Pretender plantear a priori cómo se va a desarrollar la arquitectura es caer en el mismo juego de la moda, además de dar por sentado que la arquitectura es un "estilo" que se puede planificar y determinar a partir de la adición o no de una serie de parámetros como si de ornamentos prescindibles se tratase. Eso sólo contribuye a perpetuar el mito de la arquitectura como acumulación inconexa de ornamentos, de forma que si el edificio tiene columnas será neoclásico, si tiene pliegues será deconstructivista y si es un simple cubo será minimalista.
De todas formas, si hay algo que los arquitectos hayamos podido aprender de los últimos años de arquitectura mediática, de "efectos guggenheim", de eclosión de divos y divas que se sirven tanto o más del marketing que de su propio ingenio para triunfar, de aplaudir e imitar proyectos que cuadripliquen su presupuesto inicial... de la arquitectura del exceso en definitiva, es que ese modelo es el más insostenible de todos los modos de entender la profesión que se han enfocado hasta el momento. El seguimiento de ese modelo de desarrollo profesional (aunque no tal vez de la estética esnobista que llevan implícitos) sólo lleva a al frustración de quienes no tengan la suerte de contar con el respaldo financiero y los privilegios de los que gozan estos arquitectos. La caída del "Star System", por mucho que le duela a algunos, es inevitable, y está marcando el modo en que el cliente se acerca al arquitecto: después de unos años del arquitecto como gran genio creador que desoye al cliente para dar rienda suelta a sus fantasías deberá volver a dejarse paso al arquitecto que escucha a su cliente y junto a él, intentar hacer la mejor de las obras posibles. El cliente por tanto, volverá a tener mucho peso en las decisiones de proyecto: en primer lugar por la abundancia de arquitectos a los que acudir para que cumplan sus deseos y en segundo porque se les ha caido la venda que les cubría los ojos haciéndoles creer que todo lo que saliera del plotter del arquitecto (y que pagaban sus esforzados bolsillos) era lo que realmente les convenía.
La sociedad cada vez está más comprometida con la arquitectura y está dejando de ver al arquitecto como "deus ex machina" que baja a resolver arbitrariamente los problemas de los mortales. El arquitecto deberá bajar del pedestal en el que él mismo se ha encumbrado para dialogar con la sociedad y darle lo que realmente necesita, independientemente de la estética que ésta pueda acabar desarrollando.
Y por otra parte, el tan comentado cambio climático: independientemente de las posturas que se quieran tomar al respecto, está claro que el actual modelo de consumo desaforado de los recursos es insostenible. Los paises desarrollados deberán apretarse el cinturón a fin de que los menos desarrollados puedan despuntar y mejorar su calidad de vida. El reciclaje, las energías renovables, la industrialización real y efectiva de la construcción, la mejora de la eficiendia energética de los edificios, el ahorro de consumo... ésas serán las directrices que seguirá la arquitectura en los próximos años.
pero no obstante no deja de ser aventurado tratar de adivinarlo ¿no? es dcir estoy, por ejemplo, de acuerdo, en que el consumo desaforado debe ser detenido pero seremos capaces...
ResponderEliminarOptimista, ¿es posible hablar de arquitectura, para España al menos, en 2009?.
ResponderEliminarAhora en serio, creo que tienes mucha razón en tu planteamiento sobre el peso del cliente, en la necesaria bajada a la tierra de muchos arquitectos levitantes.
La necesidad de racionalizar y optimizar recursos y espacios es otra imposición, porque todo exceso es, a distinto plazo, nocivo.
Didac, hace unos años, cuando todo eran vacas gordas, se pensaba que la arquitectura iba a seguir una dirección que está demostrando ser errónea. El tema del consumo y el despilfarro energético es un aspecto que se debe cambiar, tanto desde el proyecto como los materiales.
ResponderEliminarNatalia, el problema no está en la arquitectura sino en la promoción de grandes complejos de viviendas. El arquitecto deberá volver a su tradicional ámbito de trabajo que son los encargos individuales de casas de campo, reformas, naves industriales y pequeños concursos.
Eso si, por suerte se van a acabar los tiempos de Champiñones en la Encarnación, Torre Pelli, Biblioteca de Zaha Hadid en el Prado...
La idea general es que la Arquitectura, con esta crisis, va a tener que dejar de lado los excesos formales que sacrificaban la funcionalidad y la economía del proyecto.