domingo, 31 de agosto de 2008

Conversaciones en torno al clasicismo (VIII)

A la luz de las anteriores conversaciones, ¿qué entiendes por clasicismo?

Mi concepción del clasicismo parte de éste como un lenguaje con unas reglas gramaticales a partir de las cuales uno puede expresarse. El problema está en considerar esas reglas inmutables e invariables (es como si en una determinada lengua solo pudieras emplear diez o veinte frases); eso ocurre cuando reducimos el clasicismo al tratado de vignola o al "juego de construcción" que nos cuentan en historia I. Pero si leemos detenidamente a Vitruvio (una buena traducción con notas e ilustraciones, no la típica traducida a palo seco del latín y sin referencias), encontraremos que él mismo plantea el clasicismo como un conjunto de reglas gramaticales cuya combinación puede dar gran variedad de resultados.

Antes de continuar quiero hacer un inciso. La arquitectura Moderna no es una continuidad de la Clásica; es un lenguaje radicalmente nuevo que anula al anterior (como cuando el inglés desplazó al francés como lengua internacional). El hecho de que muchas veces aluda a la arquitectura clásica se debe en la mayoría de las ocasiones a hechos comerciales ó a impresiones subjetivas orientadas a obtener el beneplácito del gran público. Sin embargo, esto lo observamos a partir del momento en que las vanguardias quieren saltar del elitismo cultural en el que nacieron para ganarse el favor del resto de la sociedad. Los orígenes de las Vanguardias pretendían empezar de cero, negar o ignorar la historia (recordemos que en la Bauhaus apenas se daba historia) para poder responder a las nuevas necesidades con nuevas soluciones.

Y todo eso por no hablar de las alusiones que hace la posmodernidad (en la que todavía seguimos inmersos al menos como proceder previo al proyecto, lo que llamamos "idea de proyecto"), donde la mención de la historia se hace como chiste, guiño o crítica hacia la frialdad de la arquitectura moderna. Y recordemos también que esas alusiones se hacen tomándolas de la cultura popular y no del verdadero clasicismo, es decir, de lo que popularmente se entiende por clasicismo ("columnas para el pueblo" como decían algunos).
Nuestra sociedad ha avandado, pero yo soy de la opinion que el clasicismo puede adpatarse a los nuevos retos tecnológicos, tal como hizo en el renacimiento. Vitruvio desconocía las técnicas de mampostería que empleó Brunelleschi (1377-1446) en la Cúpula de la Catedral de Florencia, sin embargo éste se basó en aquel para construirla. Bramante (1444-1514) fue capaz de sintetizar la experiencia vitruviana y combinar la planta basilical con una cúpula en su propuesta para la basílica de San Pedro. Schinkel (1781-1841), al trascender el concepto de pórtico y crear la jerarquía espacial del Altes Museum de Berlín (Pórtico, Vestíbulo abierto y Cúpula). Soufflot (1713-1780) al aplicar los principios de la cabaña primigenia en su Iglesia de París (Ste Genevieve o Panteón). Ledoux (1736-1806) creó una "arquitectura parlante" a través de una personalísima lectura de Vitruvio y su propia experiencia visual de las ruinas romanas en Francia. John Soane (1753-1837), con su clasicismo progresivo, pretendía aunar la tradición vitruviana, la tradición de la tratadística de la Edad Moderna, la experiencia constructiva universal y los nuevos cambios tecnológicos. Mi idea del clasicismo por tanto se aproxima bastante a ese clasicismo progresivo de Soane, aunque matizado por la experiencia de Schinkel (quien básicamente compartía los mismos principios) y Ledoux. Simplemente yo empleo unas reglas prefijadas con las que poder articular mi discurso, en lugar de crear una lengua nueva cada vez que me siento a proyectar. Cuando escribimos lo hacemos en la lengua en la que nos sentimos más agusto, pero no nos molestamos en crear una lengua nueva que exprese nuestros sentimientos; a lo sumo empleamos los recursos que ya existen para expresar sentimientos y sensaciones nuevas. Eso es precisamente lo que se rpetendo con este clasicismo contemporáneo: crear nueva arquitectura a partir de la analogía con la ya existente. La adaptación a las nuevas tencologías es obviamente necesaria y por supuesto yo no estoy defendiendo aquí un retorno radical a la antigüedad, en todo caso reconociendo al clasicismo como un ideal de vida armónica.


1.- Cúpula de la catedral de Florencia (1418-1436). Filippo Brunecheslli



2.- Propuesta de Donato Bramante para la Basílica de San Pedro (1503-1514)


3.- Altes Museum, Berlín (1825-1830). Karl Friedrich Schinkel

4.- Iglesia de Sainte Geneviéve. Panteón de París (1757-1790). Jacques-Germain Soufflot.

5.- Casa Soane (1811). John Soane

6.- Salinas reales de Arc-et-Senans. Entrada y vista de la casa del director y uno de los pabellones de fabricación de la sal. (1774-1779). Claude-Nicolas Ledoux.

Conversaciones en torno al clasicismo (VII)

¿Hoy en día se "necesita este tipo de arquitectura"? ¿Cuales serían los pros y los contras de construir así?" Evidentemente se puede seguir construyendo a la forma clásica hasta el infinito o más pero no creo que sea lo que necesita la sociedad en la que vivimos
Efectivamente las posibilidades del clasicismo, como las de cualquier lenguaje estructurado, son infinitas. Con respecto a que las posibilidades del clasicismo no satisfacen las necesidades de la sociedad, me gustaría preguntar si las actuales corrientes de arquitectura y los arquitectos "mediáticos" (desde el que gana los concursos internacionales hasta el que gana los municipales) son capaces de responder a las necesidades reales de la población. Hay edificios que en boca de los arquitectos y el mundo académico resuelven necesidades, pero que a ojos de la sociedad (no lo olvidemos, los verdaderos destinatarios de los edificios) no lo hacen y puede llegar el caso de que la propia sociedad los rechace.
Desde el clásico ejemplo de las viviendas de Pruitt Iggoe, cuya demolición supuso, según Charles Jencks, la muerte de la arquitectura moderna (del Movimiento Moderno) hasta los más cercanos del Teatro de Sagunto, el Mercado de la encarnación o el centro de visitantes de Baelo Claudia de Vázquez Consuegra, se puede observar que hay algo en la arquitectura actual que no gusta a la sociedad, y que el arquitecto debe bajarse del pedestal en el que se subió en los inicios del Movimiento Moderno y darse cuenta que cuando proyecta, debe proyectar un edificio para la sociedad, no una sociedad para su edificio.

PD1: Las viviendas de Pruitt-Iggoe, de M. Yamasaki, se proyectaron el los años 50 como paradigma del Urbanismo y vivienda colectiva de la Modernidad, pero fueron demolidas en 1972 por los altos índices de criminalidad y vandalismo que sufrían sus habitantes.

PD2: Todos recordamos los cambios que ha sufrido el actual proyecto de la Plaza de la Encarnación, desde las gráciles macrolepiotas metálicas hasta los pesados champiñones de hormigón revestidos de madera, por no hablar del supuesto tongo del concurso y la oposición simultánea de varias instituciones públicas (si mal no recuerdo Patrimonio, Economía y Medio Ambiente) y asociaciones de vecinos (los comerciantes dieron el visto bueno porque están DESESPERADOS tras 35 años de sede provisional). Desde mi punto de vista es un proyecto que no resuelve necesidades por cuando lo principal, que era crear un mercado, se obvia para potenciar las cubiertas, completamente innecesarias e inexistentes en el programa. Cualquiera de las propuestas presentadas daba mejores respuestas a las necesidades reales que la ganadora. Se eligió un proyecto extravagante buscando crear una Sevilla Moderna que al final ha resultado ser, una vez más cateta, por cuanto espera de los champiñones el mismo resultado que obtuvo París con la Torre Eiffel.

PD3: EL centro de visitantes de Baelo Claudia de Vazquez consuegra es uno de los edificios públicos que más opisición popular ha recibido, hasta el punto que se han organizado varios sabotajes. Si bien el resultado final es mucho más suave que el bunker de hormigón que ha señoreado durante unos años la Ensenada de Bolonia, resulta demasiado grande para el conjunto arqueológico y su entorno.
Por último, para aclarar dudas con respecto al clasicismo, les remito a un texto de Quinlan Terry: "Seven misunderstandings about classical Architecture" (Siete malentendidos sobre la arquitectura clásica), cuya traducción está incluida en el blog. Para ver el texto en inglés: http://www.qftarchitects.net/ y pinchar en la sección "Essays and Lectures".

Conversaciones en torno al clasicismo (VI)

¿Por qué no tuvo éxito la Carta de Atenas?
Las causas del fracaso de la carta de Atenas hay que buscarlas en su incapacidad para adaptarse de forma eficiente a la realidad del momento. 

Si bien las primeras propuestas "experimentales" funcionaron a corto plazo, pronto se revelaron insuficientes cuando se aplicaron de forma masiva. Es decir, los principios rectores de la carta de Atenas sólo funcionan en el caso de existir la utópica sociedad moderna que se esconde tras sus propios principios. 

Yo señalaría como causas más relvantes de su fracaso las siguientes:
- Considerar la ciudad y la vivienda como una máquina, atendiendo estrictamente a aspectos funcionales, maquinistas y fisiológicos. Esto a la larga acaba provocando la alienación de los usuarios de esos entornos, ya que los lugares que se generan son tan fríos y rígidos como las máquinas en las que se inspiran.
- Las propuestas derivadas de la carta de Atenas son, como ya deciamos antes, plenamente efectivas en el supuesto de existir la sociedad para la que estaban proyectadas. A ojos de la realidad del momento, esas propuestas parecían demasiado inocentes y candorosas, y en ocasiones fueron usadas hasta la saciedad y desvirtuadas por especuladores que buscaban el beneficio rápido. Aprovechando los principios de puerza ornamental y funcionalismo de la carta de Atenas y el Movimiento Moderno en general, se construyeron inmensas barriadas mal equipadas que con el paso del tiempo se convirtieron en focos de marginalidad y delincuencia, como fue el caso de Pruitt Igoe.


- Por último, la "época dorada" de la carta de Atenas son los años de experimentación que precedieron a la segunda guerra Mundial, y sobre todo la época de la reconstrucción de Europa y el espectacular crecimiento Norteamericano tras la misma. La necesidad de dar una vivienda digna a miles de personas que la habían perdido por la guerra o habían emigrado a las ciudades tras la misma fue una de las razones principales por las que se prefirió seguir los principios de la carta de Atenas antes que los del urbanismo decimonónico. En este sentido la carta de Atenas fue capaz de satisfacer unas mínimas necesidades higienistas que mejoraron la calidad de vida de la clase obrera europea. Sin embargo, esta reconstrucción tras la guerra se hizo sobre los restos de ciudades históricas y entornos tradicionales, por lo que grandes masas de población vieron cómo perdían la esencia de sus lugares de origen a favor de un urbanismo aséptico que si bien les daba más confort funcional e higiénico, les privaba de la tradicional convivencia vecinal. Todo esto degeneró en una rápida degradación de estos entornos urbanos, que no eran cuidados al no ser reconocidos como espacio público de la comunidad.

Como conclusión podemos decir que la carta de Atenas fracasa por no ser capaz de crear entornos urbanos generadores de vida pública. La mejora de las condiciones de habitabilidad de las viviendas, así como la gran concentración de población de diversas procedencias, iniciaron un proceso de introspección y aislamiento hacia el interior de la vivienda en detrimento de la vida pública. Y sin vida pública que use, respete y conserve el espacio público, la carta de Atenas simplemente deja de tener sentido.

jueves, 7 de agosto de 2008

Conversaciones en torno al clasicismo (V)

¿Tiene cabida la arquitectura clásica en el mundo moderno? ¿Es una opción proyectual válida en nuestra era tecnológica y multimedia?

¿Por qué no iba a poder tener cabida? ¿Por qué es una opción no válida? Creo que las opciones de interpretación libre del clasicismo no han llevado a ninguna parte salvo a crear pequeños monstruitos postmodernos. Otra cosa son todos los arquitectos que dicen seguir el lenguaje clásico para ganar aceptación en sus proyectos, aunque luego sus propuestas no tengan nada de clásicas. Eso es otro de los resultados de la crisis del Movimiento Moderno, los arquitectos tuvieron que justificarse en las preexistencias para buscar el beneplácito de un público que encontraba aburridas las propuestas de la modernidad. Se pasó del "menos es más" al "menos es aburrido".

Por otro lado se habla de era multimedia, tecnología... yo no estoy pretendiendo suplantar la arquitectura actual por otra clásica, sino decir que el clasicismo canónico es tan válido como las otras opciones proyectuales. Parece que cuando se habla de clasicismo todo el mundo piensa en Hitler remodelando Berlín, y se queda ahí, se olvida de los esfuerzos británicos por preservar una tradición que todavía da sus frutos, o incluso de las iniciativas españolas por conserva las técnicas tradicionales de construcción, cantería, etc.

Si el clasicismo canónico no tuviera cabida en el mundo actual, ¿por qué se sigue construyendo así? En Portugal hasta hace un par de años se daban cursos de proyectos clásicos, pero echaron al profesor de la universidad (que por cierto sigue dando clases en Reino Unido). Me remito a una página http://www.intbau.org/ y www.intbau.org/ictp; No son uno ni dos los arquitectos que apuestan por este modo de proyectar, algunos de ellos con fuerza y presencia en el panorama internacional. Muchos de ellos incluso son a la vez modernos y clásicos, mostrando que en Reino Unido y el mundo Anglosajón sí es posible esa otra arquiectura.

Edificios: Catedral de la Almudena, Madrid

Fernando Chueca Goitia: Catedral de la Almudena, Madrid (fase de 1950-1993)

En España hay mucho miedo a usar el clasicismo por las connotaciones morales y políticas que conlleva (por cuanto fue muy usado durante los primeros años del franquismo). Pero como diría Quinlan Terry: Aunque las influencias espirituales, políticas, materiales y temporales cristalicen en piedra o madera, y sean expresadas en formas clásicas, la gramática clásica permanece neutra; como la pintura sobre la paleta del artista.

Sería complicado citar edificios de los últimos treinta años construidos en España que sigan con rigor el clasicismo sin incurrir en el juego posmoderno. La catedral de la Almudena de Madrid quizá sea el caso más característico de clasicismo contemporáneo en España, si bien la historia general del Templo, así como las presiones que recibió el arquitecto, impusieron un clasicismo abstraído con el que contentar a la élite arquitectónica. Por lo demás, la envoltura exterior de la Catedral casa bastante bien con el entorno del Palacio Real, si bien toda ella es una amalgama de fragmentos tanto clásicos como neogóticos que choca un poco.

Sólo por poner un ejemplo: La fachada principal que sigue un modelo neoclásico parisino de pórtico con dos órdenes superpuestos y torres a los lados (como las fachadas de Saint-Sulpice y Saint-Eustache).



Fachada principal (1732-45) de la Iglesia de Saint Sulpice, París. Arquitecto: Giovanni Niccolo Geronimo Servandoni (1695-1766)



Fachada principal (1764) de la Iglesia de Saint- Eustache, París. Arquitecto: Pierre-Louis Moreau (1727-1793) 


Fachada principal de la catedral de la Almudena, Madrid.



Detalles de los órdenes del primer y segundo piso


Las fachadas laterales reflejan un esquema Barroco romano de fachada con órdenes superpuestos y volutas a ambos lados que ocultan los contrafuertes a la vez que conectan ambos cuerpos.




Fachada lateral de la Catedral de la Almudena

La cúpula por su parte es una solución de compromiso para ocultar el crucero y dar a la catedral un aspecto general neoclásico, si bien recuerda más a las cúpulas de hierro y vidrio de edifios gubernamentales del siglo XIX, como el Reichstag de Berlín.
Reichstag, Parlamento Alemán (1888-1894). Arquitecto: Paul Wallot (1841-1912)
Vista general de la catedral de la Almudena


La catedral de la Almudena fue en sus inicios un edificio neogótico proyectado por el Marqués de Cubas, quien quería superar con ella a todos los monumentos góticos y neogóticos de Europa. El megalómano proyecto no tenía cabida en la España del momento, y tras varios años de inactividad fue D. Fernando Chueca quien retomó la construcción en un lenguaje clásico que se adaptara mejor al entorno neoclásico que lo rodeaba.


Maqueta y sección longitudinal del proyecto original del Marqués de Cubas (1883)