Dos formas muy diferentes de reconocer la labor de los promotores de un barrio:
Izquierda: Acceso al Residencial Francisco Hernando en Seseña. Fuente: The Global Mail. El propio promotor da nombre al conjunto urbano que construye.
Derecha: Monumento a Thomas Cubitt (1788-1855) en el barrio de Pimlico, Londres. Fuente: Wikimedia Commons. La ciudad levanta un monumento al promotor del barrio 140 años después de su muerte.
Durante los años
boyantes de la burbuja inmobiliaria en España se gestaron una serie
de modelos urbanísticos que, tras el pinchazo de la misma, empiezan
a revelar su ineficiencia. Estos modelos podrían resumirse en dos
casos bien conocidos en la meseta castellana: Seseña y el Plan de
Actuación Urbanística (PAU) del barrio de Vallecas en Madrid. Si
bien ambos obedecen a un patrón básico de edificios de varias
alturas sobre una planta en damero, y con los servicios propios de
una “ciudad dormitorio”, desde el estamento arquitectónico se ha
demonizado Seseña como símbolo de todos los vicios de la
especulación, y encumbrado PAU Vallecas (así como PAU Sanchinarro)
como cúmulo de virtudes de una nueva arquitectura española
concienciada en lo social a la vez que abierta a la experimentación
y la sostenibilidad. Pero transcurridos los años prósperos, ambos
ensanches urbanos languidecen ante la falta de ocupación y la
carencia de servicios. Su supuesta sostenibilidad altamente
dependiente de la tecnología los convierte en edificios caros de
mantener. Teniendo en cuenta que muchas de esas viviendas son de
protección social, es de suponer que con el paso de los años sus
propietarios no puedan costear el mantenimiento de tan costosa
génesis proyectual y el complejo acabe decayendo hasta convertirse
en un foco de marginalidad al estilo de Pruitt Iggoe, cuya demolición
en 1972 marca simbólicamente el fin del Movimiento Moderno.
Ante ese panorama, ni el
vicio de la especulación ni la virtud de la misma disfrazada de
modernidad y sostenibilidad se revelan capaces de dar una respuesta
viable al reto que supone cualquier ampliación de la ciudad. Las
opciones que buscan una nueva utopía urbana y social mediante
revoluciones y asamblearismos tampoco nos parecen bien encaminadas,
toda vez que en la mayoría de ocasiones se limitan a revisar los
postulados de la modernidad y a actualizar su estética. Habría por
tanto que buscar un ejemplo histórico que hubiera sido capaz de
crear una trama urbana y una arquitectura con la suficiente potencia
y coherencia como para haber superado las vicisitudes de los tiempos
y llegar a nuestros días como ejemplo a seguir.
Aunque en España tenemos
ejemplos de hermosos ensanches decimonónicos y sea muy reseñable la
labor de la Dirección General de Regiones Devastadas tras la Guerra
Civil, en esta ocasión queremos mostrar un caso foráneo en el que
trama urbana y arquitectura generan un entorno habitable y
socialmente sostenible. Nos referimos al barrio de Pímlico en
Londres, construido en los años centrales del siglo XIX siguiendo un
patrón arquitectónico común.
La urbanización de
Pímlico, junto con la del vecino barrio de Belgravia, se debe a los
deseos de Richard Grosvenor, Segundo marqués de Westminster
(1795-1869), propietario de los terrenos con cuya promoción obtuvo
pingues beneficios que lo convirtieron en una de las personas más
ricas de su tiempo. El marqués encargó el proyecto a Thomas Cubbit
(1788-1855), miembro de una familia de arquitectos y constructores
entre los que estaba su hermano Lewis (1799-1883), arquitecto de la
estación de King Cross (1851).
Antes de su desarrollo,
Pímlico era una zona de huertas sobre la que Cubbitt dispuso una
malla que se adapta al contorno del Támesis y a caminos existentes.
Dos grandes plazas ajardinadas de uso semiprivado (Eccleston Square y
Warqick Square) y tres iglesias (Santiago el Menor, S. Gabriel y S.
Salvador) completan los equipamientos necesarios para la época, que
con el tiempo se irían ampliando. Sobre las parcelas resultantes se
edificarán viviendas de dos y tres alturas con patio inglés (sótano
rehundido) que siguen un patrón compositivo uniforme y eficaz.
Pimlico hacia 1863, concluido según los diseños de Cubitt. Fuente: Hobhouse, Hermione. Thomas Cubitt, Master Builder. Londres, 1995.
Fotografía aérea de Pimlico en la actualidad. Fuente: Flickr.
Las parcelas suelen ser
estrechas, con dos huecos al exterior y un pórtico de orden toscano
que precede la entrada. Las molduras que rodean los huecos se van
haciendo más sencillas a medida que subimos de nivel y la última
planta suele ser un bajo cubierta con mansarda más o menos
elaboradas. Lejos de parecer un conjunto monótono, pequeñas
variaciones en columnas, entablamentos y molduras dan variedad al
conjunto urbano, que se conforma así como diverso en la unidad. Esto
era algo por lo que se clamaba desde la teoría arquitectónica
francesa de la Ilustración, tipificada perfectamente en los escritos
de Durand y Laugier sobre los conjuntos urbanos. Además, tanto las
calles principales (St. George's Drive y Belgrave Road) como las
parcelas que rodean las plazas, muestran un desarrollo compositivo
más elaborado al ir destinadas a propietarios más pudientes.
Alderney Street, Pimlico, Londres. Fuente: Flickr
Eccleston Square, Pimlico, Londres. Fuente: Flickr.
Gloucester Street, Pimlico, Londres. Fuente: Flickr.
St. George's Drive, Pimlico, Londres. Fuente: Flickr.
Warwick Square, Pimlico, Londres. Fuente: Flickr.
Winchester Street, Pimlico, Londres. Fuente: Flickr.
De hecho, los mapas de la
pobreza de Londres siempre mostraron Pímlico como un barrio de clase
media, a diferencia del vecino barrio de Belgravia, habitado por la
alta burguesía del momento y a día de hoy una de las zonas más
exclusivas de la ciudad. Belgravia también fue construida por
Cubitt, si bien su carácter más lujoso se sale de nuestro propósito
de mostrar un desarrollo urbano proyectable dentro del clasicismo y
que resulte eficiente y asequible.
De esta eficiencia es
muestra el fuerte carácter del barrio (referido en ocasiones como "Pimlico grid", la "malla de Pímlico"), que fue objeto
incluso de la comedia de "Pasaporte a Pimlico" (1949), en la que
sus habitantes se declaran borgoñones y se independizan de Reino
Unido.
Como recuerdo a su
promotor, la ciudad agradecida levantó monumentos tanto a Lord
Gorsvenor como a Thomas Cubitt, mostrando al primero con el plano de
los barrios que promovió y al segundo con objetos propios de su
doble oficio como arquitecto y constructor. Toda una lección de la
historia que habría que comparar con los monumentos que adornan las
calles de Seseña y PAU Vallecas.
Esculturas a Thomas Cubitt en Pimlico (Escultor: William Fawke, 1995) y Lord Grosvenor en Belgravia (Escultor: Jonathan Wilder, 1998). Fuente: Wikimedia Commons.
Frente a las pretensiones
de promotores y arquitectos modernos, unos movidos por la obtención
del máximo lucro, otros movidos por unas utopías sociales y
estéticas que hacen tabula rasa con la historia y la tradición para
emprender una dudosa huida hacia delante, el carácter sosegado de la
arquitectura y el urbanismo de Pimlico nos muestra cómo es posible
crear variedad desde la unidad del clasicismo así como un entrono
urbano agradable y fuertemente vinculado a sus habitantes.
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