Planta de la Mezquita-Catedral en 1741
A pesar de todas las reformas realizadas tanto en época islámica como en las dos catedrales cristianas, el edificio seguía adoleciendo de iluminación natural abundante. La solución a esta falta de luz llega a principios del siglo XVIII cuando por avanzado deterioro han de repararse y sustituirse las cubiertas originales del siglo X. Despreciando este antiguo artesonado, se construirán bóvedas de cañón en yeso y se abrirán lucernarios en los extremos de las naves, aumentando la luminosidad del conjunto que se acrecentará cuando se pinten de blanco todos los arcos, lo cual contribuyó a darle un carácter unitario.
Sección por el eje del Mihrab en un grabado de Juan de Villanueva de 1804.
Sección de los lucernarios, con su bóveda de cañizo
De esta forma se culmina la cristianización del edificio, al convertirlo en un luminoso y unitario espacio visual que es museo de sí mismo, ya que la fuerza del edificio original ha permanecido a pesar de los cambios.
Nave del Mihrab en un grabado de 1879. Nótense las arcadas todavía pintadas en blanco.
Bóvedas barrocas en la ampliación de Almanzor.
Lectura impartida en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame en South Bend, Indiana (EEUU), el 21 de Enero de 2011.
Autor: Pablo Álvarez Funes
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si desea hacer un comentario que no tenga que ver estrictamente con la entrada en la que comenta, le ruego me escriba a pfunes1981@gmail.com o use el minichat.
Muchas gracias por su aportación.
No se publicarán comentarios solicitando intercambio de enlaces o sugiriendo visitas a otros blogs de temática no relacionada con este.