La Edad Moderna constituye uno de los momentos más importantes de la Historia de España. La época del imperio donde no se ponía el sol es también la del Siglo de Oro del Arte y Literatura de nuestro país. Apoyados por un generoso mecenazgo civil y eclesiástico, el genio creativo de artistas y literatos españoles dio obras maestras que expresan a la perfección el espíritu de la época: edificios como el Monasterio de El Escorial o la Catedral de Cádiz, la obra de Velázquez o Goya, la escultura de Salzillo, la literatura mística de Santa Teresa de Jesús o el teatro de Lope de Vega. Todas estas manifestaciones artísticas y literarias, a pesar de producirse en un dilatado periodo de tiempo, guardan un hilo conductor común: la relectura de la Antigüedad Clásica Grecorromana a la luz del humanismo antropocéntrico del Renacimiento, la Contrarreforma Barroca o la Ilustración.
Este proceso, que se origina en Italia desde el siglo XV, se introduce plenamente en España, al igual que en el resto de Europa, desde finales de dicha centuria y de forma intensa en el siglo XVI. El Renacimiento supuso una auténtica revolución cultural que sacó a Europa de la Edad Media y la introdujo en una nueva era donde el estudio de la naturaleza, la exaltación del Hombre como dueño de la Creación bajo la atenta mirada de Dios, y la recuperación de la idealizada Antigüedad Clásica Grecorromana, llevaron al hombre a cotas de desarrollo artístico, filosófico y científico inimaginables hasta el momento. Si la Edad Media había sido la época de la conservación del saber de la Antigüedad, la Edad Moderna es la de su estudio, juicio crítico y aplicación práctica. El arte empezó a estudiar e inspirarse en los modelos antiguos, adaptándolos a la nueva realidad de la Europa Cristiana. Sin embargo no era sólo la observación directa de los restos de la Antigüedad lo que inspiraba a los artistas; el descubrimiento, en 1414 en la abadía benedictina de Montecassino, del libro De arquitectura Libri Decem de Marco Vitruvio Polión, fue un referente tanto para la arquitectura como para el resto de las artes. Sus teorías de la armonía y la proporción humana, así como sus indicaciones para el trazado de órdenes y construcción de edificios, proporcionaron la base en la que debería apoyarse cualquier artista a partir de entonces.
La clasificación y medida de las ruinas de la Antigüedad, unidas al estudio del texto vitruviano y su comparación con dichas ruinas, constituían la base de dicho aprendizaje. Pero la obra de Vitruvio carecía de ilustraciones, desaparecidas durante la Edad Media, por lo que casar las descripciones del libro con las medidas tomadas de los restos romanos resultaba no pocas veces una tarea ardua. De ahí que surgieran desde principios del siglo XV diferentes comentaristas que interpretaban e ilustraban el texto en un intento de unir ambas partes del aprendizaje, o tratadistas que a partir del análisis de De arquitectura Libri Decem planteaban su propia teoría arquitectónica.
La teoría arquitectónica del siglo XV, del Quatroccento, tiene una triple vertiente: filológica, que pretende descifrar el texto de vitruvio; teórica, que aclara y comenta la obra; y arqueológica, con la intención de encontrar ejemplos prácticos que den una componente gráfica, muy necesaria para la comprensión del texto. Con todo, la primera edición impresa de De architectura libri Decem de 1485, no tiene ilustraciones, así como la mayoría de los tratados manuscritos, como De re Aedificatoria, de Leon Bautista Alberti. Las ilustraciones de los tratados manuscritos de Averlino Filarete o de Francisco di Giorgio, aportan las únicas representaciones gráficas de los órdenes.
Portada del Tercer Libro de Arquitectura de Sebastiano Serlio. Edición de Venecia de 1584
Durante el siglo XVI se afianza el conocimiento del clasicismo arquitectónico, y la obra de Donato Bramante y Rafael Sanzio lleva al Renacimiento a su plenitud. Sin embargo, Bramante no deja escrito ningún tratado, y su influencia, junto con la de Rafael, será recogida por Peruzzi, Sangallo y Serlio. De los tres, es este último el único en escribir un tratado, aun cuando su producción arquitectónica es bastante pequeña. La obra de Sebastián Serlio (1475-1554), al igual que la de Iacopo Barozio de Vignola será muy influyente en la búsqueda de mecanismos compositivos de asimilación fácil. Ambos tratados representan la intención de dar una explicación sistemática a los fenómenos arquitectónicos clásicos, y dar un conjunto de reglas que, una vez superado el entendimiento de Vitruvio, permitan aunar la aplicación práctica de sus teorías con la inspiración tomada de la multiplicidad formal de las obras clásicas.
Portada de la Regla de los Cinco Órdenes de Iacopo Vignola. Edición de Roma de 1562
Junto a la obra de Vignola y Serlio, ocupa un lugar predominante la de Palladio. A diferencia de las dos anteriores, Los Cuatro Libros de Arquitectura son una obra personal, donde los principios de arquitectura quedan plasmados en obras del propio autor. En el tratado de Palladio, una vez descritos de manera breve y concisa los órdenes arquitectónicos, así como unas nociones de construcción, se pasa a exponer las distintas tipologías edificatorias antiguas y modernas, ejemplificando con obras suyas construidas o proyectadas.
Portada del Los Cuatro Libros de Arquitectura de Andrea Palladio. Edición de Venecia de 1570.
Con todo esto queda visto el modo en el que se reinterpretó en texto de Vitruvio para dale una coherencia lógica con los restos. Pero esta interpretación tan “lingüística” no es la única, pues responde más al Primer renacimiento que al manierismo. El manierismo supuso una ruptura con el lenguaje anterior, basado en la armonía vitruviana, evolucionando hacia una trasgresión de dichas normas con las que expresar la angustia del momento. Dicha trasgresión se podría resumir en la introducción de nuevos términos lingüísticos con los que ampliar el vocabulario clásico; son elementos caprichosos y extravagantes, que considerados por separado no guardan ninguna relación racional con el lenguaje vitruviano, aunque sí se entienden al considerarlos en el ambiente cortesano y palaciego en el que se inicia el movimiento. El manierismo emplea los mismos elementos de órdenes arquitectónicos que Bramante o Rafael, pero los combina de una manera personalísima, ahondando un poco más y aportando un carácter escultórico a la arquitectura que allanará el camino para la época barroca.
Un artículo muy interesante que nos ha acercado un poco más a esa época de cambios y revolución cultural.
ResponderEliminarQueremos añadir a lo que muy bien explica tu texto, que la imprenta consiguió difundir lo que antes quedaba relegado a la custodia de los monasterios, los libros del saber antiguo, las filosofías y el conocimiento del modus vivendi los antepasados griegos y romanos y Europa sufrió una clara revolución del conocimiento antiguo.
Un abrazo.
Logan y Lory, la imprenta fue fundamental para la difusión del tratado de vitruvio no sólo por facilitar su distribución masiva; además, gracias al grabado, se permitió una representación fidedigna y estandarizada de la arquitectura en cada edición. De esta forma tanto la teoría como la práctica, materializada a través de las ilustraciones, pudieron llegar a todas las naciones europeas y al Nuevo Mundo.
ResponderEliminarUn saludo.