martes, 27 de abril de 2010

Frontón y entablamento sobre cinco columnas en la Plaza de Bedford, Londres

En la entrada anterior traducíamos un texto de Quinlan Terry donde usaba un frontón y entablamento sobre cinco columnas y cuatro huecos como posible ejemplo para una fachada georgiana. Siendo él mismo consciente de lo inadecuado de esta composición, invitaba al auditorio de la Asociación de Arquitectos y Escuelas de Arquitectura a buscar un edificio similar al dibujado por él que pudiera servir de modelo para esa hipotética fachada. Los asistentes a esa conferencia lo podrían encontrar fácilmente en la misma plaza en la que estaba situada la Asociación, y el arquitecto Alfonso Calderón, del blog slowlandscapes, nos ha dejado el enlace donde podemos encontrar el edificio en cuestión.

La Plaza de Bedford es un conjunto urbano uniforme construido entre 1775 y 1783 sobre terrenos pertenecientes a los Duques de Bedford (de quienes toma el nombre). Los edificios estaban destinados a los más pudientes de la época y con el tiempo las viviendas han dado paso a oficinas, embajadas y sedes institucionales. Esta plaza se ha convertido en uno de los conjuntos de arquitectura georgiana más significativos de Londres y goza del más alto grado de protección según las leyes británicas de Patrimonio (Grado I).


El ejemplo mostrado por Quinlan Terry se inspira en la fachada norte de la plaza, con los dos edificios centrales unidos mediante este curioso sistema de cinco columnas bajo entablamento y frontón que a pesar de su carácter práctico (la pilastra central separa dos viviendas) se sale de la ortodoxia vitruviana y la tratadística clásica: las fachadas se suelen organizar con un número par de columnas (tetrástilo, hexástilo, octástilo...) y un número impar de huecos (picnóstilo, sístilo, diástilo...).

Alfonso Calderón nos indicaba en su comentario que el número par de huecos e impar de columnas es un motivo recurrente en el clasicismo español, y no le falta razón. el número par de huecos e impar de columnas es habitual en los patios y claustros de nuestro clasicismo español, tanto en sus vertientes más cultas como más vernáculas. Realmente una arcada se presta a ese tipo de "desviaciones" al ser un elemento continuo y repetido donde la jerarquía se obtiene por elementos adicionales a la propia arcada. Sin embargo, aunque se cita como ejemplo de una hipótesis de actuación en una calle larga y monótona, es preferible recurrir a otras soluciones igualmente vernáculas y clásicas antes que a este experimento arriesgado y de resultado dudoso únicamente destacable por su antigüedad y calidad de ejecución.

8 comentarios:

  1. Felicidades por la entrada.

    Es bien interesante siempre el problema de las columnas pares o impares también en otros casos.

    Por ejemplo, el problema que supone en la Villa Saboya entrar en el eje de simetría. Le Corbusier se ve obligado a apear el pilar en la planta baja en una solución bien significante.

    Saludos y enhorabuena de nuevo

    ResponderEliminar
  2. S.de Molina, muchas gracias por su comentario y por pasarse por aquí.

    Efectivamente, la Villa Saboya presenta ese problema, si bien por su planteamiento y composición interior se aleja bastante del clasicismo quedando únicamente un leve eco de módulos y proporciones que Le Corbusier pretendió pasar por clásicos comparándolo de forma poco acertada con construcciones que sí lo eran.

    Otra cosa es su interesante solución de pilares, el recorrido de la rampa, las ventanas corridas a lo largo de la primera planta... pero ninguna de ellas es capaz de crear la disgresión teórica que podemos hacer a partir de la fachada norte de la plaza Bedford. Podemos hacer otras, muchísimas y muy interesantes, pero no desde un clasicismo que el propio arquitecto despreciaba y pretendía erradicar.

    Un saludo y enhorabuena por su blog.

    ResponderEliminar
  3. Gracias a ti por proponer temas que desbordan en realidad tanto el clasicismo como lo más moderno.

    Las conexiones entre el clasicismo y lo moderno me parecen mucho más abundantes de lo que parece en primera instancia.

    Supongo que de puro conocido ya, casi ni se citan las evidentes y llamativas conexiones que hace años, de mano de Rudolf Wittkower primero, y de Colin Rowe después, se explotaron en el famoso ensayo sobre "las matemáticas de la villa ideal", y que pasan entre las plantas Palladianas y las de Le Corbusier como una apisonadora, dilapidando las fronteras que el mismo Le Corbusier parecía haber trazado como Rubicón insalvable entre clasicismo y modernidad. Rowe demostraba graficamente que el trazado de las plantas era maravillosamente coincidente e inauguraba la reconciliación, seguramente sin quererlo, entre las fronteras de lo clásico y lo moderno en arquitectura.

    Poca, eso si, conexión con el problema de la plaza Bedford. Buena ocasión sin embargo para pensar sobre ello.

    Saludos y enhorabuena nuevamente.

    ResponderEliminar
  4. S. de Molina, como bien indicas, Rowe rastrea la esencia clásica tan denostada por Le Corbusier, quien a pesar de todo con sus trazados reguladores termina rindiendo pleitesía al clasicismo que tanto detestaba. No obstante, la relación entre Le Corbusier y el clasicismo, argumento usado por la modernidad como demostración de la continuidad y reciprocidad de dos posturas opuestas, se debe más bien a los intentos del arquitecto por buscar una artimaña comercial con la que compensar las críticas hacia sus monstruosas intervenciones "tabula rasa" sobre el centro de París, surgidas del más frenético y exaltado maquinismo.

    El análisis de Rowe es por tanto una muy fina ironía, un cruel e ingenioso epitafio para alguien que se pasó toda su vida odiando un clasicismo con el que sin embargo debía convivir en todas sus obras.

    Mejor suerte corrió por ejemplo Mies Van der Rohe, quien con su "menos es más", justifica su arquitectura únicamente a través de los avances tecnológicos y no necesita recurrir a argumentos sentimentalistas (Le Corbusier pretendía imponer a los arquitectos -y lo ha conseguido muchas veces- su propia visión subjetiva de la arquitectura).

    Un saludo

    ResponderEliminar
  5. Poco o nada tiene que ver todo esto con lo que actualmente se enseña en las ETS de Arquitectura, al menos en la de Sevilla, donde parece que todo aquello que se salga de lo puramente espacial deja de ser arquitectura y se convierte en mera decoración.

    Entretenerse en la composición de una fachada está visto como frívolo, pero hay algo en la sociedad que lo sigue demandando. Quizás sea el hecho de que la arquitectura es susceptible de enriquecerse en un amplio abanico de escalas, no sólo en el gran espacio vacío sino también en el detalle de lo macizo.

    Cuando, en aras de la belleza de los espacios, se desprecia la belleza del ornato, la arquitectura se ve profundamente empobrecida. Por eso no está de más entretenerse un poco en estas cuestiones que, si bien no son las fundamentales, colaboran tanto en la belleza de nuestras edificaciones.

    ResponderEliminar
  6. volviendo al tema de las columnas impares, me ha venido a la memoria la iglesia del Santo Spirito de Brunelleschi, sitúa uno de sus órdenes en el eje principal de la iglesia, en el presbiterio, fijaos en la planta... me han explicado que esto tiene que ver con el momento en el que se construyó, con el descubrimiento de la perspectiva, con la creación de un espacio perspectivo a través de la repetición de los órdenes... y también de alguna manera es una profanación de la religiosidad gótica en el comienzo del humanismo... el orden, que es la relación del todo con las partes, y en concreto, de la arquitectura con la medida del hombre, se sitúa en el punto de fuga de la perspectiva... no sé qué le parecería esto a Filippo, pero es interesante no? Un saludo.

    ResponderEliminar
  7. Juanan, por desgracia esto es extensible al resto de escuelas de arquitectura de España, donde seguimos inmersos en el deconstructivismo chillón del efecto Guggenheim. Yo iría más allá y diría que ya no se busca tanto la funcionalidad como el efectismo a partir de una imagen infográfica que luego todos querrán captar con sus cámaras como único testimonio de la utilidad del edificio.

    Y paralelamente, y por mi experiencia en Sevilla, se adolece de un exceso de celo en el diseño en planta y en la "idea de proyecto" (un concepto manido que se resume en un pobre boceto) donde cada trazo debe ser resultado de un complejo proceso reflexivo que reinvente la arquitectura y que al final deja poco tiempo para la composición general del edificio.

    Desde la docencia se fomenta una imagen de arquitecto que baja de su limbo cuan "Deux ex machina" para solucionar problemas que él mismo ha creado desde su ensimismamiento. Luego viene el llanto y el rechinar de dientes al ver cómo entre ingenieros y decoradores nos restan competencias.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  8. Alfonso Calderón, muchas gracias por esta nueva aportación. La Basílica del Santo Espíritu de Florencia es una de las construcciones más audaces de Brunelleschi, donde pudo demostrar su maestría en el dominio de los órdenes, la proporción y la perspectiva. Esta Basílica es uno de los primeros intentos de planta centralizada y una simetría rigurosa con un eje, como bien indicas, que no es el presbiterio, sino su centro mismo materializado en una columna.

    Como veo que el tema está resultando de interés le voy a dedicar una entrada aparte.

    Un saludo.

    ResponderEliminar

Si desea hacer un comentario que no tenga que ver estrictamente con la entrada en la que comenta, le ruego me escriba a pfunes1981@gmail.com o use el minichat.

Muchas gracias por su aportación.

No se publicarán comentarios solicitando intercambio de enlaces o sugiriendo visitas a otros blogs de temática no relacionada con este.