miércoles, 4 de mayo de 2011

Elementos primarios de la arquitectura andalusí y mudéjar (IX): arcos.

El arco tiene una expresividad formal como elemento que marca el acceso a la casa y como marca esencial en el lenguaje del edificio. Existe una enorme variedad de formas de arcos en la España musulmana. 

El más antiguo es el de herradura circunscrito a un triángulo equilátero, de estirpe visigótica. Se usó en el interior y en la más antigua fachada de la mezquita de Córdoba, -la bab al-Uzara-, donde aparece como arco de descarga de un hueco con dintel dovelado, siguiendo formas romanas, como en el pretorio de Augusto de Tarragona. El arco siempre va enmarcado por un alfiz cuadrado envolvente, es de estereotomía enjarjada, y tiene el extradós excéntrico respecto al intradós. 


Iglesia de San Juan de Baños de Cerrato, España (s. VII). Trazado del arco de la fachada según D. Emilio Camps Cazorla.

Mezquita-Catedral de Córdoba, España (s. VIII-XVI). Trazado de la puerta de San Esteban según D. Emilio Camps Cazorla.

En la gran arquería de la Almuzara de Medina-Azahara se usaron arcos rebajados sobre grandes pilares que prolongaban su extradós en un arco de herradura ficticio y dibujado en el revestimiento estucado. Con Abd al-Rahman III aparecen en Medina Azahara los arcos lobulados, originarios en los nichos de concha romanos y visigóticos, que generaron esta forma tan decorativa, que a veces se superponía a la de herradura inicial. 


Ciudad Palatina de Medina Azahara (936-976). Estado actual y recreación histórica del gran pórtico de acceso. 

Templo de Artemisa, Jerash, Jordania (s. II d. C.). Detalle de uno de los nichos del propileo. Obsérvese el arco con forma de concha que servirá de inspiración para los arcos polilobulados.

Ciudad Palatina de Medina Azahara (936-976). Trazado del arco lobulado del camino de ronda, según D. Emilio Camps Cazorla. 

Ambos tipos se utilizaron entrecruzándose con fines estructurales para crear una densa maya capaz de resistir las cargas y empujes de las bóvedas de los lucernarios de Al Hakem II. Arcos entrecruzados ya se había usado con carácter decorativo en la Siria de los Omeyas –(qasr al-Hair Sharqi). De su uso estructural se generalizó en lo decorativo a toda la edad Media española. 


Mezquita-Catedral de Córdoba, España (s. VIII-XVI). Trazado de la arquería de la Maqsura de Alhaquén II según D. Emilio Camps Cazorla.

Llevando la teoría de la arquería entrecruzada “ad infinitum”, surge automáticamente la “tsebka”, a finales del siglo XII, que aparece ya conformada en el Patio del Yeso de Sevilla y en la Giralda. 

Alcázar de Sevilla. Palacio Almohade conocido como "Patio del Yeso" (s. XII). Arcada.

Alcázar de Sevilla. Palacio Almohade conocido como "Patio del Yeso" (s. XII). Alzado de la arcada, por D. Antonio Almagro.

Giralda de Sevilla, España (1172-1181). Detalle de los paños de sebka. 

Giralda de Sevilla, España (1172-1181). Alzado de los paños de sebka, según D. Antonio Almagro. 

El arco de herradura apuntado tuvo gran desarrollo en época almohade, y permitía una gran flexibilidad en su uso. Se trasdosaba con cenefas de arquillos de cintas entrecruzadas, superpuestos, que al disminuir de escala, se convertirán en los festoneados del arte nazarí. 

Palacio de la Alhambra (s. XIV). Salón de las Dos hermanas, arco que comunica la sala central con la alcoba lateral.

Se llaman de “lambrequines” o mixtilíneos a los que tienen perfiles colgantes estalactíticos, derivados del arco y de la bóveda de mocárabes, que en su fórmula inicial de época almorávide, se pondría de moda años después en el emirato nazarí, en el reinado de Muhamand V, y también en la España cristiana bajo Juan II. También los almohades utilizaron el arco decorado con dobles palmas, y los llamados también “de rizos”. 

El mundo cristiano-mudéjar creó un modelo tardío propio de arco civil. De hecho, el arco de herradura se convirtió tras el momento de rigor almohade en una forma de significado litúrgico, solo admisible en mezquitas y baños. 

En la España cristiana muchas mezquitas se convierten en iglesias por el simple expediente de cortar la nacela y la sobrecurva del arco de herradura, transformándolo en semicircular peraltado. De ahí nace esta fórmula que, con sus festoneados decorativos de yeso se iba a convertir en el arco más utilizado en la arquitectura civil tanto la España cristiana mudéjar, como en los palacios de arte nazarí. 

Conferencia impartida por D. Rafael Manzano Martos el 17 de Noviembre de 2010 en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame, EEUU.

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