Méndez, Diego. Arquitecto. El Valle de los Caídos. Informes de la Construcción, nº 116, 148-8 (1959), P, 35-61.
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Construcción
No se trataba de hacer un hangar espacioso, sino de construir una basílica que impresionase por sus condiciones estéticas. Y esto pudo conseguirse prescindiendo de todas las ideas y anteproyectos trazados en un principio.
Cuando Diego Méndez se encargó de la dirección de la obra, ejecutada por la empresa Huarte y Cía. S. A., sólo se encontró un largo tubo, un túnel sin forma y sin belleza. Se hacía necesario ganar terreno a la montaña por los lados; se vio luego que aumentaba la sensación de grandeza excavando el nivel del suelo y elevando la bóveda; había que quitar el efecto de desproporción que podría producir el largo recorrido que hay desde la entrada a la cabecera, y había también que dar al que entra la sensación de acceso hacia una amplificación de los espacios hasta llegar al crucero, culminación éste de la obra en cuanto a su significación y su destino.
Vistas del interior durante la construcción
La idea inicial, que fue la de dejar la roca excavada totalmente vista y acusada en los paramentos Interiores de la basílica, tuvo que ser desechada ante los continuos peligros de desprendimiento de rocas. Y fue preciso recurrir a un revestimiento de hormigón armado, que en la basílica sirve de base de apoyo y sujeción al chapado pétreo que define el interior del edificio.
En la cúpula fue preciso construir una verdadera cúpula de hormigón armado, separada de la excavación, la cual sirve de base a la composición de mosaico que constituye su intradós.
La cúpula durante su construcción, cara exterior.
Vista de los andamiajes durante la colocación del mosaico.
Pero las mayores dificultades surgieron a la hora de construir la cruz. Había que conseguir una estabilidad frente al ímpetu de los vendavales que se desencadenan en el valle con una gran violencia. En la base se construyó una plataforma de hormigón armado, chapado de granito, que sirve de meseta y asiento a toda la obra. El problema de subir los materiales a la cima de la montaña y de ésta a la cruz era también original; un telesférico hubiera originado daños irreparables a la montaña; un andamiaje hubiera cuadruplicado el costo y, por ello, se adoptó la idea de perforar todo el Risco de la Nava desde su base, con un túnel hasta la vertical de la cruz, para cavar allí un pozo en el cual se moviese el montacargas. La operación era ardua; pero resultó de gran utilidad, puesto que la cruz se hacía desde dentro.
De este modo la cruz fue subiendo su fuste de forma uniforme y sencilla: se colocaban diariamente hasta 100 metros cúbicos de hormigón en jornada de ocho horas; había que subir a lo alto del cerro y 150 m sobre él, como si dijéramos en el aire, 100.000 toneladas de diversos materiales; y ambas cosas con un suministro muy inseguro de energía eléctrica. De aquí se derivan las tres principales instalaciones de la obra: estación de hormigonado para 15 m» a la hora, con sus machacadoras, molinos, trómeles, silos, cantera con aire comprimido, y trenes, excavadoras, etc.
Ascensores y montacargas para poder elevar hasta 40 toneladas por hora; trenes, tolvas, etc., para el transporte horizontal entre los diversos puntos, así como los pozos y galerías por donde se mueven. Y para que ande todo esto, una central eléctrica de 400 kW con todas sus instalaciones accesorias de carburantes, repuestos y talleres, así como las lineas eléctricas de distribución por toda la obra de la energía producida.
Al llegar el fuste de la cruz a la altura de los brazos hubo que adoptar un sistema de andamiaje especial que permitiese ir volando cada vez más hacia el espacio, sin necesidad de apoyos en tierra, para lo cual se hicieron complicadas experiencias a pie de obra antes de colocar esas masas enormes de material en el espacio.
Fases de la construcción de la Cruz
Unas cifras escuetas puede darnos idea clara de la magnitud de esta realización: en la cruz se han empleado 24.650 metros cúbicos de hormigón en masa; 24.850 metros cúbicos de hormigón armado; 44.750 metros cúbicos de arena; 14.860 toneladas de cemento; 548 toneladas de hierro; 227 toneladas de hierro laminado; 4.230 metros cúbicos de cantería labrada, y 3.700 metros cúbicos de mampostería de berrugo. El peso total de la cruz es de 201.720 toneladas; su altura es de 150 metros, y los brazos tienen una envergadura de 46,40 metros.
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Para saber más:
Abadía Benedictina de la Sta. Cruz del Valle de los Caídos (sitio oficial de la Abadía)
Una obra faraónica, sin duda.Un post, como los demás, muy trabajado.Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias unwakeable. A pesar de lo controvertido de este conjunto para la corrección política no deberíamos dejar de admirar esta gran obra de arquitectura e ingeniería máxime teniendo en cuenta las limitaciones materiales de la época.
ResponderEliminarUn saludo.