jueves, 9 de octubre de 2008

Ilusiones perdidas: la Escuela de Arquitectura de Viseu

Hoy día apenas quedan dos escuelas de arquitectura y “media”, todas en Estados Unidos, en las que se enseñe de forma rigurosa la práctica del clasicismo como opción proyectual. Estas dos Escuelas son la de la Universidad de Notre-Dame en Indiana y la de Miami; y la “media”, la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Yale, donde la presencia docente de Robert A. m. Stern sigue la línea posmoderna de combinar tradición y modernidad. Pero hasta hace muy poco tiempo estaban operativas otras dos: El Instituto de Arquitectura Príncipe de Gales en Reino Unido, dirigido por Brian Hanson, que vio impuesto su cierre; y la escuela de Arquitectura de Viseu, abierta en 2001 y dirigida por Jose Cornelio Da Silva y Lucien Steil, que en otoño de 2004 sufrió una reforma radical y sustitución de plantilla para adaptarla a los cánones arquitectónicos contemporáneos de la Escuela de Arquitectura de Oporto.

La Escuela de Arquitectura y Urbanismo de Viseu se creó como institución privada dependiente de la Universidad Católica Portuguesa. Esta ciudad es conocida en Portugal por la presencia de varias instituciones de enseñanza privada de reconocido prestigio. Esta Escuela ofrecía un programa de licenciatura de 5 años más otros cinco años de especialización y máster en Arquitectura, Urbanismo, Conservación y Restauración y Planeamiento Territorial. El programa de estudio se elaboró con la ayuda de Gabrielle Tagliaventi, inspirado en la estructura docente de la Escuela de Arquitectura de Ferrara y debatido en la Universidad de Notre-Dame de Indiana junto con Samir Younés, Michael Lykondis y Norman Crouse.

La Escuela de Arquitectura abrió sus puertas en 2001. En sus inicios compartía espacio con la Facultad de Odontología de la Universidad Católica de Portugal, por lo que uno de los primeros proyectos del programa docente incluía una nueva Escuela de Arquitectura y Urbanismo ubicada en la plaza San Cristina en el centro de Viseu. Uno de los elementos fundamentales en la docencia era la observación directa de arquitectura de diversas épocas, desde dólmenes o las ruinas de Conimbriga hasta un viaje de un mes a Roma durante la primavera de cada curso. A pesar de que la docencia estaba fuertemente orientada hacia la arquitectura clásica y el nuevo urbanismo, todas las opciones proyectuales eran barajadas como se puede observar a partir de los diferentes proyectos presentados por los alumnos. Durante su corta existencia como escuela clásica gozó de reconocimiento como centro europeo modelo para la arquitectura y urbanismo tradicionales. Poco antes de su reforma en 2004 la escuela organizó un exitoso congreso internacional donde se aprobó la Declaración de Viseu. 



Arriba: bocetos y maquetas de los alumnos. Abajo: visita a las ruinas romanas de Conimbriga

Sin embargo, a pesar del éxito obtenido, los estudiantes se encontraron en otoño de 2004 con que la Universidad había hecho un cambio en el programa y profesores buscando una docencia más acorde con la arquitectura deconstructiva y vanguardista de la vecina Escuela de Oporto. De esta forma se produjo un cese de los principios de la tradición y clasicismo en aras de un pensamiento único arquitectónico donde lo importante no es la consecución de una arquitectura habitable y sostenible sino la búsqueda de un repertorio formal que borre la tradición vistiendo la ignorancia con un disfraz minimalista y deconstruido.

A pesar de la poca relevancia que los medios concedieron al hecho, lo cual no les exime de su existencia, se elevaron numerosas quejas y cartas de protesta escritas por arquitectos clásicos y dirigidas a personajes con cierta relevancia dentro de la Universidad Católica Portuguesa.

Cartas dirigidas al profesor Braga Da Cruz:

William Robert Buchanan

Carrol William Westfall, profesor de la Cátedra Frank Montana en la Escuela de Arquitectura de Notre-Dame de Indiana.

Javier Cenicacelaya, catedrático de Arquitectura en la Universidad del País Vasco.

Matthew Hardy, secretario de INTBAU.

Samir Younés, profesor de Arquitectura. Director de Estudios en Roma, Universidad de Notre-Dame.

Cartas dirigidas a Monseñor D. Antonio Do Santos Marto, Obispo de Viseu:

Su Alteza Dom Duarte, Duque de Braganza.

Jaap Dawson, Dr. Ingeniero, profesor de la Escuela Técnica de Arquitectura de Delft, Paises Bajos.

Además de estas protestas dirigidas a personas concretas, los arquitectos Nikos Stalingrados y Lucien Steil se encargaron de difundir la noticia por los medios de comunicación, calificándolo el primero como un “golpe de estado”, y el segundo en un sabotaje realizado durante el último curso “clásico” de Viseu (2993-2004). Este sabotaje se podría resumir en los siguientes puntos:

- No calefactar las aulas en invierno.

- Frecuentes cortes en el suministro eléctrico.

- Negativa a suministrar a la Escuela material pedagógico básico, máxime cuando se trataba de una escuela privada.

- Desaparición de libros de la biblioteca durante el curso.

- Ausencia de presupuesto para compra de libros o material docente.

- Cancelación del viaje de estudios a Roma, eje fundamental del plan de estudios.

- Recorte de un 40% del salario a toda la plantilla sin justificación.

- Aparición de una Escuela rival dentro de la propia Universidad.

- Rumores y calumnias contra el decano y la Escuela.

- Comentarios ofensivos hacia el trabajo de profesores y estudiantes durante los tres años de duración de la escuela, en público y en actos universitarios.

- Secretismo y desinformación para con estudiantes y docentes acerca de los cambios a realizar.

- Ausencia de autonomía académica debido a las constantes presiones y obstaculizaciones del programa docente.

- Falta de respeto hacia los estudiantes y la Escuela ante cualquier tentativa de diálogo.

El señor Steil, a diferencia sus colegas, que alegan una conspiración moderna contra el clasicismo, prefiere ser más diplomático y no acusar directamente a los partidarios de la modernidad de conspirar por el cambio; en cambio, lo alega al efecto pernicioso que han producido la ignorancia y el desprecio hacia el pasado que la modernidad ha instaurado en las escuelas de arquitectura durante los últimos cincuenta años.

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