología requerida para la construcción del edificio y la atemporalidad que el decorador le concedía al dotarlo de un entorno clásico. De hecho, parece como si Wofe sintiera añoranza por las artesanías y la construcción artesanal (y que no pueden competir con la tremenda rebaja de costes que supone la arquitectura moderna), cuando en realidad es posible encontrar ejemplos históricos tecnológicamente similares al muro cortina y que aportan una respuesta compositivamente clásica al problema de una fachada independiente de la estructura. Estos ejemplos son anteriores a las soluciones planteadas por los arquitectos de la Escuela de Chicago (antecedente directo de esta tipología constructiva) y se vinculan con las construcciones de entramado de madera del norte de Europa. La fachada de la casa de Paul Pindar, conservada en el Mmuseo Victoria y Alberto de Londres, es un ejemplo magnífico de cómo desde la tradición se puede conseguir dar respuesta a un requisito aparentemente capitalizado por la Modernidad.

La vivienda fue construida a finales del siglo XVI para Paul Pindar (1656-1650), un próspero comerciante de la época que llegó a ser embajador en el Imperio Otomano. Pindar adquirió varias viviendas en Bishopgate extramuros, un sector al este de la ciudad amurallada, y las adaptó para crear un gran complejo residencial de tres plantas en cuyo centro se levantaba una imponente estructura de madera a modo de mirador de planta mixtilínea, de dos niveles superpuestos que sobresalen de la fachada. El cuerpo curvo central del mirador entronca con la tradición de residencia aristocrática inglesa y confiere majestuosidad al conjunto.

Tras la muerte de Paul Pindar, su vivienda fue subdivida y arrendada a terceros durante casi tres siglos, hasta que en 1890 la propiedad fue demolida para dejar espacio a la nueva estación de la Calle Liverpool. La singularidad de la fachada, considerada una rareza arquitectónica, motivó su conservación y traslado al Museo Victoria y Alberto, donde permanece desde entonces.

La fachada en su emplazamiento original, h. 1880. Fuente: Wikimedia Commons.

Uno de los propósitos fundacionales del Museo Victoria y Alberto era el de recopilar y exponer ejemplos de las mejores manufacturas y tecnologías con el fin de formar el gusto del público y los futuros profesionales. Las secciones de arquitectura fueron muy populares en sus primeros años, pero su importancia fue decayendo a medida que el museo mutaba su interés didáctico al meramente expositivo de artes decorativas. Si observamos la fachada de la casa de Paul Pindar desde esta doble óptica, no sólo nos encontramos ante un objeto maravilloso que satisface nuestra curiosidad, sino ante una lección práctica de arquitectura de la cual los arquitectos podemos sacar provecho como proyectistas, pues España cuenta con una amplia tradición de construcciones con entramado de madera que ha demostrado gran eficiencia y adaptabilidad a los condicionantes materiales del entorno. Estas construcciones son muy similares en cuanto a tectónica a las estructuras británicas tradicionales con dicho material.

Levantamiento de la fachada. Fuente: Museo Victoria y Alberto. 

En un momento en que las estructuras de madera vuelven a tener interés bajo la luz de la sostenibilidad, el procedimiento empleado en la construcción de esta fachada cobra nueva actualidad: las piezas que la componen fueron realizadas en un taller de carpintería para ser ensambladas in situ, siguiendo un proceso muy similar al que siguen hoy las compañías especializadas. La única diferencia es la progresiva mecanización que reduce el esfuerzo necesario, pero los parámetros de diseño podrían seguir perfectamente vigentes toda vez que las formas resultantes provienen de las necesidades constructivas del proceso de ensamblaje así como la propia naturaleza del material. A diferencia del orden dórico, que surge de las primitivas construcciones en madera, la composición de esta fachada hace el camino inverso y supone una vuelta del clasicismo a su material primigenio.

La casa de Paul Pindar nos demuestra que es posible llegar a resultados exactamente iguales a los obtenidos por la modernidad con los muros cortina, empleando un material y un diseño proyectual basado en uno de los conceptos más sostenibles: la tradición y su adaptabilidad al medio.


 La fachada antes y después de la restauración. Aunque ahora es posible apreciar mejor las uniones de las diferentes piezas que la componen, el estado anterior permitía una mejor comprensión volumétrica del elemento. Fuente: Museo Victoria y Alberto. 

Para saber más:




martes, 9 de febrero de 2010

Introducción a la tratadística clásica (II): El Barroco

El paso del manierismo al Barroco es sutil y fluido. El punto de inflexión entre ambos periodos podemos situarlo en la celebración del Concilio de Trento (1563) y la Contrarreforma Católica. Mientras la Reforma protestante optó por una doctrina de severa austeridad y puritanismo, la Iglesia Católica, en su Contrarreforma opta por mostrar toda su gloria y el fasto. Por tanto, se intentará que los nuevos programas artísticos eviten los debates del Alto Renacimiento, fundamentalmente los relativos a la adaptación de la Antigüedad al modo de vida humanista y viceversa, y el debate sobre las plantas centralizadas. Las nuevas iglesias barrocas no tienen el carácter de armoniosa proporción de los templos del Renacimiento, sino que continúan el camino abierto por el manierismo. Este camino va buscando las distorsiones del lenguaje y la teatralidad del mismo. El barroco configura un mundo teatral y fastuoso que sufre un proceso de transformación desde las primeras trasgresiones del lenguaje clásico, hasta la ceración de un código propio, muy simbólico, heredero de una tradición medieval no del todo interrumpida por la restauración de los valores clásicos del humanismo.

Desde inicios del siglo XVI el renovado lenguaje clásico arquitectónico trasciende las fronteras de los estados Italianos y se va asentando en Europa. La difusión de las ideas de Vitruvio fuera de Italia pasa por las publicaciones de los tratados de Serlio, Vignola o Palladio. La confrontación de éstas con los restos de la Antigüedad queda reflejada en la confrontación gráfica de los detalles de los órdenes. De todos los tratados, el de Vignola fue el más aceptado, pues definía el desarrollo de un orden a través del módulo, perfectamente adaptable a las diferentes medidas locales. Sin embargo, la ausencia de otros modelos con los que poder comparar lo dicho por Serlio y Vignola, encaminaba la arquitectura de estas latitudes a una rigurosidad excesiva, a quedar atrofiada y constreñida a un conjunto de reglas geométricas y detalles estandarizados. Y es en este ambiente en el que escribe Perrault; cuestiona el postulado según el cual la belleza de un edificio resulta de la exactitud de sus proporciones. Según él, no existen reglas absolutas en materia de proporciones arquitectónicas y la definición de lo “bello” depende de todos y procede de un consenso general. Estas ideas no fueron bien acogidas en la Francia de la época, y levantaron grandes pasiones entre los tratadistas franceses, que se pusieron de uno u otro bando en la Querella de los antiguos y los modernos.

Frontispicio de los Diez Libros de Arquitectura de Vitruvio, corregidos y traducidos de nuevo al francés por Claude Perrault. Edición de París de 1673.

No sólo hubo una interpretación francesa; en Alemania, Países Bajos e Inglaterra también hubo una querella entre antiguos y modernos que seguiría los mismos derroteros que en Francia. Y de esta querella y de la propia evolución del Barroco en Italia surge la última etapa de este periodo: el Rococó, un estilo galante que suprime las tensiones del Barroco por suaves líneas curvas y formas arriñonadas. Pero este estilo frívolo y extravagante no ofrecía una alternativa aceptable para las rigurosas mentalidades académicas de la Ilustración. Para actualizar las reglas racionales que insinúan la belleza, conviene proceder primero a un minucioso análisis filológico del texto de Vitruvio, labor a la que se encomendarán las mentalidades ilustradas para definir un modo de entender la clasicidad.

sábado, 11 de julio de 2009

El clasicismo en Flandes (V). Malinas

A diferencia de otras ciudades flamencas, Malinas, tras un periodo de gran prosperidad en la Baja Edad Media y principios del siglo XVI (como sede de la corte de los Gobernadores de los Países Bajos Felipe el Hermoso, primero, y Margarita de Austria después), y otro de inestabilidad durante la Guerra de los Ochenta Años (que provoca el traslado de toda la población y monasterios extramuros al interior de la ciudad), vive durante el siglo XVII un periodo de calma y prosperidad. La ciudad fue víctima de las purgas iconoclastas calvinistas en 1566, de la “Furia Española” en 1572 y de la “Furia inglesa” en 1580. Finalmente en 1585 Alejandro Farnesio recupera la ciudad para la Monarquía Hispánica y se inicia su reconstrucción, destacando las manufacturas de paños y muebles que aún hoy dan fama a la ciudad.

Como testigo de la prosperidad de la ciudad bajo el gobierno de Margarita de Austria podemos admirar su Palacio, actual tribunal de Justicia. Se trata de una construcción a caballo entre la arquitectura doméstica medieval y las nuevas aportaciones del Renacimiento. Margarita de Austria inicia su gobierno en 1507 residiendo en un edificio medieval que resultaba pequeño para la corte, por lo que a partir de 1517 se inicia su ampliación, de la mano del arquitecto Rombout Kelderman II, que se prolongan hasta la muerte de la archiduquesa en 1530. El edificio pasó a propiedad del municipio, que lo vende en 156 al primer arzobispo de Malinas (declara archidiócesis en 1559), y lo compra nuevamente en 1609 para ubicar la sede del Gran Consejo de Malinas hasta 1795, cuando los revolucionarios franceses derogan los privilegios de la ciudad. Entre 1876 y 1885 el arquitecto L. Blomme le realiza una restauración en estilo para darle un aspecto lo más renacentista posible. Todavía hoy sirve como sede al tribunal.
Palacio de Margarita de Austria en Malinas. Exterior
Palacio de Margarita de Austria en Malinas. Detalle de la fachada
Palacio de Margarita de Austria en Malinas. Vistas del patio.

Con el traslado intramuros del Beguinaje de Malinas fue necesario construir nuevas instalaciones para las beguinas, entre las que se incluye una nueva Iglesia dedicada a San Alejo y Santa Catalina. Fue iniciada por el arquitecto jesuita Pieter Huyssens en 1629, continuada por Jacques Francart hasta 1645 y terminada por el arquitecto malinés Lucas Faydherbe. Su interior presenta la planta basilical de tres naves prototípica de las Iglesias de la Contrarreforma. A diferencia de otras Iglesias que hemos comentado, con naves separadas por columnas otorgándoles un aspecto liviano, aquí la separación se hace a partir de arcadas entre pilastras corintias con su entablamento completo, aumentado la masa muraria, y confiriendo un aspecto mucho más italiano, con referencias directas a las separaciones entre naves de las iglesias renacentistas italianas, como Il Gesù de Roma o la propia Basílica de San Pedro. La fachada exterior tiene dos niveles (dórico y corintio sobre pedestales con sus entablamanentos completos) y un ático a modo de edículo con una representación escultórica de Dios Padre. Lucas Faydeherbe fue un arquitecto, pintor y escultor malinés, muy activo en su ciudad. Discípulo de Rubens, esculpió varias esculturas para la Catedral de Malinas, participó en la construcción de la Iglesia del Beguinaje y construyó las Iglesias de Nuestra Señora de Leliëndaal y la Basílica de Nuestra Señora de Hanswijk. Considerado en su época como un mal arquitecto aportó ciertas innovaciones estructurales, como ahora veremos.

Iglesia del Beguinaje de Malinas. Escorzo de la fachada
Iglesia del Beguinaje de Malinas. Detalle del remate de la fachada
Iglesia del Beguinaje de Malinas. Interior

La Iglesia de Nuestra Señora de Leliëndaal era la Iglesia del convento norbertino (premonstratense) y se consta de una sola nave con muros divididos por pilastras jónicas almohadilladas. La iglesia sufrió diversos problemas durante su construcción, derivados de una inadecuada transmisión de cargas y los retrasos en las obras dejaron la fachada inconclusa. El actual acceso es una solución de emergencia: un gran muro de ladrillo cierra la nave; está compuesto por dos niveles de pilastras almohadilladas dóricas bajo corintias y sus entablamentos completos. El tramo central, más ancho, alberga una hornacina con una escultura de la Virgen.

Iglesia de Nuestra Señora de Leliëndaal. Fachada
Iglesia de Nuestra Señora de Leliëndaal. Interior

La Basílica de Nuestra Señora de Hanswijk es un popular centro de peregrinación en Malinas, construido en honor a un milagro realizado por la Virgen en el siglo X cuando liberó unos barcos estancados por los sedimentos del río. En 1663 se decide encargar a Lucas Faydherbe la construcción de una nueva Basílica, que destaca sobre todo por su gran cúpula de 15,50 metros de diámetro y 34 metros de altura. La cúpula está situada en el centro de la nave y configura una rotonda que facilita las procesiones. La ausencia de grandes contrafuertes unido al empleo de columnas como medio de separación de las naves y sustento de las bóvedas, hicieron que el arquitecto tuviera que idear un sistema para la transmisión de las cargas que evitara el colapso de la estructura por falta de contrarresto de los esfuerzos horizontales. La solución consistió en unos tirantes de hierro alrededor de la cúpula (que impedían los empujes horizontales) y que fueron ocultos con estucos. La fachada consta de dos niveles, dórico sobre zócalo con su entablamento completo bajo jónico sobre pedestal con su entablamento completo y rematado por un frontón partido. El espacio del pedestal del orden superior se aprovecha para colocar otro frontón partido que da dinamismo a la fachada. La sobriedad de la misma se ve interrumpida por los arcos almohadillados de las puertas de acceso.

Basílica de Nuestra Señora de Hanswijk de Malinas. Fachada
Basílica de Nuestra Señora de Hanswijk de Malinas. Vista general
Basílica de Nuestra Señora de Hanswijk de Malinas. Rotonda interior
Basílica de Nuestra Señora de Hanswijk de Malinas. Altar Mayor
Basílica de Nuestra Señora de Hanswijk de Malinas. Interior de la cúpula

Los Jesuitas se establecieron en Malinas en 1580, construyendo una pequeña capilla, inaugurada en 1611, cerca del antiguo Palacio de Margarita de Austria, en esos momentos residencia del Arzobispo. En 1622, tras la canonización de San Francisco Javier, fundador de la Compañía de Jesús, se plantea la construcción de una iglesia más grande. Las obras no se inician hasta 1670 de la mano del arquitecto jesuita Antoon Losson y se pueden dar por finalizadas en 1677, aunque no es consagrada hasta 1694. Tras la abolición de la compañía en 1773 la Iglesia se convierte en Parroquia bajo la advocación de San Pedro y San Pablo. El interior es una planta basilical de 60 por 27 metros, con tres naves separadas por columnas compuestas bajo arcadas, lo que le confiere un aspecto muy diáfano gracias también a la ligereza de las bóvedas. La fachada se compone de un solo orden colosal compuesto con su entablamento completo, partido en el vano central para dar paso al ático, coronado con el monograma de la compañía de Jesús (JHS, Jesús Hombre Salvador). Las tres puertas de acceso son un claro ejemplo de ese manierismo exagerado que caracterizó el clasicismo de los Países Bajos; las puertas laterales son puertas palladianas interrumplidas por almohadillados y rematadas por un trontón triangular y una enorme clave.

Iglesia de San Pedro y San Pablo de Malinas. Contexto urbano
Iglesia de San Pedro y San Pablo de Malinas. Detalle de la fachada
Iglesia de San Pedro y San Pablo de Malinas. Detalle de un capitel compuesto
Iglesia de San Pedro y San Pablo de Malinas. Detalle de una de las puertas laterales
Iglesia de San Pedro y San Pablo de Malinas. Interior

En 1835 se construye el ferrocarril Bruselas-Malinas, el primero de la Europa Continental. La primera estación era un edificio sencillo que, por la novedad de la tipología, no satisfacía del todo las necesidades de la misma. En 1888 se construye una nueva estación, siguiendo las pautas del eclecticismo “Beaux Arts” importado de Francia, que destacaba sobre todo la proeza técnica de su gran bóveda metálica, mayor que la de la estación central de Amberes. Lamentablemente, en 1958, en medio de la euforia moderna que caracterizó la Exposición Universal de Bruselas, las autoridades malinesas deciden demoler la estación y construir una nueva siguiendo las pautas del Movimiento Moderno. Desapareció por tanto el edificio ecléctico y su gran bóveda, siendo sustituidos por un conjunto de miserables pérgolas para el apeadero y un anodino bloque moderno para la estación.
Estación de Malinas. Fotografía antigua
Estación de Malinas. Maqueta del edificio de 1888
Estación de Malinas. Estado actual

lunes, 6 de julio de 2009

El Clasicismo en Flandes (III). Brujas

La horizontalidad de los Países Bajos, unido a sus caudalosos ríos, favorecieron la presencia de enclaves comerciales desde época prerromana, que evolucionaron hasta puertos fluviales durante la Edad Media. Brujas fue el primero de ellos, entrando incluso a formar parte de la prestigiosa Liga Hanseática en el siglo XII. La Baja Edad Media fue el periodo de mayor prosperidad de la ciudad, cumpliendo las veces de nodo entre las rutas comerciales mediterráneas y las bálticas. Durante el siglo XV la ciudad fue sede de la corte de los Duques de Borgoña, lo que atrajo a artistas, banqueros y personalidades relevantes de toda Europa a la vez que se formaba una pujante industria de paños. A finales del siglo XV Brujas tenía unos 200000 habitantes. Pero a principios del siglo XVI el Zwin, el canal que comunicaba la ciudad con el mar, había acumulado demasiados sedimentos y se volvió inservible para la navegación, hecho que marca el fin de la prosperidad de Brujas, que cede el relevo a Amberes.

Pero la ruina de Brujas ha sido lo que ha preservado a esta ciudad de reformas posteriores y lo que le ha dado fama durante el siglo XX como pintoresca ciudad con interesantes ejemplos de arquitectura doméstica medieval además de algunos edificios del periodo clasicista que a nosotros nos interesa.

El arquitecto Pieter Huyssens también construyó entre 1619 y 1642 una Iglesia para los Jesuitas en Brujas, Santa Walburga, sobre una iglesia anterior románica. Al igual que la Iglesia de los Jesuitas de Amberes repite el esquema de planta basilical de tres naves separadas por columnas toscanas. La fachada es quizá la más romana de las realizadas por el arquitecto, con claras similitudes a la Iglesia de Santa Susana en Roma de Carlo Maderno. Se divide esta en dos niveles, el central más elevado en correspondencia con la nave central; el nivel inferior es corintio con su entablamento completo sobre zócalo, con columnas adosadas en el cuerpo central y pilastras dobles en los laterales. El superior es de orden compuesto sobre pedestal (para permitir verlo desde cualquier punto sin que el entablamento del nivel inferior lo oculte); ocupa un solo cuerpo con columnas adosadas y rematado por un frontón partido. Ambos niveles se enlazan mediante volutas.

Santa Walburga. Fachada

Santa Walburga. Interior

Cerca de la antigua Catedral de Brujas (San Donato, demolida entre 1799 y 1815) se alza el Palacio Episcopal, un edificio contundente que expresa a la perfección el triunfo de la Contrarreforma. Construido por el arquitecto Cornelius Verhouven, es un edificio compacto, de una sola crujía y dos plantas que se corresponden con dos niveles de órdenes arquitectónicos: jónico sobre zócalo en planta baja, con el entablamento completo, y compuesto en planta primera, sobre pedestal y rematado por balaustres sobre el entablamento completo. Las ventanas ocupan prácticamente todo el intercolumnio, como adaptación de la arquitectura vernácula al clasicismo, lo que da al edificio un aspecto muy ligero. Además hay un marcado contraste entre el azul de la estructura portante de las columnas y el amarillo del cerramiento. Una gran portada rematada por la Verdad, la Caridad y la Justicia, es el acceso principal al edificio, complementado en el otro extremo por una portada similar sin remate añadida a principios del siglo XX para dar más regularidad al edificio.

Palacio Episcopal de Brujas. Vista general
Palacio Episcopal de Brujas. Detalle de la portada
El Palacio en una foto de principios del siglo XX

El triunfo de la reforma anglicana en Inglaterra provocó la emigración de muchos católicos ingleses a Francia y Flandes. En 1629 se funda el Convento Inglés para la acogida de los católicos ingleses perseguidos. El convento creció poco a poco y llega a su forma actual en el siglo XVIII, cuando el arquitecto Henry Pulinx construye la Iglesia. La fachada, actualmente cegada (sólo se puede acceder desde el interior del convento) está flanqueada por pilastras compuestas pareadas sobre zócalo con un entablamento completo rematado por un frontón curvo. El entablamento está partido para permitir un arco que ilumina el interior. Se trata de un ejemplo del palladianismo inglés en un momento en el que Europa continental se dejaba seducir por las extravagancias del rococó.

Convento Inglés. Fachada

Convento Inglés. Detalle de la fachada

En la misma Plaza del Burgo, rodeado de edificios góticos y neogóticos entre los que hay que destacar la Basílica de la Santa Sangre, se erige el Landhuis (Tribunal), sobria construcción de 1726, obra del Arquitecto Jan van der Crayce. Es de planta cuadrangular distribuida en torno a un patio con un gran acceso a través de un pórtico dórico.

Tribunal de Brujas. Exterior

Tribunal de Brujas. Interior

En 1745 se decide trasladar el mercado del pescado desde Grotte Markt al norte de la ciudad. El mercado permaneció al aire libre hasta 1821 cuando el arquitecto Jean Robert Colloigne construye unos pórticos para albergar los puestos, dando lugar a un bello ejemplo de arquitectura civil neoclásica. Los pórticos de columnas toscanas sin pedestal, rodean toda la plaza y un gran arco de medio punto da paso al patio interior, en cuyo centro hay una fuente rematada por un obelisco.

Vismarkt (Mercado del pescado). Acceso

Vismarkt. Plaza interior

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Vismarkt. Lateral

La Bolsa de Brujas era un gran edificio cubierto gótico que perdió su razón de ser con la decadencia comercial de Brujas. La falta de mantenimiento hizo que se demoliera a finales del siglo XVIII y fuera sustituido por un gran edificio neoclásico que en 1887 fue sustituido por un edificio neogótico dentro de los programas generales de restauración en estilo de las ciudades históricas y que en Brujas dio ejemplos muy interesantes.

Vista de la Plaza en el siglo XIX. A la izquierda el Tribunal antes de la reforma neogótica

El Tribunal en la actualidad

Por último, a caballo entre la arquitectura doméstica y la religiosa está una tipología típicamente flamenca, los Beguinajes. Las beguinas eran mujeres que vivían juntas para llevar una vida religiosa sin pertenecer a ninguna orden. Este ejemplo era relativamente común en toda la cristiandad, si bien solían ser la fase previa a la fundación de un convento, pero en el caso flamenco los beguinajes permanecieron hasta el siglo XIX. El de Brujas se compone de una treintena de casas distribuidas en torno a un patio central y presididas por una iglesia. Está completamente rodeado de muros y se accede por dos grande puertas construidas en el siglo XVIII. Actualmente está ocupado por una comunidad de benedictinas y su visita ofrece unos momentos de paz y tranquilidad en la ya pacífica y tranquila ciudad de Brujas.

viernes, 3 de julio de 2009

El Clasicismo en Flandes (II). Gante

Gante fue uno de los primeros enclaves comerciales e industriales europeos, gracias al comercio fluvial y a las manufacturas de paños. Fundada en el siglo VII por San Amando a partir de dos abadías (San Pedro y San Bavón), durante la Edad Media fue, junto con Brujas, una de las ciudades más grandes y prósperas de Europa. En esa ciudad nació en 1500 Carlos I de España y V de Alemania. A diferencia de Amberes, que se vio favorecida por las políticas comerciales de los Habsburgo, Gante se enfrentó al emperador en la denominada Revuelta de Gante (1539). Tras la revuelta la abadía de San Bavón fue disuelta (aunque se conservó la Iglesia, elevada a rango catedralicio en 1559) y tras las sucesivas guerras de religión de los siglos XVI y XVII perdió toda importancia internacional, entrando en un periodo de decadencia del que no saldría hasta el siglo XIX, con la fundación de su Universidad (1817) y la creación de un nuevo puerto fluvial (1824-1827). A pesar de todo, durante la dominación española y austriaca la combinación de la arquitectura local con los principios de la arquitectura clásica restaurados en el Renacimiento dieron lugar a edificaciones muy interesantes.

El Ayuntamiento de Gante es una prueba física del tránsito entre estas dos épocas. En 1518 se decide sustituir el anterior edificio municipal, concluido en 1484, por otro más grande que pudiera albergar a las autoridades locales y gremiales. Mientras en Roma Rafael Sanzio diseñaba un nuevo proyecto para la Basílica de San Pedro, los arquitectos Rombout Keldermans y Dominik de Waghemakere plantearon una enorme construcción gótica que se vio interrumpida por la Revuelta de Gante cuando sólo se llevaba ejecutado un tercio del total. No es hasta 1598 cuando se continúan las obras, esta vez siguiendo los principios clasicistas. Esta ampliación consta de tres niveles de órdenes superpuestos de columnas adosadas con su entablamento completo y sobre pedestales, frente a los dos niveles de arcadas del edificio gótico. El acceso ocupa dos intercolumnios y está descentrado, aunque su número es impar (19). Las columnas y algunos elementos horizontales del entablamento están pintados de negro, y los capiteles han sido dorados para enfatizar la articulación del edificio. La diferencia de cota entre la calle y la planta principal se salva con una escalinata construida a principios del siglo XIX y que sustituye a una anterior. La fachada contigua ofrece el mismo esquema compositivo pero con pilastras y los gabletes están rematados por dos niveles más de órdenes, que van reduciendo su ancho y relacionándose con el nivel inferior mediante volutas. Los frontones y pináculos que los rematan fueron añadidos en una restauración de principios del siglo XX, como parte del programa de mejora urbana para la Exposición Universal de Gante de 1913.
Vista general del Ayuntamiento

Detalle del Orden Dórico

Detalle de los Órdenes Jónico y Corintio

Fachada lateral

Escalinata

Reconstrucción ideal del Ayuntamiento según el proyecto gótico

Al ser elevada a sede episcopal la Catedral de San Bavón, ya famosa por su retablo del cordero místico, afrontó una serie de reformas destinadas a adaptar su espacio para sus nuevas funciones litúrgicas de la contrarreforma (recordemos que hasta 1540 era iglesia abacial) a la vez que restaurarla después de las acciones iconoclastas de los calvinistas durante su ocupación de la ciudad. Es muy destacable la envolvente arquitectónica del coro así como los cierres de las capillas de la girola, construidas a lo largo del siglo XVII.

Interiores del Coro de la Catedral

Al igual que en Amberes, las nuevas órdenes religiosas también se asentaron en Gante. El jesuita Pieter Huyssens, que construyó la Iglesia de San Carlos Borromeo de Amberes, proyectó una nueva Iglesia para la Abadía de San Pedro en 1629 bajo el mecenazgo de Isabel Clara Eugenia de Habsburgo, hija de Felipe II de España. La fachada no muestra el abigarramiento que desarrollara el arquitecto en Amberes y en su sobria sencillez recuerda a la arquitectura herreriana española, tal vez por influencia y consejo de la Gobernadora de los Países Bajos. La Iglesia tiene planta cruciforme con una gran cúpula en el crucero y el campanario tras el ábside (curiosidad que se repite en muchas iglesias de Flandes). La nave central y transversal es más alta que las laterales permitiendo que la fachada se estructure en dos niveles, el superior más estrecho y conectado con el inferior por unas sencillas curvas y jarrones. El nivel inferior es de pilastras compuestas sobre zócalo que sobresalen levemente del muro, marcando cierto ritmo. Sobre el entablamento completo el nivel superior se estructura al modo de los áticos de los arcos del triunfo, sin un orden predefinido.
Planta

Fachada Principal
Interior

La Iglesia de los Carmelitas es un interesante ejemplo tanto por su liviana planta basilical dividida por arcadas bajo columnas toscanas, como por su fachada, que es un modelo de transición del barroco al neoclasicismo. Construida por el arquitecto Leonardus van Langenhove entre 1702 y 1713, se divide la fachada en dos niveles adaptados a las diferentes alturas de las naves y conectados entre sí por volutas. El nivel inferior consta de pilastras pareadas toscanas sobre pedestal y con entablamento completo, sobre el que asienta el segundo orden, compuesto, también con su entablamento completo y rematado por un frontón triangular bajo elementos curvos. La puerta de acceso se aleja de la severa composición de la fachada y consta de un arco almohadillado entre semicolumnas compuestas que sostienen un frontón curvo. En el siguiente nivel, y como recuerdo de los antiguos rosetones, hay una ventana semicircular con un frontón sostenido por modillones.

Fachada

Interior

Ya dentro del periodo de dominación austriaca cabe destacar una pequeña adición realizada al Belfry, edificio municipal que albergaba el mercado de paños, los juzgados y la cárcel. Se trata de la Mammeloker, la vivienda del carcelero construida en 1741 por el arquitecto David t’Kindt. Es un edificio muy sencillo, de dos plantas almohadilladas con una fachada cóncava rematada por un frontón mixtilíneo que alberga una escultura de la caridad romana, la cual hace eco a la leyenda del preso Cimon, que condenado a morir de hambre, salvó la vida gracias a que su hija Pero le amamantaba durante sus visitas. Lo más destacable es la total ausencia de órdenes (hasta el frontón de planta baja se apoya sobre fustes semicilíndricos) y el marcado carácter estructural de la composición, ya que sólo es muro lo necesario para sostener la estructura dejando el resto de ventanales que den mucha luz al interior de la vivienda.

Planta del Belfry con el Mammeloker resaltado

Vista general

Detalle del frontón con la escultura de la caridad romana

Tras la independencia de Bélgica en 1830 la ciudad empieza una lenta recuperación que se traduce en la restauración “en estilo” de sus iglesias y edificios municipales, siguiendo la teorías de Viollet-Le-Duc que abogaban por un a restauración de los edificios “tal como debían haber sido”, aunque eso implicara eliminar partes posteriores por muy interesantes que fueran (es lo que se ha venido a llamar desbarroquización). Además se construyen edificios de nueva planta siguiendo los principios neogóticos, como el Palacio episcopal y la iglesia de Santa Ana. El último edificio que vamos a comentar de esta ciudad es la Boekentoren, Torre de los libros, que es la biblioteca de la Universidad de Gante. Construida por el arquitecto Henry Van der Velde en 1933 como complemento a las tres grandes torres medievales de la ciudad, se denomina torre del deseo ya que la voluntad de su construcción surge tras los impulsos renovadores que supuso la exposición Universal de 1913 en la ciudad. Su diseño general puede encuadrarse dentro del clasicismo depurado por la sobriedad y regularidad de sus volúmenes.
Palacio Episcopal

Boekentoren