jueves, 3 de marzo de 2011

Contexto histórico de la arquitectura islámica (I): Los “cuatro califas legítimos” (632-661).

Los “cuatro califas legítimos” (632-661).

El periodo de tiempo entre la muerte de Mahoma y la llegada al poder de la dinastía omeya (661) es muy importante para la comprensión del islam. En la tradición sunní, el tiempo de los “cuatro califas legítimos” se considera como la edad de oro, en la que la comunidad (umma) fue dirigida de manera correcta y piadosa, y vivió según las leyes del profeta y el islam empezó a desplegar su poder. Los chiítas, por el contrario, ven a los tres primeros califas como meros usurpadores y reconocen solamente al imán Alí, el cuarto califa de los sunníes, y a sus descendientes de sangre, el derecho de sucesión. En realidad, la época de los “cuatro califas legítimos” desempeña un papel muy importante en el debate sobre un correcto orden social ya que las experiencias vitales de ese periodo son las que conforman la base de la legislación islámica. 

El primer califa (khalifa, “representante”) Abu Bakr o Abubeker (632-634) era suegro de Mahoma y fue uno de los primeros en seguirlo en la Hégira en el año 622. Durante la enfermedad de Mahoma había dirigido las oraciones colectivas y eso le ayudó a la sucesión; considerado por muchos como el “alter ego” del profeta, supo usar su autoridad para consolidar la unión de las diferentes tribus árabes. 

El califato a la muerte de Abubeker en 634

El segundo califa, Omar ibn al-Jattab (634-644) era también suegro y amigo del profeta y en Medina fue uno de los principales consejeros de Mahoma. Durante su gobierno se sientan las bases del imperio islámico, gracias a sus conquistas planificadas junto a sus generales Khalid ibn al-Walid, Amr ibn al-As y Sad ibn Abu Waqqas y a las reformas sociales que realizó a partir del año 637. Hombre piadoso, añadió al de califa el título de “Señor de los creyentes”. Fue asesinado en 644 por un cristiano camino de la mezquita. 

El califato a la muerte de Omar en 644

El tercer califa, Otmán ibn Affan (644-656), era yerno de Mahoma y miembro de la familia Omeya, además de uno de los comerciantes más ricos de La Meca. Era un hombre piadoso, pero sin ambición personal ni personalidad de dirigente, y delegó sus responsabilidades políticas en parientes, lo cual le hizo impopular. Fue obligado a dimitir y al negarse fue asesinado en su casa mientras rezaba. 

El califato a la muerte de Otmán en 656

El cuarto califa, Alí ibn Abu Talib (656-661) era a la vez primo y yerno de Mahoma. Fue uno de los primeros musulmanes y sus partidarios lo consideran el primer musulmán después de la mujer del profeta. Desde la muerte de Mahoma tuvo partidarios que querían asegurarle el califato, designándose a sí mismos como “Shiat Alí”, partidario de Alí, de donde deriva la palabra “chiíta”. A pesar de ser elegido califa en 656, ni la viuda de Mahoma ni los familiares de Otmán, le reconocieron como tal, marcando una situación tensa para la joven religión. En 657 un primo de Otmán, Muawiya, gobernador de Siria, se rebeló contra Alí, quien, para evitar una guerra civil, accedió a compartir la soberanía. Sin embargo, esto no agradó a una buena parte de la comunidad y nombraron a Muawiya califa e iniciaron otra rebelión; a pesar de ser derrotados por Alí en 658, el cuarto califa fue finalmente asesinado en 661 camino de una mezquita, dando inicio a la dinastía Omeya.

El califato al inicio de la guerra civil entre Muawiya (verde claro) y Alí (verde oscuro), 657-661

A la muerte de Alí, el imperio islámico había superado los límites naturales de la península arábiga y se extendía desde Libia y Egipto hasta Mesopotamia y Persia. Hasta ese momento, la arquitectura islámica se había limitado a las construcciones seminómadas propias del desierto; pero al entrar en contacto con las prósperas regiones de Egipto, Siria y Mesopotamia, y ante la necesidad de dar una expresión material a su poder y a su fe, los musulmanes usarán la tradición arquitectónica grecorromana y persa para sus mezquitas, palacios y fortificaciones. 

Basílica de San Sergio en Sergiópolis (hoy Resafa, Siria). S. IV d. C. La estructura de sus naves y la alternancia de vanos serán un recurso muy usado por los Omeyas durante el Califato de Córdoba.

Ruinas del Palacio Taq-i Kisra de Ctesifonte (Irak), s. VI d. C. Su gran bóveda central servirá como modelo para los iwanes a partir de los abbasíes. 



Lectura impartida en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame en South Bend, Indiana (EEUU), el 26 de Enero de 2011.
Autor: Pablo Álvarez Funes

2 comentarios:

  1. Éste es otro aspecto que me llama la atención del Islam: que desde su nacimiento es una religión de Estado, con todas sus consecuencias. El hecho de que a la muerte de Mahoma ya hablemos de un Imperio Islámico marca una diferencia abismal con el cristianismo.

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  2. Juanan, el propio calendario islámico toma como referencia la huida del profeta a Medina, y otra fecha relevante es la de la toma y purificación de La Meca. Así que desde su momento fundacional, el Islam tiene un marcado carácter bélico, ya que ambos acontecimientos no fueron precisamente pacíficos.

    El cristianismo hizo un uso activo de las ventajas urbanas y de comunicaciones del Imperio Romano para predicar la Buena Nueva, mientras que el Islam se sirvió para su expansión de la decadencia bizantina y sasánida, agotados ambos imperios tras años de interminables guerras.

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