domingo, 13 de septiembre de 2009

Un alma para el espacio litúrgico (I)

Durante las próximas semanas vamos a dedicar los domingos a la arquitectura religiosa y, en consonancia con la "línea editorial" de este blog traeremos cada semana un fragmento de un artículo del arquitecto italiano Ciro Lomonte sobre liturgia católica y arquitectura.


IGLESIAS FEAS

Las iglesias modernas no convencen. Al visitarlas, se percibe la dificultad de los contemporáneos para expresar lo trascendente en las obras de arte sacro. Los fieles están condenados a frecuentar iglesias parecidas a menudo a gimnasios, garajes, supermercados, escuelas o directamente piscinas. Tal vez la intención de quienes las diseñaron era reproducir las situaciones de la vida cotidiana en los lugares destinados al encuentro con la Trinidad. Y sin embargo en estos ambientes enajenantes no se logra establecer relación alguna con Dios ni con los hombres. Se advierte a veces la soledad como en ningún otro espacio. Y uno piensa que la iglesia ya no es el lugar donde se ora, sino donde tiene lugar la asamblea, precisamente como ocurre en las aulas de culto protestantes.

Se dice que las iglesias modernas son feas. Hoy en día una afirmación de este tipo corre riesgo de carecer de sentido, aun cuando ciertos estilistas suelen poner de moda lo feo en las prendas de vestir. ¿Qué es de hecho lo bello? ¿Como puede atribuir un valor universal al objeto de la percepción estética quien profesa el relativismo más dogmático?

Iglesia de S. Lucas en Graz (Austria). De izquierda a derecha y de arriba abajo: Altar Mayor, Tabernáculo, Lámpara del Santísimo y vista general.

La arquitectura moderna del siglo XX también ha producido obras de arte en este ámbito. El problema es que son un monumento del arquitecto a sí mismo, como el santuario de Ronchamp, de Le Corbusier, o las iglesias de Alvar Aalto. Desde este punto de vista no son arquitecturas logradas, ya que podrían emplearse para otros fines, operación que resultaría imposible en el caso de la catedral de Chartres o de S. Carlino alle Quattro Fontane.

Alvar Aalto, Iglesia de Santa María Asunta. Riola di Vergato, Bolonia, Italia, 1978.

Es comprensible la insatisfacción que dio origen hace más de veinticinco años a movimientos como el de la arquitectura tradicional, una corriente artística que propugna un retorno a las formas del pasado; pero el remedio es peor que el mal, por cuanto es más bien irrazonable proponer nuevamente en cemento armado estilos nacidos en otras épocas, en otras culturas, con otros materiales y distintas soluciones tecnológicas.

La arquitectura tradicional, cuyo exponente más destacado es Léon Krier(1), tiene gran difusión en los países anglosajones, donde cuenta con numerosos seguidores entre los arquitectos de iglesias. Estos últimos hacen un pésimo servicio a toda la Iglesia Católica, además de sus clientes, pertenecientes a grupos con nostalgia del Concilio de Trento. Ellos olvidan que la modernidad secularizada es hija – por más que sea una degeneración – de la religión católica, la única que siempre ha valorizado plenamente la razón. Ciertamente, el tradicionalismo es la fe muerta de los vivos y la Tradición auténtica es la fe viva de los muertos. El renovado diálogo entre fe y arte pasa necesariamente por la curación de los focos infecciosos que han condicionado negativamente el desarrollo de la civilización occidental.

Ejemplo reciente de arquitectura religiosa tradicional. Thomas Gordon Smith. Seminario de Nuestra Señora de Guadalupe. Denton, Nebraska, Estados Unidos, 2000.


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(1) Ver Léon Krier, Architettura. Scelta o fatalità, Laterza, Bari 1995. El proyectista luxemburgués, más que en la difusión del estilo clasicista que le dio fama en los años 80, actualmente está interesado en la promoción de una planificación urbanista – New Urbanism – centrada en los elementos que no pueden desaparecer en la vida social.

7 comentarios:

  1. Es difícil proponer hoy en día una arquitectura que se base en la búsqueda sincera de la Belleza. Sobre todo si las formas antiguas se toman como tabúes. Pero lo queramos o no, es en ellas donde tenemos el referente de belleza más próximo. No sé si el camino pasa obligatoriamente por la vuelta a los sistemas constructivos y los referentes estéticos clásicos, pero sin ninguna duda pasa por darle más importancia a la Belleza y a la Verdad que al querer ser más modernos que nadie o a aparecer en todas las revistas con la última novedad.

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  2. Juanan, Ciro Lomonte apunta en esa dirección. La vuelta a la arquitectura antigua como nostalgia preconciliar no lleva a ningún sitio, como tampoco lleva la aplicación de los desoladores principios industriales y post-industriales de nuestra arquitectura contemporánea, todo lo más sumida en un lujurioso formalismo que, como bien se indica en el artículo, sólo sirven de monumento al ego del arquitecto.

    Pero antes de definir cómo hacer una iglesia moderna, cómo aunar Fe, tradición y modernidad, es necesario, como dice Ciro Lomonte, sacudirse de los prejuicios que se han instaurado en nuestra cultura tras el trauma que supusieron al Primera Guerra Mundial y las Vanguardias.

    Un saludo.

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  3. Por cierto, esa "lámpara del Santísimo" es para echarse a llorar. ¡Quién le mandará meter las narices ahí! Ya no es cuestión de estética, es cuestión de liturgia. Me parece que esas "reinterpretaciones" están fuera de lugar. ¿Quién es el arquitecto para "reinterpretar" el significado de la vela del Santísimo? Que además es uno de los detalles más tiernos de la liturgia católica; te enlazo una antigua entrada de mi blog http://miantrodps.blogspot.com/2008/03/la-vela-roja.html

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  4. Muy entrañable tu entrada, siempre es bueno recordar, o que nos recuerden, los profundos significados de cada minúsculo detalle de una Iglesia, pues todos tienen algo que decirnos.

    Llevas ya dos años en la ETSAS y te habrás dado cuenta que en un proyecto todo se reinterpreta, todo se cuestiona, nada puede ser de la forma que es ni de la forma más lógica y bajo ningún concepto puede estar fundamentada en la tradición. E intentar aplicar esto a un recinto sagrado, donde la tradición no es un lastre sino una parte fundamental para dicho espacio ("haced esto en memoria mía"), resulta complicado para unas mentes totalmente adoctrinadas justo en lo contrario.

    El arquitecto lo reinterpreta todo porque le han obligado a hacerlo durante su formación. Le han obligado a considerar la funcionalidad con ojos de artista conceptual y luego pagamos las consecuencias. Y a eso tienes que sumar el trasnochado concepto de arte que nos enseñan en la Escuela, que tiene un desfase de entre un siglo (para los que parece que están en la Bauhaus de Weimar) y veinte años (para los que se creen que están en la movida madrileña).

    Un saludo.

    PD: Y aparte de eso podemos hablar largo y tendido de ese amplio sector que confunde belleza con ornamento (en el sentido albertiano) y que valora la calidad de una Iglesia por la cantidad de adornos que tiene (aunque luego son los mismos que abogan porque ese pernicioso concepto de pobreza de la Iglesia según la cual debería vender sus bienes).

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  5. dios,Pfunes, ahora casi me averguenzo de mi post... y de mis chorradas, ¡tu si que sabes de lo que hablas!.

    bueno, ahora si que no me queda mas que retirarme sin que se me note mucho mi ignorancia, aunque me gusta el tema, claro, soy un aficinadillo o menos que eso.

    Bezos.

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  6. Bueno, respecto a tu post, ya digo que no entiendo nada, pero parece que hoy no tiene sntido hacer arquitectura "estilo clásico" no?

    A mi es que me encantan esos espacios abiertos, claros, minimalistas, luminosos, modernos, atrevidos.... vamos. Cada cosa en su siglo, jajaja

    Bezos

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  7. Gracias por el comentario Thiago, este post forma parte de una serie dedicada a la arquitectura religiosa. La idea general es que para hacer una iglesia en el siglo XXI ni podemos mirar exclusivamente al pasado de forma reaccionaria, ni podemos poner todas nuestras esperanzas en una arquitectura que está muy bien para un centro comercial o una vivienda "urbanita", pero que para un espacio donde se supone que se va a rezar y a sentir paz interior pues no es muy adecuada.

    Las fotos son un poco los extremos a los que se llega, las de las iglesias de Graz y Riola por el camino exclusivo del minimalismo, y el seminario de Nebraska por el del tradicionalismo.

    Yo personalmente soy partidario del clasicismo, tiene sentido hacerla hoy día en determinados contextos y dejar lo moderno para otros. No todo pueden ser villas palladianas, pero tampoco podemos llenar el mundo de cubitos de vidrio porque sea la moda.

    Un saludo.

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