domingo, 13 de febrero de 2011

El Valle de los Caídos en "Informes de la Construcción" (IV)



Méndez, Diego. Arquitecto. El Valle de los Caídos. Informes de la Construcción, nº 116, 148-8 (1959), P, 35-61.

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La Basílica 

Los 272 metros de longitud total dan clara idea de la magnitud de esta obra, si pensamos que el Vaticano sólo tiene 187 metros de longitud. Esta gran nave ha sido distribuida en diversos sectores que dan variedad al conjunto: en primer lugar se encuentra un vestíbulo que sirve de pórtico interior; a éste le sigue un atrio con una decoración parecida; de aquí se pasa a un espacio intermedio en el cual está situada la verja monumental; de este espacio intermedio se pasa a la nave; y de la nave al crucero, que comprende los brazos y todo el espacio central. Pero en medio de esta diversidad, todas las partes están enlazadas por cierta unidad secreta que resulta de las distintas dimensiones de la sección transversal: 11 x 11 metros en los dos espacios primeros, mientras que el crucero y la nave principal miden 22 x 22 metros. 

Planta y Sección (pulsar sobre la imagen para ver más grande)

Detalles de interiores 

El vestíbulo es de una decoración sobria y simple; el atrio, en cambio, se nos presenta más rico y variado, con sus pilastras en talud, sus arcos fajones y sus bóvedas, y entre los arcos existe un sencillo encasetonado. En el espacio intermedio la decoración se resuelve con dos arcos majestuosos de medio punto, cerrando el espacio con un abovedado de arista. La gran nave aparece dividida en cuatro tramos, por tres anchísimos arcos, que albergan a uno y otro lado las capillas, las cuales proporcionan ligereza y variedad a la bóveda de cañón. Finalmente viene el crucero—el sancta sanctorum—enmarcado por cuatro grandes arcos, para terminar en la alta y grandiosa bóveda de cúpula en casquete, cubierta de mosaico y asentada sobre una cornisa circular. 

Reja de Acceso al vestíbulo

Vestíbulo

Nave

El Crucero 

Subiendo diez escalones se pasa de la nave al crucero, dividido en cuatro tramos por potentes pilastras, en cuya cima se alzan unas frente a otras, ocho estatuas notables que representan las fuerzas a cuyo heroísmo se debe el fin de la guerra: los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire y las Milicias. Algo más adelante el espectador queda deslumbrado por el juego exquisito de colores del mosaico que cubre la bóveda del crucero o gran cúpula, cuya decoración, debida a Santiago Padrós, resalta con vivo contraste frente a la severidad majestuosa de la piedra. 

Detalle de la Cúpula

El altar mayor es un monolito de granito pulimentado de 5,20 X 2,20 m, adornado de gruesos candelabros de bronce, y en el frontal anterior están representados unos bajo relieves, en chapa dorada, del Santo Entierro, en que han unido su inspiración y su talento Méndez y Espinos. 

Vista del Crucero y el Altar Mayor

Los mismos artistas han representado, en el frontal posterior, la Cena, y en los laterales, los símbolos de los Evangelios. Sobre el altar, fuera de los candelabros, no hay más adorno que el Cristo policromado, obra del escultor Beovide, discípulo de Zuloaga, talla monumental y profundamente conmovedora, adherida al tronco de un enebro cortado personalmente por el Generalísimo Franco. En el fondo, llenando el brazo de cabecera, resalta el coro monacal: sesenta sitiales de madera de nogal, armaduras interiores de pino de Balsaín, tableros artísticamente labrados, escenas bellamente ejecutadas, y, en medio, a un lado, el gran sillón del Abad, con la imagen de San Benito y de dos monjes a los lados; y enfrente, un sitial idéntico con la imagen de San Francisco en recuerdo del fundador. 

Detalle del Cristo Crucificado.

Vista del Coro

Vista del Coro hacia el Altar Mayor

Tal es la disposición de esta basílica, única en el mundo. La necesidad de buscar el centro de la montaña, que debía ser el pedestal de la cruz, ha obligado a prescindir de muchas normas tradicionales. Una sola nave, sin pilares ni columnas, que produce un efecto de grandiosidad por su anchura, por su elevación y por su ornamentación elegante y sobria. Las distintas partes en que está dividida preparan gradualmente al que entra en ella para la sorpresa final. Sus 262 metros de longitud están sabiamente distribuidos para dejar la impresión de algo bello y proporcionado: 25 metros el vestíbulo, 34 el atrio interior de 11 a 12 el tránsito o espacio intermedio, 145 la gran nave y 56 el crucero, con su cúpula de 42 metros de diámetro. 

Detalle de uno de los retablos laterales


Detalle de uno de los candelabros

Un espectador inteligente podría sacar cierta impresión de primitivismo; pero pronto advertirá que esta nota no es fruto del amaneramiento, sino resultado natural de la lucha denodada con problemas arquitectónicos enteramente nuevos, lucha empeñada no en ostentar alardes técnicos ni afanes vanguardistas, sino en dar con soluciones auténticas, esenciales, simples, unitarias, frente a las enormes dificultades que aquí se oponían a un victorioso empeño humano de arquitectura.





Basílica de la Sta. Cruz del Valle de los Caídos

4 comentarios:

  1. Esa última frase es toda una declaración de intenciones del clasicismo español de mediados del siglo XX: "no en ostentar alardes técnicos ni afanes vanguardistas, sino en dar con soluciones auténticas, esenciales, simples, unitarias".

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  2. Y eso Juanan, que el Valle de los caídos supuso toda una proeza técnica, desde la perforación de la galería al cálculo y levantamiento de la Cruz.

    Además el complejo cumple esos cuatro adjetivos al ofrecer una arquitectura clásica atemporal que parece tener más presente a Ledoux que a Juan de Herrera.

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  3. Muy interesante las entradas del Valle de los Caídos.

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