domingo, 10 de febrero de 2013

Monumentos para (mucho) después de una guerra

RAF Bomber Command Memorial. Londres, Green Park.
Arquitecto: Liam O'Connor.
Año: 2012

Memorial de los bombarderos de la RAF (2012); exterior desde Green Park. Fuente: Fundación de la Real Fuerza Aérea

La construcción de memoriales de guerra es tan antigua como la guerra misma. Los trofeos y monumentos romanos a las victorias militares se convirtieron en el modelo a seguir por todos los gobernantes europeos durante siglos: obeliscos, pirámides, trofeos honraban los logros bélicos de las monarquías. Los caídos y las derrotas se honraban desde el ámbito religioso, pero con el surgimiento de la exhalación nacional tras la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas, empiezan a construirse monumentos que no sólo honran las victorias sino también a los caídos en combate como símbolo de los que luchan por la libertad e independencia de la nación. Tras las dos Guerras Mundiales se construyen numerosos monumentos en los que se empieza a honrar a grupos e individuos concretos ya no como defensores de la libertad sino como víctimas del conflicto. De esta forma la exaltación nacional pasa por el respeto y el recuerdo de los caídos, evitando implicaciones bélicas más allá del valor de los soldados, pues también se honra a los civiles como víctimas de la barbarie de la guerra.

Mientras que los memoriales del periodo de entreguerras siguieron el patrón tradicional inspirado en Roma, el triunfo del Movimiento Moderno tras la Segunda Guerra Mundial abrió el camino hacia monumentos más abstractos y conceptuales. La honra a los caídos dejó de mostrarse a través de la iconografía clásica y se opta por esculturas basadas en prismas puros únicamente rotos por los nombres de los caídos o un texto conmemorativo. La caída de la Unión Soviética y el cincuentenario de la Segunda Guerra Mundial propició la construcción de nuevos memoriales dedicados a las víctimas. El Monumento a los judíos de Europa asesinados, obra de Peter Eisenman e inaugurado en Berlín en 2005, podría considerarse como una obra típica de los memoriales construidos mucho después de una guerra.

Frente a esa concepción que parece más preocupada en la búsqueda macabra de una experiencia horrible que en la honra de las víctimas y la concordia de la paz, el arquitecto Liam O'Connor ha proyectado un edificio en el centro de Londres dedicado a los aviadores de la Real Fuerza Aérea Británica que murieron en combate durante los bombardeos aliados a las ciudades alemanas durante la segunda Guerra Mundial. Si bien la actuación de los aliados fue más que cuestionable tanto por la pérdida de vidas humanas como por la destrucción sistemática del tejido urbano alemán, el monumento honra por igual a los aviadores caídos en acto de servicio como a las víctimas producidas por dichos bombardeos, fomentando la concordia anglo-franco-germana en la que se ha fundamentado la construcción de la Unión Europea.

El edificio es un sencillo pabellón rectangular de orden dórico griego con una columnata del mismo orden a ambos lados rematados por unos pilonos a modo de luminarias. Al interior se accede a través de un pórtico hexástilo ligeramente empotrado en el muro (aproximadamente 1/3 de su diámetro), donde pueden apreciarse varias inscripciones conmemorativas así como un gran grupo escultórico del escultor Phillip Jackson que representa a un grupo de jóvenes aviadores de vuelta de una misión.

 Vista exterior del memorial desde Hyde Park Corner. Fuente: The guardian.

 Extremo de las columnatas. Fuente: Diario de la vida de un arqueólogo.

Inauguración de la escultura por parte de la Reina Isabel II. Fuente: Daily Mail

El orden dórico cumple perfectamente su misión de crear un continente robusto, sobrio y digno que se integra perfectamente en el entorno de Green Park y los edificios clásicos que lo rodean. Es cierto que el orden empleado no es un dórico puramente griego y que la ausencia de triglifos y la cornisa superior han sido objeto de críticas, algo habitual por quienes juzgan el clasicismo bajo una óptica en exceso purista pero que no deja de ser una mala interpretación de Vignola. Quizá habría a ese respecto que recordar las palabras que José Ortiz y Sanz dedicara al asunto en el prólogo de su edición de Palladio de 1797:

“Podrán hallarse algunas subdivisiones en aquellos grados ú Ordenes, v. gr. entre Dórico y Jónico, ó entre este y el Corintio: pero tales grados nunca podrían constituir nuevo carácter, ni mudar la esencia de los Ordenes establecidos, y solo versaría sobre los ornatos y cosas accidentales. Los triglifos, por exemplo, son el distintivo principal del Dórico: pero aunque no los tenga será Dórico el Orden cuya columna tenga Dórico el capitel, dimensiones y demás miembros de aquel Orden. Nadie duda sea Dórico el hermosísimo pórtico elíptico que levantó Bernini en la gran plaza del Vaticano, sin embargo de que no le puso triglifos.”

Palladio, Andrea. Los Cuatro Libros de Arquitectura de Andrea Palladio, Vicentino. Traducidos e ilustrados con notas por Don Joseph Francisco Ortiz ySanz, Presbítero. Imprenta Real. Madrid, 1797. Página XV

Casa de los Guardas en Hyde Park Corner. Fuente: Flickr
Situada a escasos metros, ambos edificios comparten el orden dórico como elemento común, facilitando el diálogo y la integración en el paisaje urbano del nuevo memorial. 

1 comentario:

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