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domingo, 13 de abril de 2014

Julio Anguita y el Clasicismo



En este video, el antiguo dirigente comunista aporta una visión muy elocuente del clasicismo. Ante la pregunta de si era clásico o renovador, en referencia a su ideología, Anguita responde:

"Yo soy un clásico; no soy un antiguo. Lo clásico es la columna dórica y jónica, que nunca perderán virtualidad. Soy un clásico, lo constante, lo permanente".

Constancia, permanencia, inmutabilidad son términos que, sacados del contexto político de esta breve exposición, sirven perfectamente para ilustrar los valores eternos del clasicismo y su función como garante no sólo de una tradición digna de conservarse, sino también de su proyección hacia un futuro sostenible y consecuente con la realidad del entorno. 

Véase:


lunes, 25 de noviembre de 2013

Un Ferrari frente a una casa Georgiana


Michael Taylor (Arquitecto moderno): "La gente se beneficia de coches, aviones y otras tecnologías modernas, así que considerar la apariencia y las fachadas de su arquitectura como un elemento independiente que cite la historia de forma tan clara y literal parece inconsistente. Pienso que la gente está contra contra eso"

Robert Adam (Arquitecto tradicionalista): "Pienso que sólo los arquitectos están contra eso. La mayoría de la gente no tiene problemas con un Ferrari aparcado frente a una casa Georgiana"

jueves, 26 de septiembre de 2013

La modernidad como academicismo

El Arquitecto en casa: antes y ahora. Fuente: The Telegraph

Existen flores cuya belleza supera el fruto que las sucede. Del mismo modo, existen situaciones en las que el proceso resulta más apasionante y constructivo que el resultado mismo. A efectos arquitectónicos, podemos considerar la Ilustración como una hermosa y exuberante flore cuyo fruto, picado por los gusanos, no podría resultar más contrario e inadecuado a sus principios. Baste comparar la sencilla elegancia de la arquitectura georgiana con la recargada pomposidad del eclecticismo victoriano. O la elocuencia con la que Ortiz y Sanz o Durand dieron una expresión racional al clasicismo, con el erial de erudición ornamentalista en el que acabó convirtiéndose la Historia de la Arquitectura.

Los frutos de la arquitectura ilustrada maduraron al calor del Romanticismo, y el torrente creativo de la arquitectura parlante de un Ledoux fue encauzado y domesticado para el beneficio de las artes por un Shinckel. Sin embargo, la poda secó al árbol y lo que perduró hasta la llegada de la modernidad no fue otra cosa que un moribundo academicismo, estéril, incapaz de procrear, sino únicamente de imitar. Los que fueron ejemplos de excelencia se convirtieron en moldes y los textos que codificaban y racionalizaban la tratadística clásica, en una estéril retórica memorizada y repetida hasta la saciedad.

A pesar de que la degeneración a la que había sometido los principios de la Arquitectura Ilustrada privó al Academicismo de lo esencial de la génesis creativa del clasicismo, éste fue capaz de progresar, si bien no por generación, sino por repetición. El Academicismo de la arquitectura decinomónica fue capaz así de dar respuesta a muchos de los nuevos planteamientos surgidos tras la Revolución Industrial, pero no fue mediante la reflexión conjunta de Viruvio y la Antigüedad, como era el propósito ilustrado.

En Artes Plásticas puede observarse una evolución similar; se produjo una mejora en el grado de realismo pictórico en detrimento del idealismo de las artes plásticas anteriores. La pintura y la escultura, aunque técnicamente precisas e impecables, perdieron la virtud de representar simbólicamente la realidad a través de la idealización. La Naturaleza deja de ser modelo de inspiración y el canon de belleza pasa de ser una aspiración de representación ideal d la realidad a ser una normativa dogmática a la que la copia servil de la realidad debe remitirse.

Esta progresiva decadencia y degeneración acabaría dando origen a una reacción contrario al asentado Academicismo, el cual, enrocado en la repetición mal entendida de los cánones ilustrados, no era capaz de tolerar cambios ni variaciones en su anquilosada ortodoxia. Todo asomo de creatividad había sido ahogado por unos cánones que en su momento surgieron precisamente para lo contrario de lo que se usaban.

Así pues, las Vanguardias en las Artes Plásticas y también en la Arquitectura, canalizaron la reacción ante la Academia, mostrando un torrente creativo similar al que mostrara la Ilustración doscientos años antes. El ímpetu de las Vanguardias, unido a su idoneidad tras la Primera Guerra Mundial por representar un arte nuevo para un mundo nuevo, acabaría desplazando al propio academicismo y ocupando definitivamente su lugar tras la Segunda Guerra Mundial, cuando las opciones artísticas clásicas y figurativas quedarían desacreditadas debido a su uso por regímenes totalitarios.

Sin embargo, la modernidad así establecida acabó padeciendo el mismo mal academicista que la arquitectura ilustrada, y se rodeó de una suerte de nueva ortodoxia que, no por oponerse a la anterior, no dejaba de ser dogmática e intransigente. Y de la misma forma que la flor ilustrada se marchitó y dio lugar a un fruto ecléctico que copiaba servilmente, también la flor moderna maduró en un fruto que se copiaba a sí mismo bajo las premisas de la abstracción y el denominado estilo internacional. Ni siquiera las reacciones surgidas en contra del estancamiento de la modernidad fueron capaces de salir de su espiral de dudosa huida hacia delante que ha desembocado en la situación actual del arte y la arquitectura, confundiendo originalidad con extravagancia y mostrándose intolerante ante todo aquello que no emane de su propia ortodoxia.


Las causas de la cristalización de la otrora libre vanguardia en un academicismo más intransigente aún que el anterior (pues ése al menos acabó cediendo su sitio) quedaron retratadas, entre otros, por Tom Wolfe en “La PalabraPintada” y “¿Quién teme al Bauhaus feroz?”: un triunfo conjunto de la vanidad y el desprecio a la historia, unido a la acción sutil y oportunista de quienes se erigieron en árbitros de ese nuevo gusto, a veces sin entenderlo. Es por ello que la vuelta a la senda de la tradición arquitectónica, tomando del progreso lo que éste tenga de bueno, deba considerarse seriamente como una posibilidad frente a la modernidad transmutada en académica y dogmática ortodoxia. 

El nuevo Academicismo Moderno. Fuente: Architecture MMXII

martes, 24 de septiembre de 2013

La lección práctica de la Historia

Vignola contemporáneo. Fuente: Architectural Orders

Tradicionalmente los arquitectos, a la hora de proyectar un edificio, recurrían a referencias anteriores de las que pudieran extraer alguna inspiración o un principio que emular de acuerdo a la naturaleza del edificio. Con la ruptura que supusieron las vanguardias esta tradición de buscar ejemplos de excelencia con los que emular ese ideal de vida armónica al que hacíamos referencia se rompe y los edificios pierden ese valor simbólico en pos de otros valores que buscan ensalzar el alarde tecnológico o meramente mecanicista de la arquitectura. 

La tratadística del Renacimiento establece una serie de tipologías edificatorias (el templo, la basílica, las termas, el teatro...) y elementos espaciales tipo (la sala, el pórtico, la arquería, la escalera), fundamentados en las ruinas de la Antigüedad y que podían usarse a la hora de construir nuevos edificios. A su vez, los órdenes clásicos, que representaban determinadas virtudes de los dioses grecorromanos, podían extrapolarse a las virtudes de los Santos del Cristianismo (Ver: Órdenes de arquitectura y personalidad).

Por tanto, a la hora de construir una iglesia, un arquitecto clasicista sabe, en función de su advocación, qué orden usar y cómo organizar el espacio en virtud a experiencias anteriores. De la misma forma, al construir un determinado edificio, podemos extraer una lección práctica de las tipologías edificatorias y elementos espaciales tipo con los que realizar la composición espacial del edificio.

Además estas analogías trascienden los límites formales de la arquitectura grecorromana para buscar referencias en la arquitectura vernácula, es decir la arquitectura propia de cada región, construida con los materiales disponibles en el entorno y perfectamente adaptada al clima tras siglos de experiencia. Por tanto, a la hora de construir una vivienda, por ejemplo en Segovia, un arquietcto verdaderamente consciente del valor de la tradición intentará vincularse al máximo con la historia y tradiciones constructivas de la región. De éstas tomará lo que pudieren tener de ventajoso de cara a una construcción sostenible con el entorno. Por ejemplo, una característica de la arquitectura moderna son los grandes espacios diáfanos y los grandes ventanales de vidrio, que en el Norte de Europa resultan ventajosos para dar la mayor cantidad posible de luz al interior, pero que en el Sur son completamente insostenibles ya que permiten la entrada de muchísimo calor a la vivienda, que debe compensarse con el uso de máquinas de aire acondicionado. 

Este punto de vista busca la adaptación al medio a través de la adaptación a las tradiciones locales, que en el caso de España bebe por un lado de una serie de elementos vernáculos de "bajo coste" obtenidos de los recursos naturales inmediatos, recubiertos de una pátina de clasicismo con el que dichas construcciones intentan emular el pasado glorioso y armónico que en aquella época se asociaba con la Antigüedad y, en el caso de las Iglesias, dar mayor gloria a Dios con la que consideraban era la mejor y más bella arquitectura producida por la mano del hombre.

Extendido a las artes plásticas (pintura y escultura), la lección práctica implica una doble lectura. A día de hoy cuando se va a un museo, podemos saber toda la historia del encargo de una determinada obra artística, quién fue el modelo, y cuánto cobró el artista, así como los pormenores de dicha pieza hasta acabar en el museo, pasando por una breve descripción iconográfica encaminada a admirar la obra únicamente por su belleza material y no por lo que ésta representa. Un artista que quiera obtener una lección práctica del arte antiguo deberá mirarlo desde la perspectiva de la técnica que como artista posee y a la vez con lo que quiere simbolizar con la obra en cuestión: una escultura de Hércules, por ejemplo, no sólo muestra un cuerpo musculoso con determinados atributos, no es sólo un desnudo. Hércules representa una serie de valores que se plasman a través de una determinada técnica escultórica y una simbología, de forma que quien contemple esa escultura no vea sólo algo bello, sino un modelo a imitar, siembre bajo la óptica de idealización de la Antigüedad y no su lectura rigorista. Y lo mismo por ejemplo con una Magdalena penitente; a día de hoy muchos historiadores se regodean recordando que era una prostituta y si las modelos que sirvieron de inspiración a los artistas también lo eran, la mayor parte de las veces buscando el aspecto sórdido de todo el asunto, cuando en realidad la Magdalena Penitente representa el arrepentimiento y la voluntad de iniciar una vida mejor. El arte por el arte, por el mero placer estético, es una invención de los románticos post-ilustrados del siglo XIX. Con anterioridad el arte y la arquitectura tenían una potente carga simbólica que trasciende el estricto estudio constructivo, ornamental o cronológico.

domingo, 22 de enero de 2012

Hormigón y democracia


La crítica al clasicismo contemporáneo se fundamenta en tres pilares basados a su vez en asociaciones conceptuales. El primer pilar vincula de forma directa los criterios de la arquitectura moderna con la ilustrada; el segundo justifica la modernidad mediante la evolución de las técnicas constructivas y las necesidades funcionales; y el tercero asocia los valores del Movimiento Moderno con los de las democracia, de forma que uno es consecuencia de otro y viceversa. A su vez estas asociaciones se plantean por oposición al clasicismo. De esta forma el primer pilar se erige en legítima y exclusiva continuidad con la tradición, desdeñando el resto de la arquitectura como “pastiche”. El segundo niega la posibilidad de evolución técnica del clasicismo. Y el tercero intenta vincular y valorar la arquitectura a través de la moral y la política, de forma que asocia la arquitectura clásica del siglo XX con los regímenes totalitarios que hicieron uso de ella e ignorando deliberadamente el uso de la misma por parte de las potencias aliadas. 


Las conexiones entre las vanguardias que dieron origen al Movimiento Moderno y la arquitectura de la Ilustración fueron establecidas por el historiador Emil Kauffman en 1933 a través de su libro “De Ledoux a Le Corbusier” (1). Como ocurre con otros tantos autores que se citan sin haberlos leído, el título de la obra eclipsa su propio contenido y el texto de Kauffman muestra la originalidad de la obra de Ledoux desde un prisma moderno y partidista según el cual su arquitectura es a la vez causa y consecuencia de la modernidad, incluyendo en la misma categoría a otros arquitectos iluministas como Boullée. La arquitectura idealista surgida al final del Antiguo Régimen se convierte en una forma de legitimar la ingeniería social que las bases teóricas del Movimiento Moderno llevas implícitas y con ella todos sus planteamientos formales. Así pues sólo el Movimiento Moderno es representante de la línea revolucionaria que marcaron unos arquitectos que, curiosamente, fueron perseguidos por la Revolución Francesa. Tanto Ledoux como Boullée desarrollaron su carrera profesional al amparo de la nobleza francesa de la segunda mitad del siglo XVIII y por ello fueron perseguidos y posteriormente ignorados: representaban simbólicamente la arquitectura del Antiguo Régimen y la pureza de su lenguaje clásico no interesaba a una generación posterior que se encaminaba hacia la extravagancia de los eclecticismos. No obstante, esta arquitectura no se entiende sin la sintaxis explícitamente clásica que emplean sus autores; sin el empleo de los órdenes, esta arquitectura es tan vacía como la moderna que dice ser su heredera. Es más, esta asociación de ideas responde a una estrategia “comercial” por parte de Le Corbusier para legitimar su arquitectura de ojos al público. Otros arquitectos, como Mies van der Rohe, no se molestarían en encontrar conexiones entre la arquitectura del pasado y la suya propia. 

El Movimiento Moderno pretende recoger por un lado la herencia formal de la arquitectura del neoclasicismo ideológico y por otro la de los cambios sociales surgidos tras la revolución francesa y que se habían acelerado tas la Primera Guerra Mundial. Al aunar ambas herencias se legitima frente a los excesos de los eclecticismos, los cuales aun representando la continuidad formal de esas experiencias clásicas, habían obviado la riqueza de su sintaxis y se habían abandonado a la mera ostentación formal, si bien antes de las primeras experiencias modernas surgieron diferentes alternativas a esa “crisis de los eclecticismos” (2). Los horrores de la Gran Guerra, unido al nuevo panorama político internacional animaron a muchos arquitectos a sumarse a manifiestos proclamados hasta entonces o a enunciar otros nuevos con la convicción de que el nuevo orden traería una nueva arquitectura. Esta nueva arquitectura no tuvo inicialmente una expresión teórica unitaria, aunque todas coincidían en la necesidad de la conjunción de esfuerzos entre arte e industria en la creación de una nueva estética al servicio de la sociedad con la ayuda de las máquinas. No será hasta 1932 cuando la Exposición “Estilo Internacional” destile sus características comunes y las proponga como vínculo común a un Movimiento Moderno considerado como unitario a partir de entonces. Sin embargo, esto no supone el triunfo absoluto de la modernidad sobre la tradición anterior y muchos arquitectos en todo el mundo continuaron apegados a las formas tradicionales, bien mediante su continuidad literal a través del lenguaje clásico o vernáculo o a partir del denominado “clasicismo depurado” (3). 

Nos encontramos aquí por tanto con dos formas de entender la arquitectura y de representar una nueva época que, si bien se consideran excluyentes desde un punto de vista teórico (una por continuar la bien continuando la experiencia anterior y otra por romper con ella), convivieron formalmente durante veinte años hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Probablemente la Exposición Internacional de París de 1937 sea uno de los mejores ejemplos de convivencia de ambas corrientes, donde tanto la modernidad como el clasicismo se usaron para representar a los países asistentes (4). 

Sin embargo, el uso que del clasicismo hicieron los diversos regímenes totalitarios del periodo de entreguerras, unido a la emigración de arquitectos de marcada tendencia moderna a los países Aliados, provocó que éste quedara no sólo relegado al olvido una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial (a excepción de la URSS hasta la muerte de Stalin) sino que además se hiciera campaña activa contra estos arquitectos y sus obras por considerarlas representativas por sí mismas de los regímenes fascistas y totalitarios que habían provocado la guerra (5). Habrá que esperar a finales del siglo XX para que la vida y obra de estos arquitectos se valore de acuerdo a su calidad profesional y no a sus convicciones políticas. 

Por último, uno de los apelativos con los que se suele denostar el clasicismo contemporáneo es el de haber estado al servicio de los regímenes fascistas europeos. Un defensor del clasicismo podría ser calificado de “fascista” por defender unas formas arquitectónicas por las que Hitler, Mussolini o Franco en principio tenían predilección. Olvida quien alegremente otorga estos adjetivos que el comunismo también tuvo un dilatado romance con la arquitectura clásica hasta el punto de que el “clasicismo soviético” se convirtió en todo un referente para la Rusia de Stalin, con el lujoso Metro de Moscú y los rascacielos de las Siete Hermanas como elementos más significativos; por no hablar de la continuidad de la tradición clásica en Iberoamérica y los países anglosajones, donde es vista como garante y símbolo de las libertades democráticas. Pero no es nuestro objetivo establecer comparaciones entre arquitecturas y regímenes políticos, pues en su momento dedicamos una entrada al carácter apolítico del clasicismo (ver enlace). 

También olvida quien califica de “fascista” al clasicista que el futurismo italiano tenía una fuerte vinculación con el fascio, y que Mussolini impulsó el racionalismo de Giuseppe Terragni que hoy día se estudia en todas las escuelas de arquitectura. Se suele pensar que estos clasicismos formaban parte de una tendencia conservadora que pretendía seguir anclada en el pasado frente al prometedor futuro que predicaban las vanguardias y que tan desastrosos resultados acabó dando 50 años después como demuestra la simbólica demolición de Pruitt Iggoe o la la Iglesia de San Francisco de Almazán. Sin embargo, el periodo de entreguerras vio triunfar un clasicismo depurado (identificado por muchos como art decó) que siguió demostrando su validez en el nuevo orden surgido del tratado de Versalles. Este clasicismo convivió con las vanguardias, y es prueba de ello el relajamiento progresivo de las posturas de Le Corbusier para poder difundir sus teorías entre un público más amplio. Para ello tuvo que dejar de lado sus violentas fantasías sobre una sociedad completamente sometida a la máquina (hasta el punto de considerar la vivienda como “máquina de habitar”) o sus delirios de tabula rasa sobre París (Plan Voisin de 1925, Ville Contemporaine, Inmueble Villa) y reorientar su teoría hacia puntos de vista más sentimentalistas con los que pudiera atraer a la opinión general hacia el núcleo duro de su teoría. 

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(1) Kaufmann, Emil. De Ledoux a Le Corbusier : origen y desarrollo de la arquitectura autónoma. Ed. Gustavo Gili. Barcelona, 1982. 

(2) Benévolo, Leonardo. Historia de la Arquitectura Contemporánea. Ed. Gustavo Gili. Barcelona, 2008. p. 96 y ss. 

(3) Stern, Robert A. M. Clasicismo Moderno. Ed. Nerea. Madrid, 1988. p. 25 y ss. 

(4) A modo de ejemplo, baste recordar la modernidad del Pabellón de España, proyectado por Jose Luis Sert bajo las premisas del Movimiento Moderno, o el contraste entre los Pabellones de Alemania (Albert Speer) y la Unión Soviética (Boris Iofan), ambos encuadrables dentro del clasicismo depurado. Resulta significativa su posición enfrentada dentro del recinto y cómo ambos usan formas figurativas heredadas del clasicismo para representar la esencia de su ideología: el águila prusiana y la esvástica en el caso de la Alemania Nazi (obra de Arno Breker) y la escultura del Obrero y la Koljosiana para la URSS (obre de Vera Mujina). Y a modo de contraste con ambos, la presencia del Guernica de Pablo Picasso, quien se valió del cubismo para representar los horrores de una guerra civil española que pronto asolaría también al resto de Europa. 

(5) El caso de Albert Speer es paradigmático en este sentido hasta el punto de que rara vez la valoración de su trayectoria profesional como arquitecto se hace de forma independiente a su trayectoria política. Probablemente sea la monografía de Leon Krier la única que desvincula la obra de Speer de sus convicciones políticas. Ver: Krier, Leon. Albert Speer: architecture 1932-1942. Ed. Archives d'Architecture Moderne. Bruselas,1985.

domingo, 6 de febrero de 2011

La ciudad compacta ¿Movilidad sostebible? Es una cuestión urbana (IV)


Autor: Stefano Panzeri
Traducción: Sociedad de Arte Cívico

La reducción en el uso de los automóviles se traduce en una menor dependencia del petróleo, la reducción de los costos sociales del tráfico y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes. Los beneficios medioambientales también provienen de la utilización de materiales regionales y técnicas de construcción ecológicas para la construcción y el aumento de espacios verdes en la periferia. Un factor, este último, que promueve la agricultura local, y por consiguiente la comida a “Km. 0”, y es una protección a la inestabilidad hidrogeológica. También mejora la integración social y la seguridad en el uso y la presencia de los espacios públicos que mejoran las reuniones de barrio y hacen las calles más concurridas y, por tanto, más reservadas. “Bueno”, dio Tagliaventi, “la ciudad compacta es un modelo donde todos ganan y nadie pierde”.  

sábado, 5 de febrero de 2011

La ciudad compacta ¿Movilidad sostebible? Es una cuestión urbana (III)


Autor: Stefano Panzeri
Traducción: Sociedad de Arte Cívico

La receta para un modelo urbano sostenible se llama “CIUDAD COMPACTA” y se basa en dos principios: ocupar menos territorio construyendo en los espacios vacíos dentro de la ciudad e integrar los usos de la tierra, tales como casas, tiendas y oficinas para recuperar el concepto de barrio con edificios de vivienda que mezcla los lugares de trabajo y en la planta baja tiendas, servicios y entretenimientos. Todo entremezclado con plazas y zonas verdes. Un modelo que se repite en las grandes ciudades junto a más distritos autónomos conectados por una red de transporte público. Un enfoque que elimina los polos de atracción externa, reduce la demanda de viajes y favorece al peatón, a los que van en bicicleta o en transporte público, siendo más eficiente para la mayor población que habita la ciudad. Un contexto en el que el automóvil está relegado a zonas perimetrales del barrio para usarlo sólo para destinos a los que no se puede llegar en autobús, tren y aire.  


viernes, 4 de febrero de 2011

La ciudad compacta ¿Movilidad sostebible? Es una cuestión urbana (II)


Autor: Stefano Panzeri
Traducción: Sociedad de Arte Cívico

En apoyo de sus argumentos el urbanista emiliano da el ejemplo de Bolonia. “En las últimas décadas la población ha disminuido un 25% y el área urbanizada creció un 90%, alcanzando una extensión cinco veces mayor que la de Bilbao, localidad española comparable en número de habitantes. Una evolución que ha obligado a la Ciudad a crear nuevas infraestructuras, ampliar las líneas de transporte público y, en consecuencia, aumentar los costos. Por el contrario, la disminución de residentes y pasajeros ha reducido los ingresos que resulta en un déficit presupuestario compensado por la introducción de nuevos impuestos. Y a cambio de impuestos más altos los ciudadanos obtienen servicios ineficientes, un tráfico caótico y niveles de contaminación intolerables”.  


jueves, 3 de febrero de 2011

La ciudad compacta ¿Movilidad sostebible? Es una cuestión urbana (I)


Autor: Stefano Panzeri
Traducción: Sociedad de Arte Cívico

Un enfoque diferente en la construcción de la ciudad puede reducir el tráfico y la contaminación, sino también mejorar las condiciones sociales y de seguridad. Es el concepto de “ciudad compacta”, ahora muy extendido en el norte de Europa y los Estados Unidos, que tiene entre sus fundadores, al planificador italiano Gabriele Tagliaventi.

“Los problemas de la contaminación y la congestión del transporte se pueden superar partiendo de un urbanismo diferente”. Ha dicho Gabriele Tagliaventi, profesor de la Universidad de Ferrara y co-fundador del Movimiento por el renacimiento urbano y la Red de la Eco Ciudad Compacta, asociación que surge para promover una nueva concepción de la metrópolis, la “ciudad compacta”. “En Italia”, explica, “seguimos buscando la lógica de la 'ciudad extendida' que construye casas, centros comerciales, cines y edificios de oficinas fuera de las ciudades. Una ocupación inadecuada del territorio que no hace más que agravar los problemas económicos y ambientales”.

miércoles, 2 de febrero de 2011

La planificación urbana, la política, la transición... (III)


Dr. Stefano Serafini
Director de Investigación de la Sociedad Internacional de Biourbanística
Traducción: María Sánchez

Nuestra tarea, por tanto, va mucho más allá del debate arquitectónico; y también más allá de la forma inadecuada de concebir la política adoptada hasta hoy. Debemos recoger el nuevo reto adormecido de la filosofía y de las ciencias europeas, aquí, donde todo ha comenzado. Es por esto que hemos fundado la Sociedad Internacional de Biourbanística, estando la sede principal en Roma, y nos dirigimos a los ciudadanos y a los expertos de todas las disciplinas para un trabajo colectivo de refundación epistemológica, para renovar las visiones, el espacio, la ética, la política, la ciencia, la civilización.

Los invitamos a colaborar, en primer lugar visitando nuestros sitios www.biourbanism.org y www.biourbanistica.org, y ofrecemos bajo algunos sitios Web americanos, información sobre el tema del espacio urbano y la política. Ellos muestran un análisis simple y concreto; sin duda no encontrarán aquí el nivel de los filósofos Foucault o Lefebvre, sino un mensaje inmediato desde el cual comenzar a articular un discurso más elaborado y necesario.


www.grupposalingaros.net – grupposalingaros.blogspot.com


Estudio Urbano – Sociedad de Arte Cívico

14 Calle 3, 51 zona 10, Murano Center Of. 9 Guatemala Ciudad.

martes, 1 de febrero de 2011

La planificación urbana, la política, la transición... (II)



Dr. Stefano Serafini
Director de Investigación de la Sociedad Internacional de Biourbanística
Traducción: María Sánchez

Cada día una pieza adicional de aquella cultura es derribada: basta con la construcción de un centro comercial para matar decenas de plazas; o de un monumento archistar para apagar la vida entera de un barrio. Basta la deformación de nuestro sentido de la armonía de la estética del consumo, de una filosofía arquitectónica abiertamente sadiana (por ejemplo el deconstructivismo) al servicio de mercados colosales que dominan los medios de comunicación. Basta que entidades de servicio dediquen sus propios recursos a las imágenes, como por ejemplo, algunas carteleras puestas por ciertas municipalidades por encima de los monumentos más bellos de Italia, o los Ferrocarriles del Estado con sus cientos de pantallas publicitarias colocadas en todas las estaciones del país, para que lo hiper-real invada incluso los últimos espacios civiles y su tiempo.

Está absolutamente claro más allá del Atlántico – mucho menos en Europa y en Italia, donde en realidad sólo nosotros movemos una crítica científica tan directa- que el problema arquitectónico y urbanístico tiene un significado político inmediato. Y esta crisis política ejemplificada por la devastación del espacio civil antes de lo ecológico (“la entropía se hace visible”, dice James Howard Kunstler), está estrechamente ligada al final del sueño de la Ilustración, transformándose en una pesadilla nihilista.


lunes, 31 de enero de 2011

La planificación urbana, la política, la transición... (I)



Dr. Stefano Serafini
Director de Investigación de la Sociedad Internacional de Biourbanística
Traducción: María Sánchez

La lucha del GRUPO SALINGAROS y de sus amigos, entre ellos A VISION OF EUROPE (AVOE) y CIVICARCH, contra la disolución de las ciudades en suburbios, fue anticipada en Estados Unidos por una serie de contestatarios de alto nivel: profesores universitarios, investigadores y teóricos de arquitectura. En el corazón del imperio, el impacto ha llegado antes y a escala mucho más amplia, por lo que se puede afirmar que el pueblo americano es el primer testigo-víctima del sistema que los Estados Unidos ha contribuido a difundir en todo el mundo.

La situación es mejor en Europa y esto se debe a la resistencia de una cultura – hecha sobre todo de arquitectura y urbanismo PRE-modernos- que la Segunda Guerra Mundial y la Post-guerra no han conseguido demoler del todo: tenemos algunas ciudades, pequeños centros, calles y plazas que aún se resisten (de ahí la peregrinación continua de académicos e instituciones estadounidenses ante las ciudades de Europa, para encontrar una vía de salvación). Pero, ¿por cuánto tiempo?

domingo, 30 de enero de 2011

Leon Krier responde a Guatemala. Novena pregunta

P: ¿Por qué no puede ser la Modernidad un nuevo Renacimiento, Barroco, etc.?

LK: La modernidad, su sub-urbanismo, su arquitectura,sus tipologías y sus materiales están relacionados de manera única al procesamiento dependiente de los combustibles fósiles. Ya ha durado más tiempo que el Renacimiento, el Barroco o cualquier otro estilo tradicional y aún no ha desarrollado dispositivos léxicos, tipológicos o de asentamiento que puedan sobrevivir al agotamiento de los combustibles fósiles.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Leon Krier responde a Guatemala. Octava pregunta

P: ¿Por qué formamos ciudades? ¿Qué efecto debería tener en el gobierno de las ciudades la razón por la que las formamos? 

LK: Las ciudades son formadas por y para los individuos auto-sirvientes, las familias y las sociedades. Las comunidades urbanas son por lo tanto primordialmente cuerpos que ayudan a perseguir los intereses propios eficientemente. Es una herramienta para dominar la violencia generada por rivalidades en competencia. La buena arquitectura y el espacio público son los complementos necesarios para los buenos modales y el buen comportamiento. En ves de exacerbar la violencia, promueven la paz social y hacen que la buena vida con los demás sea posible, deseable y hasta irrenunciable.

martes, 28 de diciembre de 2010

Leon Krier responde a Guatemala. Séptima pregunta.

P: ¿Puede hacerse realidad la ciudad policéntrica por el sector privado solamente? ¿Hasta qué grado se necesita la intervención gubernamental para hacer realidad un objetivo de tan grande alcance? 

LK: De hecho la industria de la construcción está tan altamente especializada que si se le dea actuar por sí sola va a reproducir solamente vastas expansiones de los mimos productos en masa clonados, piezas de consumo, distritos completos desechables. La economía, la tecnología de la construcción, y no por último la zonificación urbana mono-funcional, resultan todas en los mismos suburbios universales explotados y segregados. Incluso sin los decretos de zonificación, la economía de la construcción va a producir el mismo modelo en todos lados, EL MISMO CRECIMIENTO URBANO HORIZONTAL O VERTICAL MONOTEMÁTICO, LA NO-CIUDAD DE LAS NO-COMUNIDADES. Las autoridades públicas de planeamiento también promueven este modelo generalmente. 

Las ciudades y comunidades urbanas auténticas no son el resultado inevitable de la industria de la construcción y la economía, esto lo sabemos ahora. Ya no es justificable tener la esperanza de que todo saldrá bien al final. Así que, sin ninguna posible duda, las instituciones públicas de planeamiento deben jugar un papel en la coordinación de las actividades nacionales de construcción, de manera que surjan verdaderas ciudades con los materiales, las formas y la densidad correctos y en todas las localidades. Es una tarea enorme. No es cuestión de construir una economía planificada. Sabemos que el socialismo no funciona. Sin embargo, las grandes ciudades siempre han surgido de planos y códigos muy rudimentarios. Necesitamos utilizar esos instrumentos nuevamente. Hasta ahora han sido ignorados o descartados.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Leon Krier responde a Guatemala. Sexta pregunta.

P: Como urbanistas o arquitectos entendemos que los edificios por sí solos no hacen una ciudad, ¿qué iniciativas podemos tratar de implementar para revivir nuestros centros urbanos? 

LK: Las palabras solas no hacen un texto. El significado surge de las posiciones que ocupan las palabras en relación una con la otra. Los reglamentos de zonificación modernos (mono-funcionales) convierten la ciudad en un diccionario, en áreas separadas de almacenaje para edificios del mismo uso y tipo y escala. Organizan la ciudad en distritos de funciones especializadas en vez de construir un texto comúnmente entendible. Como todas las sociedades urbanas antes de nosotros, tenemos todavía edificios privados y públicos, edificios para asambleas y para aislamiento, para trabajo y entretenimiento, para plegaria y distracción, para ruido y silencio, para comprar y vender, para descanso y ejercicio, para curar y matar, para la vida y la muerte. Sin embargo, en vez de servir al usuario y productor individuales, la forma de la ciudad es dictada hoy en día primordialmente por los objetivos de la sociedad en masa, la política en masa, el transporte en masa, la producción en masa, la venta en masa, el turismo en masa, el consumismo en masa, la administración en masa, la inversión en masa, el entretenimiento en masa, la educación en masa. La ciudad tradicional en cambio es construida en base a la promoción de iniciativas individuales, siendo así de una escala modesta o más ambiciosa. Es la variedad dimensional y funcional de los lotes de vecindad, produciendo buen espacio urbano, lo que nos permite que las rivalidades sociales se canalicen a formas de comunidad civilizadas y civilizadoras. Esa es la meta más importante y el papel más sobresaliente del URBANISMO TRADICIONAL.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Leon Krier responde a Guatemala. Quinta pregunta.

P: ¿Cómo van a encajar nuevas tecnologías y descubrimientos con la forma de la ciudad tradicional? ¿No quieren los seres humanos objetos y tecnologías nuevas para progresar? 

LK: La pregunta es, ¿hacia dónde quiere progresar la humanidad? El progreso por sí mismo no es una meta. Si usted no tiene una meta sino sólo una mera esperanza de que la progresión lo va a llevar a un mundo mejor, entonces usted estará muy ciertamente andando en círculos. Los seres humanos literalmente se han emborrachado con los combustibles fósiles. Están borrachos y sin mayor meta que una esperanza ciega de que las cosas van a mejorar generalmente y para todos. Hoy en día es patentemente evidente que la disponibilidad generalizada de combustibles fósiles ha cambiado la misma naturaleza de la construcción y el asentamiento. Los materiales de construcción sintéticos, que son su producto, llevan métodos de construcción, ensamblaje, acoplado y técnicas de envoltura que no sólo están reemplazando en todo lugar a los métodos tradicionales y materiales de construcción naturales, sino que además están siendo considerados colectivamente como inevitables y superiores. Los deseos colectivos ya no están orientados hacia lo auténtico sino hacia lo sintético, lo manipulado, lo falso y lo de marca. Las identidades individuales están siendo remodeladas por identidades en masa. La tecnología y los materiales tradicionales son entonces considerados como obsoletos e inferiores. A pesar de que esta mitología modernista es constantemente minada por la experiencia práctica, este sistema de creencia está sobreviviendo a pesar de una seria falta de apoyo ideológico o experiencia práctica. Se ha convertido en una segunda naturaleza para nuestras sociedades. Nuestra construcción impulsada por los combustibles fósiles y técnicas de asentamiento nos permiten descartar temporalmente las condiciones locales de la naturaleza, la geografía, el clima, el suelo y finalmente de una experiencia ambiental y cultura material milenarias. La esperanza de que la construcción y el asentamiento ecológicos van a ser necesariamente de alta tecnología es una parte esencia de este sistema de creencia basado en los combustibles fósiles. 

Sin embargo, estoy seguro que la arquitectura sostenible y la tecnología del futuro a largo plazo, no van a ser de una naturaleza de alta tecnología. Los métodos y técnicas de alta tecnología van a sobrevivir predeciblemente en los centros de poder imperial, van a ser monopolizados por una pequeña clase autoritaria dominante. Lo que ha pasado en Rusia tras el colapso del sistema soviético va a pasar probablemente en nuestras propias sociedades occidentales... a menos que ya nos preparemos ahora contra tales adquisiciones.  

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Leon Krier responde a Guatemala. Cuarta pregunta.


P: La desigualdad y la violencia, ¿cómo se puede diseñar una nueva ciudad segura en Guatemala? ¿Se debe diseñar sólo una ciudad para la clase alta? 

LK: La gente en Guatemala quiere vivir en comunidades con garita de seguridad porque está asustada de manera justificada. Los muros, sin embargo, son un dispositivo traicionero, ya que incrementan el distanciamiento y la arrogancia de un lado; de la división social, y el rencor creciente del otro lado. Mi postura es que las casas, los apartamentos y las manzanas urbanas son la entidad amurallada más grande que debe ser construida y adicionalmente, deberíamos asegurar una mezcla rica en variedad de niveles de ingreso y usos residenciales y no residenciales para convertirnos en VECINOS URBANOS. Es esa mezcla y sentido de ser vecino lo que nos va a garantizar un ambiente urbano seguro. No hay otra manera de establecer seguridad urbana. Lo que asegura la seguridad del dominio público compartido es el interés propio recíproco de las diferentes clases sociales. Se necesitan mutuamente para establecer, ratificar y mantener su propia identidad y estatus. Los ricos que viven solamente entre ricos experimentan una rivalidad exasperante sin fin. Tu casa, tu coche, tus hijos nunca son lo suficientemente grandes, bellos o inteligentes para que te sientas tranquilo entre tus iguales. Las verdaderas comunidades urbanas son policromáticas. Para garantizar la seguridad inicial se necesita una presencia visible de la policía, pero, a medida que la ciudad madura y empieza a funcionar con toda su complejidad, esta presencia policíaca va a ser disminuida. Las buenas ciudades son esencialmente auto-vigiladas; la policía juega un papel simbólico más que militar. Los patrones de propiedad urbana tradicionales son de hecho una herramienta esencial que permite que las violencias rivales sean vencidas y se vuelvan civilizadas. Este es el significado pleno del término “urbanidad”. No sólo es acerca de ladrillo y mortero.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Leon Krier responde a Guatemala. Segunda y tercera pregunta.


P: ¿Limita el nuevo urbanismo la creatividad, sí o no? 

LK: ¿Limita el lenguaje la creatividad, sí o no? La arquitectura tradicional y el urbanismo son parte de la construcción y de una solución tecnológica. Ellos son más universales que el lenguaje hablado. Tú no necesitas traducción para entender una arquitectura tradicional extranjera o un sistema de red de calles. Sus formas son soluciones evidentes, prácticas y estéticas a los problemas locales de vivienda y asentamiento. ¿Limita la tecnología la creatividad? 

P: ¿Cómo puede un nuevo urbanismo funcionar en un mundo globalizado, donde los gustos son tan diversos y eclécticos? ¿Cómo se pueden imponer tipologías, estilos y visiones del mundo que no parecen estar en armonía con los deseos y necesidades de las personas de diferentes comunidades? 

LK: El urbanismo y la arquitectura tradicional no son un estilo sino una técnica, que ofrecen las herramientas geométricas y tipológicas para planificar y construir en armonía con los lugares determinados, para estar en sintonía con la altitud, el clima y el suelo, que son la duración y la definición de metros de inteligencia práctica y de asentamiento humano estético. Contrariamenta a la implicación de la pregunta, la globalización conduce a la nivelación de las diferencias, a la clonación de los gustos y deseos. A la reducción radical de modelos y lenguajes. La construcción tradicional se acerca al restablecimiento de la policromía de lugares. Los arquitectos tradicionales no construyen el mismo edificio en diferentes climas. Ellos tienen las herramientas para leer, comprender y utilizar las técnicas de construcción, materiales y formas que son específicas de una ubicación geográfica y de su específica cultura de construcción.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Leon Krier responde a Guatemala. Primera pregunta.


P: ¿Hay algún otro tema más allá de la identificación de arquitecturas del pasado como el Gótico, el Renacimiento, el Barroco o la Arquitectura Griega? ¿De qué manera se relaciona la escala, belleza, salud, eficiencia y calidad de vida con las formas viejas? 

LK: ¿Qué relación tiene la escala, la belleza, la salud, la eficiencia, la calidad de la vida con respecto a las viejas formas como caras, manos, rodillas, bocas, ojos, piernas o los oídos? No estoy interesado en los estilos del pasado, sino en la creación de técnicas que han desarrollado un vocabulario de formas que surge de las cualidades físicas de los materiales de construcción naturales como la piedra, tierra, arcilla, madera. En las culturas tradicionales los materiales sintéticos como los metales han sido utilizados durante siglos con mucha moderación porque necesitan un procesamiento altamente sofisticado. 

El abundante uso de las energías de combustibles fósiles ha resultado en una riqueza de materiales sintéticos procesados a máquina. Se trata de materiales plásticos cuya estabilidad no es necesariamente el resultado de una moldura estructural inteligente, sino de la calidad química de los materiales moldeados, fundidos, clavados, engomados, recortados o atornillados. Casi todos los concretos de acero reforzado (hormigones armados) se pueden colocar de cualquier forma sobre el suelo sin colapsar mientras que un arco de ladrillo se derrumbará si no se monta en una forma correcta tectónicamente. 

Según el famoso dicho de Louis Khan “el ladrillo nos enseña cómo construir un arco”, el hormigón sin embargo no enseña las formas, puede ser moldeado en formas arbitrarias sin derrumbare. Ya no es el genio de los arquitectos de la construcción lo que sostiene el edificio, sino la ingeniería informática. Es divertido ver que las estructuras más tontas tectónicamente encuentran hoy día la mayoría de la aprobación de los medios de comunicación. Son un entretenimiento para-arquitectónico, que se extinguirá con la escasez creciente de combustibles fósiles.