martes, 6 de abril de 2010

Ciudades y Arquitectos

Autor: Lucien Steil
Traducción: María Sánchez & Andrea Trietsch


La ciudad tradicional es la materialización sublime, compleja y popular de la civilidad y la convivencia. Es la síntesis perfecta entre el territorio, la cultura y las comunidades humanas. Es una estable y estimulante “Patria” para individuos y familias, para locales y extranjeros, para residentes y huéspedes, para la industria, los negocios, la artesanía, el arte, la comunicación y la interacción, para el desarrollo social, el intercambio cultural, intelectual y comercial y la invención.

Además, siempre ha permanecido un artefacto convincente para la inmaginación, el pensamiento y la adoración. ¿Cuántas vistas, pinturas y grabados, fotografías, descripciones, poemas y canciones populares, etc. celebran la belleza, la excelencia y la singularidad de la ciudad tradicional popular? Incluso las ciudades y pueblos más pequeños tienen una impresionante collección de registros visuales y escritos de su memoria épica, su diseño, sus monumentos y plazas, sus calles, su vista de horizonte y vistas panorámicas, y las transformaciones a través de la historia de una identidad urbana orgánica…

Ambas ciudades históricas, tanto grandes como pequeñas, siguen siendo centros de peregrinación cultural y de regeneración para millones de contemporáneos, quienes buscan la iluminación y los placeres sensuales y espirituales de la ciudad buena. La mayoría de las más famosas ciudades históricas intactas apoyan de la manera más eficiente las actividades y requerimientos de la vida moderna, mientras que las ciudades contemporáneas más desarrolladas no pueden manejar los componentes básicos de su conección inicial.

Ahora todas las ciudades y pueblos tradicionales son construídos de acuerdo a los mismos principios de armonía y proporción, escala y medida, de organización y de estructura, de tipología y morfología, etc., correlacionando el estudio matematico del artefacto urbano con respecto a aquel del universo. Si bien los ideólogos principales de la modernidad y el deconstructivismo han utilizado abusivamente referencias científicas para sus propios fines, sus axiomas ya han sido objeto de críticas por ser conclusiones erradas que provienen de un entendimiento científico superficial. La arquitectura tradicional y la construcción de ciudades han sido reconocidas por concordar mas profundamente con los fractales y el caos y el nuevo conocimiento acerca del hombre y del universo.

“El caos matemático es el estudio de patrones ocultos en los sistemas que son sólo aparentemente caóticos. No hay ningún cambio en el objetivo fundamental de la matemática –que es el descubrir patrones- al pasar de los modelos Newtonianos a los medelos caóticos. A pesar de las enormes posibilidades de aplicación de los fractales en las formas construidas de una manera innovadora, los edificios descontrictivistas sólo han dado lugar a la aleatoriedad.”
Nikos Salingaros (en: “Arquitectura, Patrones y Matemática”)

Esto ha sido investigado científicamente y completamente expuesto en los escritos de Nikos Salingaros y Christopher Alexander. De hecho, en lugar de volver obsoleta la teoría clásica de la imitación de la naturaleza basada en principios universales de estructura, proporción y armonía de la naturaleza, el nuevo conocimineto científico ha consolidado las intuiciones antiguas en evidencia. La regeneración de la teoría antigua a traves de ciencias modernas abre perspectivas espectaculares sobre los patrones sofisticados de la arquitectura tradicional y la construcción de ciudades, su altamente ordenada complejidad, su adecuación a la mente y cuerpo humano, y su coherencia con temas ecológicos.

“Hay leyes generales y la Naturaleza se ensimisma en estas leyes para crear diversidad. La armonía provee el patrón y el caos otorga la libertad.”
Trinh Xuan Thuan

Todas estas ciudades y pueblos tradicionales son familiares y amigables para nosotros, y experimentamos el placer del “reconocimiento” en ciudades extranjeras aunque nunca las hayamos visto antes. Sin embargo, no hay mayor diversidad e inventiva que aquella que podemos descubrir en el vasto patrimonio de ciudades tradicionales… El rechazo de los principios tradicionales en la construcción de ciudades, la arbitrariedad de la experimentación de la modernidad y la planificación de la expansión y los suburbios, por el contrario, han generado urbanizaciones sin rostro y monótonas, todas parecidas alrededor del mundo. Pretendiendo expresar nuestro tiempo, sólo han tenido éxito en expresar el fracaso monstruoso del “sin-tiempo” y el “sin-lugar”.

“Las ciudades históricas son parecidas pero todas diferentes. Las ciudades modernistas son cada una diferente, pero todas son lo mismo”
Maurice Culot

Pero también sabemos que las bellas ciudades del pasado han sido atacadas y destruidas, y luego reconstruidas una y otra vez muchas veces. ¿Ha habido tiempos en los que la humanidad no se ha enfrentado a la guerra, la enfermedad, la corrupción, la barbarie y la destrucción? Las “Edades de Oro”, si es que han existido, han sido siempre excepcionales y cortas.

Ahora ¿por qué debemos esperar que la arquitectura y la construcción de ciudades exprese fealdad y horror, confusión y desorientación, falta de hogar y alienación? ¿Por qué la arquitectura y la construcción de ciudades, en lugar de construir una “patria”, se limita a su papel de celebrar conflictos y la crisis de nuestro tiempo? Reducir la arquitectura a que refleje el estado de la sociedad y las paradojas contemporáneas es una propuesta absurda en sí misma: “No hubiese habido ningún edificio memorable, bello e inspirador ni ninguna ciudad confortable y atractiva producida a través de la dramática historia de la humanidad. La arquitectura y la construcción de ciudades nunca se hubiesen desarrollado como artes altamente sofisticadas.

Dos vistas del centro de Londres, radicalmente reconstruido tras los bombardeos alemanes de la Segunda Guerra Mundial.

La arquitectura tradicional y la construcción de ciudades han sido siempre los ideales de armonía y belleza en un mundo desestabilizado y desorganizado. A través de siglos de gloriosa y trágica historia, la ciudad tradicional se ha mantenido como un modelo deseable de urbanidad, de civilización, de buena vida y de una utopía posible…

Destruidas por calamidades naturales (terremotos, inundaciones, huracanes, etc.) o humanas (guerras, incendios, transformaciones urbanas, etc.), las ciudades tradicionales han sido reconstruidas la mayor parte del tiempo en el mismo lugar, y de acuerdo los mismos principios. A través de las aspiraciones de permanencia, continuidad e identidad, nuevas ciudades han sido construidas sobre las ruinas, las huellas y las memorias de las ciudades antiguas. En vez de ser arqueológicamente las mismas, estas ciudades reconstruidas fueron mejoradas, embellecidas y perfeccionadas para ajustarse a la memoria y la modernidad dentro del patrón común de una cultura urbana colectiva.

La espectacular reconstrucción de Lisboa después del terrible terremoto en el siglo XVIII, de Catania después de la erupción destructiva del Etna, de Londres tras el Gran Incendio, de Varsovia después de la Segunda Guerra Mundial, y de tantas otras ciudades en el mundo, documentan la genialidad de la auto-regeneración y emulación de la construcción tradicional de ciudades, así como la capacidad esencial de ajustes críticos y transformaciones necesarias.

A pesar de los rápidos, dramáticos y sin precedentes cambios e innovaciones de nuestro siglo, la ciudad tradicional se ha mantenido como un lugar bueno y deseable para vivir. Ha demostrado que es perfectamente compatible con la vida moderna. Es a la vez una realidad tangible y un proyecto realista de la civilización contemporánea.

Recordemos la paradigmática Bologna, una ciudad moderna vital y próspera en donde lo mejor de la cultura urbana tradicional de Europa y del Mediterráneo puede ser experimentada plenamente hoy. Esto es así, no por una nostalgia retrograda ni por políticas urbanas perezosas, sino por la elección política y cultural deliberada de la ciudad tradicional. A finales de la década de 1960, el reconocido arquitecto japonés Kenzo Tange propuso una megapólis moderna para millones de personas, un plan maestro que Bologna rechazó después de profundas consideraciones.

La ciudad decidió desarrollar una visión del futuro a partir del potencial razonable y de las propiedades inherentes en el crecimiento histórico de la ciudad tradicional. Bajo la dirección de Pierlugi Cervellati, la estrategia de restauración sensible, rehabilitación y reconstrucción basadas en principios tangibles de tipología, morfología, mezcla de funciones y diversidad social, etc., fue establecida y realizada con éxito.

Hoy en día, Bologna es una de las ciudades italianas más populares, un lugar de auge para el comercio y la industria, una reconocida ciudad universitaria y centro de arte de renombre, un gran lugar para el ocio y entretenimiento, para la buena comida y el buen vino, para la "calme et volupté", al igual que para el entusiasmo y el esclarecimiento de las comodidades más sofisticadas de la vida moderna.

Hace algunos años, los proyectos para la demolición de la estación de tren y la construcción de un par de ridículos rascacielos (por Ricardo Bofil) fueron derrotados exitosamente por los ciudadanos de Bologna y por la vigorosa cruzada de Gabriele Tagliaventi*, apoyado por numerosos profesionales de Bologna, Italia y de muchos lugares alrededor del mundo.

Florencia (vista general y Galeria de los Uffizi), Montepulciano y Bolonia, tres ciudades italianas que supieron preservar sus centros históricos de intervenciones modernas.

¿Cuántos ejemplos contemporáneos de construcción exitosa de ciudades conocemos que no hagan referencia de una manera u otra a la tradición o a precedentes históricos? No muchos realmente, y difícilmente ejemplos exitosos! Por otra parte, el nuevo urbanismo clásico y tradicional tiene los mejores registros de logros y proyectos exitosos. Los “Nuevos Vecindarios Tradicionales” construidos por un creciente número de profesionales aficionados al “Nuevo Urbanismo” no solo son populares y reconocidos públicamente, sino que se han convertido en una parte indispensable del Renacimiento de la cultura urbana americana. El “Nuevo Urbanismo” ha establecido una autoridad considerable y tiene una creciente influencia sobre las políticas de desarrollo nacional y regional.
Curiosamente, las universidades prefieren ignorar las realidades de la Visión Urbana Americana a favor de las especulaciones inhabitables de los Ciber-suburbios y otras fantasías vanguardistas obsoletas.

IBA 1981: Reconstrucción de Friedrichstadt Sud. Maurice Culot & Leon Krier

Reconstrucción de Marsham Street, Londres. Mulhern & Steil

Reconstrucción del Palacio Real de Berlín y alrededores. Equipo de Urbanismo del Príncipe de Gales, 1997.

Las Universidades obstinadamente continúan educando arquitectos y urbanistas como una élite no popular, orgullosa de sus visiones alienígenas de lugar y tiempo, y sin preparación para llenar las legítimas espectativas de los ciudadanos de viviendas, vecindarios, pueblos y ciudades bellos, confortables y bien construidos.

Maquetas de arquitectura clásica y vernácula portuguesa, elaboradas por los alumnos de la Escuela de Arquitectura de Viseu en 2004.

En Europa, aunque sin la fuerte organización del “Congreso para el Nuevo Urbanismo”, hay varios proyectos notables y realizaciones de construcciones de ciudades tradicionales en muchos países. De manera compasiva, estos proyectos y edificios están frecuentemente relacionados con una visión bastante inspiradora de vivienda pública, de uso económico y ecológico de la tierra, de identidad regional y local y de tradiciones culturales. La “Fundación Philippe Rotthier” en Bruselas, “Una Visión de Europa” en Boloña, “INTBAU” en Londres, “Byens Fornyelse” en Noruega y otras instituciones y organizaciones están apoyando activamente la realidad del Nuevo Clasicismo y del Urbanismo y Arquitectura Tradicionales.

Vista aérea y varios detalles de la ciudad de Poundbury en Dorchester (Reino Unido), construida siguiendo los principios del Nuevo Urbanismo.

La Ciudad Tradicional, como la suma acumulada de la experiencia, del conocimiento, de la teoría y la práctica, de modelos y tipos, como un repertorio de patrones tangibles y finalmente como una de las invenciones más geniales de la humanidad a través de la historia, ha probado ser el mejor paradigma posible para la construcción de la ciudad contemporánea. Ahora bien, en el contexto de la construcción de la ciudad tradicional no hay manera de hacer de la arquitectura tradicional un dispositivo opcional. Para lograr el mayor nivel de integración, de calidad, de diversidad, etc., la arquitectura tradicional debe ser una condición necesaria para el urbanismo tradicional. No puede haber un compromiso satisfactorio sobre el tema de la buena arquitectura.

Como Léon Krier declaró una vez, o existe la arquitectura o existe la ausencia de la arquitectura. La arquitectura en sí misma abarca una condición inalienable de comodidad, solidez y belleza, de escala y proporciones, de lógica constructiva y tectónica, etc. No hay ningún argumento defendible para la mediocridad en la definición de la arquitectura tradicional.

Hoy en día, la alternativa moderna, la opción de “ausencia de arquitectura” o la del “castigo por medio de arquitectura”, continúan pretendiendo que son relevantes dentro del campo de la arquitectura pero sistemáticamente rechazan cualquier concepto de significado y valor duraderos. La modernidad, como un sistema auto-referencial de “relativismo radical”, ha perdido desde hace tiempo cualquier connotación utópica y el vigor crítico y poético de una vanguardia. No es un emerger rebelde y juvenil de la regeneración cultural, sino más bien un establecimiento filisteo, paralizado en sus implementos de teoría y práctica reductivos, arbitrarios y bastante tristes.

La construcción de ciudades y la arquitectura son diferentes escalas de una misma disciplina. No pueden vivir felizmente en un conflicto deliberado, en una crisis constitucional, en una asociación ambigua, en una contradicción caprichosa. Esta es una cuestión de integridad genética en donde las manipulaciones forzosas crean monstruosidades.

Una arquitectura enajenadora siempre es ofensiva para sus habitantes, independientemente de la calidad de su diseño urbano. El Nuevo Urbanismo Tradicional no debe confiar ciegamente en los mutantes arquitectónicos y no puede desarrollar su potencial a través de las agendas ocultas de experimentos genéticos de arte.

La arquitectura tradicional es bastante flexible y rica en su capacidad de adaptación y regeneración, pero sólo dentro de los límites de los principios de calidad, comodidad, belleza y solidez, sólo dentro del respeto de la tectónica, de la escala, la medida y el detalle. La arquitectura tradicional no está interesada en la simple novedad y originalidad, sino en una “eterna novedad desarrollándose a partir de los elementos extendidos del pasado”. (J. W. von Goethe).

Los arquitectos tradicionales y contemporáneos y nuevos urbanistas no están buscando declaraciones sorprendentes ni una innovación competitiva. Sus obras son interesantes y únicas por su integración armoniosa y elegante en relación a los contextos sociales, ambientales y urbanos existentes. Esto se hace sin servilismo al pasado y sin ceguera ante el futuro. Reconoce la contemporaneidad con lucidez positiva y propone nuevos estándares de modernidad para un mejor mundo en el contexto de criterios humanistas y ecológicos.

No son misioneros o profetas de una modernidad hipotética, ni héroes trágicos o incomprendidos de vanguardistas anacrónicas, sino artesanos y artistas que diseñan y construyen lugares y edificios con cualidades duraderas de belleza, utilidad, construcción, que permiten que las personas de nuestro tiempo vivan en comodidad, seguridad, armonía, iluminación y placer. Si el hombre “habita como un poeta” (Martin Heidegger), entonces los nuevos arquitectos y urbanistas tradicionales se puede decir que diseñan y construyen un mundo en donde la poesía sigue teniendo sentido.

3 comentarios:

  1. Excelente artículo. Me interesa mucho la dirección hacia la que apunta, que las soluciones tradicionales no son meras propuestas nostálgicas de recuperar un pasado que se perdió, sino un verdadero progreso. No entendiendo el progreso como la búsqueda de soluciones novedosas y sorprendentes fuera de lo que conocemos, sino como una profundización en nuestra identidad buscando aquello que nos aporta mayor bienestar. Un progreso ad intra, que toma conciencia de sus condiciones de tiempo y de lugar.

    ResponderEliminar
  2. Efectivamente Juanan, desde las vanguardias se nos vende que sólo mediante el rechazo radical al pasado podemos acceder al progreso de la arquitectura, cuando en realidad quienes soñaban con hacer tábula rasa en el mundo se formaron en la tradición clásica y necesitaban recurrir a ella, pervirtiéndola, para fundamentar sus argumentos.

    Londres y sobre todo Berlín son ciudades que han perdido su identidad urbana en nombre de un progreso que las ha convertido en un conjunto de anómicas formas curiosas. Y como contraposición Bolonia, Florencia o incluso Poundbury como ciudades que conservando su pasado o mirando hacia él(en el caso de Poundbury), son capaces de construir su futuro sin recurrir a extravagancias arquitectónicas o la pérdida de su identidad tradicional (que por otro lado es lo que les da su encanto).

    A ese respecto cuesta entender cómo Sevilla, por citar un ejemplo, es capaz de renunciar a su pasado en busca de un casposo concepto de modernidad.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Excelente artículo y esas fotos ilustrativas de todo lo que nos cuentas. Poundbury, nos parece un conjunto urbano delicioso, conservador de su identidad sin renunciar a la nueva construcción.

    Magnífico.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Si desea hacer un comentario que no tenga que ver estrictamente con la entrada en la que comenta, le ruego me escriba a pfunes1981@gmail.com o use el minichat.

Muchas gracias por su aportación.

No se publicarán comentarios solicitando intercambio de enlaces o sugiriendo visitas a otros blogs de temática no relacionada con este.