Mostrando entradas con la etiqueta Miguel Fisac. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Miguel Fisac. Mostrar todas las entradas

viernes, 26 de noviembre de 2010

Damnatio memoriae

Damnatio memoriae es el nombre de un proceso administrativo romano mediante el cual el senado "condenaba la memoria" (su traducción literal) de emperadores o miembros relevantes de la sociedad romana por considerarlos enemigos públicos. La Damnatio memoriae tiene sus orígenes en el Antiguo Egipto, donde era un proceso seguido por los faraones para con sus predecesores con el fin de erradicar su culto y por tanto eliminarles la posibilidad, según su religión, de la vida eterna. Sin embargo, en Roma adquiere un tinte menos religioso y se emplea como práctica administrativa consistente en embargar sus propiedades, borrar su nombre de las inscripciones públicas y destruir sus estatuas, consiguiendo en definitiva provocar el olvido de dicha persona para las generaciones futuras. Sin embargo, debido a los estragos del tiempo, es imposible saber cuántos personajes públicos romanos sufrieron realmente este proceso. Lejos de desaparecer con la caída del Imperio Romano, la damnatio memoriae se convirtió en un procedimiento recurrente para hacer olvidar al pueblo tanto los errores como las virtudes de los gobernantes fallecidos o derrocados. 


En la imagen, el frontispicio del Edificio Central del CSIC antes y después de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica. El texto en latín alusivo a su fundación durante época franquista ha sido sustituido por un bloque de piedra que deja únicamente visto el relieve del árbol de la ciencia, símbolo de esta institución. Objetivamente hablando, se trata de una aplicación de la damnatio memoriae al amparo de la legislación vigente. El resultado de la intervención es discreto y no altera el aspecto general del magnífico edificio proyectado por Miguel Fisac.

lunes, 9 de agosto de 2010

Clasicismo depurado: Edificio Central del CSIC. Miguel Fisac.

Como tantos otros maestros de la Modernidad, Miguel Fisac inició su vida profesional con un breve romance con el clasicismo, mostrando un completo dominio de la arquitectura clásica. Aunque esta rápidamente evolucionó hacia formas modernas no cabe duda que ese amplio dominio de la arquitectura clásica influyó positivamente en su obra.

El Edificio Central del CSIC fue su segunda obra (1943), después de la Iglesia del Espíritu Santo (1942). Se trata de un edificio largo que ocupa un espacio central dentro del conjunto de edificios; con un pórtico central de tres vanos con columnas corintias pareadas muy depuradas en su composición y seis filas de ventanas verticales a cada lado. La solemne fachada de granito se ve interrumpida por el pórtico central, donde las columnas se colocan pareadas para permitir una mayor anchura del vano. Sobre las columnas se coloca un sencillo entablamento coronado por un ático con una inscripción conmemorativa y el emblema del CSIC.


Para saber más:

viernes, 6 de agosto de 2010

Clasicismo depurado: Iglesia del Espíritu Santo en Madrid. Miguel Fisac

La arquitectura de Miguel Fisac destaca por su plástica dominación del hormigón armado y pretensado, aprovechando al máximo las capacidades estructurales del material y llevándolo a los límites formales que las técnicas de la época permitían. La parroquia de Santa Ana en Moratalaz o los laboratorios Jorba (popularmente conocidos como la “Pagoda”, demolidos en 1999) son dos edificios representativos a la hora de alabar las cualidades modernas de este arquitecto; sin embargo, solemos olvidar que, como muchos otros maestros de la modernidad, Fisac inició su vida profesional muy vinculado al clasicismo con la construcción de varios edificios para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Se trata de un clasicismo que como su propio nombre indica pretendía depurarse de los excesos de los eclecticismos de décadas anteriores, así como del intento del modernismo (art nouveau) de crear un arte nuevo. Se trata pues de una llamada al orden como la que supuso el neoclasicismo tras dos siglos de extravagancias manieristas y barrocas.

Aunque con frecuencia se suele asociar este clasicismo con los regímenes totalitarios (fascistas y comunistas), lo cierto es que fue una arquitectura habitual en todas las naciones europeas hasta la Segunda Guerra Mundial. Finalizada ésta, el Plan Marshall y el Estilo Internacional auspiciados por los Estados Unidos (que lo había adoptado como insignia del “New Deal”), desbancarán este clasicismo que queda recluido a los países de la órbita soviética, España y Portugal.

La Iglesia del Espíritu Santo se construyó en 1942 para cubrir las necesidades espirituales de los investigadores del CSIC. Se aprovecharon parte de los muros del Auditorio de la Residencia de Estudiantes (construido por Carlos Arniches y Martín Domínguez en 1931), pues éste había perdido su función específica al desaparecer dicha institución al finalizar la Guerra Civil. Fisac aprovecha la planta rectangular para crear una iglesia de una sola nave cuya volumetría, si exceptuamos el ábside, guarda cierta similitud con el arquetipo de iglesia jesuítica de una sola nave con capillas laterales.

La iglesia es de una sola nave, sin crucero y presbiterio elevado sobre el nivel de la nave, con un único altar sin retablo, destacándolo como el punto noble del templo tanto en el interior como en el exterior. La nave tiene 21 m. de largo y 14 de anchura y está cubierta por tres bóvedas vaídas de hormigón armado con una altura de 18 m. La nave se ilumina mediante seis ventanas laterales bajo los arcos formeros y la gran ventana circular de la fachada.

El ábside es un cilindro de 14 m. de diámetro, cubierto con una cúpula sin linterna de una altura total interior de 31 m de altura, rematado por diez vanos que proyectan una luz cenital sobre el altar. El paso de la superficie cilíndrica del ábside a la rectangular del resto del templo se hace por medio de dos pechinas apoyadas en un arco triunfal que une el ábside y la nave de la iglesia.
Planta y Sección

Un orden de pilastras sencillas, abstractamente dóricas, casi sin basa ni capitel y con un entablamento igualmente depurado, rodean el ábside y hacen descansar los arcos fajones de la bóveda. Fisac cuidó mucho la iluminación y la simbología de la iglesia (los relieves son obra de Juan Adsuara y los frescos de Ramón Stolz), usando el mármol rojo para el ábside (símbolo de la liturgia del Espíritu Santo) y el gris para la nave, orientando de esa forma la vista de los fieles hacia un altar mucho más iluminado (gracias a las ventanas del tambor) que la nave. Todos los elementos parten de un mismo módulo tratado independientemente de la escala humana con el propósito de dar el sentido de verdadera magnitud a la iglesia a partir del contraste entre ambas, a diferencia de la mayoría de las iglesias que concatenaban diferentes ordenaciones desde la escala humana a la colosal, generando una gran confusión a la hora de apreciar la verdadera magnitud de los elementos arquitectónicos.

Detalle del ábside
Detalle de los lunetos
Detalle de la tribuna
En el exterior el arquitecto decide mantener las sobrias fachadas de ladrillo que caracterizaron al edificio reaprovechado; se mantienen los dos arcos ciegos laterales y el cuerpo central avanza un poco para destacarse con una sencilla puerta palladiana sobre la que apoya una arquería ciega y el gran rosetón. Una sencilla cornisa y frontón rematan la fachada.

La fachada del auditorio en comparación con la fachada de la iglesia
Detalle de la puerta de acceso

La propia construcción de la iglesia supuso un reto para el arquitecto, que en un momento de gran escasez de hierro y otros materiales de construcción en la España de la posguerra supo aunar tradición y modernidad construyendo las bóvedas a partir de arcos formeros y fajones de hormigón armado conformando tres espacios rectangulares cubiertos cada uno con una bóveda vaída, tabicada de rasillas siguiendo dicha tradición constructiva española. Como dato anecdótico, el presupuesto total de la obra ascendió a un millón trescientas setenta y dos mil ochocientas ochenta pesetas, con cuarenta céntimos (unos 8500 €).

Las cimbras durante el proceso constructivo

Para saber más: