Iniciamos ahora una serie de entradas que transcriben diversas conversaciones en torno al clasicismo arquitectónico tradicional y contemporáneo. Cada entrada constará de un comentario o pregunta sobre el clasicismo, y su correspondiente respuesta, aclarando el concepto.
¿El clasicismo sí puede dar respuesta a lo que el movimiento moderno, entre otras posturas, no?
La respuesta es afirmativa, en el sentido que los errores cometidos por el Movimiento Moderno han servido a las posteriores corrientes arquitectónicas como advertencia de los peligros que tiene el considerar a la arquitectura sólo desde su vertiente funcional y maquinista.
El clasicismo pretende resolver los problemas resultantes de la Modernidad desde su óptica humanista y la puesta en valor del espacio público. Obviamente todo ello desde una filosofía arquitectónica heredera de la tratadística. Ahí es donde reside su hecho diferencial con respecto a otras corrientes actuales, en recuperar una tradición y un modo de entender la arquitectura que entronca con el ideal clásico de ciudad como espacio de vida armónica.
Con esto no quiero decir que su respuesta sea única y excluyente, sino que es una opción más dentro del panorama arquitectónico, capaz de resolver problemas de forma satisfactoria y de crear un vínculo afectivo con la sociedad que lo utiliza (cosa que por supuesto ocurre con las demás: el éxito o fracaso de una arquitectura no depende de su forma sino de su capacidad para satisfacer a la sociedad que la demanda).
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