Autor: Adam Nathaniel Mayer
Traducción: Pablo Álvarez Funes
“Viviendas algorítmicas”, proyecto de Marcin Pilsiank en Shangai: un ejercicio de frivolidad “paramétrica”.
El término estilo es un paria en el mundo del alto diseño arquitectónico. Basta con mencionar esta palabra en cualquier escuela de arquitectura que se precie para recibir una burla despectiva. Después de todo, un aspirante a diseñador con ideas de vanguardia no debería ser esclavizado por la tiranía de la historia. Por desgracia, la desconexión entre cómo el público y los profesionales del diseño ven y evalúan la arquitectura socava directamente y de forma significativa la capacidad de la profesión arquitectónica para ser entendida o respetada.
En un artículo reciente para “The Architects’ Journal”, el arquitecto Patrik Schumacher intenta contrarrestar esta desconexión abrazando completamente la noción de estilo y reconociendo que fuera de las profesiones relacionadas con el diseño, el estilo es “prácticamente la única categoría a través de la cual la arquitectura es observada y reconocida”. Schumacher, socio de Zada Hadid Arquitectos, utiliza este concepto a favor de un nuevo estilo llamado “parametricismo”. Él proclama que “el Parametricismo finalmente ofrece una respuesta creíble y sostenible a la crisis de la modernidad que dio lugar a 25 años de búsqueda estilística”.
Los “25 años de búsqueda estilística” se refieren al periodo dominado por los movimientos arquitectónicos reaccionarios de la posmodernidad y el deconstructivismo. Schumacher sostiene que se trataban de estilos en sí mismos, sino más bien “episodios de transición”. Este es su primer error. A pesar de la corta vida de la posmodernidad y el deconstructivismo, ambos movimientos comparten características particulares que pueden ser clasificadas como estilo. Su segundo error es afirmar con arrogancia que el parametricismo está de alguna manera por encima de estos dos por su capacidad para crear un “estilo hegemónico unificado”.
Hay muchos aspectos inquietantes sobre el parametricismo, siendo uno de los más importantes que la mayoría de los productos de este particular estilo son atroces. Sin embargo, la noción de parametricismo, cuando se considera como un proceso antes que como un estilo, no es intrínsecamente mala. De hecho, los parámetros, o la definición de sistemas basados en relaciones, se está convirtiendo una potente herramienta para arquitectos que les permiten proyectar edificios más rápido y de forma más eficiente que nunca.
Pero en este artículo, Schumacher no habla sobre el parametricismo como proceso sino que hace propaganda explícita de un nuevo tipo de expresión estética hecha posible gracias al poder del software de modelado. Explotar la tecnología para crear nuevas formas podría parecer revolucionario considerado superficialmente, pero sin objetivos sociales más amplios el movimiento es probable que pase rápidamente de moda.
Una Historia Moderna del Estilo Arquitectónico.
En su revolucionario ensayo de 1908, Ornamento y Delito, el arquitecto vienés Adolf Loos declaró que la ornamentación arquitectónica era nada menos que un acto criminal. Afirmó que el hombre verdaderamente moderno no le encontraba utilidad a la superflua decoración de su casa o vestido, y comparaba la ornamentación arquitectónica con los tatuajes de los “degenerados y criminales”. Loos estaba por supuesto en contra del estilo arquitectónico popular en la época, Art Nouveau.
Con Ornamento y Delito, Loos marcó la pauta para el diseño arquitectónico del siglo XX. Su mensaje llegó a todos los rincones, influenciando a todos desde miembros de la Bauhaus a los inmigrantes asentados en California Rudolph Schindler y Richard Neutra (ambos fueron discípulos de Loos en su Austria natal). Esta nueva clase de arquitectura caracterizada por líneas limpias, ángulos rectos, superficies lisas y colores neutros, llegó a ser conocida como Arquitectura Moderna.
Sin embargo, los primeros participantes en el nuevo y moderno estilo de la arquitectura para nada lo consideraron estilo, sino más bien un movimiento ideológico – un completo rechazo a la noción histórica de “estilo”. ¿Por qué deberíamos someter una casa a las leyes de la historia de la arquitectura, cuando en su lugar podríamos hablar, según la conocida frase de Le Corbusier, de “máquinas de habitar”? La agenda social de los Modernos no sólo incluyó el rechazo del estilo, además hizo hincapié en una nueva forma de vida para las masas. De acuerdo con los Modernos, la clave para vivir una existencia iluminada era tener fe en la religión de la tecnología.
En la segunda mitad del siglo XX surgió una reacción contra el dogma purista de la Modernidad. Comenzó en 1961 con el extraordinario tratado de Jane Jacobs contra las trampas de la planificación urbana moderna, “Vida y Muerte de las grandes ciudades Americanas”, donde no sólo atacó las políticas desarrollistas destructivas sino la deshumanizante arquitectura de los proyectos de vivienda pública inspirados en Le Corbusier. Después, en 1966, el arquitecto americano Robert Venturi publicó su “manifiesto suave”, Complejidad y Contradicción en Arquitectura, una refutación del “lenguaje puritano de la Arquitectura Moderna ortodoxa”.
El manifiesto de Venturi está en contraste directo con “Ornamento y Delito” de Loos. Cuando Loos ridiculiza la ornamentación, Venturi la celebra. Venturi dio un paso más en 1972 cuando lanzó “Aprendiendo de Las Vegas”, junto con sus colabordores Denis Scout Brown y Steven Izenour. El libro fue un avance importante en el discurso arquitectónico ya que señalaba un cambio de paradigma lejos del arquetipo del arquitecto moderno como “creador omnipresente” mirando a sus usuarios en tinieblas desde su torre de marfil. En su lugar, Venturi y sus asociados incorporaron valerosamente una actitud contraria al descubrir la burda banalidad de la vida americana en la próspera ciudad del Desierto de Mojave.
Las exploraciones de Venturi condujeron a lo que más tarde sería conocido como arquitectura posmoderna. Este movimiento, ampliamente conocido como posmodernidad, no sólo afectó a la arquitectura sino también a otras disciplinas (arte, moda, cine, literatura, filosofía, etc…) e intentó llegar a aun acuerdo con la condición del “tardocapitalismo”. En otras palabras, la posmodernidad abrazó la pluralidad, la subjetividad y la incertidumbre como verdades (mientras que bajo el paradigma moderno las únicas verdades eran “tecnología y progreso”).
Aunque podríamos afirmar que el mundo de hoy permanece en un estado de posmodernidad, la comunidad arquitectónica siempre ha rechazado el mantra posmoderno. Parece que a pesar de los intentos de Venturi y otros para volver a conectar la expresión arquitectónica con el lenguaje común del hombre (en contraste con las frías abstracciones geométricas de la modernidad), el consenso en torno a la arquitectura posmoderna es que fue un error colectivo de juicio estético y estilístico. Esto también es malo, pues la posmodernidad se juzga ahora en los círculos arquitectónicos como un “estilo desafortunado” en lugar de como un método útil para analizar la capacidad comunicativa y simbólica de la arquitectura.
Tras la posmodernidad surge casi sin pedir permiso un cínico estilo arquitectónico. El deconstructivismo no hizo mucho por mejorar la calidad del diálogo arquitectónico entre el público, sino más bien establecer nuevas bases para una génesis formal: la “caótica situación del mundo globalizado”. Al igual que su estilística hermana mayor, la posmodernidad, el deconstructivismo buscó definir un nuevo lenguaje arquitectónico. Practicado por arquitectos como Daniel Libeskind, Zaha Hadid, Bernard Tschumi y Meter Eisenman, la arquitectura deconstructivista se caracteriza por sus ángulos agudos, apariencia fragmentada y rugosas cualidades escultóricas.
Cines UFA en Dresde, Alemania, por Coop Himmelb(l)au: típico ejemplo de arquitectura deconstructivista.
Parametricismo: Continuación del Deconstructivismo.
Al final, la posmodernidad y el deconstructivismo son dos caras de la misma moneda arquitectónica. Ambos intentan contrarrestar la pobreza estética y la agenda social fallida de la modernidad. El parametricismo no es muy diferente del deconstructivismo en su apariencia física desordenada. Sin embargo, en lugar de los planos inclinados y ángulos agudos del deconstructivismo, la arquitectura paramétrica adquiere una expresión formal “de burbuja viscosa” (blob). Los supuestos beneficios sociales de ambos estilos se diferencian mucho. Como explica Schumacher en su artículo:
“El parametricismo tiene por ibjeto organizar y articular la creciente diversidad y complejidad de las instituciones sociales y procesos vitales con el sector más avanzado de la red social post-fordista”.
Suena agradable y seguro, pero es contradictorio en su planteamiento. Es cierto que, especialmente en Occidente, estamos viviendo en una “red social post-fordista” en evolución. Sin embargo, esto no quiere decir que necesitemos hacer que todos los edificios de nueva planta parezcan blobs. ¿Qué importa si vivimos en el piso 75 de un rascacielos de vidrio en Dubai o en una casa proyectada en serie a las afueras de Atlanta, mientras estemos conectados digitalmente?
Curiosamente, mientras que la forma física del edificio ha ido adquiriendo mayor significado en nuestra sociedad en red, las herramientas que usamos para conectarnos han asumido un papel más destacado en el cumplimiento de nuestras necesidades de diseño. Piensen en el teléfono móvil de diseño, el iPad, estos artilugios satisfacen el nicho de diseño que representa a nuestra actual sociedad zeitgeist mejor de lo que lo podría hacer cualquier pieza arquitectónica.
Falta de respeto por la realidad, más adecuado para mundos virtuales.
Dado que no hay necesidad social del parametricismo como un nuevo “estilo de época”, ¿qué otro tipo de valor puede ofrecer este tipo de diseños? Para los promotores solventes que buscan asombrar al público con edificios nada convencionales, las viscosas burbujas paramétricas servirán a sus propósitos. Pero tras el impacto inicial por ver algo diferente, el público se dará cuenta cuán horribles e inútiles son estas creaciones y el estilo pronto caerá en desgracia. Afortunadamente el parametricismo nunca llegará ser prolífico en el entorno construido, debido a los exponenciales costes de construcción de unas formas tan poco convencionales. De hecho, hasta ahora la mayoría de los diseños paramétricos están confinados en el reino de la “arquitectura de papel”, con pocas obras construidas aparte de pequeños pabellones e instalaciones artísticas.
“Blob Wall”, instalación artística paramétrica por el arquitecto Greg Lynn.
El parametricismo tampoco respeta las ciudades. Lo confirma el examen de varias infografías de diseños paramétricos para proyectos de regeneración urbana. Anti-contextuales y haciendo caso omiso a los principios de la arquitectura clásica como la escala y la proporción, los diseños paramétricos se adaptan mejor al mundo virtual de los videojuegos y películas de ciencia ficción. Sólo porque tengamos el software necesario para proyectar edificios que de parecen a las vainas de “The Matrix”, no significa que debamos construirlos.
Buscando desesperadamente protagonismo en un mundo indiferente.
Debemos alabar al Sr. Schumacher por se lo suficientemente audaz como para ser uno de los primeros en reclamar el parametricismo como un estilo legítimo. Y para estar seguros, el hecho de que la mayoría de las escuelas de arquitectura de todo el mundo hayan adoptado el mantra paramétrico añade cierta legitimidad a su argumento. Sin embargo, en última instancia su causa no termina de dar en el blanco. En lugar de comprometerse con el mundo real abordando cuestiones relevantes. Schumacher continúa la tradición de insularidad miope propia de los círculos vanguardistas de la profesión arquitectónica.
Si bien la posmodernidad como estilo ya no es popular, las lecciones de Venturi y los posmodernos tiene ahora más relevancia que nunca. El mundo está cada vez más globalizado y lo absoluto sigue dando pasa a un pluralismo creciente. Schumacher refuta directamente esta realidad e incluso afirma que el parametricismo debe “combatir el prulalismo estilístico”. Él continúa diciendo:
“La corriente dominante ha vuelto de hecho, a una versión pragmática del Movimiento Moderno con una paleta levemente enriquecida; una forma de eclecticismo que combina elementos de todos los estilos subsidiarios del Movimiento Moderno. La incapacidad de la posmodernidad y el deconstructivismo para formular un nuevo paradigma viable ha dado lugar al retorno al Movimiento Moderno bajo la forma del minimalismo como único estilo capaz de enfrentarse consistente e ideológicamente con el parametricismo. La lucha principal por la hegemonía estilística se da por tanto entre el minimalismo y el parametricismo”.
Schumacher en ningún momento explica por qué “una versión pragmática del Movimiento Moderno con una paleta levemente enriquecida” es inferior al parametricismo. Se supone que es inferior porque se basa en lecciones del pasado y no es totalmente nuevo y extravagante. Pero de hecho parte de la mejor arquitectura que se construye hoy día ha sido proyectada por arquitectos cuya obra podría describirse como minimalista. Arquitectos como Peter Zumthor, Tadao Ando, Kengo Kuma, y David Chipperfield proyectan edificios que son subestimados formalmente, aunque ricos en materialidad y experiencia espacial. Se basan en principios de diseño clásico y un vocabulario moderno para crear edificios que respondan apropiadamente al contexto a la vez que permanezcan dignos y novedosos sin recurrir a trucos.
En cualquier caso el artículo de Schumacher resulta oportuno ya que representa el estertor del ejercicio de la arquitectura tal como lo concebimos ahora. Postular que el parametricismo es la “próxima gran cosa” no es más que un infructuoso intento de buscar desesperadamente protagonismo y reconocimiento en un mundo indiferente a los sentimientos del arquitecto. El ejercicio de la arquitectura y el sustento de sus profesionales están íntimamente ligados al estado de los sistemas financieros mundiales, como han demostrado claramente los últimos 2-3 años de desaceleración económica mundial. A su vez, el desarrollo del parametricismo como estilo tuvo lugar durante una época en la que las economías funcionaban a base de créditos, posiblemente dando la falsa impresión de que esas creaciones dispondrían de presupuestos ilimitados para ser materializadas algún día.
Con la excepción de unos pocos jeques en Oriente medio y en una medida cada vez menor, China, el mercado potencial para la arquitectura paramétrica está bastante limitado. Esto no quiere decir que el estilo vaya a morir de un día para otro. Más bien el parametricismo es probable que continúe siendo promovido desde las escuelas de arquitectura durante unos cuantos años más antes de que la tendencia se agote. Hasta entonces, Schumacher y sus secuaces estarían mejor empleando su tiempo en preparse un cambio profesional a diseñadores de videojuegos o al desarrollo de un avatar en Second Life.
Schumacher termina su artículo proclamando que “el parametricismo está dispuesto a ir contra la corriente principal. Ha comenzado la guerra de estilos”. De lo que no se da cuenta es que él ya ha perdido la guerra.
Estoy totalmente de acuerdo con usted, cuando niega el parametrismo como un nuevo "estilo" de arquitectura. Usted lo ha dicho: es un Proceso de Diseño.
ResponderEliminarEn la naturaleza, debió existir algún "proceso" de diseño. No lo cree?
Así que, dejando de lado los "estilos" o "corrientes" arquitéctonicas, creo que deberiamos centrarnos en los procesos de la naturaleza para responder a las actuales necesidades de la humanidad. Deberiamos integrarnos biológicamente con la naturaleza. Diseñando organismos "artificiales" capaces de sustentarse a si mismos.
El parametrismo no es una novedad. Desde el universo hasta la diminuta estructura de una hoja estan diseñados paramétricamente. En mi opinión, creo que las formas "caprichosas" fruto de este proceso, antes que buscar ser extravagantes, vendrían a ser la respuesta a "X" necesidad como resultado de un manejo complejo de información.
Dicho de otra forma, la forma sería el resultado arrojado por el complejo proceso de información.
Antes no se contaba con la tecnología para organizar y estructurar de forma compleja estos procesos. Creo que sería de gran ayuda seguir este camino.
Después de todo, TODO se ha dicho y se ha escrito. Basta con echar un vistazo alrededor y abrir bien los ojos.
Saludos!
Estimado Ibrahim:
ResponderEliminarHace usted un apunte muy interesante. Toda la arquitectura clásica occidental se fundamenta en la imitación de la naturaleza, como es buen ejemplo la génesis del capitel corintio. Los teóricos del renacimiento se basaron en la observación de los patrones geométricos de la naturaleza para redefinir la arquitectura clásica grecorromana en términos del humanismo cristiano.
En cualquier caso, por encima de lo caprichoso de las formas generadas a partir de estos procesos hay que buscar ante todo su eficiencia. Y los diseños clásicos, vernáculos y tradicionales en generales tienen una eficiencia y eficacia demostrada a partir de siglos de experiencia.
Un cordial saludo.
Desde luego que la inclusión de la tecnología informática en los procesos de elaboración de proyectos de espacios es algo imparable, y necesario pero mi impresión respecto a los resultados de estos procesos es que no resuelven los problemas a los que nos tenemos que enfrentar los técnicos de la construccion ni la sociedad, generan estructuras que solo son acequibles por una elite debido a los costos que se derivan de una arquitectura que produce piezas no standar, además normalmente los resultados se alejan de el contexto y las preexistencias donde estan inmersos no tienen en cuenta factores que son imposibles de parametrizar como son los factores historicos, generando modelos aislados de la gente encumbrando aun mas la figura del arquitecto y haciéndolo menos accesible y rompiendo lazos de comunicación entre los ciudadanos y la pieza arquitectónica, realmente me parece que la actual crisis nos obliga a pensar modelos mas sostenibles y a una escala más cercana nos obliga a mirar al pasado y a proyectar de la mano con la tradición y la gravedad, un saludo
ResponderEliminarEstimado Garoé:
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario. El uso de las tecnologías es un medio para mejorar la producción en la arquitectura, de la misma forma que la imprenta mejoró la producción de libros y el teléfono las comunicaciones. Pero no podemos considerar esos medios como fines en sí mismos ya que individualmente considerados pierden su razón de ser. El parametricismo sólo es capaz de crear esculturas amorfas, caras, pero que luego se sustentan en estructuras convencionales e incurren en los mismos problemas de formalismo que ellos critican a la arquitectura clásica y tradicional.
La sostenibilidad no es sólo una etiqueta que uno se cuelga y exhibe orgulloso, es una dura prueba que hay que superar a diario y en la que la arquitectura tradicional gana con abrumadora ventaja por tener una experiencia demostrada durante miles de años.
Un saludo.
no paso lo mismo con el modernismo? y mira hasta donde ha repercutido
ResponderEliminarEstimado Anónimo, supongo que se refiere al Movimiento Moderno, pues el modernismo, en su acepción española fue un movimiento con muchas posibilidades que se vio truncado precisamente por la aparición de la Modernidad.
EliminarPienso que tiene potencial, usar la misma herramienta que se utilizan para crear esa arquitectura parametrica, que en verdad carece de esencia y teoria, pero en beneficio de un diseño que favorezca el uso de la luz o de los otros materiales intangibles que nos da el mundo, como lo vemos en la naturaleza, las formas organicas dan muchos beneficios que se llevan de la mano con diseños potencialmente sustentables.
ResponderEliminarsaludos, soy estudiante.