sábado, 7 de mayo de 2011

La Mezquita-Catedral de Córdoba para arquitectos (II): la Mezquita de Abderramán I

Planta de la mezquita de Abderramán I sobre la planta actual.

La Mezquita de Córdoba fue construida por Abderramán I como muestra del poderío del emirato independiente que había logrado establecer en la península ibérica. El nuevo emir estableció su capital en Córdoba (Qurtuba), ciudad que gozaba de una importancia estratégica, política, económica y cultural desde época romana (Patricia Corduba), al ser el último puente sobre el Guadalquivir y enlace directo con el interior de Hispania. 

Extensión de las murallas de la Qurtuba musulmana. En naranja los límites de la ciudad romana; en rojo, el crecimiento durante los omeyas; en negro, ubicación de la Mezquita.

Como no podría haber sido de otra forma, el emplazamiento elegido para la Mezquita Aljama fue el lugar más sagrado de la Córdoba cristiana, la Basílica visigoda de San Vicente. Con esta elección se reafirmaba en su propósito fundacional y por ello la arquitectura a desarrollar debía ser modélica. 


Como miembro de la familia omeya, Abderrahman I se preocupó porque sus arquitectos respetasen el precedente de la Gran Mezquita de Damasco. Esta Mezquita había sentado las bases tipológicas de la mayor parte de las mezquitas posteriores. Basándose en estructuras y elementos arquitectónicos cristianos, se definió el espacio religioso islámico. Frente a la axialidad y centralización hacia el altar de las iglesias cristianas, la mezquita ofrece un espacio neutro y sin caracterizar. El foco puntual cristiano, el altar, centro de la liturgia, queda desplazado por un foco lineal, la quibla, muro de oración, donde que el mirhab es un nicho que no tiene más función que la de indicar la dirección de la oración. 

Esquema arquitectónico de la Mezquita Omeya de Damasco, Siria (705-715).

Sin embargo, el mirhab implica una necesidad de simetría como principio formal, al que se le une la necesaria repetición de naves de arcadas sin jerarquía. De esta forma, la iglesia cristiana, longitudinal y procesional, se transforma en un edificio con patio para las abluciones rituales, a modo de ciudadela sagrada, en le que la transición al espacio cubierto debe entenderse como un paso más en la relación islámica entre el hombre y Alá. 

La Mezquita de Damasco debe entenderse como una evolución de las basílicas romanas, desprovistas ahora de todo elemento axial y estructuradas a partir de muros paralelos de columnas equidistantes donde las variaciones modulares obedecen a razones arquitectónicas formales antes que a requerimientos rituales. 


Interior de la Mezquita Omeya de Damasco, Siria (705-715). Las arcadas discurren paralelas a la quibla.
A pesar de que la Mezquita de Córdoba respeta la tipología establecida por la de Damasco, los elementos de su estructura formal sufren tal transformación que deberían ser considerados como un acontecimiento arquitectónico único y singular. 

El primer elemento que la hace singular y única es el cambio de orientación de los muros, que aparecen colocados en perpendicular a la Quibla y no paralelos a la misma como era la costumbre. Hablamos de muros y no de arcadas porque la propia disposición de las mismas y su relación con la estructura del edificio trasciende el propio concepto de arcada. 

Disposición de las arcadas en una mezquita: paralelas o perpendiculares a la quibla.

Esto se debe a que los muros de la Mezquita, con su doble arquería (que permite aumentar la altura sin romper las proporciones, como ya ocurre en las arquerías de la Gran Mezquita de Damasco), están inspirados directamente en el acueducto de los Milagros de Mérida, la antigua Emérita Augusta romana y de cuyas ruinas se extrajeron columnas y capiteles que servirán de base e inspiración para el desarrollo de las sucesivas ampliaciones. En este contexto de reaprovechamiento de materiales y tipologías, la Mezquita se entiende como un sistema formado por muros-acueducto que se producen perpendicularmente a la quibla y son responsables en último término de la experiencia espacial. La única dirección perceptible sería entonces la perpendicular a la quibla. 


Esquema de las arcadas de la Mezquita Omeya de Damasco, Siria (705-715)



La cubierta se resolvió con sendas armaduras, apoyando sobre los bordes del canal de la arquería acueducto, que tiene para su correcto dimensionamiento un grosor un tanto excesivo, que queda camuflado con el arco de entibo que es el que verdaderamente da sus proporciones visuales. Esta gran dimensión transversal de las pilas se reduce mediante sendas mensulas o modillones de rollos, de progenie omeya. 


Esquema de las arcadas de la Mezquita de Córdoba

El arco superior es de medio punto, pero el inferior los es de herradura, siguiendo este último la tradición hispano-visigoda, seguramente tardorromana, al igual que la alternancia del dovelaje en piedra y bloques de ladrillos que le presta singular bicromía. El pilar y los modillones cargan sobre el cimacio, cortado de molduras arquitectónicas romanas, que transmiten su peso al capitel y fuste, que utiliza como cimiento la propia basa mas o menos soterrada, en función de la altura total de la columna. 

Alzado y sección de las arcadas de la Mezquita de Córdoba

Sin embargo, si consideramos el grosor de esos muros paralelos, podría entenderse que los arcos de medio punto definen una serie de bóvedas continuas, produciéndose una segunda dirección, paralela a la quibla, conformándose así un espacio abstracto e infinito por la intersección de ambas direcciones visuales. 

Interior de la Mezquita-Catedral. Núcleo de Abderramán I, vista hacia la quibla en la que aprecia la interesección de las dos direcciones visuales.

El otro elemento característico de la Mezquita y que marcará toda la arquitectura musulmana en la península, es la dovela coloreada en franjas de piedra y ladrillo. Al igual que el sistema estructural, su origen también puede datarse en el Acueducto de los Milagros, si bien cumplen con el propósito tectónico de mostrar explícitamente el funcionamiento estructural de los arcos y su encuentro con las pilastras, además de remarcar la realidad espacial del interior del templo. 


Detalle de arcadas en el núcleo de Abderramán I y alzado según D. Emilio Camps Cazorla

Estos dos principios: muro-acueducto de arcadas superpuestas y arcos de herradura con dovelas de colores, se repetirán en todas las ampliaciones de la Mezquita y serán la base de la arquitectura califal posterior.

Lectura impartida en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame en South Bend, Indiana (EEUU), el 21 de Enero de 2011.Autor: Pablo Álvarez Funes

2 comentarios:

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