En España, por la particularidad histórica que supuso la reconquista, la producción artística medieval es muy diferente a la del resto de Europa. La continuidad del arte visigodo como elemento autóctono, el islámico en el sur y la francesa a través del Camino de Santiago, se mezclan para crear un arte propio, genuinamente hispánico a pesar de las influencias.
A medida que avanzaba la Reconquista, también avanzaban las nuevas tendencias artísticas. De esta forma se puede decir que la influencia de la arquitectura románica llega hasta aproximadamente el río Tajo, a partir del cual las formas empiezan a ser góticas o gótico-mudéjares. El gótico llega hasta el sur de España, si bien lo dilatado de la Reconquista hace que en gran parte de Andalucía escaseen las arquitecturas medievales y predominen las Renacentistas y Barrocas.
Es por todo esto que, cuando en el siglo XIX se genera el debate entre neogótico y neoclasicismo que desembocará en la era ecléctica, tanto España como Portugal e Italia se quedan al margen (en el caso italiano por el escaso peso del gótico en unas tierras donde la arquitectura romana no perdió del todo su influencia) y continúan con el academicismo neoclásico hasta bien entrado el siglo XIX.
Metida de lleno en la crisis de los eclecticismos, España desarrollará varios regionalismos donde la componente mudéjar y plateresca tiene cierta importancia. Ni el neogótico ni el neorrománico tienen especial aceptación en nuestro país, lo que no quita que sus escasos ejemplos no sean interesantes. Quizá el edificio neogótico más interesante de España sea el proyecto del Marqués de Cubas para la Catedral de la Almudena en Madrid, inmensa mole que partiendo de los escritos de Eugéne-Emmanuel Viollet-le-Duc pretendía ser más gótica que el gótico mismo. El único edificio neogótico comparable a la flamante nueva catedral de Madrid es la Basílica Teresiana en la localidad salmantina de Alba de Tormes.
Después de una vida rica en experiencias místicas y dedicada a reformar exitosamente la Orden del Carmelo, Santa Teresa de Jesús murió en el convento fundado por ella en Alba de Tormes, en 1582 a la edad de 67 años. A pesar de que en un principio se tratara de trasladar su cuerpo incorrupto al convento de San José de Ávila., su primera fundación, la influencia del Duque de Alba hizo que su cuerpo incorrupto permaneciera en la ciudad que da nombre a la casa nobiliaria más poderosa de España. Esto convirtió a Alba de Tormes en un gran centro de peregrinación, quedando el cuerpo de la Santa custodiado por las monjas del Convento de la Encarnación.
En 1876, tras una gran peregrinación, se funda la Hermandad de Santa Teresa, y se empiezan a oír voces que piden la construcción de una gran basílica para albergar y exponer los restos de la Santa y a los peregrinos que cada vez llegaban en mayor número debido a los avances en las comunicaciones (el ferrocarril llega a Salamanca en 1877 y a Alba de Tormes en 1896).
En 1897 se empieza a publicar “La Basílica Teresiana”, revista que informó, hasta 1923, del estado de las obras y los donativos recibidos, así como artículos de investigación y acontecimientos relacionados con la Santa abulense. Las obras se inician en mayo de 1898, con proyecto del arquitecto Enrique María Repullés y Vargas quien, en un artículo publicado en Octubre de ese mismo año, expone el estado de las obras y describe la basílica justificando la elección de la propuesta neogótica.
“La idea surgió grandiosa en la imaginación del Prelado; su corazón la dio calor, y desde aquel momento (el 15 de octubre de 1896) su principal pensamiento fue el de realizarla. (…) Al ir fijando puntos para el trazado del proyecto, preguntéle de qué materiales haríamos el edificio; y, apenas formulada la pregunta, rápida y enérgicamente me contestó: de piedra todo ¿qué menos para Santa Teresa?.
Y, en efecto, todo para la Basílica le parecía poco: dimensiones, materiales, ornamentación… todo debía ser de lo mejor; por qué no ha de construirse, a fines del siglo XIX y en honor de una Santa tan grande, que su fama llena el mundo, un Templo que no sobresalga entre los modernos.
Indicó el estilo ojival como más cristiano; y, si bien no es el de la época de la Santa, ésta tuvo su primer sepulcro bajo una bóveda ojival, primitiva capilla del Convento de Alba, y es el que más cuadra a su misticismo.
El nuevo templo deberá levantarse al lado del actual Convento, lleno de recuerdos teresianos, unido a él y sin destruir nada del mismo; y habrá de disponerse de tal modo, que de la nueva iglesia se pase a la vieja, que las religiosas tengan comunicación fácil desde su convento al nuevo coro y que, colocado el cuerpo Santo y las Reliquias en la Basílica, continúen custodiadas dentro de clausura.
Para conseguir esto y no habiendo otro espacio de qué disponer, fue preciso pensar en el que proporcionaba el derribo de varias manzanas de casas situadas en el espacio comprendido entre el Convento, el río y el puente; y el Sr. Obispo, secundado activamente por el Sr. Arcipreste cura párroco de Alba, D. Juan Antonio Ruano, hoy Obispo electo de Barbastro, por el digno Alcalde que era entonces D. Juan Escudero, por los RR. PP. Carmelitas, y entre ellos, principalmente por el R. P. Lino de San José, quien por su carrera en el siglo, era poderoso auxiliar para la construcción, y por otras personas entusiasmadas por la idea, acometió la ardua empresa de adquirir dichas manzanas, formadas por un número respetable de casas, derribar éstas y obtener así un amplio solar para el nuevo edificio.
Resultó un gran terreno, satisfaciendo las condiciones antes indicadas. (…)
Mas, antes de pasar adelante en la reseña de las obras hasta hoy ejecutadas, objeto de este artículo, creo conveniente dar una idea de la planta del templo. Constará éste de tres naves con un crucero y ábside, en el fondo del cual se hará la capilla para el Corazón de la Santa; entre los contrafuertes de los muros laterales se sitúan capillas y la entrada estará precedida de un pórtico y flanqueada por dos torres. Cuatro de éstas más elevadas rodearán el cimborrio del crucero. La longitud total será de 76 metros, y el ancho, comprendidas las tres naves, de 23, teniendo las capillas laterales 4,50 metros de profundidad.”
Repullés y Vargas, E. M. Las obras de la Basílica. La Basílica Teresiana, Año II, núm. 13. Salamanca, Octubre, 1898. p. 401-402.
Sección Longitudinal de la Basílica en una postal de principios del Siglo XX
Alzado Frontal. modificación del proyecto original en una postal de principios del Siglo XX
Las obras avanzan a ritmo lento pero constante, como solía ser característico en este tipo de obras financiadas con donativos particulares. En 1923, con el cambio de Obispo en la diócesis de Salamanca, la revista deja de editarse (en parte por agotamiento de los temas teresianos ampliamente discernidos durante veinticinco años) y en 1933, con la Ley de Congregaciones de la Segunda República, las obras se interrumpen.
Estado de las obras en 1900. Cimentación
Estado de las obras en 1923
Hasta 1963 no se retoman iniciativas para la terminación de las obras; en ese año, el obispo de Salamanca cede la Basílica a la Orden del Carmelo Descalzo, quienes promueven una reestructuración de la misma de la mano del escultor Juan de Ávalos y una cuestación pro basílica con la peregrinación de la Reliquia del Santo Brazo por toda España. Ambas iniciativas no dieron los resultados esperados y en 1981 los carmelitas devuelven la Basílica al obispado, que empieza a plantear la posibilidad de un nuevo proyecto para la finalización de las obras, que finalmente es encargado a los arquitectos D. José Sánchez vaquero y D. Ricardo Pérez Rodríguez Navas, previa fase de consolidación y remate de la fábrica neogótica.
El nuevo proyecto, mucho más sencillo y menos ambicioso que el neogótico original, se una suerte de clasicismo latente extraído de la sobria arquitectura herreriana. Los muros de la nave central se recrecen para permitir la entrada de luz a través de vidrieras con motivos teresianos. La nueva cubierta de la nave central es una bóveda formada por arcos de madera laminada sobre los que apoya una subestructura que sirve de apoyo a las tejas. El acceso se realiza desde un pórtico abocinado que se decora y remata con motivos escultóricos alusivos a la Santa. Las obras avanzan rápidamente gracias a una gran campaña de recogida de donativos por parte del obispado de Salamanca.
Planta. Estado Reformado
Alzado Frontal. Proyecto Reformado
Alzado Lateral. Proyecto Reformado
Recreación virtual
Ha sido la falta de fondos la que ha obligado a cambiar el proyecto original neogótico por otro más sencillo que es una solución de compromiso para finalizar unas obras necesarias. De haber existido más fondos, las obras se habrían podido concluir de la forma más fiel al original (tal como está ocurriendo con el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona).
Fotografías del estado actual de las obras.
Fuente: Ángel Alindado
Aunque muchas veces se aluda al elevado costo de este tipo de obras como un factor a tener en cuenta para su rechazo, lo cierto es que, tal como indicaba el arquitecto al inicio de las obras en 1898, este tipo de proyectos generan puntos de trabajo y reactivan los oficios tradicionales de escultores y canteros. Y a partir de esa reactivación pueden surgir nuevas iniciativas clásicas o historicistas que requieran de esos oficios. El clasicismo no necesita sólo la voluntad del arquitecto para restaurarlo, necesita además de una mano de obra cualificada que pueda materializarlo correctamente. España cuenta con esa mano de obra, formada en Facultades de Bellas Artes y Escuelas de Artes y oficios, por lo que su puesta en práctica es viable tanto desde la iniciativa pública como privada, ya sea de la mano de un clasicismo canónico o un tradicionalismo moderno que entronque con las raíces vernáculas de cada lugar.
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Para saber más:
Revista "La Basílica Teresiana" (1897-1923). Cortesía de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura, Gobierno de España.
me parece increible que tengamos tan cerca esta historia. No conozco Alba de Tormes aunque sí que tengo mucho interés en conocerla, pero ahora más.
ResponderEliminarDidac, yo hasta que empecé a leer la historia de esta basílica tampoco me lo creía. Aunque el nuevo proyecto no me convenza del todo, tiene cierto interés (sobre todo por las bóvedas de madera). Creo que hubiera sido más correcto terminar los muros con arcos ojivales simplificando al máximo la estructura y cubrir la bóveda igual que ahora.
ResponderEliminarDe todas formas hasta que no esté completamente terminadas no podremos hacer un buen juicio de valor.
Un saludo.
Desde luego tus textos, además de hacer un extenso repaso por la historia y la arquitectura, son un estudio socioeconómico de las épocas en las que se construyen los edificios.
ResponderEliminarNos quedamos con la última parte de tu artículo donde significas de modo particular y poniendo énfasis en esa mano de obra especializada española, formada en escuelas de artes y oficios y de bellas artes, capaz de plasmar las directrices del autor del proyecto.
Creemos que la docencia debería poner atención, primar y potenciar a los estudiantes que decidan especializarse en estos trabajos.
Un abrazo.
Delicioso artículo. Me pones al corriente de un tema del que no sabía nada. Me apasiona la vida de Teresa de Jesús, y ni tenía idea de esta construcción.
ResponderEliminarUn saludo.
Logan y Lory, las facultades de Bellas Artes y las Escuelas de Artes y oficios ya ponen ese empeño, pero suele acabar dedicado a la restauración y no a la nueva construcción. A escultores y canteros no les falta formación sino iniciativa que los requiera.
ResponderEliminarBate, Santa Teresa de Jesús fue una mujer excepcional en su época. A mí también me ha impresionado desde siempre y más aún conocer la existencia de ese proyecto neogótico perdido en tierras salmantinas. A pesar de lo simplificado del proyecto de finalización de obras, al menos la Orden del Carmelo y los devotos de la Santa podrán contar con una basílica acorde con su importancia.
Un saludo.