domingo, 2 de agosto de 2009

El alcalde de Sevilla se pronuncia




"Por cada biblioteca que nos boicoteen, construiremos dos más". Con estas demagógicas palabras respondía el alcalde al reciente auto, que "acata pero no comparte", del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que paralizaba las obras de la biblioteca de Zaha Hadid en el Prado de San Sebastian. La sentencia, recibida con alivio por quienes realmente respetan la legalidad del planeamiento y la necesidad de los espacios verdes en la ciudad, ha sentado bastante mal al consistorio hispalense, que pretende defenderse ahora con "armas culturales" como si la sentencia del TSJA fuera un acto censor o una provocación.

No es necesario repetirse en la defensa del auto de la justicia andaluza, pero sí conviene reflexionar acerca de la bravuconada del alcalde que ahora pretende llenar Sevilla de bibliotecas. La biblioteca no se entiende aquí como un arca de sabiduría sino como un generador de puestos de trabajo durante su construcción y un lugar donde endosar funcionarios tras la misma. Se olvida que la verdadera vida de la biblioteca empieza después de eso, que necesita libros que llenen sus estanterías, actividades que atraigan a los lectores y cada vez más tecnologías que le permitan dar una respuesta más compleja a la que podamos obtener desde la comodidad de nuestros ordenadores.

En un momento en que ya se empieza a hablar seriamente del libro electrónico (hace veinte años se consideraba que los ordenadores eran simples juguetes curiosos y caros -igual que el cine y el automóvil hace cien), y que las grandes bibliotecas del mundo se empeñan en digitalizar sus valiosos fondos, tenemos que remitirnos al genial artículo de Antonio Sáseta donde reflexiona sobre la funcionalidad de las nuevas bibliotecas en nuestra era informática. Una biblioteca debe surgir por la convicción de la necesidad de divulgar la cultura en todas partes, ya sea de forma tradicional o apuntándose a las nuevas tecnologías, no por clientelismo político o "efecto Guggenheim".

¿Cuántos museos y centros de interpretación no cumplen los objetivos que se plantearon por falta de fondos y contenidos? Un edificio cultural no es sólo la envolvente ni la "idea feliz" del proyecto; dependen mucho de lo que enseñen dentro y lo atractivo que pueda resultar lo que enseñan. De poco le sirve a Sevilla que el alcalde construya dos, o doscientas, bibliotecas más, si luego no es capaz de llenar sus estantes y mantener sus instalaciones.

Entristece por último ver cómo lo que en principio debía ser un anodino asunto legal sobre el cumplimiento del PGOU, o un debate sobre la conveniencia de una mole descosntructivista desafiando a la Plaza de España y el Rectorado, se ha acabado convirtiendo en una arrojadiza arma política donde las partes hace tiempo que dejaron de lado el sentido común y se pronuncian meramente por instinto y crispación política.

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Recomendamos por último la lectura de la interesante carta de Rosa María Guallart Laguarta que se publica en el blog Sevilla Gran Ciudad, tomada a su vez de la edición de ayer del Diario ABC:

"La noticia de la paralización de las obras del Edificio del Prado es una buena noticia para todos los sevillanos porque da una nota de confianza en la justicia y en la razón. ¡Qué buena falta nos hace! Ya cuando salió la primera sentencia declarándola ilegal, tanto los vecinos de Huerta de la Salud como los colectivos que forman la Plataforma en Defensa de los Parques y Jardines de Sevilla, hicieron un acto junto a esta obra apoyando esta sentencia y al juez que la dictó. Yo me sumé a ellos. ¡Chapó por el TSJA!. Iniciar esta obra, además de representar una temeridad por parte de las autoridades implicadas (sabían que tenían nueve contenciosos interpuestos por los vecinos) ha dejado de manifiesto la prepotencia de las autoridades actuales ante el sentir de los ciudadanos. De llegar a hacerse, representaría un precedente para que en cualquier momento pudiera arrebatarse un espacio público en aras del capricho de cualquier todo poderoso. Sr. Alcalde y Sr. Rector de la Universidad, ustedes deberían ser ejemplo de acatamiento a la legalidad y a la justicia, ya que si no la cumplen y acatan ustedes, ¿qué esperan de los demás? Un error tan grande como éste, que además, va a costar mucho dinero y no precisamente de su bolsillo, sino de los ciudadanos, debería ser motivo suficiente para que ambos dimitieran. Esto sucedía cuando los políticos lo eran de verdad y en base a sus propios méritos de conocimiento y experiencia demostrados. Debe entenderse que un político de su categoría no puede equivocarse y si lo hace, pues adiós. Debería olvidarse un poco de construir su sueño y escuchar e intentar averiguar cual es el de los demás. Salir de Sevilla, en cualquier dirección es ir hacia otro mundo mejor. Esto lo digo con un gran sentimiento de tristeza." (Rosa Mª Guallart Laguarta)

2 comentarios:

  1. El político debería ser el más honorable de los ciudadanos.

    Felicidades por tu blog.

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  2. Muchas gracias dadaísta. Por desgracia los políticos son vanidosos por naturaleza y se mueven por clientelismos; quieren dar a sus legislaturas la pompa y magnificencia de la antigua aristocracia y al igual que en el Antiguo Régimen, no dudarán en dar miseria al pueblo con tal de verse elevados en pedestales.

    Un saludo

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