La villa soriana de Almazán albergaba hasta el 24 de Febrero de 2010 uno de los conjuntos deconstructivistas (en el más puro sentido del término y la corriente arquitectónica que lleva su nombre) más interesantes de España. Su arquitecto, Javier Bellosillo, deconstructivista nacional por antonomasia, sorprendió al mundo con un conjunto brutal (por brutalista) de formas casi primigenias. Los diferentes edificios, a pesar de su aparente aleatoriedad, se organizan en torno a una serie de ejes que a pesar de marcar recorridos, están lo suficientemente difuminados como para desorientar al feligrés. El arquitecto Jaume Prat hace en su blog “Arquitectura entre otras cosas” una magnífica descripción de revista sobre el conjunto (Una Iglesia Adnamantina). En este enlace se puede ver una selección de fotografías y planos del complejo (ver).
Planta general del Centro Parroquial
Sin embargo, ni los planteamientos proyectuales del señor Bellosillo, ni la enardecida defensa del señor Prat y los Amigos del Museo Numantino han logrado impedir en primer lugar el fracaso del conjunto como complejo parroquial ni, en segundo lugar, su demolición, calificada por este último como “indigencia cultural” (título de otro artículo suyo como denuncia previa a la demolición y cuya lectura también recomendamos).
A la vista de los escombros, debemos reflexionar nuevamente sobre los fracasos de la arquitectura contemporánea para dar respuesta a las necesidades de la sociedad. La arquitectura tiene una marcada dimensión social y utilitaria: un pintor o un escultor pueden sumirse en un proceso conceptualista para crear una obra de arte al servicio de la sociedad, aunque esta no la aprecie o la entienda. Pero la obra del arquitecto debe ser útil y duradera para la sociedad, que además debe aceptarla y comprenderla para habitarla y hacerla suya. El complejo parroquial de Almazán sufrió el rechazo de los feligreses desde casi su inauguración en 1988, lo que unido a graves problemas de confort y habitabilidad hicieron que en un año se cerraran los edificios y lentamente fuera cayendo en el olvido hasta convertirse en un lugar ruinoso, insalubre y víctima de actos vandálicos que obligaron a cercarlo con una valla, lo que terminó de aislarlo del barrio en el que se ubicaba.
Exteriores e interior del complejo en su lamentable estado actual. Fotografías del Arquitecto Jaume Prat.
Esta demolición ha abierto además un debate sobre la conservación de nuestro Patrimonio Arquitectónico históricamente más inmediato, pues muchos consideran que el complejo debiera haberse conservado a toda costa por su calidad espacial y compositiva. Lamentablemente estas iniciativas, como en el caso de la Pagoda de Fisac – demolida en 1999, suelen llegan tarde. El complejo podría haber sobrevivido como centro cultural, con la Iglesia y la Capilla transformadas en auditorios y otras dependencias transformadas en salas multifuncionales. Pero se habría traicionado la mística con la que el arquitecto pretendió dotar esos edificios religiosos y por tanto la propia génesis proyectual de los mismos. A ese respecto conviene recordar las palabras de Ciro Lomonte al respecto de la arquitectura religiosa moderna:
"Las iglesias modernas no convencen. Al visitarlas, se percibe la dificultad de los contemporáneos para expresar lo trascendente en las obras de arte sacro. (…) En estos ambientes enajenantes no se logra establecer relación alguna con Dios ni con los hombres. Se advierte a veces la soledad como en ningún otro espacio. Y uno piensa que la iglesia ya no es el lugar donde se ora, sino donde tiene lugar la asamblea, precisamente como ocurre en las aulas de culto protestantes.
La arquitectura moderna del siglo XX también ha producido obras de arte en este ámbito. El problema es que son un monumento del arquitecto a sí mismo, como el santuario de Ronchamp, de Le Corbusier, o las iglesias de Alvar Aalto. Desde este punto de vista no son arquitecturas logradas, ya que podrían emplearse para otros fines, operación que resultaría imposible en el caso de la catedral de Chartres o de S. Carlino alle Quattro Fontane."
Por tanto, a la hora de pensar el por qué ha tenido que ocurrir esto no puede buscarse un sólo culpable: el arquitecto fue incapaz de crear un espacio religioso con el que los feligreses se sintieran identificados, pero a pesar de ello creo unos espacios sumamente interesantes que bien habrían servido como decorado para una representación de La Flauta Mágica. Los feligreses probablemente esperaban encontrar una Iglesia que recogiera la gran tradición artística de la Iglesia, y no supieron valorar la elegante mística deconstruída de sus edificios. El Obispado tampoco apostó por el conjunto, dejándolo languidecer sin intentar mejorarlo.
Por encima de todo, la arquitectura moderna, que en su ahistoricidad, no fue capaz de formar al arquitecto en algo más sensible a la realidad social de una villa de soria (y no a un flamante barrio de nueva construcción de una ciudad industrial como Madrid o Barcelona); tampoco dio ilusión ni humanidad al pueblo, que se volvió anómico en sus bloques grises de vidrio y hormigón; y por supuesto, tampoco fue capaz de dar nuevos vientos a una Iglesia que después de los experimentos posconciliares parece querer volver a unas formas preconciliares de las que tal vez no debió salir. Por último, como obituario por estas ruinas deberíamos entonar el que hizo Colin Rowe para la propia arquitectura moderna (ver). Y como si de un nuevo Pruitt Igoe se tratase, podríamos certificar que el Deconstructivismo murió en España una fría mañana de febrero del año 2010.
Another loss. But through the Camera, Art lives.
ResponderEliminarasí es Soria, qué quieres que te diga. Me apena que saques estos ejemplos,pero esta provincia es así, pero no sólo con patrimonio moderno, sino también con el antiguo.
ResponderEliminarUna lástima la pérdida
La verdad es que el conjunto parace más una cárcel o un bunker antes que una iglesia. Imagino que también se deberá al estado de abandono en el que se encontraba a tenor de las imágenes que has colgado. EL problema de la arquitectura contemporánea es que o funciona o no, y como no funcione... está perdida. Un edificio antiguo, por muy incómodo que sea, como es antiguo, pues se protege y se le da otro uso, pero un edificio contemporáneo, como no sirva para lo que fue construido, tiene los días contados.
ResponderEliminarUn saludo.
Gregory, fortunately we will allways remember this church. It´s a pity that such a building was demolished, but the truth is that it was a complete disaster as a church and had strong comfort problems.
ResponderEliminarKind regards.
Didac, por desgracia es un ejemplo más de la desidia española hacia su Patrimonio, pero si se hubiesen empleado los criterios adecuados al proyectarla (y no esa sofisticada poética deconstruida), no habríamos tenido que lamentar tal suceso.
ResponderEliminarEventoensevilla, ha dado en el clavo con el problema del fracaso de la arquitectura moderna: es necesario que cree desde el primer momento un vínculo con la sociedad a la que sirve, la cual siempre estará predispuesta a las formas de la arquitectura histórica, que son las que tiene en su inconsciente. A pesar de casi un siglo de modernidad, ésta ha sido incapaz de crear una tradición, básicamente porque huye de la misma.
Un saludo a ambos.
Una lástima, no sé cuál sería su aspecto antes de ser abandonada, pero en estado semi-ruinoso tiene mucho atractivo, con ese simbolismo medio sincrético, parecen los restos de alguna críptica civilización perdida...
ResponderEliminaraunque supongo que ahí estaba también su debilidad, en no haber sabido conectar, culturalmente hablando, con la gente que iba a utilizar el edificio, en no haber optado por un lenguaje simbólico que estuviera arraigado en el lugar. Qué poco aprendemos los arquitectos de nuestros errores...
Aprovecho para reivindicar a Tessenow, un auténtico visionario que comprendió perfectamente este tema y tuvo que luchar por él contracorriente.
Alejandro en este enlace se pueden ver un pdf con fotografías en blanco y negro del complejo una vez finalizado (http://docs.google.com/fileview?id=0By1TRbnzltM5NWI5MDA2NDAtMDY2Yi00NTllLTk5YWUtMzhlYmViM2JiZmUy&hl=es&pli=1); una vez descargado el pdf las imágenes dejan de estar pixeladas.
ResponderEliminarComo ya decía en la entrada, el estado previo a la demolición tenía un aura de misterio que bien podría haber servido desde una representación de "La Flauta Mágica" hasta una película distópica. Por lo demás, adolece del mismo mal que el resto de la arquitectura religiosa del siglo XX y que es precisamente el no saber conectar con un público que a priori identifica iglesia con boato, y clasicismo o gótico.
Gran apunte reivindicar la figura de Tessenow, un gran desconocido de la arquitectura alemana de entreguerras en parte eclipsado por su discípulo Albert Speer y en parte censurado por los Aliados tras la Segunda Guerra Mundial.
Un saludo.
El argumento de que la arquitectura no conectaba con el público creo que flojea un poco. Existen muchísimas iglesias vacías por doquier que únicamente sobreviven gracias a que su antiguedad les garantiza protección institucional.
ResponderEliminarEstimado rainman. Su argumento de la protección institucional también cojea ya que vincula el uso de los templos a la benevolencia del gobierno interpretando que de no ser tal dicha benevolencia, éstas iglesias acabarían en lo que para algunos serían unas deseables ruinas.
ResponderEliminarNada más lejos de la realidad. Una iglesia antigua, aun cuando ha perdido su función litúrgica original, sigue siendo un espacio tremendamente valorado por la sociedad por características que trascienden lo material. Podemos hablar de que la progresiva desaparición del sentimiento religioso en la sociedad ha provocado que muchas iglesias acaben cerrando, pero han sido automáticamente convertidas en centros culturales. Y ha sido así porque guardan un vínculo con la sociedad que las construyó y que ha convivido con ello como parte de un acervo cultural inmanente.
La elaborada mística y formalismo de la iglesia del sr. Bellosillo, no conectó con el pueblo porque no tuvo en cuenta ni al pueblo ni a la Iglesia, sino únicamente a su propio ego. Es por eso por lo que algunos templos fracasan, porque no son iglesias consagradas a Cristo, sino al ego de sus arquitectos.
Un cordial saludo.
Conocí de cerca a Javier Bellosillo en su día, y especialmente el desarrollo de este singular proyecto.
ResponderEliminarSí puedo afirmar que Javier vivía en clave de arquitectura, y sufría la 'gestación' de la arquitectura a niveles realmente sorprendentes.
Todo se lo cuestionaba mil y una vez, sea cual fuera la hora del día (o de la noche), esforzándose en depurar, destilar, cualquier aspecto del proyecto.
Puso mucha ilusión, horas de trabajo, todo de su parte, sin duda.
A nadie se le escapa que el proyecto es harto conceptual, tal y como lo 'peleó' siempre Javier, por tanto no fácil de 'digerir' y menos en claves más pragmáticas.
Obviamente, la crítica de un proyecto tiene miles de aristas, flancos,...siendo la única seria -en palabras del maestro Oiza- presentar una solución al mismo problema. No voy -por tanto- a saltar a la arena crítica, puesto que no hice nunca un proyecto para aportar mi visión.
Siento mucho que la obra se haya demolido, pero como se sabe: sin riesgo no hay ganancia
agradecido, eufe
Estimado Eufe:
EliminarMuchas gracias por su apunte sobre la vida profesional del Sr. Bellosillo. Queda claro que, al igual que la Armada Invencible, su proyecto no había nacido para lidiar con los elementos ni las circunstancias particulares de una ciudad castellana. Como indica, la propuesta fue muy arriesgada y el proyecto, aunque sensible y coherente en la mente del arquitecto y el papel, no resultó serlo tanto en su emplazamiento real.
No considero afortunada su cita del arquitecto Oiza: Laugier no era arquitecto y su "Ensayo sobre la arquitectura" revolucionó la concepción de la misma en el siglo XVIII, de la misma forma que el presbítero Ortiz y Sanz se convirtió en el mejor comentarista de Vitruvio en lengua castellana o Durand, siendo un arquitecto mediocre, fue capaz de crear un método de composición arquitectónica que racionalizaba el clasicismo. Personalmente creo que la arquitectura religiosa de Duncan Stroik o Rafael Manzano es un contrapeso tradicional a la excesiva modernidad de la desaparecida iglesia de Bellosillo. Otro asunto a considerar es la idoneidad de la arquitectura contemporánea, aséptica y a-histórica, para unas celebraciones litúrgicas que hunden sus raíces en una tradición bimilenaria.
Gracias por su participación.