martes, 13 de octubre de 2009

La Escalinata del Puerto: un espacio barroco en el centro de Algeciras



A pesar de sus orígenes romanos y la esplendorosa etapa musulmana, Algeciras apenas conserva restos de su pasado. La destrucción de la ciudad en 1379 y su posterior abandono hasta la toma de Gibraltar en 1704 hicieron desaparecer todo vestigio. La reconstrucción de la ciudad, sobre una precaria trama reticular proyectada por Jorge Próspero de Verboom, hizo tabula rasa con los escasos restos visibles, conservándose únicamente algunos tramos de muralla a la espera de reforzarlos y crear un nuevo recinto amurallado adaptado a las exigencias militares de la época, cosa que nunca ocurrió.

La nueva Algeciras se organiza en torno a dos plazas, Alta y Baja, que cumplen las funciones de Plaza Mayor y Plaza de Abastos respectivamente. La Plaza Alta, como su propio nombre indica, está situada en el inicio de la pequeña meseta que es la Villa Nueva (la ampliación musulmana a partir del campamento cristiano construido para el Sitio de 1278). En el lado, este, de la costa, la plaza Alta terminaba en un pequeño acantilado con magníficas vistas a la bahía, creando una línea visual entre la Iglesia Mayor y Gibraltar, como si quisiese recordar a los algecireños sus orígenes en Gibraltar. Esta relación se rompió pronto al colmatarse los cuatro lados de la plaza, aunque siguió quedando un espacio abierto a modo de mirador tras las nuevas edificaciones.

A lo largo de los siglos XVIII y XIX la ciudad se dota de diversos monumentos: Acueducto, Iglesias, Ayuntamiento y palacetes privados. Con el cambio de siglo, y revelada la importancia de la ciudad como puerto, empieza a urbanizarse el borde costero de la ciudad para dar lugar a un Paseo Marítimo. Este proceso, que dura hasta nuestros días, se inició en torno al núcleo inicial del Puerto en la desembocadura del Río de la Miel e Isla Verde, y fue creciendo hacia el Norte y el Sur conformando un gran eje que separaba la vida urbana de las actividades portuarias.

Tras la Guerra Civil queda clara la importancia estratégica de Algeciras y durante la Dictadura del General Francisco Franco, con los Planes de Estabilización, Algeciras se convierte en un potente foco porturario e industrial.

El clasicismo depurado de la arquitectura de la primera etapa del franquismo dejó varios ejemplos en la ciudad, como la Cárcel, la Comandancia de Marina o la escalinata que comunicaba la Plaza Alta con el Paseo Marítimo. Esta última es quizá la más interesante desde el punto de vista formal ya que completa la relación entre el espacio público más representativo de la ciudad y su nuevo paseo marítimo.

Esta escalinata seguía un esquema monumental organizado en cuatro niveles a los que se accedía por una combinación de rampas y escaleras cuyos tramos desembocaban en terrazas ajardinadas. Los dos tramos superiores estaban enlazados mediante escaleras y los inferiores por rampas. Una composición de cinco vanos cóncavos hacía de eje central.


En su contexto original de edificaciones bajas, y desembocando prácticamente en el mar, la escalinata tenía un aire barroco que podría recordar, salvando el tiempo y las distancias, a la también desaparecida escalera del Puerto de Ripetta en Roma.

Ahogada con el tiempo por el crecimiento en altura de las edificaciones anexas y parcialmente oculta por una vegetación densa y mal cuidada, la escalinata fue decayendo para convertirse en refugio de orines y toxicómanos. Dejó de ser un lugar frecuentado por su inseguridad y poca limpieza y empezó a ser visto con incomodidad por los algecireños.

A principios del siglo XXI Algeciras aprueba un nuevo PGOU con el que pretende ponerse a la altura de otras grandes ciudades portuarias. Primó como en tantos otros casos el efecto Guggenheim unido a la especulación y la ciudad decidió eliminar una buena parte de su patrimonio arquitectónico de los siglos XIX y XX sustituyéndolo por insípidos edificios de viviendas y comercios de corte pseudo-minimalistas, cuando no en ese mal llamado clasicismo moderno. Incluso una joya del Movimiento Moderno español como el Mercado de Abastos del Ingeniero Eduardo Torroja vio peligrar su existencia.

La gran escalinata no corrió la misma suerte y la ciudad, escasa de plazas de aparcamiento público tras el cierre del desastroso Centro Comercial Plaza de Andalucía, decide sustituir este espacio público por un edificio de aparcamientos maliciosamente clasificado como subterráneo por considerar como cota de arranque la de la Plaza Alta y no el Paseo Marítimo.

De esta forma Algeciras perdió un precioso espacio de relación entre la gran plaza pública u el paseo marítimo a cambio de los vientos de progreso y modernidad que puede traer un aparcamiento “soterrado por tres lados” y que ha llevado a la ruina al edificio anexo, denominado “Edificio Escalinata” y destinado a correr la misma suerte que sus predecesores.


domingo, 11 de octubre de 2009

Un alma para el espacio litúrgico (IV)


UN FENÓMENO SIN PRECEDENTES

Se puede hablar de iglesias feas ya desde los primeros experimentos del Movimiento Litúrgico, nacido en la primera mitad del siglo XIX en la abadía benedictina de Solesmes. ¿Simple coincidencia?

Se ha dicho que la Iglesia interrumpió el diálogo con los artistas desde hace por lo menos dos siglos. Si se considera debidamente, semejante afirmación no convence, ya que el Movimiento Litúrgico dio origen desde su iniciación a la búsqueda de nuovas formas artísticas. El problema es que lo hizo en nombre de un igualitarismo exagerado, elaborando una concepción de “espacio universal”, donde todos los partecipantes y todos los lugares de la acción ritual tienen el mismo peso, que precede con gran anticipación a las reflexiones de Hammond. El teólogo Romano Guardini (1885-1968) tuvo un continuo y fecundo intercambio de ideas con Rudolf Schwarz (1897-1961), es decir con un refinado arquitecto y pensador católico (1). Y sin embargo las iglesias de Schwarz son desoladoras cajas de cemento, glaciales como la punta de un iceberg que revela la presencia de un corpulento pensamiento racionalista (2).

Rudolf Schwarz. Iglesia de S. Fronleichman. Aquisgrán (Alemania), 1930

Jamás ocurrió en el pasado que la arquitectura sacra fuese fruto del encuentro de liturgistas temerarios, cuyas legítimas aspiraciones a una mejor participación de los fieles superasen el límite de la ortodoxia, con artistas que no logran prescindir del uso de lenguajes típicos de un mundo secularizado. Hasta el siglo XIX se registró en al arquitectura para el culto una relación permanente entre la evolución homogénea del dogma, la fe viva de los constructores y su capacidad constructiva (desarrollada en el cauce de una cultura realista). Y las iglesias eran ejemplos a menudo no superados de belleza, que resisitieron las pruebas del tiempo.

En la primera etapa de la difusión del cristianismo, se pasó de las domus ecclesiae a las iglesias sirias (inspiradas en el modelo de la sinagoga) y a las basílicas romanas. Se perfeccionaron algunos tipos muy claros en su distribución (área de los catecumenos, lugares del bautismo, de la palabra, de la eucaristía, cátedra,...) y adecuados para el dinamismo de la acción litúrgica. Al parecer, los fieles se movían mucho durante la celebración: hombres y mujeres entraban por distintas puertas, se ubicaban en torno a los ambones, luego se alejaban hacia el altar, giraban hacia el oriente durante la consagración, etc.

En correspondencia con la vivacidad de la liturgia, había una gran libertad creativa, más allá de cuanto sea dado comprender a quien hoy visite los monumentos paleocristianos o bizantinos, alterados por el uso más reciente o las restauraciones (3). Los primeros cristianos tenían conciencia profunda del llamado universal a la santidad, que se debilitó con la gran evangelización masiva de los bárbaros. Su fidelidad al mensaje evangélico constituía el fundamento sólido de la libertad de espíritu con la cual modelaban el espacio físico, empleaban las artes figurativas, componían la música, etc.

La liturgia conserva el impulso creativo también en los siglos del románico y el gótico. Mientras la Iglesia no tuvo el problema de enfrentar los graves errores doctrinales de los protestantes, la variedad de expresiones de la acción litúrgica fue sumamente amplia. Únicamente a partir del Concilio di Trento se restringió la celebración dentro de formas muy rígidas, justificadas por la necesidad pastoral de defender la recta doctrina. Era necesario especialmente destacar la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Borromeo refrenó con prescripciones minuciosas la búsqueda de soluciones nuevas que permitiesen seguir considerando a la liturgia una especie de obra de arte total (4).

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(1) No era un diletante de arquitectura sacra, como demostró serlo Richard Meier en la “iglesia del dos mil”, en Roma, que costó más de 15 millones de euros.
Richard Meier. Iglesia del Jubileo. Roma, 2000

(2) Rudolf Schwarz, Costruire la chiesa. Il senso liturgico nell'architettura sacra, Morcelliana, Brescia 1999. El modelo de proyecto de la “catedral de todos los tiempos” propuesto en el libro se basa en una cristología algo dudosa.
(3) Es muy dificil restablecer una hipotética sistematización original en las iglesias antiguas, porque las adecuaciones litúrgicas introducidas en el curso de los siglos han sido a veces brutales. Se han dispersado partes de ambones de sutil valor simbólico (el ambón no era un simple atril, sino el sepulcro vacío desde donde se anunciaba la Resurrección). Más recientemente se han desmembrado altares del Santísimo Sacramento de espléndido trabajo artesanal.
(4) Caroli Borromei, Instructionum fabricæ et supellectilis ecclesiasticæ libri II (1577).

sábado, 10 de octubre de 2009

El TSJA emite una nueva sentencia contraria a la biblioteca del Prado


El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha emitido una nueva sentencia que anula las "determinaciones" del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Sevilla aprobado en 2006 correspondientes a la calificación del frente oriental de los jardines del Prado de San Sebastián como equipamiento de uso educativo, anulando así "la determinación de la construcción" de la nueva biblioteca central de la Universidad de Sevilla en función del recurso administrativo formulado contra dicha calificación del suelo por la comunidad de propietarios del número cinco de lacalle Diego de Riaño.

La sentencia, emitida el pasado 17 de septiembre por la sala de lo Contencioso Administrativo del Alto Tribunal andaluz y recogida por Europa Press, estima "sustancialmente" el recurso contencioso administrativo impulsado por la comunidad de propietarios del número cinco de la calle Diego de Riaño contra la resolución que el 19 de julio de 2006 firmó la por entonces consejera de Obras Públicas y Transportes, Concepción Gutiérrez del Castillo, para aprobar definitivamente el nuevo PGOU de Sevilla, instrumento de planeamiento que calificaba un espacio de 3.915 metros cuadrados de dicho parque público como "equipamiento educativo".

Como ya sucediera el pasado mes de junio como consecuencia del recurso contencioso administrativo impulsado por la comunidad de propietarios del número nueve de la citada calle, y como ha sucedido en función de varios recursos similares, el Alto Tribunal andaluz entiende que los aspectos del PGOU correspondientes a esta calificación de los jardines del Prado de San Sebastián para su uso educativo son "contrarios a derecho".

El fallo, así, sigue la senda de la sentencia emitida por primera vez por el TSJA el pasado 4 de junio a la hora de defender la estipulación del Plan Especial redactado en 1994 para el sector 21 del Prado de San Sebastián como "parque central" frente a los designios del nuevo PGOU, que califica estos 3.915 metros cuadrados como del frente oriental del parque como "equipamiento educativo", al objeto de facilitar la construcción de la nueva biblioteca central promovida por la Universidad de Sevilla.

Cabe recordar que la primera sentencia, como las siguientes, son objeto de recurso ante el Tribunal Supremo (TS) por parte del Ayuntamiento hispalense, la Universidad de Sevilla y la Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio, que han visto además como el Alto tribunal andaluz accedía a la paralización cautelar de los trabajos ya comenzados en este espacio en función de la reclamación de las comunidades de propietarios.

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Parece que sólo queda esperar a una sentencia definitiva que permitirá la reversión al estado previo al inicio de las obras. Esto permitirá recuperar ese gran espacio del Prado para uso y disfrute de todos los vecinos, pues, como ya hemos dicho otras veces, prima en este caso el uso como espacio verde anterior a la biblioteca que las hipotéticas virtudes de la misma sobre un vecindario que la ve como una intrusa. Y no es sólo por voluntad vecinal, sino por una cuestión legal que recuerda que los Ayuntamientos también están sujetos a las mismas leyes que hacen cumplir a sus ciudadanos.

Después de haber insistido tanto en anteriores entradas al respecto en que la principal perjudicada aquí es la Arquitectura Contemporánea y sus defensores, por defender ciegamente algo indefendible, tenemos también que reflexionar en el daño que han hecho a nuestras ciudades los desmanes urbanísticos de alcaldes que han pretendido crear iconos modernos a ciudades que tenían otras necesidades más inmediatas antes que endeudarse con gestos efectistas.