La Plaza Mayor de Zamora sufrió en 1977 una traumática intervención que alteró su fisonomía hasta tal punto que le hizo perder su carácter de Plaza Castellana porticada para convertirse en un desolado espacio abierto. El objeto era liberar a la Iglesia de San Juan de Puerta Nueva de sus edificaciones anexas, en un celo medievalista mal entendido que buscaba, al igual que en las restauraciones de estilo, no el estado original sino el que debiera haber sido. Esta recreación de un momento inexistente pasó por alto quinientos años de historia de este espacio zamorano y una configuración urbana que había permanecido estable desde 1787.
Los primeros documentos que hacen alusión a la Plaza Mayor de Zamora datan de 1503, cuando estaban concluyendo las obras del primer Ayuntamiento o Ayuntamiento Viejo. Este edificio tiene dos niveles de cuatro arcadas flanqueadas por otras más estrechas a cada lado y rematadas por dos torres a las que con el tiempo se añadieron chapiteles y un reloj central. El espacio que existía antes era un foso limitado por los restos del primer recinto amurallado, del que partían nuevas calles del segundo recinto. La Iglesia de San Juan con su claustro (demolido en 1905) quedaba intramuros del primer recinto. La Plaza Mayor se convierte desde entonces en el centro de la vida civil de la ciudad formando un eje con la Catedral y los barrios de artesanos. El sencillo aspecto inicial fue reformado a finales del siglo XVIII para darle un aspecto más uniforme según los nuevos criterios arquitectónicos y urbanos neoclásicos.
Dos vistas aéreas de mediados del siglo XX donde se aprecia la Plaza como recinto rectangular y la Iglesia de San Juan rodeada de edificaciones.
En 1766 se construye en el lado norte de la Plaza la Casa de las Panaderas, edificio destinado a la venta del pan en sus galerías inferiores, compuestas por siete arcadas de diferente ancho, la central dando paso a una calle trasera.
La Casa de las Panaderas en la década de 1910.
En 1778 se inicia una gran operación urbana que dará a la plaza un aspecto uniforme típicamente castellano. En ese año, el lateral este de la Plaza se reconstruye formando una nueva planta alineada con soportales de piedra en planta baja a modo de pórtico alargado sobre el que se colocan dos plantas. En 1787 se hizo lo mismo con el lado oeste, albergando dependencias relacionadas con la Iglesia de San Juan. Esta Plaza Mayor no era un espacio cerrado como pudiera ser la de Salamanca, Madrid o León, sino un gran eje porticado en cuyos extremos se ubicaban el Ayuntamiento y la Casa de las Panaderas.
Planta y alzado de dos viviendas adosadas a la torre de San Juan (tramo Oeste de la Plaza) según planos de 1787.
Lado Oeste a finales del siglo XIX.
Lado Oeste a principios del siglo XX, tras la restauración de la torre de San Juan.
El Edificio del Ayuntamiento había sufrido dos incendios (en 1525 y 1720) además de varios desperfectos tras el terrible terremoto de Lisboa de 1755, por lo que fue el primer edificio objeto de una restauración en 1875. Durante la misma se eliminaron los chapiteles que flanqueaban el edificio, que debieron parecer poco góticos a unos restauradores obsesionados con la unidad de estilo, pero que sin embargo no tuvieron reparo en cerrar la galería superior para ganar espacio.
Fotografía del siglo XIX donde pueden apreciarse los chapiteles que flanqueaban el ayuntamiento, el izquierdo con la "Queda".
El Ayuntamiento en la década de 1910.
El Ayuntamiento en la actualidad.
En 1879 un gran incendio destruye cinco casas en el lateral este de la plaza; en su reconstrucción se sustituyen los soportales de piedra por arcadas (proyectadas por el arquitecto Viloria), creando una fachada continua (obra del arquitecto Ferrol). Esto generó un ambicioso plan a principios del siglo XX que pretendía ampliar la Plaza Mayor a costa de demoler la Iglesia de San Juan y su edificaciones anexas; de haberse llevado a cabo Zamora hubiera tenido una inmensa Plaza Mayor uniformemente porticada, al estilo de la de Salamanca o Madrid. Sin embargo, las protestas del obispado y una temprana conciencia Patrimonial impidieron la demolición de esta Iglesia (no así su claustro), salvaguardando esta joya románica que paradójicamente setenta años después será la causante de la demolición de media Plaza.
Vista de la Plaza a principios del siglo XX, una vez finalizadas las intervenciones en el lado Este.
Plano de alineaciones de la Plaza (1912). Se observa el ensanchamiento de la calle Nicasio Gallego tras la demolición del claustro de San Juan.
Durante la primera mitad del siglo XX la Plaza recibe arbolado, bancos y los primeros urinarios públicos subterráneos, mientras seguía sirviendo de espacio público a servicio del comercio y actos sociales. En 1950 la casa de las Panaderas se demuele para ubicar sobre ella las nuevas oficinas del Ayuntamiento.
Vistas de la Plaza en la década de 1920
El nuevo Ayuntamiento respeta la disposición del pórtico de siete arcadas pero hace desaparecer la calle central interior y ofrece un alzado más monumental en línea con la arquitectura franquista del momento; remata el conjunto un reloj y un campanario, que alberga la antigua “Queda”, la campana del Ayuntamiento Viejo que daba el toque de queda. En 1948 se cortan los árboles de la plaza y se trasladan los bancos a las aceras; la Plaza perdió a partir de entonces su función social para convertirse en un simple aparcamiento.
Vista de la Plaza en 1950, poco después de la conclusión del Ayuntamiento nuevo.
Vistas de la Plaza en la década de 1960, convertida ya en un aparcamiento al aire libre.
En 1977 se inicia la intervención más traumática en la Plaza, que elimina toda la fachada oeste para liberar la Iglesia de San Juan de todas las edificaciones anexas que impedían la correcta apreciación de su volumetría. Esta intervención, que podría calificarse como restauración en “unidad de estilo”, más que liberar a la Iglesia de construcciones que la oprimían, la desnudó y dejó a la intemperie un gran espacio urbano que había perdido toda su razón de ser y su carácter histórico, creando un falso histórico que nunca existió y que únicamente sirvió para determinar el antiguo trazado del primer recinto amurallado.
El lado Oeste de la Plaza durante su demolición.
Reconstrucción del trazado de la primera muralla.
A partir de la Carta de Venecia de 1963 el Patrimonio deja de ser un hito puntual dentro de la trama urbana para incluir la protección de su entorno, del que no se puede separar ni alterar para buscar una unidad de estilo. Por tanto esta intervención, en su celo proteccionista, contravino gravemente los principios acordados en este importante documento ya que el coste del disfrute público de los muros de esta iglesia se hizo a costa de la pérdida del espacio público castellano por antonomasia.
La Plaza Mayor de Zamora en la actualidad
A principios de agosto de 2008, el concejal Miguel Ángel Mateos reclamaba, en consonancia con su programa municipal, el cierre de la Plaza Mayor con un edificio de oficinas que completara las dependencias municipales. Mateos, historiador, apunta juiciosamente que actualmente la Iglesia de San Juan es sólo un frontón de pueblo y que las futuras actuaciones deben marcar el claustro de la Iglesia, demolido en 1905 así como encontrar una solución de cerramiento que recupere la tipología de Plaza Castellana a la vez que respete el elemento patrimonial de la Iglesia. Por último, recomienda la reconstrucción de los antiguos chapiteles que flanqueaban el Ayuntamiento como forma de recuperación del carácter de la Plaza.
La propuesta del señor Mateos llega lamentablemente con treinta y dos años de retraso, aunque no sea culpa suya. Un criterio como el suyo hubiera sido necesario para evitar la demolición del lado Oeste de la Plaza e incluso haber preservado el claustro a principios del siglo XX. Lo único deseable para la futura intervención es que sepa respetar el entorno en el que se asienta y optar por una propuesta que sea capaz de volver, al menos volumétricamente, al estado previo a 1977, una configuración estable durante los últimos doscientos años. Tendría consecuencias nefastas para el valioso conjunto histórico zamorano que volvieran a triunfar los criterios que permitieron la demolición de las Arcadas “sin interés” para insertar la anómica mole moderna que colmata la Plaza Viriato.
Las imágenes han sido extraidas de la presentación La plaza Mayor: 500 años, firmada por Santiago Fernández, de la web Zamora en la distancia.
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