sábado, 21 de marzo de 2009

Conversaciones en torno al clasicismo (XI)

Intentar ser moderno o contemporáneo hoy en día es caer en una redundancia por la cuestión de que ya somos contemporáneos; lo que hagamos está saliendo de la mente de una persona que vive hasta la fecha, aunque nuestro pensamiento esté atrasado X años (si mantener aún la ideología del pasado esto significa). Es producto de reinterpretación de códigos ya existentes, o de no asimilación de los códigos más novedosos.

Partiendo de la tesis que explicaba Baudrillard: “Hoy la estética del arte lo admite todo. El objeto menos singular puede ser una obra de arte; esto ocurre por todo un proceso de desaparición y simulación”. ¿Por qué asumir la posición de no aceptar algo por un criterio estético que parte más bien de una intuición romántica propia de cualquier ser, sometida a todo un juego de seducción por el objeto, en este caso la obra arquitectónica?

¿Es válido el patrón del gusto estético en el día de hoy donde solo seguiremos dando traspiés y cayendo nuevamente ante la posibilidad de elección que modifique una y otra vez el carácter de nuestros ideales y modelos correctos de estética? ¿O aceptamos que en este campo ya no existe algo, bueno o malo, por las razones ya enunciadas?


Es evidente que en la medida que vivimos en el presente somos contemporáneos, y que nuestras obras, independientemente de hacia donde miren, también lo serán. Por eso, cuando en mi caso particular hablo de las obras arquitectónicas que hoy día siguen los cánones clásicos, siempre me refiero a ellas como "nuevo clasicismo" o "clasicismo contemporáneo", indicando que estas obras, a pesar de mirar al pasado, sirven a la sociedad de hoy día. Es más, en el caso del clasicismo contemporáneo ha habido un lapsus de más de medio siglo desde que se acabara con la tradición clásica (durante las vanguardias y primera modernidad) hasta que se restaurara (con la posmodernidad), medio siglo en el que los cambios sociales y políticos han sido tan intensos como los de los últimos doscientos años, lo cual también contribuye a aumentar la brecha entre ambas épocas y a acentuar el carácter contemporáneo de este nuevo clasicismo.

Dicho esto, partimos de la base de que no todo es arte, al menos a priori. Un simple objeto puede llegar a convertirse en una obra de arte después de un proceso teórico y reflexivo que la califique como tal. Muchas veces no es el propio artista quien establece ese proceso sino críticos que lo hacen a posteriori basándose en reflexiones análogas. Y de la misma forma es esa reflexión, ese proceso teórico, el que separa la artesanía del arte. Pero corremos el riesgo de pensar hoy día, tras tantos años de abstracción y conceptualismo mal entendidos, que sólo podemos alcanzar el arte a través de estos caminos, aparentemente más libres, que el clásico de representación de la realidad. Sin embargo, los estudiantes de bellas artes deben pasar unos años de aprendizaje de dibujo al natural durante el que acaban desarrollando un estilo propio que lleva implícito un proceso reflexivo de captación e interpretación de la realidad. Las estéticas surgidas de ese proceso serán arte, mientras que las que salgan de la mera "idea feliz" serán simple ingenio o artesanía.

Por ejemplo, en el caso de la lata de sopa Campbell, no es la lata en sí el objeto artístico, sino el hecho de que Warhol elevara la representación pictórica de una lata a la categoría de arte. Obviamente cualquier artista que hoy día se dedique a pintar latas o cualquier objeto de uso cotidiano estará recorriendo el mismo camino que ya recorrió Warhol y antes que él los pintores de bodegones, pero no por ello esas obras dejan de ser artísticas. El único momento en los últimos 100 años donde ha habido arte completamente original y libre de influencias pasadas fue en la Bauhaus. Pero aún así la Bauhaus tenía unos principios para definir el arte, que venían de criterios compositivos abstractos definidos por Kandisnky.

Todo esto como reflexión general sobre estos comentarios. Ahora las respuestas a las preguntas:

¿Por qué asumir la posición de no aceptar algo por un criterio estético que parte más bien de una intuición romántica propia de cualquier ser, sometida a todo un juego de seducción por el objeto, en este caso la obra arquitectónica?

Precisamente por ese criterio estético inherente a cualquier ser. No se trata de aceptar o no una cosa, es una cuestión de preferencias. Según el discurso clásico de justificación de la belleza, sólo el canon clásico es criterio estético válido para juzgar una obra de arte. El agotamiento de este recurso, por abuso durante el siglo XIX, dio lugar a que las vanguardias ampliaran el campo de criterios estéticos y, desde los años 60, se "dinamitara" el concepto de belleza precisamente por el agotamiento de esos mismos criterios estéticos abstractos. Por tanto, los "criterios estéticos" son una forma de conformarse un juicio crítico sobre el arte; tenerlos y asumirlos forma parte del propio proceso artístico sin los cuales no habría arte.


¿Es válido el patrón del gusto estético en el día de hoy donde solo seguiremos dando traspies y cayendo nuevamente ante la posibilidad de elección que modifique una y otra vez el carácter de nuestros ideales y modelos correctos de estética? ¿o aceptamos que en este campo ya no existe algo, bueno o malo, por las razónes ya enunciadas?

A eso respondimos antes cuando dijimos que hoy día la calidad artística de un objeto viene del proceso teórico y reflexivo que se ha desarrollado para considerarlo como tal, y no de las propias características materiales del objeto. Un montón de basura no es arte a priori, lo es sólo cuando el artista lo introduce en un proceso de reflexiones que le llevan a considerar que es capaz de tener una estética transmisora de impresiones.

5 comentarios:

  1. pFunes: muy muy interesante tus argumentaciones sobre el clasicisimo contemporaneo....excelente postura!!

    (...y por oto lado gracias por ser seguidor de acampfadu.blogspot)

    ResponderEliminar
  2. Muchas veces,más de las deseables, no es el propio artista quien establece el criterio de arte, sino críticos sometidos al marketing y a estudiadas campañas,que determinan y marcan tendencias.
    Y francamente,en su mayoría,son auténticos fraudes que se asumen con naturalidad en ese "cajón de sastre" que es el abstracto y lo denominado "nuevas tendencias".

    ResponderEliminar
  3. Anónimo, gracias por el comentario y los ánimos. Tu blog me gustó mucho.

    Natalia, el arte y la moda como bien dices están muy marcados por lo que unos pocos eligen como "bello". Curiosamente si te pasas por eventos como ARCO ves montones de propuestas figurativas de artistas noveles y no tan noveles que nunca salen por televisión.

    En el caso del arte, el retorno a lo figurativo ha sido una constante desde hace casi 30 años, si bien hay un gran esfuerzo por educar a la población en lo abstracto, más por razones políticas (por analogía con los totalitarismos) que estéticas o filosóficas.

    ResponderEliminar
  4. Pfunes, tienes un premio en mi blog.
    Un abrazo
    Atreides

    ResponderEliminar
  5. Gracias por el comentario.
    Lo cierto es que el Beti-Jai es un edificio brillante, que además se encuentra en una ubicación increible,como se ve en la ortofoto, a escasos metros del edificio Bankinter de Rafael Moneo. Esperemos que el responsable correspondiente haga lo correcto. Lo cierto es que nos encanta que la sociedad civil se movilice y se enfrente a estas situaciones inverosimiles.

    Un saludo. Seguiremos tu blog con mucha atención, todos los post resultan muy interesantes.

    ResponderEliminar

Si desea hacer un comentario que no tenga que ver estrictamente con la entrada en la que comenta, le ruego me escriba a pfunes1981@gmail.com o use el minichat.

Muchas gracias por su aportación.

No se publicarán comentarios solicitando intercambio de enlaces o sugiriendo visitas a otros blogs de temática no relacionada con este.